—¿Ahora qué demonios vamos hacer? No podemos llegar a Hong Kong, o nos van a estar esperando allá— dijo Shu, visiblemente molesto.
—No lo sé, Shu. Voy a llamarlo por teléfono.
—¿Quieres arriesgarte a que rastree la llamada y dé con nuestra ubicación? Ni se te ocurra, Rui.
—Estamos aún en el aire, no va a saber a dónde iremos a aterrizar.
—¿Crees que Shiro es imbécil? Pondrá gente en todos los aeropuertos, y no dejará que aterricemos en ninguna parte.
—Pues me ayudarás a bajar y a encargarnos del asunto, ahora para mí lo importante es pensar en qué pista podemos aterrizar —no terminé de hablar, cuando mi teléfono sonó y era Shiro.
Llamada telefónica:
—¿Qué sucede, Shiro? ¿Puedes explicarme porqué tanto alboroto?
—¿Por qué eres tan cobarde, salvaje? Regresa, antes de que envíe una avioneta y dé la orden de derribar el puto avión en donde estás.
—¿Vas a decirme qué te pasa?
—No voy a repetirlo dos veces, regresa o yo mismo iré por ti y vas arrepentirte por querer verme la cara de pendejo.
—Así no hay forma de hablar contigo. Hasta que no te calmes, no voy a reunirme contigo. Si quieres mandar a tu gente, hazlo; de igual forma, si regreso vas a matarme igual, tu tono molesto me lo confirma.
—Claro que voy a matarte, a mala hora me confíe de ti. Ruega de que no te encuentre, o las consecuencias que eso va a tener, serán las peores, perra— me colgó la llamada y tiré el teléfono. ¿En qué puto momento tuvo que pasar esto? ¿Ahora qué demonios hago?
—¿Qué te dijo?
—Que va a matarme, nada nuevo.
—¿Y lo dices muy tranquila?
—Estoy acostumbrada a ese Shiro. Lo que quiero saber es, ¿Qué demonios lo hizo enojar así? ¿Por qué se escuchaba tan alterado?
—Quizás se enteró de que has estado viéndote con K, hasta yo hubiera reaccionado igual.
—No lo sé, pero no parecía que fueran celos. Hay que salir de este Jet lo más pronto posible, estoy segura que mandará a su gente a que nos mate a los dos. Hablemos con nuestros amigos en la base, ellos podrán despejar todo y aterrizamos allá.
—Esa pista que tienen es muy corta, no podemos aterrizar en un avión ahí, ¿Estás loca?
—¿Tienes otra opción?— Shu suspiró.
—En los problemas que me metes.
La otra opción sería que haya descubierto que me estaba protegiendo a sus espaldas, eso explicaría la razón detrás de ese comentario de que quise verle la cara de pendejo. Entre más vuelta le daba al asunto, menos comprendía su actitud. Estoy totalmente jodida ahora, esta vez no creo que me perdone la vida. Debo buscar la forma de protegerme, y mantenerme distante de él, al menos mientras se calman las cosas. Sus impulsos siempre son drásticos y terminan lastimándome.
Shiro
—Llama a mis contactos para que vigilen los aeropuertos, tienen la orden de acabar con esa puta y ese infeliz que la acompaña.
—¿Está seguro, señor?
—¿Alguna vez he dudado?
—Pero es su mujer.
—¿Y eso qué? Ella no dudó en reunirse con su amante, lo más probable la está acompañando ahora mismo también. Quiero que los encuentren a ambos y los eliminen, no quiero errores. De mañana no quiero que pase, sin que aparezca esa salvaje en pedacitos, ¿Te quedó claro?
—Sí, señor.
—Ahora nos estamos entendiendo.
Rui
Horas después
Habíamos tenido que aterrizar de urgencia en la base, pensé que no lograríamos salir de esta. Lo más extraño de todo es que, no hemos tenido ningún encuentro con los hombres de Shiro. El silencio es preocupante, estoy segura que esta vez va muy en serio.
—Tuvimos suerte esta vez, a no ser por ti, ya estaríamos bien muertos, Hotaka— dijo Shu.
—Se pueden quedar todo el tiempo que quieran, eso sí, el único problema será cuando hagan las inspecciones. No pueden verte, Rui.
—No te preocupes, no me verán— miré a Shu—. Comunícate y coordina una nueva fecha con nuestro socio.
—Lo haré, pero deberías ir a relajarte y organizar tus pensamientos de qué demonios harás ahora. Shiro no se quedará con los brazos cruzados y estoy seguro que buscará destruirte, y la mierda es que tiene como hacerlo por todas partes— siguió caminando y me quedé a solas con Hotaka.
—Tu noviecito se ve molesto.
—Él no es mi noviecito, además tiene razones para estarlo. Voy a darme un baño y regreso— lo dejé a solas y caminé a la cabaña.
Quise irme a bañar, no hay nada mejor que un buen baño para calmar el estrés y organizar los pensamientos. Estuve un rato en el baño, y al salir, escuché un ruido.
—¿Shu?— salí del baño en toalla, pensando que en realidad era él, pero no, era Hotaka—. ¿Qué haces aquí? — me tapé bien para que no me viera.
—Te vine a traer el uniforme, ya que no lo habías traído— me lo pasó y sonrió.
—Gracias— al bajar la mirada, vi como en un mínimo segundo sacó un pequeño rociador, una triste rociada, hizo que mi cuerpo se sintiera extraño y que mi visión se nublara. Había bajado por completo la guardia y retrocedí, tapándome la cara—. ¿Qué crees que haces?— pregunté casi con un hilo de voz.
—Te llevaré a un lugar dónde estarás mejor que aquí, ya deben estar en camino para buscarte.
—¿Me vendiste, cabrón?
—No te equivoques, te estoy ayudando, querida Rui— sonrió.