Chereads / Cintia y la piedra del tiempo / Chapter 4 - Capítulo 4 – Retrospectiva parte 1

Chapter 4 - Capítulo 4 – Retrospectiva parte 1

"Cintia la hermosa", como todos la llamaban, de cierto modo ya estaba cansada de escuchar aquellas palabras, le resultaban muy fastidiosas, incluso respingaba cada que lo hacían.

Como lo sabrán todas las personas que la hayan conocido, desde su nacimiento el 23 de marzo de 1991, fue dotada de perfección, de encanto, incluso de una bella maldición. Ella sabía que tenía cualidades especiales, sus ojos, su piel, todo su cuerpo era perfecto; pero ella quería ser reconocida por sus talentos. Desde niña aprendió a cocinar, solo su madre sabía que tenía un don especial en la cocina, sabia cocinar desde un huevo escalfado, hasta algo más complicado como un mole verde. La comida salada no era su única especialidad, ella también sabía hacer postres; su especialidad, las galletas con chispas de chocolate. Los que llegaban a probar sus galletas, decían que eran las mejores galletas que jamás antes hubieran probado, claro no eran amigos los que decían esas cosas, si no sus familiares que cada año la visitaban. No solo era buena en la cocina, tenía otros muchos talentos escondidos, entre uno de ellos, destacaba el dibujo, podía retratar cualquier cosa que se imaginara, existiera o fuera una completa fantasía. Su especialidad como la llamaba su madre, eran los lápices de colores. Algunos de los retratos que llego a crear, estaban tan bien detallados, que más bien parecían fotografías. Ya había retratado la mayoría de objetos que se encontraban en su casa, incluyendo a su madre y a su gato. Ella no había tenido ni un solo amigo en toda su vida, siempre le había resultado innecesaria la amistad, no le gustaba convivir con nadie, ni con sus propios familiares.

Debido a las complicaciones económicas que a diario sufrían, su madre decidió abrir un pequeño negocio de cocina, Cintia no era la única que sabía cocinar, ella lo había heredado de su madre, era algo que las identificaba. Primero pensaron en tener su cocina al aire libre, en su patio quizás, ya que era un patio grande, muy bonito, lleno de vegetación y tenía el pasto delicadamente cortado; pensaba que sería una vista agradable, pero no le termino convenciendo la idea, "que había de los días nublados y lluviosos", -pensó-, "o muy soleados", era imposible que sus clientes comieran en aquellas condiciones; recordó entonces, el negocio que recién habían cerrado, una estética que no funciono, no por su mala calidad, hasta entonces las personas que se habían animado a cortarse el cabello en la estética, habían salido muy felices, pero la mayoría de las personas preferían cortarse su cabello en un lugar donde supieran que no iban a salir con un mal corte antes que probar en un lugar nuevo, la gente prefiere la rutina, es algo que no se puede cambiar. La señora conocía al dueño y no le fue difícil contactarlo, quedaron en un acuerdo y entonces comenzó a invertir en su negocio; a pesar que sufrían de dinero, tenían un pequeño guardadito de apenas unos miles, lo guardaban para una emergencia y el negocio sin dudar lo era, porque de ello dependía su sustentabilidad económica. Pasaron tres meses y su cocina comenzó a triunfar, la voz se pasaba de cliente a cliente y desde entonces les iba muy bien, Cintia le gustaba ayudarle a su madre, las dos cocinaban, pero por cuestiones de su escuela, solo su madre atendía el negocio. Después de medio año, la clientela se volvió más densa, por lo que tuvieron que contratar una ayuda extra; dos de las amigas de su madre se ofrecieron a ayudarle, ellas no cocinaban, pero si atendían a los clientes.

