Mientras tanto, en cierto templo generalmente pacífico y silencioso, un enérgico forastero es demasiado para los tranquilos monjes de ahí. Muy expresivo, muy rebosante, muy curioso. Así es él: un pequeño y sonriente muchacho bonito que va de aquí para allá llevando del brazo a los mayores a donde más curiosidad le provoque, preguntándoles todo lo que a su mente llegaba y respondiéndoles más allá de lo que ellos le preguntaban.
—Shixiong... shijie… —Alguien gimoteaba de vez en cuando. Los discípulos Song sólo querían que su shifu saliera del salón principal cuanto antes para que esté con ellos… Porque debían admitirlo: ni su dashixiong ni su dashijie podían con la situación y necesitaban a alguien ahora mismo.
¡Ah, pero no malinterpretemos ello! Esto no significa que este chico extranjero les desagrade o algo por el estilo; en realidad, todos están encantados con la personalidad tan alegre del joven Xiao y sinceramente aprecian su entusiasmo por querer conocer más y más sobre el lugar donde creció su mejor amigo. Asimismo, están muy contentos por finalmente conocer a quien dejó esa huella especial en el corazón de su preciado hermano menor y les alivia saber que es un buen chico.
Pero... A pesar de todo…
—¡Woah! ¡Hay tantos zorros! ¡Nunca había visto uno real! —Xiao Qingchen exclama de repente, trotando cuesta abajo hacia la majestuosa jauría que se acicalaba perezosamente al lado de un lago de lotos—. ¡Y son tan hermosos~! Ah. ¿Ellos son huxians? ¡Yewan me habló un poco de ellos! Él dij-
Sus palabras fueron interrumpidas cuando tropezó y rodó hasta caer sobre uno de los zorros inmortales más respetados del grupo: el huxian de Song Baihua.
Discípulos Song apresurándose a llegar—: ¡!
Xiao Qingchen—: ¡Ah! ¡Discúlpeme! ¡Yo-! Ah... Su pelaje es tan suave, tan bonito... ¡Ah! ¿No te molesta? ¡Entonces permíteme acariciarte un rato más!
—…
El grupo suspira silenciosamente para sus adentros.
De verdad, el joven Xiao les agradaba y aprobaban completamente que él sea parte de la familia como su cuñado… Sin embargo, tratar con él traía consigo un pequeño inconveniente: les era difícil a veces seguirle el ritmo y se sentían perdidos porque no sabían cómo interactuar correctamente con él. ¿Deberían seguir siendo formales? ¿No tanto? ¿Tal vez más cercanos? ¿Estaría bien tratarlo ya como parte de la familia? Después de todo, el joven Xiao es el mejor amigo de su querido hermano menor y pronto será su adorable cuñado; pero… aún así… Ugh, es difícil decidir entre la etiqueta para la visita o la que se tiene con la familia. Y no sólo eso: si lo correcto era tratarlo como parte de la familia, ¿sería como dì xí (cuñada) o como mèi xù (cuñado)? Temen ofenderlo…
¡Bua! Son conscientes de su propia torpeza y por eso desean tanto que su maestro esté con ellos en estos momentos.
—Joven Xiao, hermanos, hermanas. Ah, es bueno encontrarlos: acabo de prepararles un poco de té. —Saluda con una leve inclinación y sonrisa una hermosa señorita que cargaba con una gran tetera. Detrás de ella, la seguían un par de sus hermanos marciales llevando uno las tazas a juego y el otro una caja llena de vaporosos dulces recién hechos—. ¿Vamos a sentarnos?
Esta Song es la más despreocupada de todos respecto a formalismos, por lo que le fue más fácil hablar sin temor a equivocarse. Dirigió al grupo hacia una gran mesa de piedra blanca pulida y acomodó la bebida y comida sobre esta. El aroma empalagoso impregna el aire, provocando que, con cada respiración, Xiao Qingchen se sienta más ansioso de probar la merienda. La fragancia le es muy familiar y espera que el sabor lo sea también; de esta manera aguantaría un tiempo más su infelicidad queriendo salir de él en forma de quejas y pucheros.
«Debo de ser educado. Esta no es mi casa, ¡no puedo actuar como si lo fuera!», se recordaba constantemente.
—Siéntate aquí, joven Xiao
Xiao Qingchen estaba a punto de hacerlo, cuando notó algo:
—¡Ooh! ¡Las túnicas de esta hermana son tan hermosas! ¡Pensé que los monjes vestían más simple!
