Esperé al día siguiente y traté de mantener la calma y no hacer una estupidez. K me lo advirtió, así que sé muy bien que estará vigilándome.
La empleada vino a la habitación y me escoltó hasta la mesa del comedor, K ya estaba sentado y mirando el teléfono.
—Siéntate.
—No tienes que darme órdenes— me senté en la silla y lo miré fijamente—. Ahora bien. ¿Qué es lo que quieres?
—Esta noche saldremos, por lo tanto, necesito que cooperes.
—¿Salir?
—No hagas tantas preguntas. La empleada te servirá tu comida, así que procura comer bien, o te volverás más plana de lo que ya eres.
No puedo entender lo que este tipo trae entre manos y eso me pone nerviosa. No sé qué terreno estoy pisando.
Durante el día estuve fuera de la habitación, pero no pude salir de la casa en ningún momento mientras él no estaba. K me vino a recoger en la noche y lo seguí hasta su auto. Vi que había mucho movimiento de hombres armados vigilando la casa, así que no pod��a hacer nada ahora. Se sentía relajante el aire fresco, tal pareciera que hubiera pasado muchísimo tiempo sin esto.
Manejó a toda prisa, y a pesar de estar a solas, no me atreví a actuar. A la velocidad que iba, si trataba de mover el guía, yo también me vería perjudicada. No tengo ningún arma para defenderme, tampoco en mi habitación había algo que pudiera servirme en un momento como este. Solo debo esperar a la oportunidad perfecta.
El camino lo reconocí de inmediato. Tal parece que luego de que me drogaron, me trajeron de vuelta a aquí. Si no me falla la memoria, está rutas y calles le pertenecen a Shiro. Estamos entrando a la mismísima boca del lobo. Este maldito estaba planeando traerme aquí para presionarme.
Se detuvo un poco antes del puente, donde no tan lejos se veía los autos y la carrera que estaba a punto de comenzar.
—¿No sientes ganas de ir a los brazos de tu Shiro? Un pajaro me contó que se encuentra ahí su gente.
—Eres un maldito. ¿Qué ganas con esto? ��Para qué me traes?
—Él debe estar ansioso de verte, así que quise hacerle un favor.
Debí imaginarlo, este tipo solo quiere manipularte porque sabe que si trato algo aquí, mas alguien de ellos me reconoce, irán con el cuento a Shiro y no podré escapar fácilmente. Si tan solo tuviera la oportunidad de encontrarme con Shu, otro sería el caso.
—¿Así que quieres que me baje para que sea blanco fácil? Acepto tu reto. No voy a dejarme intimidar por un imbécil como tú— me quité el cinturón, y cuando me disponía a bajarme, me agarró la mano. Todo pasó tan rápido, que cuando logré mirarlo, cerró la esposa justamente en mi muñeca.
—¿Tu realmente crees que las cosas son así de fácil?
Traté de halar la esposa para que la soltara, pero él cerró la otra parte en su muñeca, haciendo que ambos quedáramos esposados.
—¡¿Qué hiciste, maldito?!— halé mi mano, y él hizo fuerza para el lado contrario.
—Me temo que ahora harás lo que te diga sin protesta, querida Rui. Te iba a dar la oportunidad de que te bajaras, pero últimamente he visto que lo piensas mucho. Cualquiera diría que no tienes tantas ganas de huir de mi, o es que realmente le temes a salir ahí fuera.
—Suéltame, y verás.
—No hace falta que te bajes. Mientras tú y yo hablamos, Shiro debe estar muy ocupado ahora.
—¿Qué le hiciste?
—Su mamita quiere hablar con él, así que preparé todo esto para que pudieran encontrarse. Ahora que estás de por medio, le ayuda lo suficiente para poder acercarse a él. Te traje para que vieras este lugar por última vez, ya que en unos breves momentos todos quedarán detenidos y no podrán seguir operando en este lugar. Será el primer golpe que recibirá tu Shiro. Los demás vendrán después— acercó su otra mano a su oreja izquierda y lo miré—. ¿Todo listo? Muy bien. Ya salgo para allá— me miró y sonrió—. Debemos irnos.
—¿Y cómo vas a manejar si no me quitas esta mierda?
—No sueñes. No te las quitaré. Además, no necesito de las dos manos, con una me es suficiente. Ponte el cinturón.
Maldita sea. Tener que hacer todo lo que dice me irrita. Ahora no tengo de otra que hacer lo que dice.
Manejó hasta detenerse frente a un edificio de dos pisos. Me hizo pasar por su asiento para poder salir del auto. Aún en esta situación, no me soltó la mano. Observé varios autos estacionados afuera, y uno de ellos era el de Shiro. No creo que él esté solo.
Al entrar al lugar, me trajo a una habitación que era un estudio. Una gran cortina cubría gran parte de ella y él la corrió a un lado para dejar al descubierto una vitrina, donde alcancé a ver a Shiro y a su supuesta madre biológica. Él se apreciaba molesto, mientras que ella estaba tratando de acercarse, pero él la evadía.
—No te me acerques, y tampoco me toques con esas manos sucias. Si te he permitido que hables, es porque esto es algo delicado y que obviamente no puede salir de aquí. El hecho de que te escuche, no significa que voy a correr hacia ti a darte un abrazo y a alegrarme de que al fin te dignaste a aparecer en mi vida. Si no necesité de ti antes, ahora mucho menos.