¡Cintia la fenómeno!, también rezumbaba eso de vez en cuando entres sus oídos, normalmente lo escuchaba de niñas que le tenían coraje, de niñas que les parecía que ella era una presumida, que se creía superior a todas, que se creía la más hermosa, ella sabía que no era así, pero que podía hacer, el no hablar mucho en la escuela no le ayudaba en nada, decía que no le gustaba tener compañía, le gustaba la soledad, decía que de esa forma se sentía mejor y sus pensamientos podían fluir libremente, solo así podía pensar e imaginar con libertad. En la escuela siempre la elegían para todo, si se trataba de algún baile representativo o de una obra de teatro, la elegían para el papel principal, hasta la habían seleccionado para representar a la bandera; ella jamás había aceptado, era parte de su encanto. La mitad de los niños, si no es que todos, estaban enamorados de ella, era especial, fantástica y siempre vestía de una forma delicada "ahí va la presumida" -recordaba que así también le decían-, usaba vestidos simples, pero no en la tela, si no en su diseño, tenían una elegancia única, siempre acompañaba sus vestidos con listones en forma de moños; no le gustaba usar el uniforme, seguido la regañaban, pero no usaba otro color que no fuera el azul; su uniforme era gris, a pesar que a ella le quedaba muy bien el color, no lo usaba. Su madre tuvo que ir a pedir un permiso especial para su hija en la escuela, alegaba que tenía el síndrome de asperger, el síndrome de los locos como le llamaba, con algunas evaluaciones y recetas médicas le otorgaron el permiso especial y desde entonces usaba su propia ropa, siempre en tonos azules, es por eso que las demás niñas también le tenían envidia, coraje y demás cosas; a ella no le importaba.

Cintia siempre estaba en la escuela como un sonámbulo, hacia sus labores, sus tareas, todo lo que tuviera que hacer, pero no hablaba con nadie, no es que fuera tímida, solo era que no le gustaba hablar cuando no había porque hablar. Cuando tenía que exponer enfrente del grupo, sus palabras eran muy coherentes, su voz era perfecta, todo en ella lo era, pero había algo más, algo oscuro y aterrador, que para cualquier persona, podría haber sido cosa del demonio, como decía su madre.

La primera vez que le paso, tenía 7 años y fue por algo un tanto insignificante. Ella se encontraba en su cuarto durmiendo, ya eran las cinco y media de la mañana, y ella se despertaba hasta las seis, estaba tan dormida, que se le olvidaron las proporciones de su cama, no se acordaba que se encontraba en el borde de su colchón, quiso voltearse, y como era de esperarse, cayó, despertándose al instante muy asustada, cerró los ojos al ver que caería, creía que el golpe de la caída le dolería, pero después de cinco minutos de espera, no se había caído, creyó que solo lo había soñado, como cuando soñaba que caía de un precipicio y sentía que se la pasaba una eternidad cayendo, a cada momento su corazón se aceleraba más, hasta que por fin, despertaba, siempre de un salto con algunas gotas de sudor en su frente, pero aquel día, no estaba soñando, ella lo sabía; abrió los ojos y que sorpresa se llevó, cuando se dio cuenta que no estaba en su cama, pero tampoco estaba en el piso y mucho menos estaba cayendo. Se encontraba suspendida en el aire, no podía escuchar nada, todo era especialmente mágico, no se podía mover, su cuerpo estaba congelado, la única parte de su cuerpo que podía mover, eran sus ojos, y entonces miro hacia su ventana; observo a un cuervo volando, pero no se movía, al igual que ella estaba congelado, se había quedado plasmado en el centro de su ventana, parecía como si fuera uno de los cuadros que pintaba; ella también lo recordaba, como cuando en las películas presionabas el botón de pausa y todo se congelaba. Trató de comprender que es lo que estaba ocurriendo y entonces el cuervo comenzó a cobrar vida lentamente, podía ver como aleteaba, sus movimientos eran tan lentos que