CAPITULO IV
Heimdal se motiva con el acto.
—¡EL ARMA DE UN DIOS HA SIDO ROTA! ¿¡Los cielos tendrán que dejar la soberbia en este impactante momento!? Las armas de las que siempre se han estado tan confiados… ¡Pueden ser partidas por humanos!– Dice Heimdal boqui abierta.
—Esto… No es nada, pero hay algo más, aparte de tú perturbadora mirada. ¡¿POR QUÉ NO ESTÁS HERIDO?!– Exclamó Quetzalcoatl frustrado, apretando los dientes.
En una impactante declaración, podemos notar como las heridas que fueron provocadas superficialmente en el cuerpo de Sigurd fueron sanadas sin dejar evidencia de que alguna vez estuvieran y además no parecía nada agotado.
—¡Te lo diré! Aunque la respuesta es sencilla, ¡Un Héroe no puede sudar frente a sus admiradores!– Levanta su espada con una mano, una espada tan grande y titánica, la mueve sin siquiera tambalear, su equilibrio, fuerza y elegancia era impresionante.
—Tendremos que arreglar esto honorablemente. Este duelo apenas comienza y cada uno con un arma. ¿No es más justo ahora?– Le sonrió Sigurd.
Todo el mundo pensaba igual, recién se había notado… Pero mientras Quetzalcoatl perdió su arma y parece comenzar a cansarse; Sigurd está vivaz y rebosante de energía, parecía que nada podría detenerlo.
Zeus parece algo frustrado, se coloca de pie y camina para retirarse mientras afirma:
—Esto no tiene sentido. Es un desperdicio de tiempo. Es seguro que están haciendo trampa, ninguna arma humana debería ser capaz de causar ni un rasguño a una creación de los Dioses, deberían descalificarlos.
—¿No lo ves..?– Anu sonríe y su palabra resuena en Zeus.
—¿Dices que ves algo que yo no?– Se detiene y su cara se abulta de rabia.
—No es trampa... Ella lo tenía todo pensado. Esto no es solo un combate contra la humanidad, ¡Es una rebelión de todas las Valkirias!– Se mofa Anu de la situación.
Miraba directamente Anu a Brunhild, sintiéndose perturbada por ello, pero solo le daba más confianza.
—Es claro que ya se dio cuenta.
—¿Cómo tiene la espada Gram? Esa arma fue finalmente destruida… ¡Esto es imposible!– Odin siente presión y solo puede cuestionarse.
Nos localizamos antes de que el Ragnarok iniciara.
—¡Sé qué él fue el que te derrotó! Pero, es imposible que derrote a un Dios. Además es un mentiroso y...– No sabía cómo más reprochar.
—Guarda silencio, Geir. No dudes de mi decisión, estoy segura que podrá ir contra los Dioses.
Geir unía temblando sus manos, estaba algo confundida.
—¿Cómo va a ser capaz de derrotar a un Dios? ¡Los Humanos no tienen ninguna posibilidad!
—Cierto, no tienen ninguna posibilidad.– Comentó certera.
—¡¿Entonces por qué es todo esto?!– Geir cae de rodillas con esa afirmación.
Brunhild estaba serena. Comenzando a explicar:
—La ventaja que tienen los Dioses sobre los humanos es su condición divina y armas. Cada átomo, desde la piel hasta la sangre de un Dios, es invulnerable. Cualquier cosa existente y por existir de la naturaleza en la tierra no podría dañar a un ser Divino. Cualquier otra cosa solo rebotará.
Solo espantaba y confundía más a su hermana.
—P-Pero, solo son humanos… Es imposible alcanzar ese poder.– Solo terminaba de quebrantar su esperanza.
—Relájate, Geir. El As principal de los Dioses son sus armas divinas, estas armas son capaces de cortar todo y eliminar hasta los seres de la existencia. Quien muere por esas armas se vuelven polvo de estrella y sus almas no vuelven al ciclo de reencarnación, es decir; llevan al final definitivo, y hacen quedar a las armas humanas como juguetes.
