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Chapter 3 - Así es la política

Mi padre fue diputado y, cuando yo era niño, solía llevarme al congreso. Era mucho más grande de lo que parecía. En una parte estaban los asientos de los diputados. Eran muy simples: una silla y un escritorio de caoba. También había varios palcos.

Del otro lado estaban los escritorios de los respectivos jueces. Eran exageradamente altos y lujosos.

Hasta aquí el congreso era exactamente igual a lo que cualquiera imaginaría. Sin embargo, había varios detalles que casi siempre pasan desapercibidos:

Entre los asientos de los diputados y de los jueces había un espacio para debates. Era cuadrado, tenía unas pequeñas columnas en cada esquina y estaba acordonado con tres cuerdas blancas. Esto, me imaginé, era para impedirles la entrada a los diputados antes de que iniciaran los debates.

Además, en un rincón había una entrada muy grande y vistosa, rodeada de varias pantallas enormes. Casi siempre estaban apagadas, y solo se encendían en los momentos indicados.

Mi padre y yo saludábamos a algunos diputados de nuestro partido, tomábamos asiento en nuestro lugar (yo siempre me sentaba al lado de mi padre. Obviamente ese lugar pertenecía a algún diputado, pero él o ella nunca venía a trabajar) y disfrutábamos del espectáculo.

Al principio los jueces daban un discurso inaugural. Protocolo. Y después le cedían el micrófono a un diputado. En una ocasión, lo recuerdo bien, se lo cedieron al Dr. Torres Lambda. Él era un hombre muy alto y muy fornido, aunque su pelo ya era canoso, y dijo algo como: "Compañeros y compañeras blablablá, nuestro país está en crisis blablablá, crimen organizado blablablá, y por eso propongo que se legalice el uso recreativo de la mari…"

♫ Con el fin de tomar el congreso ♫

De repente, todas las luces se apagaron, y en la entrada las pantallas mostraban la bandera de la Coalición Democrática.

♫ Absorbimos a la oposición ♫

Tenía todos los colores: azul, tricolor, amarilla, granate, naranja y demás colores irrelevantes.

♫ Es la hora del viejo gobierno ♫

Su logo eran muchísimas serpientes devorando a un águila.

♫ Es la hora de la Coalición ♫

En la entrada se tronaron varios cohetes y salió el Lic. Pérez Sainz, uno de los diputados más prominentes de su partido y una verdadera leyenda del congreso local en aquella época, hasta que fue acusado de malversación de fondos, fraude fiscal, vínculos con el crimen organizado, trata de blancas y quién sabe qué más, por lo que tuvo que ceder a su cargo. Algunos dicen que lo traicionaron miembros de su propio partido, lo cual es muy común, pero no hay forma de saberlo. Además, esa es otra historia.

Pérez Sainz medía 1.95, vestía un traje negro con corbata de colores y traía un micrófono.

Muchos de los diputados se levantaron inmediatamente y comenzaron a vitorearlo o a abuchearlo. Algunos traían cartulinas o pancartas que no alcanzaba a leer.

Pérez Sainz se paseó por la entrada y corrió hacia el espacio de debates. En el camino algunos diputados le extendieron la mano, y él se las estrechó rápidamente.

Entró al espacio de debates deslizándose por entre la segunda y tercera cuerda, se acercó al Dr. Torres Lambda, se colocó el micrófono frente a los labios y dijo algo como: "Esto es un ultraje blablablá, atentas contra las buenas costumbres blablablá, el futuro de nuestro país está en riesgo blablablá, y por eso lo vamos a defender".

Pérez Sainz se quitó el saco, la corbata y la camisa. Su torso era enorme y musculoso y, por alguna razón, estaba aceitado.

Torres Lambda también se quitó el saco, la corbata y la camisa y mostró un torso tan musculoso y aceitado como el de su contrincante.

Entonces uno de los jueces entró en el espacio de debates y tomó el papel de árbitro. Y sonó una campana. Pérez Sainz y Torres Lambda comenzaron a pelear. Se daban manotazos, patadas, se hacían llaves, se tiraban contra las cuerdas e intentaban mantener al oponente en el suelo para ganarle por caída.

