—¡Cof! ¡Cof! ¿Estoy hablando con el mismo chico que conocí? —pensó en voz alta Maddie al leer el mensaje que acababa de recibir.
Con incredulidad, leyó varias veces el texto, ya que por un momento pensó que estaba hablando con otra persona. Sin embargo, tras confirmarlo de nuevo, comprobó que ese mensaje se encontraba en el chat de Leo.
Ante esto, supuso que tal vez ese chico no era tan inocente como se mostraba y que debajo de esas capas de inseguridad se encontraba un hombre ardiente. Ese pensamiento aumentó más su deseo hacia él y comenzó a escribir su siguiente mensaje de ataque, con el objetivo de conseguir una cita.
Al mismo tiempo, Leo se encontraba charlando por videollamada con su amigo Mike, un gamer experto en citas con chicas 2D, pero sin experiencia en el contacto con mujeres reales. Para su poca fortuna, él era la única persona a la que le podía pedir consejo sobre ese tema, debido a la falta de amigos en su círculo social. Así que cuando le contó sobre lo ocurrido con Maddie, el gamer fue quien le había recomendado contestarle a Maddie de esa manera tan atrevida.
—¿Qué pasó? ¿Ya vio lo que le escribiste? —preguntó Mike con curiosidad.
—Pues parece que el mensaje fue leído, pero ella no contesta —respondió Leo, bastante desanimado—. Creo que la asusté con ese mensaje tan atrevido. No debí hacerte caso —se quejó.
—Calma, así son las chicas —aseguró Mike como si fuera un experto en la materia—, ahora están en el juego de estira y afloja. El primero que comience a contestar más rápido, será el perdedor, quien cayó en la trampa del otro. Por eso debes mostrarte interesante, así ella quedará rendida a tus pies —señaló esto último con demasiada seguridad.
Escuchar a su amigo hablar de esa manera hizo calmó un poco la ansiedad Leo, tomando como una verdad absoluta sus recomendaciones.
—¿Estás seguro de que ella no se sentirá ofendida con lo que le dije? —volvió a preguntar Leo, que volvía a sentir ansiedad conforme pasaban los segundos.
—¡Claro que no! —respondió Mike, muy seguro—. He tenido tantas citas virtuales y te puedo asegurar que la mayoría de las chicas al principio se comportan bastante recelosas con los chicos, para darse a desear, pero cuando consigues que ellas confíen en ti, ellas cambian radicalmente y se vuelven más dulces. ¡Ah! —suspiró—. Eso me recuerda a mi última cita con Kumiko. ¡Uf! Esa chica sí que era ardiente.
—¿Kumiko? ¿Ya terminaste con Miki? —cuestionó el chico pelirrojo, quien ya sabía que ambos nombres tenían relación con chicas virtuales.
—¡Miku! —corrigió Mike con cierto enfado.
—¡Ah! Miku, y ¿qué pasó con ella? —preguntó bastante interesado.
—Naaaa… me aburrió —respondió el muchacho sin emoción—. Era muy pesimista y pues no llegamos a mucho. Nos dejamos en buenos términos.
Aunque sabía que las aventuras amorosas de su atolondrado amigo provenían de sus videojuegos, a Leo siempre le era grato escuchar sobre sus desamores virtuales y, en ese momento, lo ayudaron a calmar su nerviosismo.
Mientras estaba distraído pensando en lo que Mike le acababa de decir, escuchó que el ringtone de mensaje volvió a sonar, lo que hizo que el chico pelirrojo volviera en sí y rápidamente abriera la aplicación de mensajería.
"¿Tengo oportunidad?", leyó en voz alta.
—¡Oh por Dios, Mike! Maddie me está preguntado si tiene oportunidad —exclamó Leo bastante alterado.
—Creo que es una pregunta bastante clara, mmm… —comentó mientras hacía una pose de detective de anime—. No nos apresuremos en contestarle que sí. Vuélvele a lanzar otra pregunta al aire —sugirió con un aire de líder estratega.
—¿Pero qué le digo? —preguntó el muchacho ansioso.