Solo causa que rompa en llanto, Geir se sentían totalmente defraudada.
—N-No hay oportunidad…
—Pero si la hay. No estamos usando a simples humanos, tendremos a los mejores humanos, además, no luchan solos, nosotros estaremos con ellos.– Su pelo se mueve al son del viento.
Un aire fresco corre, como una ventisca, remarcando su posición.
—Ya estamos presenten, Nee-sama. Las 11 hermanas Valkirias que hemos sido convocadas para apoyar a la humanidad en esta guerra.
Se proyectan 11 sombras de las distintas hermanas. Brunhild sonríe agradecida y les solicita. Geir estaba perpleja, se pregunta por qué todas se habían reunido, pero no tardó mucho en entenderlo.
—Por favor, Sigrdrífa, solicito tú ayuda.– Pidió Brunhild.
Dando un paso adelante, su largo pelo suelto, con un curioso color azul oscuros, arrastrando el mismo por el suelo. Usando un frágil vestido con corta falda y sus bustos no tan grandes que se apretaban con el vestido.
—Como gustes hermana… Pero, espero que un buen compañero, no deseo suicidarme. Espero comprendas mi inquietud.
Brunhild está confiada, le presenta en la pantalla a Sigurd, con quien espera sea compañera.
—Así que él… Me parece magnifico. Si es Sigurd, confió en que derribe cualquier criatura.
Se ruboriza ligeramente mientras pone su mano en su cara, Sigrdrífa parece emocionada.
Ahora nos vemos en el campo de batalla, donde toda cobra sentido. Pequeños brillos apenas perceptibles; ahora que se quedó quieto son bien vistos, esa pequeña luz cierra las heridas hasta no quedar nada.
Brunhild se muestra satisfecha, su mirada llena de motivación, segura de lo que esté viéndose hoy aquí. Hoy apreciamos a un humano que rompe un arma divina y se burla de los Dioses, intacto en el combate.
Anu se rasca la barbilla y comienza a comentar.
—Parece qué es eso… Los humanos están usando armas Divinas.– Sigue riendo por la descabellada situación. Zeus se queda mudo y observa de reojo el arma.
Era verdad, esa era el arma secreta que las Valkirias tenían. El poder de las hermanas que les permite vincularse a un humano y transformarse en el arma más adecuada para ellos, permitiendo que tengan una verdadera arma divina, a esto se le llama… VOLUNTAD.
—Es la arma ideal para él, no podía transformarse en otra cosa. La espada maldita, Gram, es la que más a fin hace con Sigurd, ahora volviéndose… ¡Gram La Espada Sagrada!– Exclamó Brunhild, que sonríe de oreja a oreja.
—¡¿Espada Sagrada, Gram?!- Geir parece algo confundida, no entiende lo de la espada maldita a sagrada.
—Fue una espada que Odin le dio a los hombres, clavada en el árbol Barnstokkr, buscando al más fuerte de todos. El padre de Sigurd, Sigmund, fue aquel que logró sacarla. El mismo Odin fue quien la partió, luego fue arreglada tomándose como un arma maldita. Nunca supe que habilidades poseía dicha arma, pero ahora… Posee la Ventisca de la Victoria.– Le explica Brunhild.
—N-No termino de comprender, pero significa que tiene algo impresionante ahora, ¿No?– Preguntó Geir.
—Geir, guarda silencio.– Dice Brunhild concentrada en el enfrentamiento.
Parece que la batalla se comenzaba a poner seria. En cuanto Sigurd en estos momentos, parece que se pone animado, decide blandir con ambas manos la Gram. Quetzalcoatl baja la mirada y se queda totalmente estático.
—Vamos, Dios-Sama… No vas a ceder tan fácil, O… ¿Ya te diste por vencido?- Sonríe con una arrogancia cautivante. —Apenas comenzamos.
