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Chapter 12 - Capítulo 11: Oscuridad

Alejandro:

-Yo digo que sí –dice Sebastián.

-Yo digo que no –respondo.

-Yo digo que se siguen amando en el fondo y eso los hace tiernos –dice Lorein.

-Yo digo que para ti todo es tierno y careces de objetividad –responde Mariela.

-Amén –decimos todos casi al unísono.

-Jódanse.

-¿De qué creen que estén hablando? –pregunta Máximo

-Lo más probable es que Kim esté intentando hacerle grabar su mensaje –dice Sebastián.

-Es más que eso, es una mujer resentida, le está pidiendo una explicación de por qué no se han visto en un año o lo amenazará con borrarle la memoria –dice Cynthia.

-Eso no es algo que haría Kimberly –opino.

/

-Bueno, tienes tres minutos para explicarme qué pasó antes de que te borre la memoria.

Kimberly y Alejandro se encontraban distantes de nosotros. Se habían ido para un costado hace unos minutos. Sabíamos que eran pareja prácticamente desde que empezó el viaje, pero a decir verdad nunca supimos ni cuándo comenzaron, ni en qué momento terminaron, pero estábamos convencidos de que nunca dejaron de quererse.

-Si quieres una explicación, lo siento, princesa, no tengo nada que pueda decir para justificar mi comportamiento.

-Sé... que no tiene sentido que te reclame esto ahora, pero hace un año era tu reina, no tu princesa –le reclama Kim a Alejandro.

-Si lo que te molesta es que pueda haberle dado tu título a otra mujer, no te preocupes, no he podido ver a nadie más con los ojos con los que te veía.

-Puedo entrar en las mentes de casi cualquier persona o espíritu, y aun así me es imposible descifrar la tuya. ¿Qué te pasó, amor?

-No soy tu amor, Kim.

-Eso no lo decides tú.

-Yo te terminé. Yo te dejé, ¿por qué te es tan difícil entender que no puede seguir habiendo algo entre nosotros?

-Puedo amar a quien yo quiera, Alejandro. Y también soy consciente de que puedo estar con quien yo quiera. No te estoy pidiendo que te arrodilles y me pidas perdón, pero al menos dime qu�� has estado haciendo. ¿Por qué desapareciste? ¿Por qué no dejaste al menos una nota o algo? ¿Dónde miércoles estuviste cuando te necesité? ¿Dónde miércoles estuviste cuando tuve que buscar un terapeuta que pudiera ayudarme con esta maldita depresión que me tiene asfixiada desde hace meses?

-Yo... no sabía que tenías depresión. Lo siento, Kim.

-Qué vas a saber, ¿no? La lunática que lee mentes soy yo, ¿cómo ibas a saber que yo tenía depresión?

-Quizás si me hubieses dado alguna pista.

-Pistas hubieron muchas, Alejandro, pero hasta un ciego encuentra lo que busca si lo intenta.

-¿Qué quieres que diga?

-¡LA VERDAD! ¡LA VERDAD, PUTA MADRE!

Kimberly empieza a darle golpes pequeños a Alejandro. En la pierna, en el brazo, lo empieza a empujar para que se caiga. Está llorando. Alejandro atina a abrazarla y pegar su cabeza contra su pecho. Este sería un buen momento para que diga "lo siento", pero suponemos que es demasiado orgulloso para hacerlo.

-Lo siento mucho, Kim. No arregla nada, pero lo siento mucho.

-¿Por qué me dejaste sola, carajo? Yo te necesitaba. Yo te amaba. Te defendí con los chicos. Nunca dejé de dudar de ti. ¿Por qué?

-No tenías... no, espera. Gracias, sí, gracias por haberme defendido. Yo... aprecio muchísimo que hayas pasado por todo eso para protegerme. Y lamento no haber podido estar ahí cuando te quebraste en pedazos. Debí haber estado ahí.

-Sí, debiste, y un abrazo no lo va a cambiar. Nada jamás va a tapar lo que hiciste, mucho menos lo que todos hicimos; pero distanciarte de nosotros no va a solucionar las cosas.

-¿Tú crees que si bajemos podamos cambiar el pasado?

-El pasado solo es el reflejo del futuro que alguna vez quisimos alcanzar, y al final solo es eso: un reflejo. Lo importante es el presente, ese que queremos mejorar.

-No sé qué debo hacer –Alejandro empieza a llorar, se agarra el cabello y empieza a arrancarse lo que puede con la mano.

Kimberly le limpia las lágrimas, choca suavemente su frente contra la suya y sonríe.

-Sí sabes, Alejandro. Quizás no sea lo que quieras, pero sí sabes. Anda, habla un rato. Ya te alcanzo.