ella aproximo un minuto en que el cuervo daba un aleteo; cuando advirtió, ella también estaba cayendo, lentamente, como si todo fuera en cámara lenta, y en lo que menos se dio cuenta, todo se fue acelerando, apenas dándole tiempo de colocar sus manos y pies enfrente de ella, como si fuera su gato cuando lo dejaba caer de su cama, y entonces, después de un segundo, ella ya se encontraba en el piso, pero no se lastimo, su técnica le había funcionado, apenas había doblado sus brazos en la caída, volteo a la ventana lo más rápido que pudo y lo único que alcanzo a observar, fue un fragmento del ala del cuervo; su emoción no cabía en su rostro, lo que le había pasado era maravilloso, no se hizo esperar y fue corriendo al cuarto de su madre, que al contarle lo sucedido, le contesto, "cariño lo has soñado, regresa a tu cuarto", y por más que le insistió, su madre no mostro interés alguno en creerle. Esa fue la primera vez que le ocurrió, pero no la única. Todos los días trataba de recrear lo sucedido, en más de 100 ocasiones se había caído de la cama, sus codos ya estaban muy raspados, pero parecía no importarle. Durante los siguientes 5 años, continuo intentándolo, a veces podía y a veces caía fuertemente al piso, pero cuando lo lograba, todo era fantástico, a pesar que cada suceso era increíble, a ella parecía ya no sorprenderle, ella quería hacer algo aún más complicado, quería regresar en el tiempo, "si podía detenerlo, podía regresarlo", fue el pensamiento que le había surgió hace unas semanas, en más de 20 ocasiones lo había intentado, pero lo único que conseguía era cansarse, de una forma tan agotadora que lo único que le quedaba hacer, era dormir, para recuperar todas sus fuerzas. En la escuela fue la primera vez que había logrado regresar el tiempo, tenía 12 años, casi cumplía los 13, estaba en su tercer año de secundaria, todo era perfecto, aunque seguía sin hablar mucho, y entonces, lo hizo; estaba en el receso y un balón estaba volando en dirección a su rostro, por cuestión de milisegundos logro darse cuenta, y como por arte de magia, el balón quedo congelado en el aire, a unos cuantos centímetros de su cara, podía ver algunas caras de dolor que hacían sus compañeros al ver que le pegarían, otros se agarraban la cabeza, cada mueca de sus compañeros le resultaban divertidos, y después de quedarse un rato contemplando todo, un pensamiento le surgido como un rayo "Regresar en el tiempo", no quiso esperar más, y entonces, decidió intentarlo, -regresar en el tiempo, que idea tan mas estúpida, a quien se le ocurriría concebir aquel pensamiento, cualquier persona que conociera a Einstein sabría que es imposible regresar en el tiempo, pero detenerlo también lo era y Cintia podía hacerlo- se concentró, cerró los ojos lo más fuerte que pudo, por un momento creyó que lo había logrado, pero solo fue su perspectiva, nuevamente cerro los ojos, se concentró un poco más, y por fin, lo había conseguido, el balón retrocedió unos 10 centímetros, había logrado regresar el tiempo por cuestión de milisegundos, de la emoción, comenzó a perder la concentración y todo tomaba su ritmo con lentitud, apenas dándole tiempo de mover su cabeza. Todos quedaron asombrados, especialmente sus compañeros de gimnasia quienes la distinguían como alguien torpe con sus reflejos y con su coordinación, nadie esperaba que lograra quitarse, pero, sin embargo, ella lo había conseguido. Quien diría que ese sería el último día que Cintia estaría en la escuela, todo el esfuerzo que hizo le había agotado, sentía desmayarse, pero para su suerte, ese día habían suspendido las clases temprano por motivos oficiales y había salido temprano de la escuela. Al llegar a su casa, su madre la observaba con entretenimiento, no era la primera vez que la veía así de cansada, sin hacerla esperar, le dio indicaciones para que se recostara un rato, ella no le dijo nada y se fue directo a su cuarto. Se recostó y durmió por un par de horas, tuvo