Se abalanza Sigurd, ni los rayos podían seguirle el paso, apareciendo frente a Quetzalcoatl y dirige un golpe a matar. El golpe impacta directo en el cuello…
—Sí… Apenas comenzamos. Primer Círculo: Movimiento Inmóvil.– Murmura el Dios que levanta su mirada, se ven sus ojos chispeando de emoción
Parecía que las escamas en el pecho del Dios se teñían de un color opaco como obsidiana. La espada se desliza por el cuello como si atravesara por completo.
—¿¡QUÉ ESTÁ OCURRIENDO!? ¡Quetzalcoatl ha sido atravesado! Pese a ello, ¡Su cuerpo no tiene ni una cosa herida! Es increíble.– Exclama Heimdal perplejo, apenas podía narrar lo que sus ojos veían.
Sigurd parece confundido, se detiene de inmediato y retrocede.
—Vaya… Te quedan todavía sorpresas. Eso lo hace más interesante.
Sin dudar se lanza de nuevo a una directa confrontación, seguido de muchos golpes, fácil era para el Dios seguirlos con la mirada, permaneciendo quito todos los golpes parecían inútiles.
—¿Q-Qué..? No puede ser, ¿Por qué no puede dañarlo? ¡No tenemos oportunidad!– Geir dice entre sollozos, parece quebradiza, esta situación causa estragos en la joven.
Quetzalcoatl dirige un corte con su macuahuitl, causando un corte en el abdomen de Sigurd, seguro esperando una evasión de su parte.
—Interesante…– Dice Anu, sonríe agradecido de poder apreciar este espectáculo.
Sigurd no se defiende, deja que el ataque continúe a la par de su contraataque, dirige un golpe directo al cuello del Dios…
—¡Será este el final!– Grita Heimdal a la par que de la escena.
La Gram atraviesa el cuello de Quetzalcoatl, siendo más veloz que el ataque del contrario… de nuevo sin dañarlo. Parece el final de nuestro héroe, la vista del público estaba mezclada de duda y desesperación.
El golpe impacta, hasta un bebe con arma divina podría cortar en dos a un humano con facilidad…
—¡¡¡ESTA ES OTRA SORPRESA!!! ¡¿QUÉ TANTO TRUCOS NOS ESTÁN OCULTANDO?!– Heimdal ya no sabía que decir, la situación era sin duda… Imposible.
El golpe impacta en Sigurd, da en su estómago, pero atasca el arma que no termina de perforar.
—Ah… Pofff…– Se aleja Sigurd, dando un brinco hacia atrás y sosteniendo su costado que parecía bastante herido. Su espada se ilumina y la herida empieza a sanar.
Los Dioses… ¡No! Todos en el escenario estaban impresionados, sabían lo que significaba el golpe de un Dios.
—Esto no puede ser… No puedo creer que exista un humano como tú.– Quetzalcoatl era el más extrañado de todos, pero no por la impresión.
—Mi golpe dio todas sus fuerzas. Tú piel parece la de una Bestia, el impacto amortiguo la mayor parte de mi fuerza y con precisión al final tensionaste en esa zona con tú cuerpo, para inmovilizar mi ataque. Es imposible. ¿Al menos eres humano?– Declara Quetzalcoatl, cuestionando la misma existencia de su adverso.
—¿Humano? ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Por supuesto que soy Humano! Ay, Dios-Sama, parece que eres difícil de tratar. Soy humano, pero más importante que eso… Ya comprendí tú poder.– Sigurd luce tan confiado, mientras el Dios ante la declaración parece empalidecer.
—¿Qué dices?– Aprieta los dientes en cuanto ve un ataque de frente nuevamente, esto parecía una broma de mal gusto.
—No Comprendiste nada.- Dice con confianza el Dios, al ver que de nuevo va Sigurd con un ataque de frente.
El ataque iba en dirección al cuello, nuevamente a matar. De repente, al Dios no le queda de otra que dudar ante una mala sensación a sus espaldas, viendo de reojo atrás y moviendo su cuerpo nuevamente, contorsionando y arqueando su espalda. Lo que vio era a Sigurd intentando cortarlo, para su sorpresa eso no basto y su cuello recibió un roce. Cuando ve al frente Sigurd había desaparecido luego del corte e intenta apuñalarlo en la columna.
