He tenido tiempo de reflexión, y de darme cuenta de cada error que he cometido. Me enfrenté a la dura y cruel realidad de que estoy sola. Han pasado alrededor de dos semanas donde he tenido que estar bajo encierro, sin lograr ver la luz del día, pero aún sigo con vida. A pesar de las condiciones en las que me encuentro, llegué a pensar que sería peor. Tal pareciera que K no quiere verdaderamente matarme o ya lo hubiera hecho. Ni siquiera me ha tocado un pelo, solamente viene diariamente a visitarme, esperando que le tenga una respuesta favorable, pero no he dicho palabra alguna. Creí que luego de todo lo que dijo, él no tendría consideración alguna de mi, pero tal parece que solo lo ha hecho con tal de persuadirme o intimidarme.
Me traen comida y ropa todos los días, no me tiene amarrada, mas puedo usar todo lo que hay en la habitación; aunque la ventana está completamente clausurada. No puedo negar que me he sentido desesperada y con ganas de salir, pero siento que de alguna manera, incluso esto me ha ayudado a aclarar mis pensamientos y a abrir los ojos.
Solo me tengo a mi misma, no cuento con nadie más. A Shiro nunca le he importado, solo he sido una estúpida, masoquista, que busca la forma de llamar la atención de alguien que no siente nada por mi. He tenido suficiente con desvivirme por alguien que no movería un solo dedo con tal de ayudarme, porque todo es más importante para él que yo. Siempre ha sido así y me he hecho la ciega. He estado aferrada a alguien que no siente lo mismo que yo, y que en el momento que tenga forma de dar conmigo, me terminará matando sin permitirme dar una explicación. Ya me ha hecho daño lo suficiente y estoy cansada, harta de seguir viviendo en ese infierno, en donde las heridas superficiales sanan, pero las del alma permanecen intactas.
La puerta de la habitación se abrió, y vi a K entrar.
—¿Todo en orden?
—Todo el tiempo es la misma pregunta. ¿No tienes nada más que preguntar, idiota?
—Hasta que al fin hablas. Pensé que los ratones te habían comido la lengua. ¿Ya pensaste lo suficiente? ¿Hoy si tendrás una respuesta para mí, o no?
—No— respondí indiferente.
—Muy bien— sacó un celular del bolsillo y me lo tiró encima de la cama—. Voy a darte 30 segundos para que hagas una llamada, solo una.
—¿Estás queriendo jugar con mi mente, K? Me temo que tendrás que esforzarte más.
—25… — miró su reloj y lo ajustó.
¿Qué demonios pretende? 25 segundos no darán para hacer una llamada, y él lo sabe.
Agarré el teléfono y encendí la pantalla, fue cuando vi fotos de Shiro, pero no precisamente como me hubiera gustado verlo. Estaba en su negocio nocturno, acompañado por tres mujeres y dos de ellas estaban en su regazo.
Me dolió más de lo que pueda describir. Para mí ya debe ser normal que él siempre haga este tipo de cosas, ¿no? Pero ¿Por qué duele tanto?
—¿Esto era lo que querías mostrarme? — apreté el teléfono, y él sonrió.
—Esta foto fue tomada hace unos minutos. Mientras tú estás sufriendo y encerrada, él está pasando un buen rato y con buena compañía.
—Bien por él.
—¿Me dirás que no estás guardando rencor dentro de ti?
—Esto puede ser un montaje. ¿Por qué debería creer en lo que tú me enseñes?
—Por esa razón te di el teléfono. Comprueba por ti misma lo mucho que Shiro te ama. Llámalo.
—No me interesa— tiré el teléfono sobre la cama, y K se acercó.
—¿Quién eres? No pareces en nada a esa chica rebelde que traje hace dos semanas. Estás muy mansa. ¿Ya te resignaste a pasar el resto de tus días en esta habitación? — cogió el teléfono, y lo guardó.
—No. En la oportunidad que tenga, voy a huir de este lugar.
—Me gusta tu actitud y tu positivismo, pero eso no te servirá de nada aquí.
—Dime la verdad. ¿Qué es lo que quieres conmigo? Si tienes tantas herramientas para llevar a la cárcel a Shiro y a mi, ¿Por qué necesitas mi ayuda? ¿De qué puedo servirte? Ya viste que a Shiro no le importo ni un poco, entonces ¿Qué ganas teniéndome aquí? Yo no puedo darte la información que buscas, ya que ni confianza tiene en mi.
—Digamos que él y yo tenemos algo en común, compartimos un mismo interés.
—¿Hablas de su madre?
—No precisamente, fea. Ahora bien. Cuéntame. ¿Qué se siente ser reemplazada tan fácilmente?
—Lo mismo que debes sentir tu al no obtener lo que quieres metiendo cizaña, cabrón — mi respuesta lo hizo reír, y me encaró repentinamente.
—Debo admitir que somos muy parecidos.
—No me quieras comparar con semejante mierda— lo miré de arriba abajo, y sonrió.
—Creo que debo actualizar mi lista de intereses. De mañana en adelante te dejaré salir de la habitación, pero debes tener claro que no hay forma de huir, así que no intentes escapar o puedes salir muy herida. Espero tengas una linda noche. Descansa.
—¿Por qué lo harás? ¿Buscas ganarte mi confianza?
—No, solo quiero divertirme un poco. Duerme— se alejó y caminó hacia la puerta—. Y piensa mucho en mi.
—Maldito narcisista. ¡Púdrete!
Con una risa burlona abandonó la habitación.
Esa amenaza jamás podría frenarme. Tal vez mañana tenga oportunidad de escapar de este lugar, y no voy a dudar de al menos tratarlo. Aunque aún si lo hago, ¿Qué me puede esperar allá fuera de ahora en adelante? No sé nada de Shu, y Shiro me quiere ver muerta. ¿Mi vida puede ir mejor?