Chereads / Pasión Criminal / Chapter 108 - 106

Chapter 108 - 106

Estaba malherido, toda su ropa estaba deshilada y no había parte de su cuerpo que no tuviera sangre. Se veía muy mal, aun así, no podía creer el hecho de que estuviera vivo.

—Tienes más vida que un gato— murmuró Shiro entre quejidos.

—No sé tú, pero yo tengo razones para volver incluso después de la muerte, cabrón. Y esa hermosura que ves ahí es una de ellas. Ahora bien, ¿Crees que esa gente que enviaste iban a poder contra mi? ¿Por quién me tomas? Ni siquiera a ti puedo considerarte un digno rival, porque tú solo eres un cobarde que lo único que sabe hacer es golpear mujeres.

—Kenji...— me levanté del suelo, y me acerqué a él—. Estás vivo… — lágrimas brotaron de mis ojos, y él extendió su mano para tocar mi frente.

—Estás sangrando, princesa. ¿Qué te ocurrió ahí? ¿Fue este imbécil?

—Tu estás peor. Debemos llevarte al hospital.

—A él si lo ayudas, ¿No? — la pregunta de Shiro vino acompañada de una débil risa—. Con él si muestras esa expresión de preocupación y tristeza.

—Lo tuyo y lo mío fue un error, algo que no debió ser, Shiro.

—No le digas nada a la niña, has de cuenta que nunca existí en tu vida, Rui. Será muy fácil para ti, ¿Cierto? — estaba desangrándose muy rápido, y su voz cada vez se escuchaba más baja y débil.

—Créeme que nunca lo haré.

—¿De qué niña hablan? — preguntó Kenji, pero no era el momento de hablar sobre eso.

—Hablaremos de eso luego.

—Al menos sé tú quien termine conmigo, si es que te atreves, Rui— pidió Shiro.

Sus ojos estaban rojos, como si hubiera estado tratando de controlar sus lágrimas. Incluso en un momento así, su orgullo puede más que él.

—¿Por qué permitiría que mi mujer se ensucie las manos con basura, si me tiene a mi aquí? Cada quien recibe lo que se merece, y si la cárcel no te sirvió para darte cuenta de que te convenía más estar allí encerrado, que buscar pleitos aquí fuera conmigo y mi esposa, entonces de nada sirve que te deje respirando ahora. Este destino lo escogiste tú, porque tuviste la oportunidad de cambiarlo muchas veces, pero decidiste tomar malas decisiones y es hora de pagar por todas ellas— Kenji alzó hacha, y Shiro se me quedó viendo con una leve sonrisa hasta el último momento en que el filo aterrizó en su misma frente, culminando con su vida instantáneamente.

La sangre se deslizó por toda su cara, pero su sonrisa de resignación permanecía plasmada en su rostro. Sin duda fue inquietante y chocante. Estaba segura que esa escena jamás iba a poder borrarla de mi cabeza. No solo por lo impactante, sino porque el tormento y mis dolores de cabeza habían llegado a su fin. Se sentía como si Kenji hubiera roto las cadenas que me amarraban a ese ser. Por fin había sido salvada, por fin era libre. Lágrimas brotaron de mis ojos, y sonreí como hace mucho no lo hacía.

—Todo a terminado, preciosa. Te juro que todo ha acabado— presionó su herida y se quejó.

—¿Estás bien, mi amor? — me acerqué para ayudarlo a caminar.

—¿Tu estás bien, princesa? ¿Dónde está nuestra hija?

—Esta con Shu. Tuve que sacarla de aquí.

—Te has enterado, ¿Verdad? — miró el cuerpo de su mayor a lo lejos, y volvió a mirarme.

—Perdóname, Kenji. He vuelto a ensuciarme— bajé la cabeza, y sentí su mano acariciar mi mejilla.

—Perdóname a mi por ser tan mal esposo y haber llegado tan tarde para evitarlo, también por hacerte preocupar y llorar — secó mis lágrimas, y acarició mi frente—. Te juro que no volverá a pasar.

—No tienes que jurar nada. Salgamos de aquí para que te vea un médico.

—Vayamos a la casa de seguridad y llamaré al doctor de camino.

—¿Estás seguro? Estás sangrando mucho.

—Ya atendí mi herida y extraje la bala, solo necesito medicinas para este dolor y descansar. Ahora a quien necesito que vean de inmediato es a ti.

—Te juro que estoy bien.

—No seas terca. Vayamos al auto.

—Hay gente afuera. Tenemos que buscar las armas.

—No, todos se fueron a dormir temprano.

—Eres increíble.

Le ayudé a caminar hacia el auto y nos dirigimos a la casa de seguridad. No es bueno que la niña lo vea en este estado, tampoco a mi. Llamamos al médico, y luego de que ambos nos bañamos, vino a examinarnos a los dos. Él insistió en que me atendieran a mi primero, pero mi herida no era grave, las de él eran mucho peor. Luego del doctor irse, le preparé una sopa para que tuviera algo en estómago y pudiera tomarse las medicinas. Me senté en el borde de la cama y le ayudé a que comiera con calma. Al finalizar, respiré hondo buscando la forma de hablar con él sobre la niña.

—Kenji, no sé si sea el mejor momento para hablar sobre esto, pero necesito que lo sepas.

—¿Qué sucede, princesa?

—En tu ausencia pasaron muchas cosas y me enteré también de algo que no sabía— hice una breve pausa, y volví a respirar hondo—. ¿Recuerdas ese día que estuve secuestrada por la madre de Shiro?

—Sí, lo recuerdo.

—No sé aún claramente lo que pasó ese día, pero lo único que sé es que Shiro me enseñó unos resultados los cuales no sé si sean reales del todo, pero hay una posibilidad de que Koemi sea hija de Shiro.

—¿Has dicho algo? — claramente se hizo el sordo, su reacción no fue la que esperé.

—¿Por qué preguntas eso?

—Jamás he escuchado ese nombre tan horroroso— se quedó serio por unos instantes, y luego sonrió—. ¿Qué estás esperando que haga o diga? ¿No me digas que estás esperando que te dé el divorcio y que las abandone por una tontería como está? Rui, sea cierto o no esos resultados, Koemi es mi hija y mi amor por ella no va a cambiar por eso. Ella es mi princesa y tú eres mi reina, por lo tanto, eso es lo único que importa. Deja de pensar en tonterías, y en vez de estar mencionando nombres tan desagradables, deberías acostarte aquí al ladito mío y darme muchos besos y abrazos, porque no sabes cómo he echado de menos tus labios, tu lengua, tus caricias, tu olor, tu calor— me besó, y mordió sus labios.

—Kenji, estás herido.

—Herido, no es sinónimo de impotente.

—Eres un pervertido. Debes cuidarte para que te recuperes pronto.

—Entonces dame muchos besos más, y estoy seguro que me voy a recuperar de inmediato— sonrió, y lamió sus labios.