una infinidad de sueños, algunos espeluznantes y otros más agradables, creyó que había dormido por mucho tiempo, quizás una noche entera, pero cuando despertó, solo habían pasado dos horas. Se encontraba recostada en su cama, ya había recuperado todas sus fuerzas y estaba muy relajada; dormir siempre la mantenía tranquila. En su mente solo recreaba aquella escena en donde detuvo el tiempo y después lo regresaba, veía como el balón retrocedía como si se tratara de un video al que se le había presionado el bot��n de retroceso, como en los viejos casetes; a pesar de ese increíble acto, Cintia no estaba satisfecha, ella sabía que podía hacerlo por más tiempo, quizás un par de días atrás; quería revivir el momento en que retaba a Israel, el detective, como le decían sus compañeros, quería regresar en el tiempo para ganarle en su propio juego, quería ser la primera en ganarle al detective, pero al mismo tiempo eso le daba vergüenza, no porque fuera tímida, sino porque estuvo enamorada de Israel desde que lo conoció, nunca le dijo nada y el retarlo había sido parte de un pretexto para hablar con él. Ya tenía plantada su meta, estaba convencida de hacerlo "primero tengo que detener el tiempo", -pensó-, pero para ello, primero tenía que estar en una situación de peligro, y lo de la cama no siempre funcionaba; entonces decidió hacer algo peligroso, algo que tuviera que forzarla a detener el tiempo; abrió su ventana, se posiciono en el marco de metal y sin esperar más, se arrojó al jardín por los aires, sin protección, lo hizo con tanta confianza que parecía que sabía volar, no era una caída alta, pero si no lo lograba, caería con fuerza al piso, ella estaba dispuesta a terminar en el hospital. Tenía los ojos cerrados, le espantaba la idea de hacerlo con los ojos abiertos, porque sabía que se arrepentiría y tendría que intentarlo más tarde, quizás con más miedo, y después de todo, no lo haría; la sensación que tenía en ese momento, era el mismo que tenía cuando detenía el tiempo en su cama, y fue entonces, que con tanta confianza, abrió los ojos; todo estaba congelado, ella estaba suspendía en el aire "si me desconcentro, puedo caer", -pensó-, ya le había ocurrido antes, como cuando regresó el tiempo en la escuela, perdió la concentración y el tiempo lentamente tomo su naturalidad, de no haberse quitado, el balón le habría dejado un moretón; no quería estar desprevenida esta vez y decidió intentar algo que no había hecho antes, moverse, ese simple acto que todo ser vivo está obligado a hacer, sea voluntaria o involuntariamente, pero hacerlo era fácil mientras el tiempo fluyera con normalidad, pero cuando el tiempo estaba detenido, cuando estaba en tiempo 0, se convertía en una tarea complicada; lo estaba intentando, apretaba sus parpados con tanta fuerza como si le estuviera costando mucho trabajo, como si fuera algo tan complicado, y en menos de lo que reacciono, ya estaba, su cuerpo se movía con normalidad, primero pensó que había perdido su concentración, pero cuando miro su alrededor, todo estaba congelado, y antes de caer, con mucha destreza, logro detenerse en el marco de la ventana, se incorporó y entro tenazmente a su cuarto. Ahora podía moverse con tanta fluidez en el tiempo 0, mientras todo lo demás seguía congelado. Primero recorrió toda su casa, de arriba hacia abajo, mientras lo hacía, no dejaba de maravillarse ante la majestuosa escena del mundo congelado, observaba a los insectos voladores, las partículas de polvo, todo parecía obra de un artista plástico, incluso su madre que estaba en la cocina, parecía un maniquí, su rostro denotaba cansancio, estaba preparando más comida para su negocio, su mano estaba en el aire por encima de su cabeza con el batidor que tenía mezcla de huevo, los ingredientes que estaban en el tazón mostraban un feroz remolino; después de observar aquella escena que era tan cotidiana, no dejaba de pensar en que la naturaleza era perfecta, que la simpleza