—¿Me crees tan idiota como para caer en tus mentiras, Rui? Eres tú la pésima para disimular y mentir. Sé perfectamente que estás planeando algo, siempre has sido así. Ahora dime, ¿Qué es lo que estás buscando?
—Si me conoces bien, sabes que haría todo por mi hija. Fuiste tú quien la dejó sin esa figura paterna. Tú eres su padre, y aunque me molesta saber esto, no tengo de otra que aceptarlo. Mi hija necesita alguien que llene ese vacío que tú le provocaste al arrebatarle a su padre, y si tengo que unirme al mismísimo demonio con tal de que ella no sufra, estoy dispuesta. No creas que es fácil para mí, porque al igual que tú, siento esas ganas de matarte, pero mi hija es primero. Ahora hazte cargo de lo que hiciste, y busca ganarte mi confianza primero, para que puedas estar cerca de nuestra hija. Demuéstrame que realmente quieres esta familia y que estás dispuesto a convertirte en un buen padre para Koemi, y un buen hombre para mí. Si no puedes hacer eso por nosotras, entonces no vale la pena perder el tiempo. No sé si te has dado cuenta, pero la forma en que has estado actuando delante de ella, solamente has logrado que ella se aleje.
Shiro se quedó pensativo por unos instantes y luego bajó el arma.
—Si descubro que esto es otra mentira más para ganar tiempo, no querrás saber lo que va a pasar.
—Las cosas han cambiado, ahora no solo se trata de mí, se trata también de mi hija y no voy a ponerla en riesgo. Ella necesita de mi, y ahora también de ti, así que no le vuelvas a fallar, porque al final si me haces algo, le estás fallando también a ella. Ahora bien, ¿Cómo arreglaremos nuestras diferencias? — me acerqué, y él se me quedó viendo. Estaba segura que estaba pendiente a cualquier movimiento en falso que diera—. ¿Por qué me miras así? ¿No me digas que piensas que voy a hacerte algo? Sigues igual de desconfiado que siempre, incluso eso no lo has cambiado. Pero no tengo nada encima, puedes buscarme si eso te causa tanto temor— subí un poco el traje para que viera mis piernas, tenía que atacarlo por donde sabía que sería difícil para él no sentirse tentado—. ¿No era esto lo que querías? Puede volver a ser tuyo, pero debes ganartelo.
—No soporto que juegues conmigo— entrelazó su mano en mi cabello, y me besó.
Sentí su mano deslizarse por mi cintura, sabía de sus intenciones, pero no evité que me rebuscara.
—¿Satisfecho?
Se me quedó viendo por unos segundos, y no sé por qué percibí que su mirada no era como otras veces. Vi que planeaba decir algo, pero apretó los labios para no hacerlo.
—¿Por qué me miras así?
—¿Realmente eres tu, salvaje? —acarició mis labios con la yema de sus dedos.
—No entiendo tu repentina pregunta.
—No importa— tiró el arma al suelo, y volvió a besarme.
Lo empujé contra el sofá y me subí sobre él, aprovechando que había bajado la guardia.
Estuve ciega por mucho tiempo. Había creído que lo que estaba sintiendo por Shiro era real, pero al tenerlo así de cerca, no podía sentir absolutamente nada. Todo lo que pasé, todas las lágrimas que derramé por su culpa, todos los errores que cometí me pasaron factura, y hasta el sol de hoy no he pagado suficiente. Creí haber superado el pasado, pero mientras este demonio siga apareciendo a mi vida continuará trayendo desgracias para mi hija y para mi, y no podré tener la paz y felicidad que siempre he querido tener; al final de cuentas, ya no tengo esa venda en los ojos. Este hombre que tengo debajo de mí solo ha sido una maldición. Me he fallado suficiente para seguirlo haciendo. Él solo fue otro error que no debí cometer; un error que en su tiempo dolió mucho y por masoquista e ilusa decidí soportar, creyendo que eso me traería la verdadera felicidad, conformándome con tan poco, cuando su supuesto amor solo me ha arrastrado a la perdición. Lo perdí todo por su culpa, y era el momento de cobrar cada lágrima que derramé, cada sufrimiento y dolor que me provocó en el pasado, y que aún hoy lo sigue haciendo.