Y los jueces comentaban desde sus escritorios. Decían cosas como: "¡Tremenda pelea: se atacan por la izquierda, por la derecha, por donde les convenga!"

O: "¡Vaya potencia en ese suplex, pero nada le gana en potencia a la nueva Che-che-cheyenne 2004! Con 8 cilindros y blablablá."

O: "¡Qué brutalidad! ¡Si los diputados no tuvieran fuero, ya hubieran sido descalificados!"

En un momento, Pérez Sainz tomó a Torres Lambda del brazo y lo tiró contra las cuerdas, pero ahí estaba el árbitro, y Torres Lambda chocó contra él. Fue un golpe bastante leve, pero el árbitro cayó al suelo, rodó varias veces y aparentemente perdió la conciencia.

Torres Lambda se recuperó, esquivó un golpe de Pérez Sainz y comenzó el contrataque: le dio varios golpes y patadas; le hizo toda clase de movimientos y llaves; lo dejó en la lona y se tiró desde la tercera cuerda, le aplicó su llave insignia, el chapulín; se colocó encima de él y le estiró la pierna. Pérez Sainz apenas y se movía. Solo era cuestión de que el árbitro se acercara y comenzara el conteo.

Pero el árbitro seguía inconsciente.

Torres Lambda se levantó y fue con el árbitro. Lo tomó del hombro y lo sacudió un poco para despertarlo, pero…

♫ Con el fin de tomar el congreso ♫

De repente, todas las luces volvieron a apagarse, y las pantallas volvieron a mostrar el logo del partido Coalición Democrática. De la entrada salieron varios hombres de traje negro y corbata de colores. Corrieron hacia el espacio de debates y entraron ahí. Entre todos rodearon a Torres Lambda y comenzaron a golpearlo. Torres Lambda hizo todo lo posible para defenderse, pero pronto acabó en el suelo.

Pérez Sainz recuperó la conciencia y se levantó poco a poco.

Los demás miembros de la Coalición Democrática se fueron.

Pérez Sainz se acercó a Torres Lambda, se colocó encima de él y le levantó una pierna. En ese momento, y por alguna razón, el árbitro recuperó la conciencia, se acercó a Torres Lambda y comenzó a contar:

1…

2…

¡3!

Sonó la campana, y Pérez Sainz se levantó y celebró su victoria. Muchos diputados lo vitorearon y muchos otros lo abuchearon. Uno de los jueces dijo en el micrófono:

—Y el ganador de este encuentro es el diputado de la Coalición Democrática, Rodolfo Pérez Sainz. Por lo tanto, se rechaza la propuesta de ley del diputado por el Partido Irrelevante, José Torres Lambda. El uso recreativo de la marihuana sigue siendo ilegal.

Pérez Sainz salió del espacio de debates y se dirigió lentamente hacia la salida. En el camino algunos diputados le extendieron la mano, y él se las estrechó rápidamente.

Después llegaron unos paramédicos con una camilla y se llevaron a Torres Lambda.

Todos los diputados se levantaron de sus asientos y se fueron.

Pero lo interesante no acaba aquí: después de que mi padre y yo nos despidiéramos de algunos diputados de nuestro partido, nos encontramos a Torres Lambda. Vestía pantalones caqui, camisa de lino y no tenía ni un rasguño.

Estuve a punto de acercarme a él, pero de repente apareció Pérez Sainz. Vestía camisa polo y pantalones de vestir, y fumaba algo que definitivamente no era tabaco.

Pérez Sainz y Torres Lambda se miraron, se abrazaron, compartieron chistes y se fueron juntos.

—¿Qué no se odian? —le pregunté a mi padre.

—¿Quiénes? ¿Pérez Sainz y Torres Lambda? No, son bien amigos.

—Pero sí se odian; se acaban de pelear.

Mi padre sonrió y me revolvió el pelo.

—Así es la política —me dijo, aunque en su momento no lo entendí.

—Ah… Y ¿qué estaba fumando Pérez? —le pregunté.

—Marihuana —me dijo.

—Pero eso es ilegal —le dije—. Hasta él está en contra de eso.

—¿En serio? Qué raro —dijo mi padre con una sonrisa—. El mes pasado estaba a favor.