—¿Estás practicando para conseguir una esposa, Woods? —Preguntó mi madre con su tono de voz definido para la situación—. Síentate y escucha con atención lo que va a pasar.
No tuve ganas de seguir escuchando, pero sabía que debía ser un encubierto. Tenían que hacer las cosas bien, debía escuchar el plan que ellos tenían para mí. Quizás no era nada malo, tal vez, era sencillo y podría salir con facilidad de ese mundo al que debía meterme.
Me agrada, de vez en cuando, ser una persona diferente, pero jamás debo perder mi yo verdadero. Sin eso, yo no podría seguir con mi vida, no puedo creerme un criminal. Yo no soy un era malo, no nací siendo un maldito.
—¡Woods! —El grito de mi madre me trajo nuevamente a la realidad.
Asentí y la miré a los ojos.
—¿Qué pasará si las cosas salen mal? —Le pregunté lleno de intriga, ya que me gustaría saber si iba a morir sin agentes a mi lado—. ¿Se supone que la muerte es posible en este...
Ella me detiene, no quiere seguir escuchando mis palabras y suponía que tenía razón. Yo no tenía hijos, pero no me gustaría que ellos terminen mal o hablando de una posible muerte inesperada.
Rasqué mi nuca, pero volví a prestar la atención requerida. Tenía que dejar de pensar en tonterías, debía meterme completamente concentrado en lo que tenía que hacer.
—Debes tener cuidado, pero no te pasará nada. En un par de días, cuando ella esté a tus pies —Hizo una pequeña pausa y sonrió—. Será justo en ese momento, cuando iremos por ustedes.
Asentí seguro de lo que iba a hacer. No podía ser tan complicado el tema de confiar en mí, estaba seguro de que me veía muy confiable. Siempre fui el ser humano más confiable y predecible de todos los demás.
Todo iba a salir a la perfección, nada malo podría pasar, el Guerrero debía pisar el palito y sería nuestro. Según los llamados que hacía, era un joven de unos veintisiete años, poseía una voz completamente normal y mantenía su ritmo; en ningún momento su voz parecía dar una elevación nerviosa o cardíaca, parecía poseer el control de todos sus sentidos o estar drogado durante las llamadas.
Hasta ese momento, todo pareció estar a la perfección, no me sería nada complicado encontrar el modo de hacer las cosas bien. Solo esperaba que el Guerrero nunca supiera mi identidad verdadera. Sabía que si él se enteraba, todo el plan se iría a la mierda, en un dos por tres.
Seguramente la venganza que este planearía hacia mí, sería de película. Yo estaría bien, pero encontraría la manera de matar a todos mis seres queridos con el propósito de hacerme sufrir, hacerme pasar un verdadero infierno en la tierra.
—Está más que perfecto, el plan será llevado a cabo fácilmente. No se tienen que preocupar mucho, tranquila, mamá —susurré con una pequeña sonrisa y asentí lleno de seguridad.
Ella me miró a los ojos y asintió con la cabeza.
—Bien, confío en ti, hijo.
Se puso de pie e hizo una seña con sus manos, inmediatamente los policías se hicieron presentes. Sabía que llenarían toda la casa de micrófonos y cámaras de seguridad, mi madre me quería supervisado.
—Gracias...
Se acercó a mí y me tomó el rostro entre sus manos.
—Mucha suerte —murmuró soltando mi cara.
—Haré lo que tenga que hacer para que él confíe en mí, madre —comenté con seguridad—. Lo que sea.
Ella negó.
—No olvides quien eres.
Dicho aquello, simplemente se fueron.