Es extraño.
La mayoría de mis recuerdos, siempre son eventos que quisiera borrar de mi memoria.
Cómo si cada uno de esos momentos fuese sacado de un sueño.
No escuchaba bien los sonidos, y era como si el lugar saturado de un centellar en blanco y negro me escupiera a la cara.
Pero al pensar en ese tiempo, me di cuenta que estaba estresado.
Desde aquel entonces.
Estresado de vivir solo en el mismo ambiente.
De mirar siempre en una sola dirección.
El obligar a un niño de 7 años a entender por qué tiene hermanos que no conocía.
Toda esa información, ¿Qué significó para mí?
Cegado por el rencor, ¿En qué momento dejé de llorar?
¿Cuánto tiempo me tomó asimilarlo?
Es extraño, pero no puedo recordarlo.
He caminado en las nubes por mucho tiempo.
Lo he hecho desde ese día.
No supe qué más hacer.
Nada más.
Aislado de todos a mi alrededor me sentía tranquilo.
Aún recibiendo toda clase de miradas, pensé que eso estaba bien.
Sin poder hablar con nadie.
Sin poder estar con nadie.
Sólo seguí mi propia corriente.
Completamente solo.
Siempre pensando que si alguna vez saldría de este abismo, tendría que ser por cuenta propia.
"Nadie te va a salvar"
Aún con inseguridades, seguí caminando por el mismo sendero.
Sendero por el que tiempo después me di cuenta que yo no era el único que transitaba por él.
…
El deslumbrante escenario resplandecía vividamente en medio de la oscura noche.
Oleadas de personas eufóricas gritaban, saltaban y vivían tal momento con todas sus fuerzas.
En aquel enorme estadio, la música resonaba como si tales sonido fuesen voces exaltando toda clase de sentimientos completamente ajenos a mi.
Completamente apartado de todo el bullicio, el chico sentado frente a mí, me hablaba como si fuera a estallar en cualquier momento.
Feliz por expresarse al oído de alguien más.
Triste por cada palabra que pronunciaba.
Ansioso al recordar tantos momentos difíciles.
Aliviado al saber que no estaba solo.
Una inmensa cantidad de emociones comprimidas en un sólo lugar.
No recuerdo con exactitud de que estaba hablando con él durante ese corto tiempo.
Pero cada vez que intercambiamos palabras después de cada pequeña pausa, me sentía tranquilo.
Aveces bromeando.
Aveces al borde de las lágrimas.
De cualquier manera, eso estaba bien.
Me sentía completo.
Con cada recuerdo doloroso, cada culpa en mi interior, intentaba bromear con eso.
Pero al hacerlo, terminé llorando y riendo al mismo tiempo.
Esa sensación agridulce, era mi otra mitad que el tiempo se llevó consigo.
Esa misma noche al regresar a casa luego de ese viaje escolar.
Pasando por las iluminadas calles de mi residencial.
Bajo el hermoso cielo estrellado de Agosto.
Por primera vez me sentí genuinamente feliz.
Él no me juzgó nada.
No me criticó nada.
Solamente estuvo ahí para escucharme en silencio.
Hasta ese momento no lo había notado.
Desde que entré en la escuela media, él siempre ha estado a mi lado.
Hablando sobre cualquier cosa del día a día.
Anime o Videojuegos.
Siempre mostrando solo la cara que debía mostrar al mundo.
Tal vez se sintió igual que yo.
Tal vez tampoco tenía a nadie con quien hablar.
Y en esos momentos, pude llenar un vacío en su interior.
Cicatrizar viejas heridas.
Dar vuelta a la siguiente página.
Siendo que es tan llorón, hizo su mejor esfuerzo por contener las lágrimas mientras intentaba expresarse frente a mí.
Mientras todo el escándalo del exterior se opacaba, su voz resonaba en mi interior.
Marcando una nueva perspectiva.
Pude considerarlo un amigo.
Ese término que creía extinto en mi vocabulario.
Desde hace tantos años.
El colegio ya no parecía un lugar tan malo después de todo.
Las miradas persistían, y mi mala fama solo empeoraba cada día, pero mientras tuviera a alguien de mi lado, nada más me importaba.
…
Desde que recuerdo, siempre he tratado de destacar lo menos posible en la escuela.
Lo había conseguido apenas.
Y aún así en mi último año de colegio, el desprecio hacia mí por parte de los demás estudiantes se hizo notar.
Intentaba no demostrar mi incomodidad.
Por más difícil que fuera.
"Siempre está solo", "No tiene amigos", "Es un antipático", "Su cara da miedo", "No me quiero acercar a él".
Aún recuerdo claramente todas las cosas que decían a mis espaldas.
Todo llegó a tal punto que intentaron alejar a mi único amigo de mi lado.
Pensé: "Quieren arrebatarme todo de nuevo".
Yo no les hice nada.
Y nunca había intercambiado un sola palabra con esas personas, y aún así me despreciaban.
No lo entendí.
¿Por qué al ver a alguien asocial, No se les ocurre que debe ser por alguna razón?
¿Por qué no pueden empatizar con los demás?
Con tantas dudas en mi cabeza, los comencé a odiar.
Maldije su existencia.
Sin saber por qué todos me rechazaban de esa manera, él siempre se quedó a mi lado.
Siempre.
Siempre.
Siempre.
Pude continuar gracias a su apoyo.
Y aunque ese resultado estuviese condenado a convertirse en una tragedia, lo iba a atesorar, mientras estuviese vivo.
Completamente agradecido.
Completamente tranquilo.