Nunca entendí bien el amor no era mi prioridad en la vida, mi meta, dejar atrás la reputación de la familia Dibestrick y sus negocios sucios, pero algo en todo mi trabajo logrado hizo que mi vida cambiara, sin pensarlo caí rápidamente en un juego de amor, miedos y odio que se juntaran haciendo perder quien era realmente.
Pero antes de llegar a ese punto donde perdí este juego, deberán entender en donde inicia todo y aun lo recuerdo claramente en aquel lugar donde buscaba escapar de mi pasado que me perseguí como una sombra a su dueño sin piedad, un lugar que pocas personas lograrían pisar, en donde si llegas a salir seria en una bolsa o quizás nunca saldrías y serias olvidado hasta por la misma policía.
Las calles de este lugar eran totalmente oscuras, solo se sentía el frío de la madrugada mientras caminaba por entre los callejones tratando de no ser tan llamativo antes los pocos seres humanos que me observan, los sonidos lejanos de armas detonando y de sirenas a lo lejos se sentía como un eco entre aquel silencio sepulcral, mientras caminaba entre aquellas calles del barrio de mala muerte en el que fui a parar era eso o regresar al lugar de donde estaba huyendo, con mis veinte años no tenía miedo a nada, sus padres se encargaron de eso, nada de lo que viera le sorprendería ni asustaría y fue precisamente eso lo que sucedió unos matones se aparecieron justamente frente como una pared de la nada, llevaban una rompa muy andrajosos, llevaban unos cuchillos en la mano lo bastante grande para asustar a cualquiera que no fuera yo.
—Mira lo que tenemos, un guapo perdido—dice uno de ellos que era un hombre bastante corpulento con un tatuaje en sus manos en forma de calavera, su piel era morena y se veía que tenía tiempo sin afeitarse la barba—¿Qué haces por estos caminos?
Yo solo observaba sin ánimos realmente me causaban fastidio verlos allí amenazando a alguien que ni conocen, ellos solo se reían de una forma asquerosa como cerdos que iban al matadero y eso me empezaba a dar asco.
—Uy tiene miedo el pequeño—me dice su compañero quien al verle se asemejaba mas a un sapo enorme con barba una de sus manos intento tocar mi rostro pero inmediatamente sin pensarlo le esquivé, con una mirada fría y determinada le tome de la muñeca doblándole con fuerza, con un grito como niño chiquito se escucho entre la oscuridad.
—Patético—le digo con una voz fría como el hielo carente de sentimientos, realmente su dolor era como una especie de placer pero aun así este sapo no me anima solo es una escoria de la humanidad que debe ser exterminada, su amigo al ver aquello sorprendido levanta el cuchillo para lastimarme sin embargo lo esquivo y con mucha agilidad lanzo a su compañero como mi escudo siendo este atravesado con el cuchillo en su brazo, con una fuerte patada los golpeo como sacos de basura ambos caen sorprendido y antes de que hicieran algo me les coloco encima con mis piernas asfixiando y presionando con toda fuerza para que sienta el verdadero dolor, en su mirada de asombro y miedo no sabían que hacer no pensaban que les fuera hacer algo realmente no me interesaban solo quería darle la lección de su vida.
—¿Quién....eres? —pregunta el sapo quien sangraba tenia un sudor en toda su cara pero por la fuerte presión que le ejercía en su cuellos gordos.
—Mal...—empezó a decir el otro pero quedo en casi silencio, le presione con mas fuerza como una ves aprendí hace muchos años de la misma forma que ellos están en este momento.
—Nunca subestimes a tu enemigo—les digo con sinceridad solo quería irme de ese lugar, pero tenia que esperar unos segundos antes de que ambos cayeran inconscientes y eso es lo que necesitaba para poder escapar—y ustedes dos lo hicieron, para la próxima no seré tan....condescendiente.
Ambos me vieron y cerraron sus ojos dejaron de moverse, desmayados como bebes me levanto rápidamente y empiezo nuevamente a caminar dejando esas dos moles en el silencio de la noche que me envuelve como un gato me escabulli y empiezo a escalar algunas rejas antes de llegar a donde quería sin embargo, me descuide algo que en ese momento quizás no me perdone pero me llevo al inicio de todo.
Un hombre estaba esperando entre las sombras y este apareció como un ninja sin que lo sintiera cuando pase por el último callejón antes de llegar a mi destino, con fuerte jalón me cubrió con fuerza con su fuertes brazo y me arrojo contra la pared, solo sentí que mi rostro golpea contra el frio concreto con un sonido seco, aquella persona solo se acerco a mi rápidamente antes de reaccionar y sentí una pinchada en mi brazo, como una abeja sintiendo algo frio recorre hacia dentro de mi cuerpo.
—No pensarás que lucharía contigo cierto—dice aquel hombre que apenas empiezo a notar ya que la droga que me inyectó me estaba nublando la vista, sentía que mi cuerpo estaba cayendo en un fuerte sueño en medio de la oscuridad que me rodeaba bajo aquellas luces—buena pelea con aquellos matones, aprendiste muy bien Aldric
—¿Por qué? —le pregunto con suavidad mientras mi cuerpo no podía moverse mas, antes de caer al suelo este hombre me atrapa con gentileza y me carga como si no pesará nada—él....te....mand
—Shhh—dice como si cuidara a un pequeño, aquello fue lo último que logre escuchar antes de caer profundamente en el sueño de Morfeo de las drogas—cuando aprenderás Aldric.
Con un fuerte suspiro de aquel hombre cargo a Aldric hasta un coche que estaba cerca de aquellas calles, dejando al joven en la parte de atrás asegurándolo para que no sufriera en el camino, lo observaba como su hermano menor quien lo vio crecer, ahora era un hombre quien luchaba por algo que esa no era la mejor forma y aun le falta para lograr lo que tanto anhela. La liberta del apellido Dibestrick.
Mientras salían de aquel barrio tan peligroso de la ciudad, la noche empezaba a dar paso al día como una página que pasas en un libro, mientras el cielo se teñía de un violeta carmesí, las estrellas desaparecían del firmamento dejando un hermoso cielo claro con el paso de los rayos del sol.