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Chapter 28 - Un lugar seguro

Los Principados habían sido ingresados a la enfermería la cual tenía el mismo funcionamiento que un hospital, los 3 chicos que habían recibido daños de gravedad eran tratados sin descanso, habían pasado 8 horas desde su llegada, poco a poco empezaba a oscurecer y el templo empezaba a encender sus luces iluminando los pasillos, fuera de la enfermería estaban los que habían salido ilesos, nadie tenía claro qué había pasado ni por qué habían terminado así, los chicos no se atrevían a hablar, Annan y el resto de capitanes rondaban de un lado a otro, unos yendo hacia una multitud de personas y los otros cuidando de los heridos, todo era un choque repentino de emociones.

La multitud que se había adentrado en el templo eran las familias de cada Tae, hermanos y hermanas, padres e incluso abuelos esperaban algo nerviosos, el Gran Sabio ya había recibido el informe y llegaría a la puerta principal recibiendo a las familias las cuales se alegrarían al notar su presencia.

- Gran Sabio qué alivio, estábamos tan asustados ¿Dónde están los chicos?

El Gran Sabio se quedaría en silencio.

- ¿Hay algún problema? - Una mujer joven que no parecía tener más de 31 años preguntaba con una voz temblorosa - ¿Dónde está mi muchacho?

- Asbeel, Azazel, Akatsuki... - El Gran Sabio empezaría a nombrar uno por uno - Hinoka Amane, Bruz Swiller, Yuri Fletcher, Tomari Winsten, Inki Prowller, Hawk, Jiro Winsten...

- ¿Q... Qué significa? - Una expresión de terror sería impresa en el rostro de la mujer.

- Andrew Dentmer, Brutch Freedban y Akira Shino junto con 2 Participantes más fueron los únicos sobrevivientes a la prueba.

La mujer no había escuchado el nombre de su hijo así como muchos otros, al instante habían sentido cómo un escalofrío se impulsaba por toda su espalda y recorría todo su cuerpo, las lágrimas no se iban a hacer esperar, pero antes de que alguno las derramara el Gran Sabio hablaría.

- 15 de los 40 participantes fueron los que regresaron, pero, aún así no fue un hecho desafortunado, Bismilah reclamó por ellos, sus almas junto con sus recuerdos descansan bajo su manto - Poco a poco se acercaría a las familias - si así pasó es porque así debía ser, porque ahora descansan del mundo terrenal, alejados de cualquier pecado, ahora son felices.

El asesinato de 25 niños había sido tomado a la ligera, sus familiares habían sido masacrados, sin piedad, pero su fe nublaba su vista, la tristeza era rebasada con tranquilidad, unas cuantas lágrimas recorrerían por la mejilla de cada uno de ellos ¿Lo habían aceptado? Así era, habían tomado las palabras del Gran Sabio como la verdad absoluta, una fe ciega en que lo que había pasado era algo que tenía que pasar y no algo que alguien provocó ¿Era eso cierto? ¿Estaba escrito en el destino? Era imposible saberlo, ¡Por los dioses! , nadie podía negarse ante la palabra de lo más cercano a un mesías.

- Rezaré por ellos para que descansen en paz.

Juntos saldrían del templo, se escuchaban algunos sollozos que eran aliviados casi que al instante, Annan había presenciado la escena, se sostenía en su bastón haciendo presión con ambas manos en el cristal del báculo dejando entrever su disgusto, las auras en cogidas de Vida y Muerte se revolcaban en el cristal chocando contra el muro del mismo.

- ¿Qué decías del chico? - Alastor había aparecido de la nada.

- Esto no es su culpa, ni la de ninguno.

- No sabemos qué pasó, no podemos tomar ninguna postura.

- Aún así lo conoces.

- No, no lo conozco, tú tampoco, es un ente que quién sabe hace cuánto está pisando la tierra, puede tener 13 como aparenta, puede tener 50, 100, incluso miles de años.

- Son jóvenes.

- Eres un Capitán, comportarte cómo tal Annan, éste no eres tú, no sabemos si Azazel, Hawk, Asbeel hasta Akatsuki los puso en ese aprieto que costó la vida de incluso sus compañeros.

Annan se daría vuelta hacia Alastor y lo miraría de forma calmada, como las hojas que caen de los cerezos, Alastor en contraparte lo miraba fulminante.

- ¿Hace cuánto no veía esa expresión tuya?

- Esto no tiene nada que ver conmigo.

- Aún así quizás te reflejas de alguna forma.

- Lo que pasó pasó.

- Estás demasiado tenso, mejor vamos a tomar algo - Annan era un fanático por el té verde y las miles o millones de bebidas que le podía brindar la naturaleza, degustaba hierbabuena todas las mañanas y el clásico té verde durante el atardecer.

- No - Alastor lo tomaría del brazo - vamos a llegar al fondo de ésto.

- Alastor - la voz de Annan había cambiado a un tono serio y cortante, vida y muerte empezarían a agitarse dentro del cristal poco a poco, ambos chocaban violentamente contra las paredes - puedes estar enojado por el hecho de yo haber metido a Asbeel y Azazel en éste problema.

Su rostro estaba envuelto en completa seriedad también.

- Pero que no se te olvide que también eres cómplice de ello.

El anciano lograría liberarse del agarré fácilmente tirando el brazo levemente hacia adelante, poco a poco empezaría a avanzar, Annan no toleraba el contacto físico, no en un tono agresivo o subido de tono, Alastor estaba exaltado, se sentía enojado con Annan por haber metido a 2 niños en un problema que no era de ellos, aún así él hacía parte de ese complot, aunque el Gran Sabio dio la orden de asesinato entre ellos ningún capitán, ningún Orokin tenía en mente que pudo ser una masacre.

- Hola Alastor - Cotta y Urizen se acercaban repentinamente desde uno de los pasillos, no esperaban encontrarlo en el salón principal en tal situación.

- ¿Ustedes no estaban con el resto? - El Lobo estaba molesto y lo hacía notar, pues hablaba de manera cortante.

- Te ves molesto Lobo ¿Pasó algo? - La voz ronca de Urizen resultaba a veces amenazante, esta no era la excepción, pero aún así se podía notar preocupación.

- Pequeñeces.

- Verte enfadado con Annan no son pequeñeces.

- Lo es, créeme que lo es.

Cotta miraba algo perdida a ambos, Urizen sentía gran respeto hacia Annan, por eso, al haber presenciado parte de la escena se había decidido a confrontar a Alastor.

- Sabes bien que Annan vela más por el bien de los demás que por el suyo propio.

- No tienes que recordármelo.

- Recuerda Alastor quién te dio la mano cuando más lo necesitaste.

Urizen miraba a Alastor por encima del hombro, era minúsculo en comparación, aún así el Lobo enseñaba los dientes con una mirada fulminante.

- Ustedes - Cotta extendería su mano y le daría un pequeño golpe en la cabeza a Urizen casi que enpinandose para luego extender su otro brazo y hacer lo mismo con Alastor - No podemos perder el tiempo discutiendo, compórtense.

Ambos sobaban su frente y prestarían inmediatamente atención a lo que decia Cotta.

- Tenemos trabajo por hacer, no vamos a distraernos con estupideces

Al mismo tiempo suspirarían bajando la cabeza, parecía que estaban conectados, ambos cruzarían miradas por un momento y se alejarían sin decir palabra alguna, Cotta se quedaría estatica con una expresión algo enojada.

- Cielos, sólo nos dan dolores de cabeza