—Cuarto Circulo: Escudo del Sol…– Las escamas de Quetzalcoatl se vuelven todas doradas, al igual que sus plumas. Deja de moverse y la apuñalada que impacta es incapaz de atravesar su piel, causando a su alrededor un calor tan intenso como el sol.
Sigurd retrocede ante el calor, se quita su sombrero que arroja al aire y le pregunta.
—Vaya… ¿Cuántos de esos trucos tienes? Antes te movías sobre ti mismo, haciendo que cualquier cosa inferior a tú velocidad sea capaz de dañarte, pero solo podías hacerlo ante un ataque. Ahora qué, ¿No te mueves por ser invulnerable?, fu, fu, fu…– Sigurd parece tan confiado en lo que decía, no erraba, descubrió completamente lo que hacía el Dios, no fue un simple acto de adivinanza.
—No puede ser que entendieras todo con solo una mirada…– Quetzalcoatl vuelve a la normalidad, sus escamas empiezan a moverse y se tornan verdes, como si dieran vueltas de izquierda a derecha en círculos en su pecho.
—¡Eso es! Sabía que podrías enfrentarte a él, Sigurd.– Brunhild se emociona por la batalla, no cabía duda de la capacidad de Sigurd que estaba sobreponiéndose a la del Dios. Aunque sigue siendo humano, se encontraba algo sofocado por el daño anterior, superficialmente estaba sanado, pero su Volund no era capaz de curar todo al mismo tiempo, su órgano apenas estaba sanando.
Geir estaba más que impresionada, nunca pensó que realmente un humano pudiera desafiar a un Dios.
—Onee-sama… ¡Lo está logrando! ¡¡¡Podemos ganar!!!– Lágrimas de emoción humedecen sus ojos esperanzados. Pero una respuesta fría traspasa eso.
—No despegues la vista, apenas comienza.– Proclamó Brunhild.
Gunter estaba asombrado de la motivación de Sigurd, sus ojos no podían despegarse del lugar de combate.
—Brunhild, ¿Estás seguro de qué Sigurd de verdad pueda pelear así? Después de todo él…– Su cara se muestra molesta, espantando a Gunter y así callándole de inmediato.
—Debe ganar… Pese a ser un cretino que solo busca sobrevivir y juguetear, él en verdad…– Sonríe nostálgica y parece decirlo muy sinceramente. —Ante todo es un Héroe, no importan las razones…
Quetzalcoatl parece que su velocidad incrementa de golpe hasta alcanzar el 75% de la luz, a comparación de lo de antes, parece que debería ser Sigurd imposible seguirle el ritmo. El Héroe sonríe y lo sigue con la mirada, al último instante este se agacha pasando los dientes de obsidiana del arma del Dios que apenas es capaz de cortar algunos de sus cabellos.
Sigurd le da una patada en el estómago y se aparte de él, empujando al mismo ligeramente.
—Si eras tan rápido… ¿Por qué hasta ahora decidir ir enserio?– Quetzalcoatl no entendía en nada al mortal.
—Podría preguntarte lo mismo, vamos, no es para tanto seguirte un poco el ritmo.– Empezaba a sudar, la espada no podía quitar la fatiga mientras se centraba en curarlo del daño físico. Sigurd vuelve a arremeter con una sucesión de golpes cada vez más fuertes, el Dios se cubre con su arma.
—¡Esto ya se tornó molesto!– Exclamó Quetzalcoatl que golpea con su arma al suelo causando un cráter en el suelo y así toman distancia entre sí, el mismo tira al suelo su arma.
—Te aplastare con mis propios puños. Segundo Círculo: Movimiento Estelar.– Su velocidad queda hasta el 50% de la luz, lanzando una serie de puñetazos con una fuerza que podría hasta desgarrar los cielos y hacer temblar el planeta entero.