Para indicarle su asiento, aquella muchacha lo había señalado con un gesto de su mano. La manga había ondeado bajo la mirada del forastero, quien notó fascinado unas hermosas flores plateadas bordadas en esta. Sin dudarlo, la tomó entre sus manos y las admiró con cuidado. La señorita, inmóvil por la impresión, no dijo nada y sólo buscaba los ojos de sus hermanos marciales para saber qué hacer.
—Lo son. Sólo que… aquí nos gusta decorar.
—¡Oh! ¿Los demás también? —exclama encantado.
Xiao QingChen no tarda en llegar al lado de los cultivadores que aún siguen de pie, rodeándolos para observar con cuidado cada detalle de sus uniformes. Estos son realmente preciosos; Qingchen nota especialmente que los bordados plateados de cada uno es único. Patrones de lirios, camelias y lotos hay en los bordes de las hermanas, y peonías, lirios y lotos en el de los hermanos; en cada persona la composición es diferente.
—¡Ah~! Tan delicado~ Tan hermoso~ —suspira al tomar sin permiso una manga al azar para acariciar la bella labor. Sintiendo las figuras que forman los hilos bajo sus dedos, un recuerdo aparece en su mente—. Esto…
Jadea. Inmediatamente, va hacia la manga de otra persona y también acaricia sus detalles, poniendo más atención a cada pulcra puntada y la técnica usada. Jadea una vez más al darse cuenta de quién las hizo; esto causa un repentino, pero tenue sonrojo sobre sus mejillas. Sus ojos brillan, ya no por la apasionante curiosidad de la última hora, sino por una emoción más tierna y suave que todos los presentes reconocen. Es cálido, los corazones de los Song se sienten agradables y menos cohibidos: los lleva a acercarse al Xiao sin pensarlo, algunos incluso ofreciendo su manga para que la vea también.
Xiao Qingchen no pierde el tiempo y revisa cada una. Los mayores se sienten felices cuando es su turno y ven al joven cada vez más entusiasta.
Sonríe al terminar y toma asiento donde Song dashijie le indica: a su lado, en el centro de todos. Los discípulos del inmortal Song lucen serenos e indiferentes; a menos hasta que uno se fije en sus miradas discretas y expectantes que dirigen al chico extranjero.
—La mayoría de estos…—Sus labios se extienden en una sonrisa—. Song Zhen los bordó, ¿verdad?
Ah, era eso.
Espera, ¿qué?
Song Meiling es la primera en reír; su risa tintineante y recatada es graciosa.
—Oh, Xiao-wanbei. Usted es adorable; no puedo retenerme más.
Xiao Qingchen sólo la observa acercarse. No conoce sus razones.
Cuando Song Baihua llega a donde se encuentran sus discípulos, no puede evitar abrir sus ojos por la sorpresa.
—Ustedes…
Ellos estaban jugando con el visitante como si este fuera un muñeco: lo habían rodeado de dulces y le estaban dando de comer entre juegos mientras charlaban con él. Algunos peinaban sus largos y oscuros cabellos ondeados a la vez que otros lo decoraban con unos cuantos adornos de plata. A veces veía que el muchacho decía algo con una sonrisa amplia y dando pequeños saltitos en su lugar, a lo que los demás responden acariciando su cabeza.
Tap, tap, tap, tap.
Cuando busca con la mirada la proveniencia de aquellos sonidos secos y sordos, encuentra que en realidad son los pasos de una de sus discípulas mayores. Ella estaba caminando presurosa en dirección al grupo, cargando con un juego de túnicas familiar y seguida por un zorro joven y albino que la acompañaba notablemente curioso y preocupado. Se reúnen con los demás, quienes los integran a la conversación. El entusiasmo de Xiao Qingchen aumenta con los recién llegados, quienes lo incitan a probarse las hermosas prendas traídas. Él acepta realmente emocionado.
El brillo en los ojos de sus discípulos es casi el mismo que aparece cuando consienten a su Zhen'er.
En silencio, el maestro Song avanza hacia el grupo y escucha su conversación: ellos están hablando justamente de su Zhen'er. El menor luce como el más contento por el tema, preguntando más sobre él y escuchando atentamente las anécdotas que le cuentan los mayores. Song Baihua se da cuenta además de que sus alumnos dejaron de referirse al muchacho como 'joven Xiao', ahora siendo 'Xiao-wanbei'.
