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Chapter 106 - 104

—No sé de qué habla— su rostro estaba sudoroso y miraba el filo del cuchillo asustado.

—Kenji siempre tuvo cuidado de todo. Sí cayó en esto, fue porque tú lo traicionaste. No tienes que hacerte el idiota, ya sé que fuiste tú quien lo hizo. Lo escuché del mismo demonio que te pagó. Eres un corrupto vendido, que merece cada cosa que voy a hacerte. Por tu culpa mi niña está sufriendo, por tu culpa ahora mi familia está rota. Pero no creas que vas a salir bien de esta, me encargaré de que a tu perra mujer y tus hijos también sufran tu muerte, así como tuve que sufrir la de mi esposo— le di un golpe con la base del cuchillo en la frente, pero no tan fuerte como para dejarlo inconsciente.

Él cayó al suelo y se quejó, pero su cuerpo no se movió. Significa que ya no se podrá mover por aproximadamente 30 minutos, tiempo suficiente para lo que necesito. Solo para asegurarme busqué una soga en la cocina y le amarré las manos por detrás de la espalda; luego lo acosté de vuelta en el suelo boca arriba. Agarré el cuchillo y con el filo corté parte de la tela del pantalón, y no, no lo hice con cuidado, intencionalmente hice que sus piernas experimentaran el ardor en cada cortada que le provocó el cuchillo. Busqué los guantes que había colocado por debajo del sofá y me los coloqué en ambas manos. No iba a perder tiempo, por lo que aceleré todo el proceso, dejando su asqueroso y pequeño pene expuesto.

—Supongo que con tan poco material no podré hacer lo que había planeado, al menos no ahí, pero hay más partes que puedo utilizar para hacer los cálculos.

Sin encomendarme a nadie, acerqué el filo del cuchillo precisamente al glande y mientras lo sujetaba con la otra mano, le hice varios cortes horizontales. Aun sin estar satisfecha, opté por ir más allá de los simples cortes y coloqué el filo del cuchillo en su uretra, iba presionando y presionando, mientras que la sangre iba brotando y evitando que pudiera ver cuán profundo estaba el filo. Aun si, no dejé de presionarlo, hasta que logré hacer una incisión desde el glande, hasta casi sus testículos. No podía hablar, no podía quejarse, pero sus lágrimas delataban el profundo dolor que debía estar experimentado.

A decir verdad, el vacío en mi pecho era tanto, que ni siquiera esto me llenaba como quería. Las palabras de Kenji se cruzaron por mi mente: «Las manos de una mujer no deberían mancharse.» Le he fallado de nuevo, y lo peor es que no puedo arrepentirme porque todo esto lo hago por mi hija y por él. Tal parece que estoy destinada a tenerlas manchada siempre.

Luego de haberle causado dolor por varios minutos, presionando, cortando, y mutilando sus genitales por completo, procedí con crear varios caminos a base de profundos cortes por todas sus piernas, abdomen, brazos y rostro. Quería llenar a ese monstruo interior que solo deseaba destruir y hacer sufrir a esas personas que tanto daño le han hecho a mi familia.

Aun sin estar satisfecha, procedí a pasar el trabajo de cortar dedo por dedo, y por último dejé lo que quedaba de sus manos. Ya él estaba muerto, considero que mucho había soportado.

Observé el suelo teñido de ese rojo carmesí que me ha perseguido toda la vida. No hay mejor placer que la venganza. Es el mejor platillo para devorarlo lento y disfrutarlo hasta el último momento. Ahora solo falta Shiro, y no veo el momento de destruirlo.

Limpié el cuchillo y deseché los guantes; luego cambié mi ropa y salí de la casa con destino al auto. Los hombres de Shiro se bajaron y se acercaron armados hacia mi auto.

—Necesito salir.

—Tenemos órdenes de no dejarla salir, señora.

—No me importa lo que diga su jefe. Necesito salir.

—No haga nuestro trabajo más difícil de lo que ya es. Le rogamos que entre a la casa y no trate de salir de nuevo.

—Llamen a ese idiota y díganle que si no me deja salir, buscaré la forma de huir. Estoy segura que eso no le conviene, ¿No? Él sabe muy bien de lo que soy capaz.

Se miraron entre ellos y decidieron llamar a su jefe, que era justo lo que necesitaba. Escuché la voz molesta de Shiro en la llamada y sonreí internamente al haber logrado mi objetivo. Con tal de joderme, estoy segura que vendrá volando. Ya quiero ver su cara cuando descubra que la niña no está aquí, y que no la volverá a ver nunca.

Entré de nuevo a la casa en espera de que llegara. No tardó mucho en aparecer, con esa misma actitud de mierda que se carga. La bienvenida que le di, fue arrojándole lo que quedaba de la mano de Jack a las piernas.

—Veo que te has divertido en mi ausencia— le dio una patada a la mano de Jack hacia mí dirección.

—Planeo divertirme más, pero esta vez contigo.

—¡Qué nostalgia! Hasta que por fin veo a la salvaje de nuevo— sonrió maliciosamente—. ¿Dónde está la niña?

—La he enviado a un lugar donde ni tú ni nadie la va a encontrar.

—¿Qué dijiste? — se acercó a las escaleras, y se me quedó viendo—. ¡¿Koemi?! — al no tener respuesta, sacó su arma y me apunt��—. ¿Dónde está la niña?

—No sé porqué tan energético y agresivo. Acabas de llegar y ya estás amenazándome. ¿No te da pena apuntarle a alguien que está desarmada, y que para completar es la madre de tu hija?

—Te lo advertí y no hiciste caso, Rui— se acercó aún con el arma en la mano—. Si no me dices dónde está la niña, te aseguro que cuando la encuentre por mi cuenta, no la verás nunca más.

—Eres muy bueno fingiendo, Shiro. ¿Por qué no admites que tu único interés aquí soy yo, no la niña?— deslicé el manguillo de mi traje, dejando parte de mi sostén visible—. Si tanto me quieres, aquí me tienes, pero a la niña déjala fuera de esto. Estoy dispuesta a convertirme en tu mujer, y a darte la atención que tanto buscas, pero no quiero que la niña esté cerca de ti por ahora. Si demuestras que realmente te importa nuestra hija, entonces la traeré de vuelta y le contaremos la verdad de que tú eres su padre. Todo esto lo hago por mi hija y por su bienestar, debes comprenderlo. ¿Qué te parece ese trato? Tu aún me amas, aunque eres pésimo demostrándolo. Intentemos comenzar de nuevo y arreglar nuestras diferencias, pero esta vez como una verdadera familia. ¿No era eso lo que siempre quisiste, cariño?