/

Alejandro se pone de pie. Tiene sus ojos rojos, prende un cigarro y camina hacia nosotros.

-La máquina está libre, hermano –digo.

-Más allá de que sé lo fácil que es para ti decir esa palabra, gracias, voy a hablar, y prometo participar y apoyar en lo que pueda, pero todavía debo pensar qué haré después –me responde Alejandro.

-Ya es un comienzo, eso es reconfortante –le abro el paso para que vaya a dejar su mensaje.

...

No es mi líder, no son mis hermanos, ella ya no es mi pareja... pero carajo, son mi familia, y no quiero perderlos.

Me da tanta risa lo irónico que es hacerse el rudo, el genial, el duro, el inquebrantable y estar llorando detrás de la fachada. Supongo que el dicho es cierto: "siempre hay luz al final del túnel".

Mi nombre ya lo deben tener grabado hasta la coronilla: me llamo Alejandro. Estoy seguro de que muchos aquí renunciaron a su apellido humano, yo también. Ahora me apellido Lesark. Significa eclipse en Soularen. Me lo eligieron y no pude decir que no, bueno en realidad pude haberlo hecho, pero me pusieron una espada muy cerca del cuello y bueno, tarado no soy. En el peor de los casos, me gusta cómo suena.

Soy un espíritu de oscuridad, o sea que básicamente puedo usar mis poderes en casi cualquier lugar porque puedo aferrarme a las sombras generadas por los objetos y las personas. Me gustaría explicarles cómo funciona ese poder, pero aquí hay un papel que dice que no debo hacerlo todavía, así que supongo que está aquí por algo. Debe haber sido petición de Máximo. Veamos...

Hmmm... esto es pura sonsera, no voy a decir nada de esto... ¿Que a qué le tengo miedo? ¿Por qué diría a qué le tengo miedo? Y, no sé, ¿alturas? No, no, olvídenlo, no haré esto.

Miren, lo que si quisiera aprovechar en decir es que yo también tengo miedo, probablemente más que cualquier otro, porque me siento traicionado. Siento que todos me dieron la espalda y conchudamente me reclaman por lo que hice ahí en ese momento. Si no me diera náuseas cada vez que recuerdo eso, se los contaría con lujo de detalles, pero mi cuerpo no me lo permite. Lo que sí puedo de alguna manera contarles es que no somos los héroes que en algún momento pudieron haber escuchado que somos.

Salvar vidas no te hace un héroe, no cuando hay un interés de por medio. Claro que en un inicio no lo sabíamos, pero supongo que debimos haber sospechado algo. Pero qué importa, el daño está hecho, tal y como dijo Ángela: "teníamos la cabeza caliente". Y yo tenía la cabeza metida en las sombras, a donde pertenezco.

Llevo mucho tiempo entrenando, perfeccionando lo que puedo hacer, incluso estudiando, mis poderes son distintos a los del resto. En serio, quisiera dar más detalles, pero trato de ser condescendiente con Max por todo el esfuerzo que hizo.

Bueno, mejor explico por qué me he comportado tan mal todo el tiempo con la piedra en mi zapato: Alex.

No hay mucho que decir en realidad, somos polos opuestos y tenemos distintas formas de ver el mundo. No es un líder, quizás puedas confiar en él, pero porque debes tener por seguro que tratará de hacer las cosas para que tú te sientas cómodo. Odio esa sonrisa falsa que tiene para decirnos que todo estará bien. Odio ese deseo de agradarle a todos, no tiene que hacerlo, estoy seguro que no ha podido dormir las veces que alguien le decía al final del día que había fracasado.

Odio casi toda su forma de ser, pero lo que más odio es que lo respeto, porque no debería, pero defiende sus ideales. Cuando por fin nos contó el entrenamiento por el que pasó, recuerdo haber vomitado solo con cómo lo contaba, y cuando Báculo lo confirmó, solo podía pensar en qué era capaz de aguantar ese malnacido.

Él no debería ser el que nos guíe, porque sé que está cansado. Alguna vez se lo he dicho, se lo he dicho a todos, pero no hacen caso. No pienso tomar las riendas del equipo solo porque me compadezca, pero quizás pueda ayudar un poco. Es lo que Kimberly querría y quiero hacerla feliz al menos una vez... antes de despedirme de ella para siempre.

"Pulgar en alto". No recuerdo cuándo fue que empezamos a decirlo, era la frase más estúpida que hubiese escuchado alguna vez, pero como a cualquier mocoso de 15 años, cómo te ponía. Supongo que en el fondo, nunca pierdes la fe en tu familia. Sí es cierto, siempre hay luz al final del túnel. Puedo hacerlo.