Busqué el cuchillo por detrás del cojín mientras continuaba besándolo. Me llené de valor y de fuerza, y con todo ese odio, dolor, y frustración que llevaba por dentro, lo clavé en su abdomen y lo arranqué con la intención de volverlo a clavar en él, pero Shiro me empujó haciéndome caer en el suelo.
—Hasta que al fin muestras tus verdaderas intenciones — se levantó, y presionó su herida—. Sabía que las debilidades no deben existir, aun si, bajé la guardia contigo.
Me levanté con el cuchillo en mano y lo señalé con el.
—Ese fue tu error, no matarme cuando pudiste.
—¿Así que esto sentiste ese día?— se miró la mano llena de sangre, y sonrió—. Sabía que este día llegaría, aunque no sabía que tan pronto. Había pensado en darte una oportunidad, pero me temo que ya no es posible — sacó un cuchillo de su pantalón, y lo presionó para abrirlo—. Si quieres matarme, te daré el gusto, pero tú vendrás conmigo. Esta es la única forma en que te vas a liberar de mi, Rui.
Debí imaginar que iba a estar cargando un cuchillo, él siempre lo hace. Eso no iba a detenerme, tenía claro que mi meta era acabar con él y no voy a rendirme ahora que lo tengo herido.
—No hubiéramos tenido que llegar a esto, si hubieras aceptado que lo nuestro acabó hace mucho tiempo. Debiste quedarte en la cárcel pagando por todo el mal que has hecho, pero quisiste venir a amargarme la vida más de lo que ya lo has hecho. ¿Qué creíste que lograrías al volver? ¿Creíste que perdonaría todo de nuevo y volvería a caer en tus brazos? Pues te equivocas. Ya esos tiempos de ser una masoquista estúpida pasaron.
Shiro no dudó en tratar de apuñalarme con el cuchillo recto, pero retrocedí evitando que pudiera hacerlo. Mi primera reacción luego de eso fue darle un derechazo en la cara y aprovecharme de su descuido para darle un corte el hombro.
—Ya no soy esa salvaje débil que podías humillar y herir fácilmente, Shiro.
—¿Eso crees? — su pregunta llegó acompañada de un rodillazo en mi costado. A pesar de estar herido, él fue mucho más rápido que yo.
Entre la molestia de que me haya logrado dar, agarré el cuchillo firmemente y me abalancé sobre él. Por el forcejeo entre los dos tratando de evitar a toda costa ser cortados, terminamos cayendo al suelo y me subí sobre él tratando de enterrar mi rodilla en su herida, pero él con su otra mano se aferró a mi cabello. Mi error fue descuidarme, y él aprovechó ese pequeño descuido para darme con la base del cuchillo en la frente. El dolor fue tanto, que tuve que presionar mi frente.
—No has cambiado ni un poco —me empujó para subirse sobre mí, y alzó la cuchilla en el aire.
A decir verdad, pensé que me mataría, pero su mano estaba temblando. Estaba sorprendida de que Shiro se encontraba dudando. Él jamás ha dudado en hacer las cosas. ¿Por qué en este momento lo está haciendo?
—Tú ganas, salvaje— murmuró, segundos antes de que viera el filo de un hacha enterrarse en el hombro de la mano que tenía el cuchillo.
Shiro cayó a un lado y vi toda la sangre que brotó de su hombro. Estaba impactada por lo que había ocurrido, que mi reacción fue ver quién había sido la persona que lo había atacado por la espalda. Cuando vi a Kenji, todo se alborotó dentro de mi.
—Te dije un muchas veces que no te acercaras a mi esposa, pero mis advertencias no fueron suficiente, entonces ahora atente a las consecuencias, maldito cabrón.