de las cosas ordinarias tenían su propia belleza, solo era cuestión de apreciarlas. Cintia continúo moviéndose, yendo de un lugar a otro, recorrió por completo cada centímetro de su casa, y entonces, después de unas horas, decidió salir a la calle, todo estaba petrificado, la fuente de agua, las personas, los animales, todo parecía de plástico. Continúo moviéndose por todos lados, pero entre más se tardaba, más se agotaba. Decidió regresar a su casa, se metió a su cuarto, y decidió dejar que el tiempo cursara su normalidad, después de unos segundos, todo estaba como debería estar, las aves volaban de un árbol a otro, el viento soplaba delicadamente entre las hojas de las plantas, todo proseguía con tanta naturalidad. Cintia con una cara de satisfacción, se recostó en su cama, estaba tan feliz porque había logrado moverse en el tiempo 0, pero al mismo tiempo, se sentía furiosa porque no había ni siquiera intentado regresar en el tiempo, había ocupado todas sus fuerzas en moverse en el tiempo congelado, que no le quedó más remedio que descansar, lo de menos era esperar, pero Cintia era muy desesperada. Entre la meditación de sus pensamientos, un estruendo hizo saltar todo su cuerpo, su ventana se había abierto de forma repentina azotándose en la pared que sostenía el marco de metal de la ventana, el golpe fue tan fuerte que falto poco para que se hubiera quebrado. Al escuchar tal ruido, Cintia se incorporó rápidamente y fue corriendo hacia su ventana, pensó que el viento la había abierto, pero el clima estaba muy tranquilo, apenas y las corrientes de aire se sentían en el rostro, creyendo que no fue nada, cerró su ventana colocándole el seguro y se recostó nuevamente en su cama. Comenzó a analizar lo sucedido, nada parecía tener sentido, las bisagras de su ventana ya estaban oxidadas, y necesitaba un poco de esfuerzo para poderlas abrir o cerrar, necesariamente tenía que haber muchísimo viento para que la explicación fuera fácil, pero el clima estaba muy agradable, que otra explicación podría haber. Otra vez sumida en sus pensamientos, un nuevo acto llamo su atención, el collar de piedra que le había regalado su abuelo, ese collar con una piedra naranja en el centro que colgaba de su cuello, comenzó a brillar, lentamente, hasta que ilumino por completo el cuarto de un color anaranjado, Cintia sin saber que estaba ocurriendo, cayo inconsciente en su cama. Cuatro horas después, su madre fue a su cuarto a despertarla creyendo que seguía dormida, pero al moverla, descubrió que estaba inconsciente, llamo a una ambulancia y después de internarla en un hospital, le dieron la terrible noticia que su hija había entrado en estado de coma.

Después de 10 años del coma de Cintia, su madre aún no se resignaba a perder a su hija, a pesar de haber recibido opiniones médicas negativas que le aseguraban que su hija jamás despertaría y sería mejor dejarla ir, como ellos decían; en vez de ello, cuando su hija cumplió los 3 años en coma, decidió trasladarla a su casa, los médicos le rentaron algunos equipos para mantenerla con vida, además de darle instrucciones de cuidado, no eran cuidados que requirieran personal calificado, pero si ella los hacía no podía mantener su negocio a flote, y por consiguiente su sustentabilidad económica decaería; pensó en varias soluciones, y después de tanto analizarlo, contrato a una enfermera que le ayudaría a monitorear constantemente a su hija, si bien no podía hacerlo diario, pero si cada dos días. Alejandra la enfermera, monitoreaba los equipos, el de respiración y el electrocardiograma, además de llevar el control de hidratación y alimentación artificial, llevaba una bitácora en la que anotaba todo lo que observaba; después de los primeros 3 años de estarla monitoreando y no ver respuesta alguna por parte de Cintia, Alejandra decidió no darle tanta importancia a su trabajo, después de todo, ella también estaba en la firme creencia que Cintia jamás despertaría.

