Luego de todo, me llevaron al hospital. Me hicieron varios estudios, placas, laboratorios, un chequeo completo. Me asignaron una habitación y Kenji no se despegó en ningún momento de mi. Me estaba sintiendo un poco mejor luego de la inyección, aunque algo cansada.
—¿No sé supone que te hayas quedado?
—No te preocupes. Mi colega ya se llevó a Shiro. En este momento debe estar haciendo su primera parada, para luego ser enviado a su destino.
—¿Cómo está Shu?
—Despreocúpate, él está bien. Le pedí a la empleada que cuidara de él.
—¿Y tus hombres?
—También están bien. No te estés preocupando por nada.
—¿Cómo diste con nosotros?
—Tengo mis formas. Perdóname por haber llegado tarde.
—Siempre llegas cuando más te necesito. No salgo de un problema para meterme a otro.
—Lo de viajar al extranjero todavía está en lista. A pesar de que Shiro ya no será un problema, quiero que puedas tener más libertades. Aquí hiciste muchos enemigos, y no puedes salir como quieras sin exponerte demasiado a algún atentado.
—Mi dinero…
—Tranquila. Ya me encargué de que lo llevaran a la casa. Como dije, no tienes que preocuparte por nada. Ahora trata de descansar y recuperarte.
—No tengo forma de agradecerte por todo lo que has hecho por mi.
—No pienses en nada de eso ahora. Descansa, ¿Si? — acarició mi mejilla, y asentí con la cabeza.
De la persona que jamás pensé que movería un solo dedo por mi, es la más que me ha ayudado. Ha estado acompañándome en los peores momentos y siempre llega a tiempo para salvarme de la situación en que me encuentre.
En el transcurso de varias semanas, todo fue cayendo en su sitio. Todo había cambiado tan drásticamente y de repente, que no podía creer que esto realmente estuviera pasando.
Nos mudamos al extranjero a las dos semanas, a comenzar con la nueva vida que había decidido tener. Aún no estaba recuperada del todo del accidente, tenía moretones por todo el cuerpo y en las noches el dolor se agudiza, pero en lo demás, me sentía bien.
Shu vino con nosotros. A pesar de encontrarse en la misma condición que yo físicamente. Tuvimos suerte de no recibir ninguna fractura, pienso que pudo haber sido peor.
De Shiro lo último que supe fue que lo trasladaron a una cárcel de máxima seguridad. No he querido preguntar mucho sobre él, porque no creo que valga la pena seguirme torturando. Él debe estar planeando cómo buscar la forma de seguirme lastimando desde allá dentro. Su odio es tanto, que debe estar maldiciéndome.
Kenji ha estado cuidando de mi. De hecho, no ha habido momento en que me deje sola. Dormimos en la misma habitación, ya que según él es la mejor forma de monitorearme. Ahora con lo del traslado, ha estado faltando a su trabajo solo por cuidar de mi.
Me encontraba en la mesa del comedor, cuando Kenji se unió a mi.
—¿Cómo te sientes?
—Adolorida, pero no es tu culpa.
—Sé que como debes sentirte, lo más probable no quieras salir con lo adolorida que estás, pero había pensado en que diéramos una vuelta en el auto por los alrededores. No has salido de la casa desde que llegamos a aquí, y sé que te caerá bien salir. ¿Qué te parece la idea?
—Me gustaría.
Verdaderamente me hacía falta dar una vuelta, ver el ambiente y distraer la mente. Hace mucho tiempo no salía, me sentía como una niña que no acostumbra a salir de la casa. Ver tantos edificios, personas caminando de lado a lado, pequeñas tiendas de comida, me hacía sentir bien y cómoda.
—¿Quieres comer algún postre? Puedo detenerme en algún sitio.
—Claro.
Nos detuvimos frente a una pastelería, y él se giró hacia mí.
—¿Quieres un Crêpe?
Recordé que eso era lo que comía Shiro, así que me negué a comer de ello. ¿Por qué incluso ahora debo estar pensando en ese desgraciado?
—No, gracias.
—Entonces ¿Quieres algún flan o otro postre?
—El que escojas para mí está bien, pero nada de Crêpe, por favor.
—Ya regreso— sonrió, y se bajó del auto.
Me le quedé viendo por la vitrina. Siento que nos hemos acercado mucho en tan poco tiempo. Me siento muy cómoda estando con él, más disfruto de su compañía. Kenji ha renunciado a mucho por mi y me ha apoyado incluso en esta fuerte situación. No sé supone que él esté cerca de alguien como yo, aún así él permanece a mi lado.
Él regresó al auto y me pasó la caja blanca con los postres dentro.
—Les llaman quesitos. Dijeron que están recién preparados, así que quise traerte de ellos. Si no te gustan, puedes decírmelo y lo cambio.
—No te preocupes, me los comeré— me le quedé viendo y cruzamos mirada por unos momentos.
—¿Por qué me miras así?
—Por nada— negué con la cabeza, y abrí la caja—. Gracias por el postre.
Comencé a comer y cada vez nuestras miradas se cruzaban. Me estaba sintiendo nerviosa, y creo que eso también me estaba haciendo sentir malestar. Realmente estaba muy bueno, pero unas náuseas aparecieron de repente. Solté la caja y me tapé la boca.
—¿Estás bien? Te ves muy pálida. ¿Acaso no te gustó? — acarició mi mejilla, y le quité la mano.
No podía hablar, y al sentir que estaba a punto de vomitar, preferí abrir la puerta y hacerlo en la acera. Kenji se bajó del auto y se fue por mi lado. Sus manos sujetaron mi cabello y presioné mi barriga al sentirme tan mal.
—Te llevaré al hospital.
Muchos recuerdos invadieron mi mente. Recordé los mismos síntomas que estuve teniendo cuando estuve embarazada de Shiro. Las náuseas, el malestar, los vómitos, y eso me llevó a pensar en cuándo fue la última vez que había tenido mi periodo. Ya había pasado un tiempo desde la última vez. ¿Es que acaso estoy embarazada?