—Hay que detenernos, Kenji— mi respiración estaba agitada, tanto como la de él.
—Lo siento.
—¿Puedes prestarme tu celular? Necesito contactar a mi amigo. Debe estar preocupado porque no me encontró en la casa.
—¿Es de confianza?
—Sí, lo es.
—Toma— buscó en su bolsillo el celular y me lo entregó.
—¿No te molesta que lo haga venir a aquí?
—Para nada.
Llamé a Shu y no tardó en contestar la llamada. Pensó que se trataba de alguien más, y al escuchar mi voz se volvió como loco. Con la ayuda de Kenji, le di indicaciones de cómo llegar a esta casa y quedó en venir.
—Ahora vístete y desayuna. Ya debe estar frío. Les pediré que lo hagan otra vez.
—No te preocupes. Me lo comeré así.
—Estaré en mi habitación. Toma tu tiempo— sonrió antes de salir de la habitación.
Traté de darme prisa en vestirme y desayunar, porque sabía que Shu no iba a tardar en llegar. Bajé las escaleras cuando justamente la empleada estaba recibiendo a Shu en la puerta.
—Rui...— él entró directamente a abrazarme, y a examinarme de que estuviera bien—. ¿Estás bien? ¿Qué es todo esto? ¿Qué te pasó en el cuello?
Había olvidado por completo las marcas que me hizo Kenji, y lo difícil que sería explicarle a Shu sobre ello.
—Es una larga historia, pero voy a contarte luego.
—Dime ¿por qué estás con ese tipo? ¿Te tiene amenazada? — preguntó en voz baja—. ¿Fue él quien te hizo esto?
—No. Tranquilo, todo está bien.
—Nada está bien, Rui. Desde que desapareciste, las cosas han sido muy difíciles.
—¿Qué es lo que ha pasado?
—Shiro se ha encargado de hacernos la vida imposible. Ha creado un caos que no te imaginas. No hubo base de distribución que haya dejado sin destruir. Llegó incluso a la que teníamos localizada en Hong Kong, y las quemó todas. Hemos estado perdiendo en masa. Si no hacemos que se detenga, de esta no vamos a poder recuperarnos.
—No importa.
—¿No importa? Tu más que nadie conoces el sacrificio que hemos hecho para conseguir todo lo que tenemos, y permitir que ese cabrón lo destruya por esos impulsos, es inaceptable.
—Shu, no quiero seguir viviendo esta vida— logré decir lo que guardaba dentro de mi.
—¿Qué? ¿Qué te ha pasado mientras yo no he estado presente, Rui?
—Lo más probable no lo entenderías, pero no quiero seguir siendo tratada como un hombre. No quiero seguir en esta vida que solo trae desgracias y sufrimiento. ¿Si puedes entender eso?
No quiero esto más. Quiero darme la oportunidad de tratar de tener una vida normal. Luchar a toda costa por esa felicidad que jamás he tenido, lejos de esta vida que tanta desgracia me ha traído. Debo superar a Shiro, y pasar la página. Aceptar de una vez que él no va a cambiar, y que por más que hubiera deseado estar a su lado, él fue quien escogió esto.
—Rui, yo sé que te han pasado muchas cosas, pero tú jamás has sido de rendirte, por más fuerte que sea la situación. Dime, ¿Ese tipo te ha metido cosas en la cabeza?
—No, es solo que he descubierto que no vale la pena seguir con esto. Quiero buscar la felicidad en dónde quiera que se encuentre. De hoy en adelante puedes decidir qué camino quieres escoger. No te voy a obligar a que sigas mis pasos, ya que sé que aún tienes planes de ejecutar con lo de tu familia. Te agradezco que me hayas seguido hasta aquí, que me hayas protegido como lo has hecho, que me hayas ayudado en los momentos que más te necesité. Si no hubiera sido por ti, ahora mismo no estaría aquí. Eres, y serás siempre el mejor amigo que alguna vez haya tenido.
—Veo que estás decidida. Es la primera vez que te escucho hablar de esa forma, Rui. Supongo que no me queda de otra que seguirte apoyando en la decisión que has tomado.
—Puedes encargarte de los negocios que quedan. Es lo único que Shiro no conoce que soy yo quien los administra. Tengo suficiente dinero guardado para irme lejos de aquí. Voy a comenzar de cero en un lugar donde nadie me conozca.
—Te acompañaré, Rui. No voy a dejarte sola. Ahora más que nunca necesitas protección, así que cuentas conmigo para eso.
—Vayamos por el dinero de la caja fuerte. Hablaré con Kenji.
Fui a buscar a Kenji en su cuarto, y estaba limpiando la guitarra.
—Tenemos que hablar, Kenji. He decidido dejarlo todo y comenzar de nuevo. Para eso voy a salir del país. Es peligroso estar por ahí fuera con muchos enemigos, incluyendo ahora a Fumiko, y a Shiro.
—Entonces ¿Te vas?— se levantó, y asentí con la cabeza.
—¿No fuiste tú quien dijo que quería que dejara esto?
—Sí, pero… — hizo una pausa—. Bueno, si esto es lo que quieres, no puedo detenerte. Está demás decirte que no quisiera que te vayas, pero si esto es lo que decidiste, no puedo obligarte a que te quedes. Al menos, ¿puedo visitarte de vez en cuando?
—Claro que sí. Por cierto, quiero agradecerte por todo lo que hiciste por mí. Creo que es lo menos que puedo hacer, luego de haber descubierto muchas cosas. Gracias también por haberme hecho sentir tan bien anoche. Es un poco vergonzoso hablar sobre eso, pero…
—No digas más, Rui. Tu amigo debe estar esperándote. Protégete bien y ten mucho cuidado. Si algún día necesitas algo de mi, no dudes en llamarme. Ya sabes dónde encontrarme. Espero que todo te vaya bien— me despeinó el cabello, y sonrió.
A pesar de eso, tuve una extraña sensación en el pecho. No sabía de qué se podía tratar, pero se agudizó al darle la espalda. Este tipo de cosas las he estado sintiendo desde que me enteré de quién realmente era. Antes no me sentía así. Creí que había olvidado lo que era "sentir"; en cambio ahora, he estado muy vulnerable y sensible a todo lo que se trata de él. ¿Qué ha pasado conmigo? Tal vez toda la situación de Shiro es la que me ha llevado a sentirme así… confundida.
Me detuve frente a la puerta, y sentí sus brazos rodearme.
—Te juro que estoy haciendo el esfuerzo de resignarme y dejarte ir, pero no puedo. No quiero renunciar ahora que te encontré. Yo te quiero, Rui. Te quiero de verdad.