Desperté con un fuerte dolor de cabeza, mi cuerpo se sentía muy débil e incluso bastante caliente. Estaba en una habitación desconocida, recostada en la cama; era muy grande la habitación. Me levanté como pude, y al estar de pie, la puerta se abrió, fue cuando pude ver a K.
—¿Tú qué haces aquí?
—Hasta que por fin nos vemos otra vez, fea— sonrió malicioso.
—¿De qué se trata todo esto?
—¿Tú qué crees?
—Eres como un maldito fantasma, infeliz.
—Así es. Veamos el lado bueno, aquí nadie nos encontrará.
—Sal de mi camino— traté de caminar casi sin fuerzas a la puerta, y él me sujetó por la cintura.
—No vas a durar mucho si te vas, tu cuerpo debe estar caliente, ¿Cierto? — se fue detrás de mí y me sujetó ambos brazos a la espalda—. Tengo lo que necesitas, pero deberás hacer caso y ser buena.
—¡Suéltame!— le di una patada, no muy fuerte, y rio.
—Si sigues gastando energía, peor será para ti.
—¿Qué demonios quieres de mi?
—No estás en una situación donde tengamos tiempo de hablar, mientras sigas bajo los efectos de esa droga que te dieron, vas a ir poco a poco sintiéndote débil y más débil, hasta que pierdas el conocimiento; y quién sabe lo que suceda contigo luego. Le dije a Hotaka que no te diera eso, pero por desgracia, no le quedó remedio. Veamos el lado positivo, así nos conocemos mejor.
—¡Púdrete! ¡Primero muerta, antes que permitir que me pongas una mano encima!
—Shiro no podrá ayudarte, verás que está tan furioso porque su protegida se fue con su amante y lo abandonó, más véngase que se ha estado cuidando para solo darle hijos a su amante y no a él. ¿Cómo crees que debe estar ese demonio ahora?
—Fuiste tú quien provocó todo esto, ¿Cierto?
—¿Y quién más?
—Si lo quieres es matarme, hazlo, pero no me voy acostar contigo— forcejeaba con la fuerza restante para soltarme de su fuerte agarre, pero no podía. Mi cuerpo se sentía liviano y mi cabeza daba vueltas, no podía con el calor que estaba sintiendo, incluso mi visión estaba algo nublada.
—Lastima, pero no te estoy dando a escoger a ti— me empujó fuertemente a la cama, y quise arrastrarme para llegar a la otra esquina, cuando sentí que me agarró la pierna y me jaló hacía él.
—¡Eres un infeliz! ¡Suéltame! Tras de hijo de puta, ¿Eres un violador?— grité, y me giró boca arriba, sujetando ambas manos contra la cama.
—No es una violación, mientras que la víctima lo está necesitando. Tu vida corre peligro si no lo haces, además, me siento en la obligación de hacerlo, porque no puedo dejar que te mueras todavía. Ódiame mucho, así los dos disfrutamos de este sexo forzado. Dejemos de ser totalmente desconocidos, y creemos un lazo inquebrantable en la cama. Podemos profundizar nuestro encuentro, con algo de sexo intenso, ¿No lo crees? — rio—. No pensé que me sentiría excitado al verte debajo de mi, pero saber que eres la mujer de Shiro, me hace desear cogerte. Esto es una locura.
—Te voy a matar si lo haces, y no solo yo, Shiro también— diciendo esto, soltó una carcajada.
—Él te quiere ver muerta en este momento; a la que te vea, él mismo te hará esto y más. Alguien como él, no sería capaz de perdonar una infidelidad, y menos si es con su peor enemigo, feita. ¿Por qué no haces silencio y abres las piernas? Me ahorrarías mucho trabajo, al final, quieras o no, serás mía ahora. Hagamos un hijo, Rui Himura, ¿o debería llamarte salvaje para que te excites más?— rio.
Este tipo sabe mucho sobre mí, ¿Cómo demonios lo sabe? Si no hago algo, terminaré siendo violada por él. Estás cosas solo me pasan a mi. Tengo que salir de esta de alguna manera, no quiero llegar a esto. Si tuviera algo de fuerza, ya lo hubiera golpeado, pero me sentía muy débil.
—No me toques, maldito. Prefiero morir, antes que dejarme coger por ti.
—Debería ser yo quien sienta ese asco de ti, pues jamás me he acostado con una criminal, pero de alguna manera la idea no me desagrada del todo.
—¿Y tú qué demonios eres? No te gusta estar con mujeres de tu misma clase, entonces ¿Para qué me tienes aquí?
—Es una historia muy larga, pero no es el momento de contarla.
—Yo quiero saberla. Apareces de la nada a torturarnos, y ahora me tienes aquí. ¿No dijiste que me odiabas? ¿Para qué me quieres?
—Quizá sí pueda decirte la verdad. Quiero utilizarte para que me brindes una información valiosa de Shiro y de ti.
—Pierdes tu tiempo si crees que diré algo.
—No te pregunté. No creo que tengas opciones; al final, ayudarme es lo único que te puede salvar el pellejo ahora. No puedes volver con Shiro o te matará. Aquí nadie te va a encontrar, que incluso si quiero matarte y desaparecer toda evidencia, puedo hacerlo; como también puedo llevarte a la cárcel donde estuviste ya una vez. ¿Te queda alguna opción?
—Mátame, así tampoco tendrás nada. Si necesitas de mí, no te conviene hacerlo.
—No estás entendiendo todavía, pero tu y yo tenemos unas deudas personales pendiente, y planeo cobrarlas ahora. Sabes; tengo todas las cartas a mi favor ahora mismo. Aunque no te guste, tengo toda las ventajas habidas y por haber. Ya conoces cuales son tus opciones; en estos momentos, yo puedo hacer lo que quiera contigo y nadie nunca podrá probarme nada; de hecho, una de las primeras cosas que aprendí cuando ascendí al rango de Sargento de la división de narcóticos del Ministerio de salud y bienestar, fue que si pienso como agente del orden y como criminal, siempre estaré un paso adelante de todos. Me temo que tus opciones son limitadas; y lamentablemente mi paciencia y mi tolerancia son igual de limitadas en estos momentos.
—¿Sargento de qué?— abrí mis ojos de par en par.
¿Cómo no me di cuenta antes? Por eso sabía tanta información de nosotros. Estoy totalmente jodida.
—¿Acaso no lo sabías?—rio—. Estás en mis manos, Rui. Ahora bien, tú eliges qué destino amargo prefieres; unirte a mi y permanecer con vida, negarte y encerrarte en un hueco donde permanecerás hasta los últimos días de tu miserable vida, entregarte a Shiro para que te despedace viva por tus mentiras, o yo mismo torturarte hasta que dejes de respirar. La decisión está en tus manos. ¿Qué decisión vas a tomar, Rui? — rio más fuerte.
Por más que luché para cambiar mi destino, siempre termino regresando a lo mismo.
Las malas decisiones que tomamos en el transcurso de la vida, tarde o temprano se van pagando, pero tal parece que aún no he pagado lo suficiente.
¿Qué me puede esperar ahora?