—Fumiko no es tu madre, ni siquiera le importas, Shiro. Solo te ha estado utilizando hasta ahora. Tus hermanos no murieron en manos de Jang, murieron en manos de ella. Tú eras el que le faltaba, y decidió dejarte para que pudieras reclamar todo lo que le pertenecía a Jang, para luego darte de baja a ti y quedarse con todo.
—Shiro— me acerqué al cristal, pero tal parece que no me veía, ni tampoco me escuchaba.
—No sé con qué propósito o con qué derecho te atreves a aparecer ahora, pero realmente no me interesa si es por algo bueno o algo malo, de igual manera, ahora que me has dicho todo esto, tengo motivo suficiente para terminar contigo y de que esto no salga de aquí — sacó su arma y le apuntó.
—Si es capaz de apuntar un arma a su madre, ¿qué crees que será capaz de hacerte a ti? Bueno, luego de todo lo que te ha hecho, no sé cómo sigues detrás de alguien así— añadió K.
—Aquí está tu mujer. ¿Le mostrarás a ella también el cómo matas a tu madre?
—¿Mujer? — Shiro sonrió, y miró alrededor—. Yo no tengo mujer. ¿Crees que usando y metiendo a esa traidora a nuestra conversación va a cambiar lo que haré? Lamento decirte que te has equivocado— Shiro le disparó en el hombro, y ella se aferró a su traje, presionando su herida.
—¡Shiro, no!— grité dándole golpes a la vitrina, pero no me escuchaba.
—Eso fue inesperado— comentó K.
—Para mí solo eres una desconocida, y eso no va a cambiar por lo que dices, ni tampoco por unos simples papeles— le disparó por segunda vez en el abdomen, y la empujó al suelo.
—¡Tienes que detenerlo! — le grité a K, y él sonrió.
—Ya era hora de que esa vieja se diera cuenta de que no importa lo que haga, ese bastardo no va a cambiar su forma de ser y hacer las cosas. Lo mismo va para ti, mujer — K le dio a un botón y la vitrina se aclaró.
—Shiro... — le llamé, y él se giró hacia la vitrina donde me encontraba. Tal parece que esta vez si me escuchaba.
Había pensado en muchas cosas que decirle cuando lo viera, pero ahora estaba paralizada y no sabía que decir.
—Así que realmente estabas aquí, Rui. Veo que te has aliado con gente inservible— se acercó, y se mantuvo a una distancia prudente al cristal.
En su rostro se notaba el desprecio que debía estar teniendo hacia mí. Nada distinto a cuando nos conocimos.
—Ella es tu madre. ¿Por qué le haces esto? ¿Por qué nunca puedes permitir que los demás se defiendan y digan lo que tienen que decir?
—Porque no me gustan las excusas y las justificaciones. Veo que estás bien acompañada.
—No sé lo que te hayan dicho, pero te aseguro que no es cierto.
—Ya no me interesa si es o no cierto. Para mí ya fue suficiente de tus mentiras. Eres una traidora. Una maldita perra, que ni siquiera le importó la pérdida de su propio hijo.
—Por supuesto que me sentí mal, idiota. Mencionar eso es irrelevante ahora. Nosotros habíamos arreglado esa situación antes.
—Me mentiste, jugaste conmigo y con la idea de tener un hijo.
—Tenía miedo de que volviera a suceder lo mismo, Shiro.
—¡Mentira!— le disparó al cristal, pero estaba blindado, como para que la bala lograra romperlo.
El impacto de la bala estaba justo en mi frente. Si no hubiera estado ese cristal, ahora mismo no estuviera respirando.
—Fue un error no haberte matado ese día que te conocí, me hubiera ahorrado la molestia de tener que ir tras de ti ahora. Asegúrate de no cruzarte en mi camino, Rui. Procura que no te encuentre, porque cuando lo haga, voy a hacerte vivir un infierno.
Sus palabras me hicieron entenderlo todo. Es cierto que había estado ciega todo este tiempo.
—¿Y ya no he vivido en el lo suficiente? Para ti ha sido muy fácil darme la espalda cada vez que quieres. Siempre actúas como un cabrón y sin pensar en lo que uno sienta. Eres un maldito egoísta. Crees que eres el único que siente, que padece, pero te equivocas. No eres el único. Si no me quieres creer, pues no lo hagas. No voy a gastar energías explicándote algo, donde al final, solo creerás lo que se te dé la gana. Tu odio, rencor, egoísmo, es mucho más fuerte de lo que decías sentir por mi. Te vas a quedar completamente solo. Yo... —luchaba por controlar esa opresión en mi pecho y el nudo que se formó en mi garganta—. Me rindo. No vale la pena seguir al lado de alguien que dice quererme, pero que cuando tiene oportunidad, me lastima de la peor forma. Haz de cuenta que me mataste esa noche, porque realmente lo hiciste— miré a K, y me alejé de la vitrina—. Quiero irme, K. No hay nada que hacer aquí.
Vi hacia la vitrina y Shiro ya no estaba.
—¿Shiro vendrá por nosotros?
—Lo más probable lo trate, pero no te preocupes, aquí tenemos otra salida.
—¿Dejarás a su madre? Puede que aún esté viva.
—Traeré a alguien para que la busque, lo importante es salir nosotros de aquí.
Mi pecho estaba oprimido y una lágrima se encontraba en el borde de mis ojos, pero no voy a llorar más. Al final, tenía que saber que tarde o temprano esto pasaría, y que Shiro jamás cambiaría de parecer por mi. Duele darse cuenta de que no significas nada para ese alguien que quieres. La mejor decisión que he podido tomar, definitivamente ha sido esta.