—Young Xiao. —Habiéndose divertido lo suficiente con todo lo que oyó, llama al menor en voz alta, pero amable. Cuando el adolescente se voltea para verlo, ambos se sonrieron gentilmente.
Xiao Qingchen se levanta de su lugar e inclina su cabeza, totalmente respetuoso hacia el mayor.
—Song-xianshi, —saluda—. ¿Mi maestra...?
—Hemos intercambiado unas cuantas cartas; ahora espero su respuesta a la última. Vine para avisarte que dentro de poco iremos donde Zhen'er.
Todos dirigieron inmediatamente sus miradas a su junior: el chico Xiao está sonriendo tontamente, algo soñador y sonrojado. Si alguien estuviera hombro a hombro con él ahora mismo, lograría escuchar sus emocionados latidos.
—¿E-es así? —Extiende aún más su sonrisa sin saberlo, su mano viajando hacia sus labios para intentar cubrirlos.
El maestro Song ríe un poco.
—Hm. Estamos coordinando el lugar; Zhen'er dijo algo acerca de un bosque de bambú, ¿está bien para ti?
—Ah, ya ve- ¿Ah? ¡Ah, sí! ¡Sí está bien! —Es llevado lejos en la nube de un bonito recuerdo—. Supongo que A-Zhen se refiere a ese bosque… Donde nos conocimos...
Su tono emocionado y con un toque de esperanza enternece a los oyentes.
—Es seguro —le dice Song Baihua mientras acaricia su cabeza.
—Padre, ¿cuándo llegará la siguiente carta de la maestra Xiao?
La doncella que antes trajo el té es quien pregunta a la vez que se posiciona al lado del más joven y descansa una mano sobre su hombro. Sus demás hermanos no tardaron en seguirla y van donde su maestro con la misma idea rondando e incitándolos.
—Dentro de unos quince minutos. ¿A qué se debe la pregunta, LianLian?
—La razón es… porque pronto ustedes se irán y ya no podremos pasar más tiempo con el hermano Xiao, —«al menos hasta que regrese para cruzar nuestro umbral y se quede», piensa—. Entonces, nos gustaría llevar al hermano a pasear antes de que tenga que irse. Padre debería venir también.
Las personas en su detrás asienten como muestra de apoyo.
—Ah. Antes de eso, creo que deberíamos mostrarle a Xiao-wanbei los primeros bordados de nuestro didi, —opina un muchacho de rostro amable y juvenil—. Hace un momento, los reconoció, a pesar de no ser muy diferentes a los nuestros. ¿No te gustaría ver más de ellos?
Esta última pregunta está dirigida a Xiao Qingchen. Sus ojos se iluminaron y su boca forma una 'o' por la sorpresa; asintió una sola vez con determinación.
—¿De verdad puedo?
Su mirada celeste iba hacia el inmortal, quien es mucho más alto que él. Sus ojos grandes y expectantes contienen un adorable ruego imposible de rechazar. Song Baihua cede.
—En realidad, este maestro también pensaba en ello.
Unos diez pergaminos más son dejados sobre la amplia mesa del gran estudio. Uno se desenrolla por su cuenta y se extiende hasta chocar con un brazo en el camino.
—Ah, Xiao-wanbei—llama el dashixiong de los Song cuando ve el dibujo expuesto a un lado del Xiao, esperando a ser tomada—. Aquella pintura es la primera del álbum de Yewan, cuando recién llegó a nuestra secta.
—¡Ahh! ¡Tan lindo~! ¡Yewan es tan bonito!
Song dashijie abraza más fuerte al chico extranjero y tararea—: Cada uno de nosotros tiene su propio álbum, pero el de nuestro shidi más joven es el más robusto. No podíamos dejar de dibujarlo; cada momento nos parecía perfecto para grabarlo en papel.
—Mire aquí, Xiao-wanbei. En este A-Zhen está durmiendo bajo un árbol, y en este otro, está jugando con el huxian que vino a saludarte. A nuestro hermano le disgusta cuando lo retratamos, por lo que tenemos que hacerlo sin que él se dé cuenta.
Xiao Qingchen ríe—: ¡Siempre tan tímido!
—Dashixiong, encontré una pintura de didi persiguiéndote, —avisa un joven a su derecha, a quien se le es arrebatado sin demora el papel en sus manos—. Fu. Es del tiempo en que didi quería ser como tú y te seguía a todas partes. Dashixiong debe superarlo.
—No puedo, —solloza.
—¡Ah, parece un pollito~! —Xiao Qingchen comenta.
