—Acomódate en el asiento para llevarte al hospital, Rui.
—No hace falta. Creo que se trata de los días del mes, ya sabes, lo de chicas. Llévame a la farmacia.
—¿Eso provoca náuseas y vómito?
—Sí, no todas las mujeres son iguales.
—Ya veo. Acomódate para llevarte— me acomodé, y cerró la puerta.
Tenía que salir de dudas o no podría estar tranquila.
Nos dirigimos a la farmacia y él tenía planes de bajarse por mi.
—No. Es muy incómodo que un hombre compre esas cosas. Ya yo sé lo que voy a buscar, así que seré más rápida.
—¿Estás segura? A mi no me molesta ir a buscarlas por ti. Tienes la rodilla lastimada y no quiero que te lastimes más de la cuenta.
—No te preocupes, yo iré— me bajé del auto, y caminé hacia la farmacia.
Él debió darse cuenta de mis nervios, a pesar de que traté de disimular.
Entré a la farmacia y me dirigí al área de las pruebas de embarazo. Cogí dos de ellas y las pagué, luego me dirigí al baño. Luego de hacerlas, las dejé encima de mi muslo y cerré los ojos. La ansiedad me tenía comiéndome las uñas.
Al cabo del rato, me atreví a mirarlas.
—¡¿Dos líneas?!— vociferé.
Escuché que había otra mujer en el baño y me subí el pantalón para salir.
—Oiga, señora. ¿Es esto positivo?
Me miró extrañada, y luego miró las pruebas.
—Sí, señora.
—¡¿Qué se supone que haga ahora?!
Con la última persona que estuve fue Kenji. Pero él y yo no somos pareja, ni nada parecido. Además, no sé cómo tome esta noticia. Quiero decir, él siempre me ha dicho que yo le gusto y ese tipo de cosas, pero no es lo mismo con algo de este tamaño.
—Señora, ¿Se encuentra bien?
—Sí, por supuesto— reí como una demente, y tiré las pruebas dentro del zafacón.
¿Cómo debo decirle esto? Me llené de inseguridad, al igual que de malos recuerdos. A decir verdad, no había imaginado que esto pasaría. Al menos no con Kenji. No estaba triste o arrepentida, pero si agobiada y nerviosa.
Aquí dentro de mi está creciendo un pedacito de mi y de Kenji. Ya no estoy en esa vida, así que si decido tener a este bebé no creo que lo esté poniendo en riesgo. Además de que tendría tiempo de cuidar de él. Sin duda alguna, yo quiero tenerlo.
Debo hablar con Kenji. Esto es algo de suma importancia y que depende decidir entre los dos.
Regresé al auto y él me miró fijamente.
—¿No conseguiste toallas?
—¿Toallas?— pregunté confundida, hasta que caí en cuenta de lo que se refería—. Ah— reí nerviosa, y él arqueó una ceja—, no había de las que normalmente uso.
Soy una idiota. Olvidé por completo lo que le dije que venía a hacer. Me he vuelto pésima para mentir.
—¿Te llevo a otra farmacia?
—No. Quiero que vayamos a un lugar donde estemos a solas.
—¿No estamos lo suficientemente solos aquí? — arqueó una ceja.
—Bueno, no para lo que quiero comentarte.
Lo vi sonreír ladeado y poner el auto en marcha.
Me trajo a la playa y se estacionó en un lugar solitario.
—¿Es este el sitio adecuado?
—Bajémonos— abrí la puerta, y no dejé que respondiera.
Me sentiría más cómoda afuera, que dentro del auto. En realidad, no sabía cómo soltar la bomba. Los nervios tenían mi lengua trabada.
—Es complicado y no sé por dónde comenzar, Kenji.
—Por el principio. Me estás poniendo nervioso, Rui. ¿No me digas que estás buscando el lugar adecuado para pedirme matrimonio?
—¿Qué estás diciendo? — lo oí soltar una carcajada, y le di un sutil golpe en el hombro—. Esto es serio.
—Solías ponerte igual de nerviosa antes. Has ido mostrando parte de esa Rui tierna que aún permanece ahí dentro. ¡En hora buena!
—¿Aún te gusto?— pregunté directamente, y se acercó.
—¿Todavía lo dudas? Rui, te conozco muy bien, como para darme cuenta de que algo te pasa. No me gusta la idea de que dudes de mis sentimientos hacia ti. Creo que desde que nos reencontramos he sido lo suficientemente sincero y claro contigo. He tratado de demostrártelo, pero tampoco quiero que te sientas presionada de alguna manera. Me gustabas desde que eras pequeña, bueno, más pequeña.
—Púdrete, Kenji.
—Que forma tan romántica de tratarme. Ahora bien, suelta lo que tienes atragantado ahí, o vas a explotar.
—Estoy embarazada— lo solté rápido para salir del paso.
Observé su reacción, y pude notar cuando mordió su labios y ensanchó una tierna sonrisa.
—¿Un bebé tuyo y mío? — su voz se escuchó ronca.
—Sí, de los dos.
Me abrazó tan fuerte que me lastimó y chillé.
—Lo siento. Yo… solo tenía que asegurarme de que esto es real, que no estoy teniendo otro sueño. Estoy tan feliz, que no sé qué hacer.
—¿Otro sueño?
—Esto no es un sueño, ¿Verdad? — sus manos se posaron en ambas mejillas, y vi sus ojos brillosos.
—No.
—Dime que lo tendrás conmigo, que vas a darme el privilegio de tenerlos a los dos, y darle una familia estable, saludable y real a nuestro bebé. Sé que tal vez no sientes lo mismo que yo, pero si me das una oportunidad de conquistarte, te prometo que no vas a arrepentirte.
—Ya pensaba hacerlo. Este bebé merece tener una familia. Además de que ya hemos pasado suficiente, y creo que este es el mejor momento para comenzar verdaderamente de cero, pero esta vez al lado de nuestro bebé y como una familia.
—Maldición. Que palabras tan bonitas acabas de decir— una lágrima se asomó por el borde de sus ojos, y sus manos se posaron en mi barriga—. Cásate conmigo, Rui.