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Chapter 92 - 90

Quedé paralizada por su fuerte agarre y confesión. Mi corazón casi se me sale por la boca. Me había quedado sin palabras, y aun si trataba de calmarme, me iba a ser imposible.

—Ya sé. Dije que no te presionaría, pero aquí estoy haciéndolo. Respeto la decisión que acabas de tomar, y no voy a hacerte cambiar de opinión, pero no quiero que vuelvas a desaparecer. Sé que quieres dejar todo atrás, pero no quiero ser una de esas cosas que descartes de tu vida. No te pido que seas mi mujer o que compartas los mismos sentimientos que yo, pero si quiero acompañarte.

—¿Acompañarme? ¿Cómo? Tienes tu trabajo aquí— me giré hacia él.

—Puedo pedir un traslado al extranjero. De igual forma, allá es a donde te diriges, ¿No? Incluso te puedo ayudar a salir de aquí, sin que ese idiota sea un problema para ti. En este momento él debe tener vigilado los aeropuertos y las pistas de aterrizaje cercanas. Si te saco desde la base, no tendrá forma de rastrear a donde vas y podrás hacer la vida que quieres.

—¿Harías eso por mi?

—Sí, haría eso y todo lo que me pidas. Ahora está en ti si me permites acompañarte.

—Sí, no hay ningún problema.

—Dame dos semanas mientras solicito y firman mi traslado. Puedes quedarte aquí mientras tanto.

—Esta bien. Me quedaré por esas dos semanas aquí. Ahora bien, debo ir con Shu a buscar un dinero que tengo guardado y luego regreso.

—Llévate a dos de mis empleados. No es seguro que salgas sin protección. Te daré un arma por si acaso.

—Gracias, Kenji.

Luego de haber organizado todo, nos encaminamos a las afuera de la ciudad, en busca del viejo edificio que pertenecía a mi antiguo negocio. Justo detrás existe un camino que habíamos ocultado con maleza y tierra para que nadie supiera del escondite. Procuramos hacer varios huecos y rellenarlos con arroz crudo para despistar. Shu se encargó de buscar dos palas para poder cavar hasta lo más profundo y tocar la caja fuerte y el ataúd en donde guardamos todo el dinero.

Estuvimos varias horas cavando, hasta dar con lo que buscábamos. Todo estaba intacto a como lo dejamos, así que nos pusimos manos a la obra para sacarlo todo e ir llevando los paquetes a la camioneta. Los hombres de Kenji nos ayudaron también, ya que se dieron cuenta de que estábamos pasando mucho trabajo.

—¿Tanto confías en ese sujeto para haber traído a su gente? ¿Qué pasaría si ese tipo solo quiere utilizarte o hacerte algún daño?

—Él no quiere hacerme daño, o ya lo hubiera hecho, créeme. Aparte de que te vas a tener que acostumbrar a él, ya que él viene con nosotros también. Prefiero tenerlo cerca.

—¿Qué? ¿No era ese el mismo tipo al que tanto odiabas por lo que estaba haciéndote? ¿Qué te hizo olvidar lo que tuvimos que pasar meses atrás?

—Las cosas cambiaron, Shu.

—¿En qué? ¿En qué pudo haber cambiado las cosas?

—Él y yo nos conocimos cuando niños. Basta con decir que gracias a él pude entender muchas cosas.

—No entiendo nada. ¿Lo conocías?

—Es una historia larga que luego voy a explicarte con calma. Ahora no es el momento.

—Te acostaste con él, ¿Verdad? ¿Es esa la razón por la cual lo quieres cerca? ¿No me digas que te gusta ese tipo, Rui?

—Si te digo que no sé lo que siento, ¿Me creerías? Estoy muy confundida, Shu. He tenido semanas muy duras. Primero el rompimiento con Shiro, el secuestro de Kenji, el reencuentro con Shiro, y el secuestro de Fumiko. Todo ha venido junto.

—¡¿Qué?! ¡¿Secuestro?! ¡¿Estuviste secuestrada?!

—Sí. Ayer cuando terminamos de hablar y llegué a la casa, ella estaba allí esperándome. No sé cómo dio con esa casa o cómo supo que iría para allá, pero lo hizo. No obstante, me llevó a un lugar donde me drogaron. No sé cuáles eran sus planes realmente, lo único que sé es que le pidió a un extraño hombre que abusara de mi, pero por suerte, Kenji llegó y logró evitar que sucediera algo a mayor. Lo único que dijo fue que un hijo mío podría acabar con la guerra que se había formado con Shiro. Verdaderamente no entendí sus enfermas razones para hacerme eso. Ella está totalmente cambiada, más bien, trastornada.

—Eso no suena para nada bien. Definitivamente, lo mejor que haces es irte. Esa familia está loca. Desde la madre, hasta el hijo.

Tan pronto terminamos con todo, nos subimos de vuelta a la camioneta y nos pusimos en marcha.

—¿Ya pensaste de a dónde irás?

—Al extranjero. Por ahora es el lugar más seguro que hay. Quedarme en Tokio solo hará que Shiro tarde o temprano de conmigo.

Una camioneta se nos cruzó en el camino, haciendo que el chófer frenara de golpe. Shu se quitó el cinturón y sacó el arma de su pantalón. Estaba algo aturdida por el golpe que me di con el asiento delantero, que no sabía lo que estaba ocurriendo, pero estaba claro que algo no andaba bien.

—Hablando del Rey de Roma— comentó Shu, y de inmediato supe de quién debía tratarse.

Miré por el cristal hacia la camioneta que se nos había cruzado en medio y vi a Shiro bajándose con una Škorpion vz. 61.

—Nos volvemos a encontrar, salvaje. Lastima que esta vez es para cortar oficialmente nuestros lazos como corresponde — apuntó hacia nuestra camioneta, y esbozó una sonrisa.