—Mmm… Primero mantengamos la calma. Ellas huelen el miedo.
—Ok —dijo Leo mientras respiraba profundo para tranquilizarse.
—Bien, en ese caso, puedes contestarle esto: "Depende" —propuso con seguridad.
—¿Solo eso? —cuestionó Leo, no muy convencido.
—Sí —aseguró Mike con seriedad—. Si le pones eso, verás que esa chica no tardará en responderte con otra pregunta y ahora sí comenzará lo bueno —señaló mientras se tallaba las manos con emoción.
—Está bien —contestó Leo con cierta inseguridad.
En ese punto ya comenzaba a dudar del último consejo de su amigo, pero aun así le hizo caso.
"Depende" fue el mensaje que llegó a Maddie. En el momento en que lo leyó, sintió bastante intriga ante la respuesta tan corta.
—¿Acaso está jugando conmigo? ¿De dónde sacó bastante seguridad? —pensó en voz alta, mientras se mordía la uña de su pulgar derecho.
Después de esto, la joven se acomodó en la cama para continuar preparando sus siguiente ataque con más precisión.
Al mismo tiempo, Mike recordó que tenía que asistir a un torneo en línea y empezó a despedirse.
—¡Oh! Amigo, te tengo que dejar.
—¿Por qué?
—Justo ahora tengo un torneo.
—Y ahora, ¿qué haré? ¡Te necesito! —suplicó el pelirrojo ansioso.
—Tranquilo, solo sigue hablando con ella de manera natural. Ahora que ya tienes la atención de esa chica, trata de contestar con la mayor seguridad. Evita mostrar tu lado friki, porque eso las asusta. Puedes hablarle de música, de eso sí sabes mucho —respondió como si fuera un padre dándole el consejo de vida a su hijo.
Leo no estaba seguro de sostener la plática virtual, pero suspiró profundamente y aceptó su destino.
—Bien, lo intentaré.
—¡Así se habla, mi amigo! ¡Ánimo! Luego me cuentas cómo te fue.
—Está bien, éxito en tu torneo.
—Igualmente. ¡Adiós!
Justo cuando su amigo cortó la videollamada, el teléfono móvil volvió a sonar y al leer el mensaje de Maddie, quedó sin defensas: "¿Depende de qué? ¿Acaso me estás retando?".
Cuando leyó esto, el inocente muchacho se quedó sin ideas, por lo que luego de darle vueltas al asunto, respiró profundamente, mientras decía en voz alta.
—¡Calma! Ellas huelen el miedo —se repetía—. Recuerda lo que dijo Mike.
Tras relajarse un poco, Leo determinó continuar hablando con Maddie, ya que no tenía nada que perder en ese juego donde apostaba todo o nada.
"Depende de que estés interesada en chicos como yo", escribió el inseguro muchacho con las fuerzas a punto de abandonar su espíritu.
"¿Y cómo son los chicos como tú?", respondió Maddie sin demora.
Después de este mensaje, Leo estaba bastante sorprendido de que ella continuara con la conversación, así que decidió contestar con la única verdad que él conocía: "No sé, pareces una chica de mundo y yo, pues soy solo un simple tallador de puertas que a veces le gusta tocar la guitarra".
Tras esto, el teléfono sonó tres veces. Eran los mensajes de Maddie: "¿Sabes tocar la guitarra? ¡Me gustaría aprender a tocarla! ¿Me enseñas?".
Esto último hizo que Leo se levantara de golpe, bastante asombrado al descubrir que su único hobby podría atraer el interés de Maddie. Entonces recordó que había aprendido a tocar ese instrumento debido a que las chicas de su escuela se sentían atraídas por los músicos, y aunque llegó a tocar la guitarra en un nivel bastante avanzado, en ese momento su esfuerzo fue en vano, porque jamás consiguió una novia.
"No soy tan pro, pero puedo tocarte alguna canción de 'Armas y Rosas'", tecleó.
Entonces la siguiente respuesta de Maddie lo dejó más asombrado.
"¿En serio? ¡Amo ese grupo!".