Dos días antes que Cintia despertara, Alejandra se había enfermado de una gripe común y había mandado a su hermano Roberto que apenas estaba en cuarto semestre de su doctorado, a monitorear a Cintia. Roberto era un sujeto muy curioso y 3 años atrás, había descubierto que su abuelo había sido arqueólogo, gracias a una foto que había encontrado en su sótano junto a las pertenecías de su padre. En la foto se encontraba su abuelo, lo pudo reconocer fácilmente, aunque tenía aproximadamente 37 años de edad. Estaba su abuelo junto a otras dos personas, no pudo reconocer el lugar porque la foto estaba tomada desde arriba y solo se apreciaba la excavación en la que ellos se encontraban junto con algunas herramientas de arqueología, la tierra era de un color anaranjado. Su abuelo se encontraba a la izquierda, en el centro un señor que exhibía una caja, una caja muy curiosa llena de inscripciones que se encontraba abierta y que mostraba dos objetos, una piedra y un cubo de oro, el cubo no le resulto interesante en absoluto, aunque era de una belleza seductora, pero si la piedra; era una piedra de un color muy interesante, parecía ser entre amarillo y naranja, parecida a la resina, pero un poco más brillante, le pareció que la piedra expedía una tenue luz amarillenta a su alrededor, miro por un largo rato la foto, no dejaba de maravillarse con la piedra, le resultaba mágica. Después de guardar la foto y enseñársela a su padre, terminó descubriendo que su abuelo había sido arqueólogo y que había viajado por casi todo el mundo, un aventurero como lo describió su propio padre; el padre de Roberto le guardaba un cierto rencor a su padre, porque siempre se la pasaba viajando y nunca tenía tiempo para él ni para sus hermanos, y se prometió así mismo, que a sus hijos no les haría lo mismo, que él siempre estaría en todo momento para ellos y fue por ese motivo que nunca les conto nada a sus hijos, además que no quería que se dedicaran a ese oficio de aventureros. Después de descubrir el pasado del hombre que creyó que conocía, del bibliotecario como le decían, comenzó a admirar a su abuelo, él siempre lo había considerado como un sujeto muy aburrido, pero después de la confesión de su padre, le guardo un respeto apreciable. Roberto tenía solo 1 hora para atender a Cintia porque tenía clase y no quería perderla solo por una niña que jamás despertaría. Al llegar a la casa de Cintia, tuvo que explicarle a la madre de Cintia el motivo de porque no había ido su hermana, no le resulto difícil explicarle, después de todo, eran vecinos y se conocían muy bien, aunque la madre de Cintia los conocía muy bien, no le daba confianza ese tal Roberto, lo conocía y sabía muy bien que él tenía mala fama de ser un borracho y un amiguero como solo él sabía, después que le diera la autorización de ir al cuarto de Cintia, la señora acompaño en todo momento a Roberto, veía cada uno de sus movimientos e inspecciono a detalle su trabajo. Al entrar al cuarto de Cintia un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Roberto, quedo observando a aquella chica recostada en la cama, no parecía estar enferma, incluso se veía muy bien, parecía que solo dormía, no podía creer como era posible que una linda chica hubiera sufrido un percance como en el que se encontraba envuelta, primero sintió lastima por ella, pero no dejo que su espirito se quebrantara por cualquier cosa, eso no se veía bien en un doctor, y él lo seria pronto, él sabía que un doctor tenía que lidiar día a día con ese tipo de cosas, dejo su lastima aun lado y comenzó a realizar las tareas que su hermana le había encomendado. Reviso que todo estuviera en perfectas condiciones, los suministros de líquidos, el respirador artificial, el electrocardiograma, reviso perfectamente que todo estuviera bien conectado, después de ver que todo estuviera en orden, comenzó una rutina de fisioterapia que le habían recomendó a Cintia en el hospital para evitar complicaciones ortopédicas, respiratorias y cutáneas de la situación de inmovilidad, que consistía en mover cada una de sus articulaciones y cambiarla de posición cada cierto tiempo, la rutina era por una hora pero él la hizo solo en media hora, después de terminar, la recostó boca arriba, y antes de retirarse, algo llamo su atención, en su cuello tenía un collar que le resultaba muy familiar, lo miro con mucho detalle, y sin dudarlo, sabía que se trataba de la misma piedra de la foto de su abuelo. El abuelo de Cintia también había sido