—Ah, Xiao-wanbei. Mira, aquí hay unas vergonzosas. Didi me mataría si supiera que la pintamos, —«y diez veces más si supiera que te la enseñamos sin su permiso», omite—. Pero eres tú, —«nuestro cuñado»—, así que está bien.
Xiao Qingchen, lleno de expectativa y curiosidad, recibe el pliego ofrecido y lo abre.
Oh, Dios.
—¡Tan adorable! ¡¿Dónde está lo vergonzoso?!
Un pequeño Yewan profundamente dormido entre los brazos de su dashixiong mientras se muerde el pulgar de una mano y se aferra al pecho del hermano con la otra… ¡¿Dónde está lo vergonzoso pregunta el hermano Xiao?!
Él sólo ríe y mueve sus piernas al no poder soportar la ternura. Song Baihua lo observa complacido.
—¿Hay más? ¿Hay más? —pide emocionado el menor.
Amable, una hermana le tiende otra hoja enrollada. Xiao Qingchen agradece con un gesto de la cabeza y lo toma; no se demora en abrirlo y lo ve.
Su semblante animado cambia a uno más tranquilo. Suspira su corazón enternecido.
—Bonito.
Xiao Qingchen acaricia el papel en sus manos siguiendo las finas y delicadas líneas que forman el rostro de su mejor amigo. Aquel es un Song Zhen de cuatro años, pequeño y adorable, que juega con un ramo rosa de alelí. No es el único en la imagen, pues lo carga entre brazos el maestro Song, quien cubre a ambos del frío con una gran capa de piel. El pequeño Yewan se aferra a las túnicas de su maestro y parece no querer separarse ni por un momento de él. Su sonrosado rostro es totalmente inexpresivo, pero su pose expone su realidad.
Xiao Qingchen se siente esponjoso por el hermoso cuadro, especialmente por el personaje principal y su limpia mirada llena de curiosidad y algo de temor.
—Hm. A-Zhen es precioso y por ello le enseñamos a escribir su nombre con ese carácter.
—No obstante, actualmente es muy serio, se molesta fácilmente y sonríe pocas veces, —se queja Song dashijie—. De niño fue más precioso y lindo de lo que es hoy, ¿no lo creen?
Xiao Qingcen sigue mirando el dibujo, sonriente y tierno cuando responde:
—No, aún lo es. Y es seguro que será más hermoso en el futuro.
Una hora ha pasado. La inmortal Xiao ha invitado al joven Song a almorzar con ellos antes de ir ambos al lugar del encuentro. Sus alumnos habían quedados encantados con el extranjero y lo llevaron de aquí para allá, consintiéndolo y jugando con él. Tal fue la emoción que, antes de que la maestra Xiao se diera cuenta, sus traviesos discípulos ya habían dispuesto en la mesa el almuerzo recién hecho por ellos "especialmente para su dì xí".
Gracias a esto, la maestra Xiao tuvo que dar aviso al maestro Song del porqué tardarían un poco más.
—¡Mire, hermano Song! Meimei ha traído el primer uniforme que usó A-Qing, ¿no es bonito? Él tenía tan sólo cuatro años cuando lo trajo shifu, ¡por eso es tan pequeña! Ah, mira estos guantecitos~
Song Yewan, después de dejar inmediatamente sus palillos a un lado y limpiar sus manos, recibe con cuidado el diminuto conjunto blanco y verde y aprecia su diseño. Le enternece el tamaño y los adornos infantiles, los acaricia con sumo afecto. No le es difícil imaginar a un lindo niño de leche vestido de esta manera, jugando junto a sus hermanos mientras ríe. Bonito y encantador, sus característicos ojos celestes brillando y sus cabellos ondeados rebotando.
—Muy bonito. —Sonríe Song Yewan escondido detrás del atuendo infantil—. Xiao-xiong debió de ser muy bonito de niño.
—Lo fue, lo fue. ¡Desde siempre tuvo esa apariencia de precioso muñeco! Y sigue siéndolo, ¿no lo cree, hermano Song?
—Definitivamente.
La sonrisa de Song Yewan se mantiene al decirlo; su tono suave y su mirada tierna es notada por el resto, quienes se emocionan.
—Joven Song.
La maestra Xiao acaba de regresar. Entre sus palmas sostiene un par de bolsitas qiankun; una de ellas le es familiar al menor en el comedor.
—Ya hay que partir, —dice cuando se acerca y le acaricia la cabeza.