—Felicidades a ambos. Les deseo toda la felicidad del mundo, se la merecen. Espero todo les salga bien, y que tengan un buen viaje. Me quedaré vigilando la casa, así que pueden quedarse tranquilos.
—Gracias por todo, Shu— ambos le agradecimos.
Al salir de la iglesia, los invitados se acercaron a felicitarnos y a despedirse de nosotros, ya que nuestro destino era el viaje a la luna de miel. No hicimos un compartir, ya que el viaje iba a ser un poco largo y nos íbamos a retrasar.
—¿Estás nerviosa?
—No, me siento bien. ¿Tu te sientes mejor?
—Esto ha sido muy emocionante. No pensé que realmente esto se daría y que todo saldría tan bien. Tenía temor de que no llegaras a la iglesia y me dejaras plantado.
—¿Eso piensas de mi? — le apreté la nariz y se quejó—. Jamás te dejaría plantado.
—Fueron los mismos nervios que me pusieron así. Quiero agradecerte por haber aceptado casarte conmigo, por haber hecho este sueño realidad y por haberme dado un espacio en tu vida y en tu corazón, Rui. Sé que todo ha pasado muy rápido, y han sucedido muchas cosas durante estos últimos meses, pero lo único que puedo asegurarte es que a ti y a nuestro bebé nunca les faltará nada. Te quiero mucho, mi esposa— sonrió, y presionó mi rostro contra su pecho.
Sus palabras provocaron un mar de emociones dentro de mi pecho. No podía sentirme más dichosa y feliz.
Llegamos a la playa y nos dirigimos al muelle, donde un yate nos estaba esperando. El día se veía muy alegre, no sé si era por todo lo que ha ocurrido. Hace tiempo no veía el mar, ni sentía la brisa acariciar mis mejillas. Me asomé por una de las ventanas y dejé escapar un suspiro de satisfacción. Se veía hermoso el cielo, el mar, las olas, todo se me hacía relajante.
Sentí el cálido abrazo de Kenji detrás de mí, y recostó su cabeza de mi hombro.
—¿Te gusta preciosa?
—Es hermoso.
—Quise que hiciéramos este viaje para que conocieras la casa donde traeremos a nuestro bebé cuando crezca. Quiero que disfrute de este lugar, tanto como tú hoy. Quiero que creemos gratos recuerdos aquí. La escogí también porque tenemos privacidad en esta isla, nadie nos molestará, y el bebé, tanto como tú estarán seguros.
—Espera. ¿La compraste, Kenji?
—Sí, ¿No era la casa que te gustó cuando la viste en fotos?
—Sí, pero debiste invertir mucho dinero en ella.
—El dinero está para gastarse, ¿No? Esta casa te gustó, así que quise darte la sorpresa.
Observé la casa a lo lejos, y se veía mucho más gigante que en fotos. Era como una casa de ensueño. Desde que la vi en fotos, deseé vivir en un lugar así, pero pensé que sería imposible por su trabajo. Tener que ir y venir en lancha, no deberá ser fácil para él.
Según nos bajamos en el pequeño muelle, me quité los zapatos para poder pisar la arena y caminamos hacia la casa. Todo se veía tan hermoso, que no podía dejar de sonreír. Al entrar, vi que la casa estaba adornada y llena de pétalos por todo el suelo.
—Has pensado en todo.
—Por supuesto. Hay que ambientar y disfrutar de la ocasión— soltó las maletas y se acercó—. Debes estar agotada, así que iré a prepararte el baño para que te relajes un poco.
—Me vas a acompañar, ¿Verdad?
—Claro. ¿Cómo voy a dejar a mi esposa y a mi bebé solos? — me dio un beso en la frente, y sonrió.
Subimos a la habitación, y era el lugar más colorido de toda la casa. Incluso había velas encendidas. Era muy fresco el aroma que había.
Kenji entró al baño y lo seguí, mientras que él fue llenando la bañera de agua y regando varias plantas y pétalos de rosa en ella.
—Esto va a relajarte. Déjame ayudarte a quitar el traje— se fue a mi espalda y bajó el cierre con todo y traje, dejándome solo en ropa interior.
Su suave y delicado beso en mi espalda me causó escalofrío.
Fue él quien me desnudó completamente. Se veía concentrado en lo que hacía. No intentó hacer nada más, solo me ayudó a entrar a la bañera de agua caliente y sentarme.
—Vengo enseguida, linda— salió de la habitación y al rato subió con dos diferentes copas —. Es jugo, así que puedes tomarlo— me extendió una copa y la otra la colocó en el borde de la bañera.
Se fue quitando la ropa, pieza por pieza y despacio. No podía dejar de mirarlo por lo atractivo que se veía. Pude notar su erección y reí con picardía.
—Estás muy emocionado, ¿eh?
—Sí, y todo por culpa de mi esposa, que no deja de devorarme con la mirada— sonrió, y entró a la bañera conmigo—. Es tiempo de brindar— sujetó la copa y me encaró—. Debo brindar por la hermosa esposa que tengo, y por la suerte que tuve de que aceptara casarse conmigo. Te juro que haré todo lo que esté a mi alcance para que lo nuestro funcione.
—Yo también debo brindar por ese esposo tan increíble, fogoso, y atractivo que me tocó. Soy yo quien se siente dichosa y suertuda de poder tener a alguien como tú en mi vida. Has aceptado todo de mí, y me has dado la oportunidad de cambiar mi vida, a soñar, y aspirar a ser una mejor persona, aun luego de todo lo malo que he hecho. Salud, mi amor— chocamos las copas, y solo dimos un pequeño sorbo, cuando ambos la soltamos dentro del agua y nos besamos.
Mi mano la aferré a su hombro y con la otra entrelacé mis dedos en su pelo para profundizar el apasionado beso que tenía a nuestros cuerpos ardiendo.
—Aquí no, linda. En este lugar será incómodo y no quiero que vayas a lastimarte. Vayamos a la cama.
—¿Tan pronto? — pregunté casi con un hilo de voz.
—Aquí no podré comerte como quiero. Y no sabes cómo extraño ver tus piernas temblorosas y saborear hasta la última gota de tus dulces y delicioso fluidos. ¿Ahora si mueres por ir a la cama, preciosa?— su pervertida risa cerca de oído me erizó la piel.