PARAÍSO CANTO XXVI
Mientras yo deslumbrado vacilaba, de la fúlgida llama deslumbrantesalió una voz a la que me hice atento.
3
«En tanto que retorna a ti la vistaque por mirarme -dijo,--- has consumido, bueno será que hablando la compenses.
6
Empieza pues; y di a dónde diriges tu alma, y date cuenta que tu vista está en ti desmayada y no difunta: 7
9
porque la dama que por la sagrada región te lleva, en la mirada tiene la virtud de la mano de Ananías.»
12
«A su gusto -repuse pronto o tardevenga el remedio, pues que fueron puertas que ella cruzó con fuego en que ardo siempre
15
El bien que hace la dicha de esta corte, es Alfa y es O de cuanta escrituralee en mí el Amor o fuerte o levemente.»
18
Aquella misma voz que los temores del súbito cegar me hubo quitado,
a que siguiese hablando me animaba; 21
y dijo: «Por aún más angosta criba te conviene cerner; decirnos debes quién a tal blanco dirigió tu arco.» 22
24
Y yo: «Por filosóficas razonesy por la autoridad que de ellas bajatal amor ha debido en mí imprimirse:
27
que el bien en cuanto bien, al conocerse, nos enciende el amor, tanto más grande cuanta mayor bondad en sí retiene. 28
30
Y así a una esencia que es tan ventajosa, que todo bien que esté fuera de ellano es nada más que un brillo de su rayo,
33
más que a otra es preciso que se mueva la mente, amando, de los que conocen la verdad que esta prueba fundamenta.
36
Tal verdad demostró a mi entendimiento aquel que me enseñó el amor primerode todas las sustancias sempiternas. 37
39
Lo demostró la voz del Creadorque a Moisés dijo hablando de sí mismo:«Yo haré que veas el poder supremo.»
42
Y tú lo demostraste, al comenzar el alto pregón que grita el arcanode aquí allá abajo más que cualquier otro.
45
Y escuché: «Por la humana inteligencia y por la autoridad con él concorde,de tu amor tiende a Dios lo soberano. 46
48
Mas dime aún si sientes otras cuerdasque a él te atraigan, de modo que me digas con cuántos dientes este amor te muerde.»
51
No estaba oculta la santa intención del Águila de Cristo, y me di cuenta a qué tema quería conducirme.
54
Por eso repliqué: «Cuantos mordiscos pueden volver a Dios un corazón, juntos mi caridad han fomentado:
57
que el que yo exista y el que exista el mundo, la muerte que Él sufrió y por la que vivo,y lo que esperan como yo los fieles, 58
60
con el conocimiento que antes dije,me han sacado del mar del falso amor,y del derecho me han puesto en la orilla.
63
Las frondas que enfrondecen todo el huerto del eterno hortelano, yo amo tanto,cuanto es el bien que de Él desciende a ellas.»
66
Cuando callé, un dulcísimo canto resonó por el cielo, y mi señora«Santo, santo», decía con los otros.
69
Y como ahuyenta el sueño una luz viva, pues la vista se acerca al resplandorque atraviesa membrana tras membrana,
72
y al despertado aturde lo que mira, pues tan torpe es la súbita vigilia mientras la estimativa no le ayuda;
75
lo mismo de mis ojos cualquier mota me quitaron los ojos de Beatriz,con rayos que mil millas refulgían:
78
y vi después mucho mejor que antes;y casi estupefacto preguntépor una cuarta luz tras de nosotros.
81
Y mi señora: «Dentro de ese rayo goza de su hacedor la primer alma que hubo creado la primer potencia.»
84
Como la fronda que inclina su copa del viento atravesada, y la levanta por la misma virtud que la endereza,
87
hice yo mientras ella estaba hablando, asombrado, y después me recobrécon las ganas de hablar en las que ardía.
90
«Oh fruto que maduro únicamente fuiste creado --dije , antiguo padrede quien cualquier esposa es hija y nuera,
93
con la más grande devoción te pido que me hables: advierte mi deseo, que no lo expreso para oírte antes.»
96
Un animal a veces en un sacose revuelve de modo que sus ansias se advierten al mirar lo que le cubre;
99
y de igual forma el ánima primera escondida en su luz manifestaba cuán gustosa quería complacerme.
102
Y dijo: «Sin que lo hayas proferido, mejor he comprendido tu deseoque tú cualquiera cosa verdadera;
105
porque la veo en el veraz espejoque hace de sí reflejo en otras cosas, mas las otras en él no se reflejan.
108
Quieres oír cuánto hace que me pusoDios en el bello Edén, desde donde ésta
110a tan larga subida te dispuso, 111
y cuánto fue el deleite de mis ojos, y la cierta razón de la gran ira,y el idioma que usé y que inventé. 112
114
Ahora, hijo mío, no el probar del árbol fue en sí misma ocasión de tanto exilio, mas sólo el que infringiese lo ordenado.
117
Donde tu dama sacara a Virgilio, cuatro mil y tres cientas y dos vueltas de sol tuve deseos de este sitio;
120
y le vi que volvía novecientas treinta veces a todas las estrellasde su camino, cuando en tierra estaba.
123
La lengua que yo hablaba se extingió aun antes que a la obra inconsumable la gente de Nembrot se dedicara:
126
que nunca los efectos racionales, por el placer humano que los muda siguiendo al cielo, duran para siempre.
129
Es obra natural que el hombre hable;
pero en el cómo la naturalezaos deja que sigáis el gusto propio.
132
Antes que yo bajase a los infiernos,I se llamaba en tierra el bien supremo
134de quien viene la dicha que me embarga; 135
Y Él después se llamó: y así conviene, que es el humano uso como frondaen la rama, que cae y que otra brota. 136
138
En el monte que más del mar se alza, con vida pura y deshonesta estuve, desde la hora primera a la que siguea la sexta en que el sol cambia el cuadrante.»
141