Nunca había sentido tanto miedo en mi vida, en el mundo en el que vivía jamás tuve que preocuparme por que un oso gigante intentara devorarme, eso había causado mi terrible error y la situación actual en la que me encontraba. Trate de alejarme lentamente, pero ya era muy tarde. El terrible oso me había mirado desde que descubrí que era su alimento. La forma en la que me miraba era como si yo fuera su nueva pequeña presa. No, es mentira se veían emociones humanas en sus retorcidos ojos. Pero lo que se vea allí estaba nublado por una locura que no dejaba distinguir nada más. Mirar sus ojos fue mi segundo error.
Mientras estaba absorbida por las emociones en sus ojos el animal me golpeo con su brazo. El golpe me dejo volando por los suelos hasta chocar con un árbol ruidosamente. Sentí como todo el aire se salía de mis pulmones y como mi pierna derecha dolía y no se movía con facilidad. Me la había fracturado. Sin embargo, ya había cometido dos errores. Y no me iba a quedar a cometer el tercero. Sali corriendo mientras que cojeaba fuera del alcance del oso salvaje. Al principio me comenzó a seguir, pero finalmente perdió el interés.
Sentí que lo mejor que podía hacer era subirme a la cima de un árbol y allí observar el bosque. Pero con mi perna delantera derecha fracturada era imposible tomar esas acciones. Estaba sola, indefensa, lastimada en el gran bosque del olvido y lo peor, la noche se acercaba lentamente.