Chereads / Cordero de Dios / Chapter 3 - Capítulo 3: Cambio de look

Chapter 3 - Capítulo 3: Cambio de look

Relajé mi rostro y comencé a caminar rumbo a la sala Roja, allí era donde los presos dejaban sus pertenencias, así que de ahí me iban a dar lo necesario para parecer un criminal, pero me darían las pertenencias de un hombre muerto.

No deseaba usar las cosas de un muerto, pero tenía que hacer lo necesario para que los delincuentes crean que soy Renzo De'la Mort.

Uno de los guardias empieza a sacar de los cajones ropa y sustancias ilícitas. No deseaba tener esas cosas en mi casa, pero no había modo de negarme.

—¿Asustado, Potter? —Preguntó Emiliano.

Solté una carcajada sonora ante el comentario y negué. Le iba a responder que jamás, pero no era el momento adecuado para hacer bromas.

—Zapata, ¿qué tú no te cansas nunca de esos comentarios? —Cuestioné alzando ambas cejas sutilmente y estirando mi mano para agarrar las cosas—. Pareces a los reclusos.

—¡Dios me valga! —Exclamó negando.

Rodé los ojos y lo miré a los ojos, lo fulminé con la mirada y volví a negar con la cabeza.

—Nos vemos —comentó esperando que los nuevos dejen sus pertenencias.

Asentí y salí de allí. Caminé hacia uno de los baños y me cambié, cuando estuve en perfectas condiciones para salir al mundo real, no lo dudé.

Me puse unos lentes de sol negros, antes logré pintar mi cabello de negro y vestirme con cosas llenas de cuero. Soy vegano y vestirme así me daba asco, estaba faltando a mis principios, pero Renzo De'la Mort era carnívoro a más no poder, esa fue una de las características que mi madre le puso a mi persona.

Me armé valor y salí, salí a las calles. Estaba en modo alerta, pero debía actuar como un sujeto completamente normal, nunca me imaginé que ser un hombre así me sería tan complicado. Mierda, no debí meterme en esta porquería.

No podía creer que tuve que dejar todo lo que era, pero no dejé mi arma. Supuse que eso no estaba nada bien, pero tenía que tener protección de alguna manera y un arma era perfecto para eso.

Todo lo que un día me imaginé dentro de mi mente, estaba ocurriendo frente a mi rostro. No podía creer como las personas de mi alrededor me miraban, era como si ellos no entendieran lo que estaba ocurriendo, pero esa era la idea en primer lugar.

No quería fallar, tenía que hacer esto a la perfección, ya que la vida se me podría ir con mis acciones. Mi madre no me había comentado lo que debía hacer, así que me imaginé que me lo terminará diciendo en mi casa. Quería creer y suponer que así sería.

Mi cambio no fue demasiado visual, supuse que los policías que me vieran por las calles me reconocerían, pero me di cuenta que no era así, ya que las cosas se volvieron un poco tensas cuando choqué con uno de ellos. Por supuesto, yo lo reconocí, pero él no a mí.

—Tenga cuidado, señor —pronunció con ferocidad.

Me sentí muy extraño ante aquella situación, no me agradó, pero solo era un civil circulando por las calles de su ciudad. Él debía creer eso.

—Lo siento, señor —respondí cambiando un poco la tonalidad de mi voz.

Él no dijo nada más y simplemente se fue de allí. Seguramente continuaría con su trabajo, eso me gustó, ya que cualquiera en su lugar hubiera atacado contra mí.

Comencé a caminar rumbo a mi casa, al llegar me di cuenta que había personas, no dudé en entrar con cuidado, pero no saqué el arma, ya que no sabía a lo que me iba a enfrentar. Con cuidado comencé a abrir la puerta, al entrar dejé mi arma en una de las plantas de la entrada y me arriesgué a ingresar con seguridad, como si no supiera lo que podría estar ocurriendo allí.

—¡Querida, ya llegué! —Exclamé dejando una bolsa sobre la mesada—. No pude comparte las frutillas que deseabas...

Se oyó un fuerte estruendo y simplemente lo supe.