—Vaya, ¿Qué te han hecho los humanos? Parece que te molestas fácil, o podría ser que, ¿Siempre eres así?– Mientras habla, Sigurd le sigue el ritmo y evita los golpes de manera fluida. Parece que al usar el segundo círculo, sus reflejos no tenían la misma fluidez que antes y ataca de manera más espontanea a pura fuerza.
Sigurd se confía ya parecía que podía seguir su ritmo sin problemas, dirigiendo una estocada. Para su sorpresa, el Dios se mueve a la velocidad luz, sus escamas de las extremidades se tornan amarillentas y naranjas, pasa de largo evitando el ataque y siendo apenas rosado en su costado.
Colocando toda su fuerza en su brazo con el que atrapa el cuello del cazador de dragones.
—Tercer Círculo: Apertura del Astro.– Quetzalcoatl se lleva con el brazo a Sigurd y lo golpea contra el suelo, causando que escupa sangre y su garganta sea gravemente dañada. El impacto causa un estallido, como una pequeña explosión, llenando de polvo el escenario.
Luego solo se veía un inmenso cráter, como si el peso del sol y el calor se liberaba todo de golpe. El Dios se aparte, se ve a Sigurd con los ojos en blanco y con la garganta quemada, su cuerpo rojo como si acabara de salir de un horno.
—¡¿ES ESTE EL FINAL?! ¡QUÉ IMPRESIONANTE NO SE ESPARABA MENOS DE NUESTR!– Comienza a narrar Heimdal, que es mirado con desprecio por Quetzalcoatl.
—Esto no acaba…– Decía el Dios seguro de que la batalla no quedaría hasta aquí, no se equivocaba, Sigurd se colocaba de pie sostenido por su espada, parece que se quedó mudo por el daño.
—Tú piel es la de un Dragón, puedes resistir bien el calor… Pero no creo que aguantes. Te permito rendirte si te arrodillas y pides disculpas por la humanidad, las disculpas que me han debido por cientos de años.– Le ofreció Quetzalcoatl, el perdón.
Sigurd solo podía sonreírle, no le responde, mucho menos se inclina. Su piel retorna en su color, sus ropas se quemaron por la presión y dejaron ver su piel como si se hubiese fundido con cuero, solo dejando cicatrices.
—¿Qué está ocurriendo? ¡Sigurd se mueve tan rápido como si lo viéramos materializado en tres lugares a la vez!– Dice Heimdal sorprendido. Se ve a Sigurd aparecer frente, atrás y encima de Quetzalcoatl, dirigiendo múltiples cortes desde las piernas, pecho y cabeza.
—Sexto Círculo: Joya del Cielo.– Quetzalcoatl extiende su puño hacia uno de los Sigurd, parece no temer por su vida; no intenta evadir los múltiples ataques, su puño causa una atracción gravitacional, atrayendo a Sigurd hacía sus puños.
Así uno de los Sigurd manifestados es atraído y golpeado por el puño de Quetzalcoatl, mandando a volar en un escupitajo sangriento.
—Vaya… ¿Qué es esto..?– Anu parece pensativo al ver la escena.
Odin baja la mirada, se ríe ignorante.
—No puedo creer que nunca me di cuenta… Ja, ja, ja…– La impotencia que sentía el Dios de Asgar era indescriptible.
Brunhild y Geir también lucen sorprendidas, no, estaban totalmente confundidas, no solo ellos todo el público no entendía que ocurría.
—Lo sabía… No era solamente velocidad o tú vista…– Quetzalcoatl parece que comprende un poco de los poderes de Sigurd.
Su golpe no empujo a un Sigurd, si no a tres de ellos; como si el daño se reflejara en todos los movimientos, tumbando al piso a tres sujetos idénticos a Sigurd. Nadie podía reprochar, no podían argumentar ni decir alguna palabra, pero todos piensan lo mismo ¡¿POR QUÉ HAY TRES SIGURD?!