Como cada noche, miraba el techo sin saber muy bien qué hacer. Yacía recostada, y como tantas otras veces en el pasado se preguntó qué era lo que la hacía humana, igual que al resto de sus compañeros.
El techo no lograba acabar por responder sus tantas preguntas. ¿Ser humano era poder hablar o solo ser igual que el resto de homo sapiens sapiens? ¿Qué debía hacer cuando alguien le ofrecía algo? ¿Esa acción era humana o mera inercia? ¿Qué debía decir al conocer a alguien? Tantas son las reacciones que las personas pueden tener que nunca lograba dar con la forma correcta de comportarse, ¿eso también era ser humano o un simple error de cálculo? Volvió a enfocarse en el techo y no pudo evitar pensar en la cuerda con la que tantas veces se había tropezado hasta la fecha, siempre enrendándosele entre las piernas que no lograban entender qué debía hacer.
Si todo eso que suponía ser común en el trato entre personas era ser humano, ¿qué era ella? No importaba cuánto lo preguntase ni a quién. El techo, sus profesores, sus padres, ninguno lograba dar con la respuesta que le permitiese sentirse humana. Tenía fe en que la respuesta que tanto anhelaba le hiciese sentir que pertenecía a algún lugar.
A eso de medianoche, hora de encanto mágico donde todo puede suceder, se levantó para ir al baño. Frente al espejo, que no comprendía por qué siempre estaba sobre el lavamanos, no pudo evitar mirarse al espejo, volviendo a preguntarse una vez más qué estaba mal en ella y cuáles eran esas respuestas que tanto esperaba poder oír.
Largo rato miró su rostro reflejado en el vidrio, agotado por el desvelo y la desgana de sentirse en un cíclope viciosos de incertidumbre, vacío de emoción humana. ¿Eso significaba que ella era "inhumana"?
-¿Necesitas ayuda con esa cara tuya? -le preguntó su reflejo.
-¿Quién eres?
Su reflejo dejó de imitarla, sonriéndole mientras le respondía y alegrando la voz monótona.
-Me llamo Espécular, y soy la solución a todos tus problemas y la respuesta a todas tus preguntas.
-¿En serio? ¿Y cómo me podría ayudar un reflejo en todo eso?
Sabía que la gente en esos casos debía actuar incrédula, pero nunca había entendido qué significaba estar así.
Espécular le indicó que se echase un poco para atrás para así ambas pudiesen verse ver, que no solo fuese su rostro el que se reflejara sino todo el cuerpo. Así lo hizo ella. En ese momento, Espécular le comenzó a explicar que la mejor forma de entender todo aquello que la aquejaba, y así dar con esas respuestas que tanto buscaba, era imitándola.
-Cada vez que estés frente a alguien y no entiendas qué está pasando, imagíname a mí en su lugar. Piensa que soy yo la que ríe, llora, enoja o desespera.
-¿De qué me sirve imitarte? Eres mi reflejo, ese es tu trabajo, no mío.
Espécular lo pensó un momento antes de responder. Ella tampoco entendía ese gesto pensativo, no era necesario hacerlo para reflexionar. Solo sabía que era propio de una persona.
-Yo soy tú -empezó a decirle-, y tú eres yo. Así que imaginándome frente a mí, e imitándome después, es como si te pusieras en el lugar de esa personas que eres incapaz de entender. Si piensas que eres tú la que está sintiendo y expresando esas cosas hará que eventualmente logres sentirlas también, y de paso las entenderás.
La chica aceptó esa explicación como respuesta, pero aún tenía una duda.
-¿Podré jugar con los demás si te imito?
Espécular le dijo que sí con una gran sonrisa.
Desde ese día en adelante la chica hizo al pie de la letra lo que su reflejo le indicó, y tal como Espécular le había indicado acabó entendiendo con el tiempo el porqué de las reacciones, emociones y gestos de los demás. Y antes de darse cuenta, aunque fuese incapaz de expresarlo en palabras, había logrado entender y hallar esa respuesta que tanto quería saber. Sí, ahora sabía qué era ser humano, y también lograba entender por qué no se lo habían podido explicar en el pasado. Era algo tan abstracto que intentar describirlo acababa siendo inútil y absurdo.
Al pasar los años ya no necesitó imaginar a Espécular al tratar con los demás, pero sabía que siempre podía acudir a ella en el caso de no entender cómo hacer algo o no lograba empatizar con alguien. Esa palabra también había cobrado sentido para ella gracias a la imitación otorgada por este ente.