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Chapter 72 - 71

Dos meses después…

Las cosas estuvieron tranquilas. A los dos días de haber recibido la herida de bala, me reincorpore al negocio como de costumbre. El dinero lo dividimos para todos y guardamos una cantidad para el proyecto de bienes raíces. Aún está el proceso del proyecto. Es algo que se va a decidir más adelante. No tengo prisa para hacerlo. En realidad eso no me preocupa. No he sabido nada de Shiro y ese silencio me hace darme cuenta de que algo debe estar tramando. No pude burlarme de él como quería. Hubiera dado todo para hacerle una llamada luego de lo ocurrido.

—Tengo noticias de Shiro.

—¿Qué hizo ahora, Shu?

—Su boda sigue en pie. Al parecer se va a casar mañana.

Escuchar eso me dolió, pero no quise mostrárselo a Shu.

—Ya veo. ¿Alguna otra novedad?

—Al parecer no tiene planes de buscarte. De ser así ya no tenemos que preocuparnos.

—Así es.

—¿Vas a matar a la novia?

—No. No voy aguarles la fiesta. Me cansé de este ciclo de estupidez. Si luego de la muerte del viejo él sigue con ella, a mi me queda muy claro que la verdadera razón es que está con ella porque la ama y quiere ese bebé.

"Si, estoy con ella porque la amo."

—Es extraña escucharte decir eso. Creí que lo querías muerto tanto a él como a ella.

—No, ya Shiro no es mi objetivo. Quiero enfocarme en lo que realmente importa y son los negocios. Lo que él haga con su vida, es asunto de el. No seguiré aferrada a algo que no funcionó. Es tiempo de olvidar.

...

Al día siguiente:

—¿Todo está en orden?

—Si, Sr. Shiro.

—¿No hay rastros de ella?

—No, Señor.

—Eso es extraño. No sé descuiden.

—...Yo los declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia.

—¿Qué te pasa, Shiro? ¿Por qué me miras de esa forma?

—Por nada. Salgamos de aquí.

Caminaron fuera de la iglesia y Shiro subió a Sai a la limusina.

—¿Aún nada?

—No, Señor.

—¿Esparcieron el rumor como les ordené?

—Si, Sr. Shiro.

—¿Y por qué mierda no apareció?

—¿Usted quería que apareciera?

—No me hagan caso. Iremos directamente a la casa de seguridad que compre para la luna de miel. Si tienen alguna noticia, no duden en avisarme.

—Si, Sr. Shiro.

Shiro se subió a la limusina con Sai.

—Estás actuando extraño, ¿Qué te pasa?— le preguntó Sai.

—Nada. Ya quiero llegar. Eso es todo.

—Estas distraído. Ni siquiera me besaste con cariño en el altar. ¿Qué tipo de beso fue ese?

—¿Qué querías que hiciera una escena romántica frente a todos? Eso no es lo mío.

—Era el beso que sellaba nuestra unión, Shiro. Cómo se nota que no me quieres.

—Ya habíamos hablado sobre esto. No me colmes la paciencia.

—Si no me quieres al menos dímelo. No nos debimos haber casado.

—Ya estas tarde para arrepentirte. Una palabra más que digas y me olvidaré de que hace unos minutos nos casamos.

Sai se cruzó de brazos molesta y se giró hacia la ventana.

...…

¿Cómo es que estoy en esta situación ahora? Me dejé cegar por la rabia y aquí estoy. Escuchando conversaciones ajenas y llevando a la luna de miel al hombre que me destruyó la vida. ¿Qué mierda estoy haciendo? Has perdido la cabeza, Rui.

Bajé el cristal de atrás y hablé.

—No sabía que tan jodida podía estar una relación hasta ahora, Shiro.

—¿Rui?— Shiro se sorprendió y miró por el retrovisor.

—¿Estás feliz de verme, cariño? ¿Cómo les fue en su dulce boda?

Ví por el retrovisor cuando Shiro sacó el arma.

—Eso es peligroso dentro de un auto, Shiro. Si muero yo, se mueren todos. Como ves que coloque un explosivo dentro de esta limusina. Sería una tontería de tu parte tratar de matarme ahora.

—¿Qué hace esta zorra aquí? — preguntó Sai.

—Quería felicitarlos por ser los mejores actores del año.

Shiro se me quedó viendo por el retrovisor y sonrió.

—Ya sabía que vendrías, Rui.

—Sé que lo hiciste por eso. ¿Planeabas que evitará la boda para que me matarán tus hombres? Vaya que habían muchos por todas partes. No sé cómo pude salir de ahí con vida. Supongo que mi actitud y cuerpo de hombre me ayudó mucho en esta ocasión. — reí maliciosa.

—Te voy a matar, perra.— Sai se trató de levantar y moví el auto de lado a lado para que qué se cayera.

