Había pensado que la persona con la que compartiría mi vida sería Shiro, pero las cosas cambiaron drásticamente. Shiro se ha vuelto una pesadilla, ya que no importa en la situación que esté, siempre se cruza por mi mente. Pero es algo que eventualmente dejaré ir y voy a superar por completo. Es por eso que tomaré la decisión que me dicta el corazón y la consciencia, que es aceptar esta oportunidad de comenzar de nuevo, pero esta vez junto a alguien que me quiere de verdad. Desde hoy en adelante voy a vivir el presente intensamente y dar lo mejor de mi para ser una mejor persona y ser un buen ejemplo para este bebé que estoy esperando.
—Sí, me casaré contigo, Kenji.
Ese fuerte y sincero abrazo que me dio, logró juntar esas piezas de mi corazón roto. Pudo transmitir sus sentimientos a través de el. Definitivamente en estos fuertes brazos que me hacen sentir segura es donde quiero estar de ahora en adelante.
Desde el día que nos comprometimos, decidimos hacer una boda sencilla, pero bonita. Al final de cuentas, ninguno de los dos tiene familia e invitar conocidos no creo que sea buena idea. Además de que no se supone que alguien como él, se case con alguien que tiene un pasado tan oscuro como yo. De los preparativos quiso encargarse él, aunque traté de ayudarle en una que otra cosa.
Por otro lado, hoy se cumplen 25 semanas de embarazo. Nos hemos acercado mucho desde que acepté casarme con él. Ha cuidado de mi y de nuestro bebé. No hay un solo día en que no le hable a mi panza, o le lea un cuento en las noches. Él piensa que eso hará que conozca su voz y se comuniquen. Debo admitir que se a obsesionado con comprar muchas cosas, aún sin conocer el sexo del bebé. Eso sí, no me deja hacer casi nada sin supervisión. Es demasiado sobreprotector, no había conocido esa parte de él hasta ahora. No puedo negar que lo hace ver tierno cuando se vuelve como loco cuando bajo las escaleras de la casa. Es una faceta muy linda.
El primer sonograma que tuve, a él casi le da algo. No lo había visto tan enfocado y sonriente antes. Está siempre al pendiente de que me tome las medicinas, de complacerme en cualquier antojo que tenga, de consentirme cuando más sensible me siento, de escucharme, en fin, ha sido un buen hombre en todos los aspectos. Cuando sale del trabajo, casi todos los días, me trae una rosa. No ha perdido esos hermosos detalles.
Por otra parte, la noticia de mi embarazo y de mi compromiso a Shu le cayó como un balde de agua fría por encima, pero terminó aceptando mi decisión. Él es el único amigo en quien confío, y no quisiera que nuestra amistad se vea afectada por esto. También es otro que vela de mi mientras Kenji no está en la casa. Ellos dos han hecho las paces, y es algo que de cierta forma, me hace sentir bien.
Hoy es nuestra boda, y no puedo negar que los nervios se han centrado en mi estómago, causándome un terrible malestar. Desde esta mañana las náuseas no han cesado y la ansiedad tampoco. He tratado de mantenerme tranquila por mi bebé, pero ha sido imposible.
Me miré por última vez en el espejo, y observé cada detalle del hermoso traje. Lucía irreconocible, ni yo misma podía reconocerme. Me había acostumbrado tanto a vestir con ropa oscura, que llevar este traje tan blanco y radiante, era deslumbrante para mis ojos. Todo lo que ha pasado durante estos meses han sido tan increíbles, que no puede creer que realmente esto esté ocurriendo. Mi barriga ha crecido y en el traje se formaba ese hermoso bulto de ella, haciendo que resaltara más mi panza. No puedo esperar para tener a mi bebé en mis brazos.
Bajé las escaleras con mucho cuidado y Shu me estaba esperando.
—Te ves hermosa, Rui.
—¿Me queda el color blanco? Siento que es demasiado puro para alguien como yo.
—Deja de decir estupideces. Verdaderamente te ves muy hermosa.
—Gracias.
—Debemos irnos. Kenji está esperándote en la iglesia.
Nos encaminamos a la iglesia, y al bajarme del auto de la mano de Shu, volvieron a invadirme los nervios. Todo mi cuerpo estaba temblando, y Shu lo notó.
—Tranquila. Todo saldrá bien.
—Espero no termine quemada al poner un pie en la iglesia.
—Sin duda alguna pareceras una antorcha.
—Eres un desgraciado— ambos reímos.
