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Chapter 93 - 91

Tal parece que ese demonio no dejará de perseguirme a dónde quiera que vaya. He perdido la cuenta de cuántas veces he tratado de huir de él, y siempre termina encontrándome. Esto es algo de nunca acabar. Si no termino las cosas aquí, esto seguirá ocurriendo. Él estaba solo, quizás ahora es cuando debo aprovechar la situación y cortar con todo.

Abrí la puerta dispuesta a bajarme, pero Shu me la aguantó.

—No puede bajarse, señora. Tenemos órdenes de protegerla— los hombres de Kenji asomaron los dos rifles que llevaban por debajo del asiento.

—Veo que han venido equipados, chicos. Entonces no tenemos de qué preocuparnos— bajé el cristal al ver que Shu no me dejaba abrir por completo la puerta—. Parece que no tienes nada más que hacer, Shiro— le grité.

—¿A dónde crees que vas, Rui?— Shu me agarró el brazo, pero me solté de su agarre.

—A enfrentar a ese cabrón.

—¿Estás loca? No vas a bajarte. Nadie se baja de aquí. Lo mejor será la retirada.

—La camioneta está blindada. Estamos más seguros dentro que afuera. Cierre la puerta y déjenos el trabajo a nosotros, señora.

—¿Seguirás huyendo como siempre haces, perrita? ¿Por qué no me das la cara ahora? No importa cuántos años pasen, sigues siendo una maldita cobarde. Detrás de una ventanilla cualquiera se hace el valiente. ¿Por qué no me dices lo mismo que me dijiste ese día, pero en la cara?

—Ya veremos quién es la cobarde— quise abrir la puerta de nuevo, pero Shu la cerró de golpe.

—¡¿Por qué nunca quieres oír consejos?! Siempre que haces lo que te da la gana por impulso, terminas herida. A ese tipo que está ahí no le importas. Está tratando de hacerte enfadar para que te bajes y fumigarte. Ya reacciona, Rui. Si sales, te estarás exponiendo demasiado. ¿No fuiste tú quien me dijo que quería una nueva vida? ¿Por qué mierda insistes en bajarte?

El chófer dio reversa y Shiro le disparó al cristal delantero, pero como era de esperarse, solamente tap�� un poco la visibilidad. Al Shiro darse cuenta, entró a su camioneta para buscar la forma de seguirnos.

El chófer iba a máxima velocidad, mientras que Shiro estaba justo detrás nuestro. No le tomó mucho tiempo acercarse y posicionarse en el carril izquierdo, por el costado donde precisamente me encontraba.

Estaba paralizada e impactada, al ni siquiera lograr reconocer a la persona de la que estuve tanto tiempo enamorada. En esa mirada no quedaba absolutamente nada más que odio, rencor, desprecio. Es cierto que he sido una tonta al pensar que alguien como él podría haber sentido algo por mi.

—Voy a dispararle. Vete al otro lado, Rui.

Shiro estaba tratando de voltearnos a toda costa, no le importaba siquiera su vida. A la velocidad que íbamos, fue imposible mantener el control de la camioneta por mucho tiempo. Ese último impacto que nos dio con el frente de su propia camioneta, hizo que la nuestra se volteara. Todo ocurrió tan rápido, que no tuve oportunidad de sujetarme de nada, y para completar, ni siquiera iba amarrada. Los golpes que recibí en el momento del impacto, las vueltas, todo fue como una machina en mi cabeza.

No podía concentrarme en lo que había ocurrido alrededor de mí, o en cómo se encontraban todos, solo podía retorcerme del dolor que estaba experimentando en todo mi cuerpo.

Todo se veía borroso, mi cabeza daba millones de vueltas y la presión que sentía en mi pecho, costilla, y cabeza, era insoportable. No podía casi respirar y en mis oídos solo podía oír un chillido tan agudo, que creí que me dejaría sorda. Podía percibir el sabor metálico de la sangre en mi boca. Creí que iba a perder por completo el conocimiento, pero no fue así.

De todas las vueltas que había dado, la camioneta quedó derecha, aunque no del todo intacta.

Alcancé a ver a Shu inconsciente, al igual que los hombres de Kenji al frente. Su cabeza estaba recostada de la ventana y sangre bajaba de su frente. Traté de sentarme en el asiento como pude buscando la forma de socorrerlo, pero no tuve oportunidad. La puerta de mi lado se abrió y vi a Shiro. No pude reaccionar a tiempo o alcanzar algún arma para defenderme, ya que él me sacó de la camioneta por la pierna, dejándome caer desde esa altura contra la carretera.

Chillé por el dolor que sentía en mis costillas, espalda y rodilla. Pude sentir como la sangre se deslizaba por mi mejilla. No tenía fuerza para levantarme o para enfrentarme a él.

Shiro me apuntó con el arma que traía, y escupí en el suelo la sangre.

—Debes estar disfrutando de tu obra, ¿No es así? — no podía dejar de quejarme por el dolor que sentía, aún así tenía que sacarme todo del pecho—. ¿Estás feliz ahora, Shiro?

—Luego de todo lo que me he jodido buscándote, tenía que al fin ganar el premio mayor.

—Todos me lo decían, y nunca les creí. Eres un ser repugnante y miserable, que no siente nada por nadie. Me he dado cuenta de todo esto muy tarde, ¿Cierto?

—Muy tarde— su frialdad me dolió, a pesar de estar consciente de que no valía la pena.

—Me dolió en su momento haber perdido a nuestro bebé, pero acabo de darme cuenta de que todo pasa por un propósito. Me arrepiento de haberme enamorado de ti como lo hice, Shiro. Dicen que cada quien paga por sus errores, supongo que hoy es el día que debo pagarlos todos. Si pudiera desear una cosa con todas mis fuerzas, sería el no haberte conocido— mi pecho lo sentí oprimido, y una lágrima se deslizó por mi mejilla—. Te odio con la misma intensidad, que algún día te amé.

Me miró fijamente por unos segundos y negó con la cabeza.

—Entonces el odio es mutuo— en el momento que me apuntó a la cabeza, se escuchó el sonido de un disparo; un disparo que aterrizó en su hombro derecho y lo hizo soltar el arma al suelo.

Alcancé a ver a Kenji, no tan distante nuestro. Ni siquiera me había percatado de su presencia. En su expresión se notaba una profunda molestia.

—Nadie lastima a mi mujer, y vive para contarlo.