—Es peligroso no usar cinturón de seguridad, niña. ¿Tu estúpido padre no te lo enseño?

—¿Qué es lo que quieres, Rui?— preguntó Shiro.

—Ya lo dije, quería felicitarlos por su boda. ¿Qué se siente casarse con alguien que amas, Shiro?

Shiro se quedó en silencio.

—Entiendo. No tienes palabra para describirlo. Me alegro mucho por los dos. ¿Qué tal si damos una vuelta antes de llevarlos a su luna de miel? Sé que deben estar deseosos, pero tengo una sorpresa para ustedes y quiero llevarlos personalmente a los dos.

—No voy contigo a ninguna parte, perra.— me gritó Sai.

—Bueno, creo que no tienen otra opción a menos que prefieras lanzarte y no te lo aconsejo. Quédense tranquilos, no voy acabar con ustedes. No me interesa matarlos.

Shiro guardó el arma y se me quedó viendo por el retrovisor.

No le dije nada a Shu de que vendría. Lo más probable esté preocupado, pero es tiempo de terminar con esto.

—Quiero que la mates, Shiro.

—¿Quieres callarte?

—Si realmente me quieres como dices, demuéstralo.

—No necesito demostrarte nada. Este asunto es entre esa zorra y yo.

—Esa tipa fue quien mató a mi papá y si no lo haces tú, lo haré yo.

Sai trató de levantarse otra vez y frene el auto de golpe. Se dió un golpe fuerte y se quejó. Shiro no hizo nada para ayudarla. Que mucho le importa su esposa. Los traje al parque que solíamos visitar juntos cuando estaba embarazada. Detuve el auto y ambos miraron por la ventana.

—¿Recuerdas este lugar, Shiro?

—¿De qué se trata esto, Shiro? — preguntó Sai.

—¿Aún no te ha dicho quien soy yo?

Sai se quedó en silencio y Shiro también.

—Trabajaba para Shiro. Éramos como uña y mugre. Ahora solo soy un mal recuerdo. Es un hombre cobarde y orgulloso. Tuvo oportunidad de matarme y no lo hizo.

—¿Por qué mataste a mi padre?

—¿No es obvio? Quería su dinero y tuve que hacerlo. El muy hijo de puta le aviso a la policía y casi me matan. Ni modo que le hubiera agradecido.

—¡Eres una asesina!

—¿Y ahora es que te das cuenta, chiquilla?

—¡Voy acabar contigo!— corrió hacia la ventanilla, pero Shiro le disparó. Quedé fría al ver cuándo su cuerpo cayó en el medio del auto. Shiro guardó el arma de vuelta y caminó hacia la ventanilla.

—¿Cómo pudiste matarla? Estaba embarazada.

—¿Y eso qué? ¿No era lo que planeabas tu?

—No ahora.

—¿Para qué me trajiste aquí? ¿Estás tratando de hacerme recordar algo?

—Sí, ¿Qué hay de malo en recordar las mentiras que me decías?

Shiro paso por la ventanilla y se sentó en el asiento del lado mío.

—Llévame a donde será mi luna de miel.

—¿No vas a dispararme?

—¿No dijiste que si lo hacía el auto explotaría en mil pedazos?

—Sabes muy bien que no es cierto y aún así no me disparaste orita. ¿Qué sucede? ¿No te atreves?

—Llévame a dónde te dije.

Aceleré el auto y por todo el camino fue en silencio. Shiro no sacó el arma en ningún momento, pero no dejó de mirarme. Es extraño que no haya perdido la paciencia al tenerme cerca. Siendo otro hubiera aprovechado la oportunidad y me hubiera volado los sesos. Llegamos a la casa de seguridad. Todo estaba muy lindo preparado.

—Bájate. No hay nadie más aquí, así que despreocúpate.

En realidad no me importaba si había o no alguien. Ni siquiera vengo armada. Supongo que me confíe otra vez. Me salí del auto y me quite la gorra de chófer para dejar suelto mi pelo. Shiro se fue adelante y lo seguí. Entramos a la casa y todo estaba bien ordenado. Cómo que iban a pasar la noche aquí. Flores por todas partes, velas, algo que conmigo jamás hizo. Acaba de matarla, no entiendo porque hizo todo esto entonces. No puedo comprender lo que piensa. Lo seguí hasta la habitación. Era el lugar que más bonito estaba. No conocía esta parte de Shiro.

—¿Para qué me traes aquí?

—Fue tu culpa que haya tenido que matar a mi esposa antes de traerla aquí. Lo menos que puedes hacer es atenderme como se debe.

—Yo no voy a entrar en la cama que ibas a usar con alguien más.

—¿Qué hay de extraño? Es una cama que nunca ha sido usada. — Shiro se desajusto la corbata.