arqueólogo, era el sujeto de en medio que sujetaba la caja en la foto del abuelo de Roberto, la expedición se había hecho hace unos 43 años a orillas de la ciudad de Ciferia, habían recibido reportes de objetos encontrados en una excavación que había hecho una constructora de casas, entre los objetos destacaban jarrones y platos, además de otros artículos que no conocían su utilidad, todo lo encontrado no parecía de este tiempo, estaban diseñados meticulosamente con materiales extraños, parecía que se habían encontrado los restos de una civilización futura. Los de la constructora reportaron a las autoridades tales hechos porque sabían la importancia de las ruinas de civilizaciones perdidas, después de dar aviso a las autoridades pertinentes, llevaron a un equipo de arqueólogos locales a investigar sobre los hallazgos, después de un estudio realizado a los objetos encontrados, se determinó que esos objetos pertenecieron a una civilización desconocida que dio origen a lo que hoy se conoce como Ciferia, nadie sabe nada acerca de ellos, solo hay algo, una leyenda, una leyenda que fue contada y recontada por las familias, pasándola de generación en generación. La leyenda dice que existió una civilización tan antigua como el mismo hombre, una civilización que en un principio era como cualquier otra, asechada bajo la tiranía de los que decían tener la razón, sumisa bajo las órdenes de hombres que se sentían dioses, la civilización fue liberada de la opresión en la que estaba ceñida, gracias a un hombre que le decían Ernucifera, o simplemente Ciferia, él los libero de su miseria, y junto a su hija, lograron hacer que Ciferia como habían nombrado al lugar en honor al liberador, fuera una de las civilizaciones más importantes del mundo, todos eran buenos en algo, todos eran útiles, a nadie se despreciaba, lograron crear tecnologías que nadie había soñado, cuando el resto del mundo se maravillaba ante la invención de la rueda, Ciferia ya había inventado la computadora, muchos dicen que lograron crear tecnologías asombrosas, tecnologías que no se descubrirían sino hasta miles de años después, al cabo de un tiempo, Ciferia gobernó al mundo, todas las civilizaciones conocieron a los Cifericos, aunque todos los nombraron dioses, si un Ciferico les ayudaba a tener más cultivos de maíz, todos lo nombraban dios del maíz, de cierto modo la gente que no era de Ciferia era muy moldeable, todo lo que se les dijera lo creían, se dejaban asombrar por cualquier cosa, como colosales pirámides, y tecnologías que hoy en día serian ridículas, Ciferia tenía un compendio en el que describía todos los hechos más importantes de la humanidad, tantos pasados como futuros, se dice que el compendio terminaba con la extinción de la raza humana en la tierra aproximadamente en el año 3000, se dice que se cansaron de gobernar al mundo porque sabían que después de todo, el mundo no entendería como ser un Ciferico, y es por ese motivo que decidieron mudarse a otra galaxia, los Cifericos tenían tanta tecnología, que apenas el mundo estaba descubriendo el vidrio, los Cifericos ya podían viajar en naves espaciales de galaxia en galaxia, solo un par de Cifericos se quedaron en la tierra, pero se dice que prometieron llevar una vida humana normal, prometieron no contar nada sobre Ciferia, y así fue mientras estuvieron vivos, después de la muerte de los últimos Cifericos, fueron hallados unos manuscritos que contenían la historia completa de Ciferia, pero se dice que el manuscrito desapareció, y desde entonces la historia ha sido contada de generación en generación, dejando la historia en el terreno de la fantasía. En el museo de Ciferia se exhibe un supuesto libro de botánica que fue escrito por algún Ciferico que nadie ha logrado descifrar, y un jarrón de un material duro y liso como el vidrio, negro y con inscripciones talladas en azul, los grabados parecen haber sido hechos con tecnología láser, a pesar que la antigüedad del jarrón data de aproximadamente del año 1500 a.c., Salvo esas dos cosas y la leyenda, la historia de Ciferia es un misterio. Los objetos encontrados por los de la constructora de casas, tienen rasgos muy similares a los del jarrón del museo, en total sacaron 7 jarrones de diferentes tamaños, 9 platos y 15 artículos desconocidos, todos en perfectas condiciones, sin muestras de haber sufrido alguna fractura, sin ralladuras, el polvo o la grasa de los dedos no se quedaban pegados sobre el material liso con el que estaban