Caminamos hacia el altar, y observé la hermosa decoración. Jamás había estado en un lugar tan colorido, con tan hermosas flores y relajante aroma. Las pocas personas que habían, estaban de pie y sonriendo hacia mi dirección.
Todo se detuvo alrededor de mí tan pronto alcancé a ver a Kenji. Se veía tan radiante, elegante y atractivo, que quedé hechizada. Su traje blanco, su cabello suelto, su encantadora sonrisa, más esa mirada tan penetrante, hizo que mi corazón latiera apresuradamente.
Mis inseguridad, mi temor, mi inquietud, todo desapareció al momento de pararme frente a él y sujetar su mano. En ese momento comprendí que realmente él era eso que una vez soñé, y que al fin pude tener.
—Eres la mujer más hermosa y divina que existe— me miró fijamente, aún con esa hermosa sonrisa.
—No digas esas cosas tan de repente— sonreí nerviosa, y apreté su mano—. Tu te ves muy atractivo y guapo.
—Hasta que al fin llegó el día de poder verte vestida de blanco— desvió la mirada, pero muy tarde.
Logré notar que sus ojos estaban llorosos, y eso me conmovió demasiado. No quise decirle nada, para no hacerlo sentir incómodo.
El padre nos dio su bendición, y el momento en el cual debíamos hablar llegó. Estaba nerviosa, porque a pesar de haber tratado de memorizarme todo, los nervios me impedían pronunciar una palabra. Shu se acercó a nosotros para extendernos los anillos y sonrió tratando de darme ánimos. Kenji me sujetó la mano y ambos nos miramos fijamente.
—Te entrego este anillo para que cada día en que lo veas, recuerdes todas y cada una de las promesas que te he hecho y como lucho a diario por cumplirlas, pese a cualquier obstáculo que surja. Aunque no pueda cambiar el pasado, sí puedo prometer que estaré en tu futuro para celebrar tus triunfos como si fuesen los míos propios y sujetarte fuerte si en algún momento llegas a tropezar. Deseo que esta historia nunca llegue al final, porque quiero convertirme en la razón por la que comiences a creer en la frase de "juntos por siempre"— eso sin duda no estaba en los votos, pero mi corazón volvió a acelerarse de la emoción causada por sus hermosas palabras—. Prometo apreciarte y honrarte a partir de hoy durante todos los días de nuestra vida, tanto en los buenos como en los malos. Juro serte fiel siempre, y apoyarte cuando me necesites. Te entrego mi alma y mi corazón para toda la eternidad; tanto en los momentos de salud y felicidad como en los de tristeza y enfermedad. Como símbolo de todas estas promesas, te entrego este anillo para recordarnos siempre lo que significa nuestro amor. Te quiero, Rui— colocó el anillo en mi dedo, y me dio un tierno beso en la mano.
Era mi momento, así que decidí añadir unas palabras más, que era lo que sentía por dentro.
—Estamos aceptando un compromiso muy decisivo para toda nuestra vida, y de solo saber que ello significará permanecer a tu lado el resto de mi existencia, me hace sentir muy dichosa porque sé que contigo no temeré a nada y todo lo difícil lo podré superar porque cuento con tu amor y toda tu comprensión. Quiero agradecerte por permitirme conocer lo que es la verdadera felicidad, lo que es tener una vida normal, tener a alguien que te quiere y te acepta tal y como eres. Gracias por siempre estar al pendiente de mi y de nuestro bebé. Gracias por ser el buen hombre que eres. De hoy en adelante te prometo que me esforzaré para hacerte el hombre más feliz del mundo, y que en nuestra familia nunca falte el amor. Como símbolo de todas esas promesas, te entrego este anillo para recordarnos siempre lo que significa nuestro amor. Te quiero, Kenji— coloqué el anillo en su dedo, y con su otra mano se tapó el rostro.
—Si alguien se opone o tiene algo que decir para impedir esta unión, que hable ahora o calle para siempre— dijo el padre, y hubo un silencio en toda la iglesia—. Yo los declaro marido y mujer, puede besar a la novia.
Kenji no dudó en aferrarse a mi cintura, y besarme tiernamente delante de todos. Pude ver que aún con sus ojos cerrados, sus mejillas se encontraban húmedas por sus lágrimas. Eso me dio algo de sentimiento, tal vez el exceso de emociones hizo que lágrimas involuntarias se deslizaran por mi mejilla. Me sentía tan feliz, que no podía creer que esto estuviera pasando. Creo que no puedo ser más feliz ahora.