—No me gusta.

—Podemos hacerlo en el piso, en el baño, donde mejor prefieras. — me acerqué a él y sonreí.

—¿La pared no cuenta?— Shiro sonrió y me jaló hacía él.

—Si, pero en la cama puedo llegar hasta lo más profundo de ti. — me empujó a la cama y se subió sobre mí. — ¿No crees, linda? — me besó intensamente y mordió mi labio inferior.

—¿Por qué tan intenso, Shiro?

—Hace mucho no te tengo y necesito de ti. — eso jamás lo diría él y mucho menos luego de todo lo que pasó.

—¿Por qué finges, Shiro?— me besó el cuello y subió a lamer mi oreja con desespero.

—No estoy fingiendo. ¿Acaso no quieres ser mía? — quitó los botones de mi uniforme y me dejó con el sostén visible. Besó mi pecho y masajeaba ambos senos a la vez.

—Te conozco y sé que jamás dirías eso. ¿Por qué mientes? — Shiro se detuvo y me miró. — Tu ni siquiera me has querido nunca.

—Si te quería, — hizo una pausa y se me quedó mirando. —pero ahora te odio.— sentí su cuchilla atravesar mi costado y traté de soportar el dolor que sentía. Rechine los dientes del ardor. No era nada comparado al que sentía por dentro. —Te lo advertí tantas veces, Rui. Conmigo no se juega. — su expresión no lucía en paz o feliz. De alguna forma pude darme cuenta de que a pesar de lo que estaba haciendo y diciendo, no se sentía bien con esto.

—Esto era lo que quería. Gracias, Shiro. — mi voz estaba agitada y entrecortada. Shiro sacó la cuchilla y se me quedó viendo. — Ganaste. ¿Estás satisfecho? Acabaste con tu dolor de cabeza. — sonreí y una lágrima bajó por mi mejilla. —Lo siento. — entre más me esforzaba para hablar, más débil me sentía. Shiro acarició mi mejilla.

—¿Por qué tuviste que interferir en mis planes? Yo quería que te alejaras de esto y no me hiciste caso. Aunque no quiera las cosas deben ser así.

—¿No te das cuenta, estúpido? Es porque te sigo amando.—comencé a toser sangre. Sentía ese sabor a sangre en mi boca. Traté de acariciar su mejilla y la fuerza de mi mano se desvaneció por completo.

Mi cuerpo no podía aguantar. Mi visión se estaba nublando cada vez más. Al menos a la última persona que voy a ver es a él. Me puedo ir tranquila. Morir en las manos de la persona que amas, es la mejor de las bendiciones. Sonreí por última vez y no recuerdo nada más. Todo se tornó negro; del mismo color que mi alma se volvió al conocerlo. Este era el destino que me esperaba al enamorarme de él. Este fue el destino que elegí y soy feliz ahora, porque por fin seré libre.

Tiempo después...

—Sr. Shiro, ¿Qué le ocurrió? ¿No se supone que este en la luna de miel? ¿Por qué su ropa está llena de sangre?

—Hice lo que tenía que hacer. Acabe con todos mis problemas.

—¿Y por qué se ve así?

—Debería estar satisfecho, ¿No es así? ¿Por qué mierdas no lo estoy? ¿Por qué me permití que existiera una debilidad en mi vida? He sido muy débil y este es mi castigo.

—¿De qué habla, señor?

—Déjame solo.

—Si, señor.

Shiro caminó al cuarto y se sirvió un trago.

"¿No te das cuenta, estúpido? Porque te sigo amando."

¿Amando? ¿Eso con que se come? Solo lo dijo para confundirme. Jamás me lo había dicho. Lo hizo para que me sintiera miserable y lo logró. Shiro se tomó el trago y se sirvió otro.

Hoy perdí a tres y por eso me siento así. Pensar en eso es una pérdida de tiempo.

¿Estás dispuesta a tomar tu lugar como mi mujer?

Si, estoy dispuesta. Nada me haría más feliz.

Sabes todo lo que eso implica, ¿Verdad?

—Si y estoy dispuesta.

—Vamos a tener una hermosa niña, así como su mamita.

—Claro que me quiero casar contigo.

—Sabía que vendrías.

—No podía dejar a mi mujer y a mi bebé solas.

—Prométeme que estaremos juntos siempre, Shiro.

—Sí, hasta que deje de respirar.

Salte de mi cabeza, Rui.

Llamada telefónica:

—¿Alguna novedad, Shiro?

—Si, ya terminé el trabajito. Ya esa mujer no será un problema para nuestros negocios.

—¿Acabaste con ese problema?

—Si, de raíz.

—Por fin me das una buena noticia, Shiro. Creí que estabas defendiéndola.

—No, los negocios son primero. Tú más que nadie lo sabes.