Ya habían pasado dos semanas desde que había recibido las flores de Chester, y aún no lo había visto, por lo cual decidí ir a su casa. Cambié mi ropa del trabajo por un top negro, junto con unos pantalones negros y unas Vans. Tomé una chaqueta roja, repasé mi brillo labial y me dirigí a su casa. En esta, como de costumbre, se encontraban los chicos. Chester abrió la puerta y sonrió con emoción al verme.
- ¡Hannah! ¿Qué haces aquí?- preguntó mientras ambos entrábamos en la casa.
- Quise pasar a saludarte.- respondí simplemente. Los chicos me saludaron sin prestar demasiada atención, ya que se encontraban concentrados jugando nuevamente a un videojuego.- ¿acaso viven contigo o qué?- pregunté, observándolos emocionados por el juego. Chester rió un poco.
- Algo así. Pasamos mucho tiempo juntos.- explicó. Yo simplemente asentí con la cabeza, y ambos nos sentamos junto a la mesa.
- Gracias por las flores.- le agradecí. Él frunció el ceño.
- ¿qué flores?- preguntó, desconcertado.
- Las rosas. Sé que ya pasaron dos semanas y debería haberte agradecido antes, pero estuve muy ocupada.- le comenté. Él ladeó la cabeza, aún confundido.
- No sé de qué hablas, Hannah.- dijo él. Yo fruncí el ceño.
- ¿no fuiste tú el de las flores?- pregunté. Él simplemente negó con la cabeza, y se levantó para dirigirse a la cocina. Yo me quedé observando al suelo, aún con el ceño fruncido. Yo me levanté y me dirigí al patio trasero. La noche estaba demasiado bonita como para estar encerrado dentro. Yo me senté en una de las sillas junto a la piscina, observando el agua moverse debido al viento.
Oí los pasos de alguien, y yo ví a Mike sentarse a mi lado. Nadie dijo nada durante unos buenos minutos, hasta que él rompió el silencio.
- Creo recordar que habías dicho que las rosas rojas eran tus flores favoritas.- dijo él. Yo fruncí el ceño y lo miré.
- ¿cómo...?- iba a preguntar, pero me interrumpí.- fuiste tú.- hablé, más para mi misma. Mike sonrió levemente.- ¿por qué?- pregunté.- ¿y por qué el "gracias"?- añadí.
- Por tu consejo.- dijo él. Yo lo miré confundida.
- ¿qué consejo?- pregunté. Mike se tardó unos segundos en hablar, hasta que me miró.
- Dijiste que debo luchar por lo que quiero.- dijo. Yo asentí, recordando la noche en que le dije eso.- pues, tú eres lo que quiero.- habló. Yo no reaccioné. Abrí mi boca para decir algo, pero luego la cerré; no sabía qué decir.
- ¿a qué te refieres?- pregunté. Mike apartó la mirada, suspirando, para luego volver a verme.
- Me gustas, Hannah.- soltó. Yo levanté ambas cejas.
- ¿yo?- pregunté. Mike asintió con la cabeza.- ¿yo te gusto?- insistí, aún sin creerme lo que acababa de escuchar.
- Sé que estás con Rob, de todos modos.- dijo él, y pude notar pena en su voz.
- Yo...- hablé.- yo no sé qué decir.- dije finalmente.
- No hay nada para decir.- dijo Mike, volviendo a su tono serio.- supongo que eres un sueño que tengo que dejar ir.-