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Chapter 71 - 70

Akemi se cambió de asiento mientras presionaba el acelerador y Shu tomó el volante del auto.

—Vente conmigo, Akemi. Encárgate del lado izquierdo, yo me encargo del otro.

—Sí, señora. — se pasó al asiento de atrás conmigo.

—No podemos gastar tantas municiones, no sabemos si tengamos que bajar del auto en algún momento.

—Sí, señora.

Ambos abrimos los cristales y nos asomamos para dispararle a las patrullas.

—¡Maldición! Tenemos también un helicóptero, Shu. ¿Qué se supone que hagamos ahora?

—Nuestra buena opción sería el túnel sasago, Rui.

—¿Y qué haremos ahí? Nos pueden rodear y atrapar más fácil.

—Podemos robar otro auto y pasar desapercibidos. Akemi se lleva el auto para llamar la atención y nosotros hacemos el cambio. De igual forma no tenemos el dinero ni nada que nos implique a lo ocurrido. Este auto ya lo conocen, no vamos a poder ir muy lejos con el.

—¿Y cómo nos sacaremos a la policía del trasero?

—De eso me encargo yo. No podemos tardar más de 15 segundos en detener el auto y hacer el cambio. Tiene que ser rápido y debes quitarte esa peluca para que no te reconozcan. El tramo no será tan largo para salir del túnel.

—Bien, si no tenemos de otra. Confío en ti, Shu.

Al llegar al expreso en dirección al túnel, Shu esquivó varios autos y logró adelantarse un poco. Al haber mucha congestión de autos fue más fácil para el.

—Escogeremos un auto que no llame mucho la atención. Según detenga el auto, te quitas todo y bajas. Akemi, tú te llevarás el auto y llamarás la atención.

—Entendido.

Según entramos al túnel, Shu continuo pasando entre los autos hasta que vio una menos llamativo. Se cruzó frente al auto y me quite la peluca para bajarme con el rifle. Shu y yo le apuntamos al señor que estaba dentro del auto y lo hicimos bajar a la fuerza. Ya Akemi se había ido con él otro auto. Tenía mi brazo algo lastimado. Estaba sangrando demasiado y el asiento se ensucio rápido.

—Ya mismo vamos a salir del túnel y nos desviaremos para regresar. Guarda el rifle debajo del asiento, por si acaso. — Shu me pasó el de él y lo guardé debajo del asiento.

Presioné fuertemente mi hombro.

—Estás muy pálida, Rui. Solo aguanta un poco más. Te juro que saldremos de esta.

El viaje de vuelta fue todo tranquilo. Akemi logró llamar la atención de la policía. Espero pueda salir de esta también. Al llegar al punto de encuentro estaban todos esperándonos.

—Creí que no lo lograrían. ¿Estás bien, Rui? — me preguntó Hotaka.

—Sí, ¿Cómo está todo?

—Bien. Tenemos que bajar todo el dinero y desaparecer las camionetas.

—Necesito que examinen su herida, Hotaka. ¿Dónde está el médico? — preguntó Shu.

—Está detrás con los otros heridos.

—Ven, Rui.

Shu caminó conmigo hasta donde el médico. Me senté en una de las cajas que había y espere a que me atendiera. Luego de examinarme tuvo que extraer la bala. Es una de las cosas más dolorosas que existe. Limpio mi herida y puso varias gasas para cubrirla.

—Has perdido mucha sangre. Deberías ir al hospital. — dijo el médico.

—No, yo estaré bien. No es para tanto.

—Deja de ser tan necia. ¿Quieres morirte? — preguntó Shu.

—Solo necesito descansar un poco y me recupero.

Shu suspiró molesto.

—Siempre descuidas tu salud por los negocios.— quería que se callara y le robe un beso.

—Lo importante es que todo salió bien y fue gracias a ti, Shu.

Shu desvío la mirada y sonreí.

—¿Ya se te pasó el enojo?— pregunté sarcástica.

—No me provoques, Rui. — puso su mano alrededor de mi cintura y se acercó.

—Luego que me sienta mejor tenemos que celebrar.

—¿Los dos solos?

—Sí, solos.

—Avanza y mejórate, niña necia. — acarició mi cabeza y sonrió.

—Quiero que cuenten todo el dinero y me digan la cantidad que logramos llevarnos.

—Entendido, jefa. Mejórate pronto.

Muero por ver la cara de Shiro al enterarse de esto.

...

—Shiro, te tengo malas noticias.

—¿Qué pasa?

—Asaltaron el banco Aomori y al parecer mataron al padre de su prometida.

—¿¡Qué?! ¿Quién mierda se pudo haber adelantado?

Recuerdos:

—¿Para qué quieres destruir a ese viejo?

—Ese no es problema tuyo, muñeca.

—Aún si no me dices, espero no arruinar ninguno de tus planes.

—¿Cómo podrías tú arruinarlo?

...

—Fui un imbécil. ¡Maldita zorra! Esto te va a salir caro.

—¿Qué hará, Sr. Shiro?

—Cazar a esa zorra que me está causando problemas. Va a lamentar haberse metido conmigo. Quiero que la busquen por cielo, mar y tierra. La quiero tener lamiendo la suela de mis zapatos. Conmigo nadie juega.

—Entendido, Señor.

Al día siguiente:

—¿Con cuánto dinero contamos, Shu?

—Anunciaron que en el banco había un total de 88 millones. Logramos apropiarnos solo de 45 millones.

—Maldición.

—¿Qué hay con esa expresión? ¿Es poco para ti?

—No, es solo que podíamos haber tenido más si ese viejo no hubiera activado la alarma.

—Opino que para ser la primera vez y no contar con el equipo adecuado, hicimos un buen trabajo. Shiro debe estar más que molesto. Ahora más que nunca hay que tener cuidado. Si sus planes eran ese banco, ya no podrá hacer nada.

—¿Cuántas pérdidas?

—21.

—Rayos. ¿Y heridos?

—11.

—Debemos contratar más hombres, Shu.

—Si, yo me encargo.

—Hablaremos con los socios para que me den su opinión sobre el proyecto de bienes raíces.

—¿Aún lo planeas hacer?

—Si, pero será para llamar la atención de Shiro. La que planeo hacer será fuera de Tokio.

—Es una buena jugada.