fabricados, todos tenían inscripciones alusivos a las culturas Mayas y Egipcias, Fabián uno de los expertos en civilizaciones Egipcias y Mayas estudio cada uno de los grabados, pero ninguno tenía sentido, sin duda eran signos ocupados por las civilizaciones, pero no tenían lógica alguna, eran más como una decoración que como una anotación. La expedición estuvo a cargo de Maximiliano, el abuelo de Cintia, y dos de sus colegas y grandes amigos que le ayudaban a todo, Fabián y Luis el abuelo de Roberto, después de cavar por varios lados encontraron un total de 31 objetos, y antes de retirarse, Maximiliano dejo azotar su pico en la última excavación que hicieron, y un fino sonido resalto entre el sonido del metal del pico, los tres volvieron su vista hacia el suelo y comenzaron a excavar un poco más, encontraron una caja, una caja de madera muy especial, recubierta por una capa cristalina de algún material similar al cristal, a pesar que el pico cayó sobre la caja, no le ocasiono ninguna fractura ni ralladura, la caja era de un color azul y estaba llena de inscripciones y dibujos desconocidos, Fabián las estudio a detalle pero no pudo determinar su procedencia, la caja estaba cerrada con un simple seguro, al quitárselo y al abrir la caja, las bisagras se movieron con tanta suavidad como si estuvieran perfectamente lubricadas a pesar del tiempo que estuvieron enterradas, la caja contenía solo una cosa, un cubo de oro puro, un cubo perfecto, con una belleza sinigual, el cubo tenía unas inscripciones similares a la de la caja. Los tres quedaron maravillados ante el descubrimiento, que a Luis se le ocurrió la grandiosa idea de tomarse una foto en la que estuvieran los tres mostrando la caja, Maximiliano en el medio sosteniendo la caja, a la izquierda Luis y a la derecha Fabian, tomaron la foto con la cámara de Luis. Justo antes que tomaran la foto, Maximiliano sacudió levemente la caja y sintió que algo se había desprendido de la caja, algo que cayó delicadamente adentro, después de la foto, Maximiliano reviso su interior procurando que nadie lo observara, y entonces, encontró la piedra, la maravillosa piedra, quiso decirles a sus amigos, pero decidió esconderla y atesorarla. Después de los hallazgos, reportaron la investigación y la publicaron en una revista científica no muy popular, los tres se habían tomado fotos para la revista con cada uno de los objetos que encontraron, incluyendo la caja, pero esta vez sin la preciosa piedra. En la revista salía la leyenda de Ciferia junto a las fotos de la expedición, y en la penúltima hoja, aparecía Maximiliano sosteniendo la caja con el cubo de oro en una de sus manos. Los objetos encontrados fueron llevados al museo, y la piedra que estuvo oculta por mucho tiempo, permaneció a un más, hasta el nacimiento de Cintia, la primera nieta de Maximiliano, quien decidió hacerle un collar con la piedra y regalársela como premio de haber nacido. Roberto al observar la piedra, no dudo ni un momento en quitársela, pensó que esa piedra le pertenecía tanto a ella como a él, "para que quiere una piedra tan perfecta una muerta"-pensó-, y con astucia le quito el collar a Cintia, tratando de evitar que la madre de Cintia se diera cuenta, ya que estudiaba cada uno de sus movimientos a detalle. Ese acto, tan lleno de arrogancia y bajeza, había salvado la vida de Cintia. Al quitarle la piedra le había regresado la vida, nadie nunca imagino que esa piedra tenía poderes, o por lo menos los tendría, Cintia era la clave, siempre lo fue, quizás fue el destino que unió a Cintia con la piedra, Roberto ya con la piedra, actuando de una manera natural, se retiró de la habitación y después de la casa de Cintia, sintiéndose tan feliz por haber recuperado algo que creyó que le pertenecía, aunque cometió el peor error de su vida.

Hubo un hecho más, un hecho que perturbo aún más a los médicos que la revisaron, y fue que durante el coma, conforme fueron pasando los años, ella seguía luciendo de 13 años, es como si en ella no hubiera pasado el tiempo, seguía igual como el primer día en que se durmió, pero eso no fue lo curiosos, si no lo que paso cuando despertó, según cuenta su madre, después de revisar que todo estuviera en orden, observo como su hija iba creciendo tan rápido, que en un día, paso de verse de 13 a verse de su edad, de 24 años, sin esperar más, la llevo al médico, dejándolos nuevamente mudos. No despertó luego, sino hasta el segundo día, después que Roberto le quitara el collar.