Luego de comer, la llevé a la casa y quedé en buscarla a las 8. No esperaba esa propuesta de ella. Es tan diferente a todas las chicas con las que acostumbro salir. Es más directa y eso me llama la atención. No sé a donde la debería llevar. Es la primera vez que cito a una chica, y no es para llevarla a la cama directamente. De hecho, no había planeado acostarme con ella esta noche; tenía planes completamente distintos; y aunque suene cursi, quería estar con ella fuera del teatro para conocerla más a fondo. Muy al fondo.
Mi teléfono sonó y era Vanessa.
—¿Qué sucede?
—¿Dónde estás?
—En mi casa.
—Iré a llevarte unos papeles y de paso hablar.
Miré mi reloj y aún tenía tiempo demás.
—Ven a mi casa.
Tiempo después, llegó y se sentó el sofá conmigo.
—Te llamé antes de venir, pues no sabía si estabas o no ocupado. ¿Qué vas hacer de ahora en adelante, Adrián?
—¿Otra vez con lo mismo?
—Solo dime. Hemos sido amigos por muchos años, al igual que tu empleada. Me preocupa mucho tu futuro.
—Vanessa, yo te agradezco muchísimo todo lo que has hecho por mi, pero esto es una decisión que ya tomé. Podemos encontrar algún otro contrato mejor y que no sean tan exigentes como Lily.
—Con ella llevabas años, Adrián. Dejar todo a un lado por esto, es demasiado. Date cuenta que si esa mujer llega con sus abogados, te van a exigir una cantidad de dinero por incumplir con las cláusulas del contrato. Aún estás a tiempo de hablar con ella y arreglar las cosas.
—No, hacer eso sería demostrarle miedo. Ella siempre quiere intimidar y dar órdenes como si fuera mi madre, y estoy cansado de eso.
—Fuiste tú el culpable. Te dije cientos de veces que no te revolcaras con ella. Esa mujer está obsesionada contigo y quiere tener el control de ti.
—Con más razón tenía que sacármela de encima. Tarde o temprano, esto iba a ocurrir. Yo no dejaré el modelaje, pero ahora quiero terminar la película, ya luego decido que haré para arreglar todo. ¿Me vas apoyar, o también me darás la espalda?
—Jamás te daría la espalda. Hemos sido buenos amigos por mucho tiempo, yo solo quiero lo mejor para ti. ¿Puedes entenderlo? Te veo como un hijo.
—No digas eso, por favor.
—Lo siento, no quise recordarte a tu madre.
—A diferencia de ella, tú si has estado conmigo y me has apoyado en este camino tan largo. No hablemos de esa mujer, me da náuseas.
—Es lo mejor. Esos documentos que te traje, fueron enviados por el director. Jared tendrá un papel en la película.
—¿Le dieron uno?
—Sí, y lo más probable no te guste, pero al parecer será tu rival también en la película.
—Edward sabe que yo no me llevo bien con él, ¿Por qué lo hace?
—Lo hace porque tú le has mostrado inseguridad y tiene temor de que dejes la película a mitad y él se vea afectado. Debes comprenderlo también. Todos nos veremos afectados si tú renuncias a última hora.
—Yo la voy a terminar.
—Gracias.
—Y ya no te preocupes, buscaré una forma de salir de esta.
—Confío en que si. Ya me tengo que ir — se levantó, y me abrazó — Cuídate mucho.
—Gracias por todo, Vanessa.
—De nada. Avísame cualquier cosa — se fue de la casa.
No quiero arrastrarla con toda esta situación. No sería justo, luego de todo lo que ha hecho por mí.
Me di un buen baño y busqué en el armario que ropa ponerme. Nunca había pensado en esos pequeños detalles, y ahora ando haciéndolo. Supongo que la quiero impresionar.
Estuve mirando la hora para ir a recogerla. Había llegado diez minutos antes, pero no quería que se diera cuenta, así que me mantuve un poco distante de la casa, hasta que fue la hora.
Al verla, quedé perplejo. Se veía distinta. Nunca la había visto en traje y con maquillaje.
—Que puntual — comentó.
—Te ves hermosa— me le quedé viendo, y sonrió.
—¿Te gusta? Así es más fácil— me hizo un guiño.
Sonreí al entender su comentario. Se acercó repentinamente a mi cuello, y soltó una risita traviesa.
—Te ves muy atractivo, y ese perfume huele muy rico. Siento ganas de comerte aquí parado.
Escuchar su voz cerca de mi oído, me activo hasta la última hormona. Se alejó y sonrió. Fui a abrirle la puerta y ella se subió. No hago nada más que verla y ya estoy así.
Acomodé mi pantalón y me subí al auto.
—¿Te gusta el parque?— le pregunté.
—Sí, pero quiero que me devuelvas el bolígrafo primero. No lo has botado, ¿Verdad?
—No, no lo he hecho.
—Quiero que me lo des ahora.
—¿Tan importante es?
—Sí, tiene un valor especial.
—Está bien.
La llevé a mi casa y nos bajamos a buscarlo. ¿Qué valor podría tener un bolígrafo? No comprendo.
Al cerrar la puerta de la casa y girarme, ella me atacó primero. Me acorraló contra la puerta y sonrió. Era como verle los cuernos y los colmillos.
—La diablilla está revuelta, ¿Eh? Creí que buscaríamos el bolígrafo y nos iríamos.
—¿Y realmente creíste que era para eso? ¿No tienes ni un poco de malicia, Adriancito? Ahora puedo violarte si quiero.
Agarré su cuello y la acerqué a mi.
—¿Y a ti quién te dijo que te permitiría eso? Quien saldrá violada es otra.
Nos besamos desesperadamente, como que habíamos esperado mucho por esto. Mordí su labio inferior y la miré.
—Cerraré bien la puerta. Está vez no nos van a interrumpir. Los teléfonos se quedarán aquí abajo.
Le arrebaté el teléfono de su mano y lo tiré a un lado e hice lo mismo con el mío. Le puse ambos seguros a la puerta y le agarré la mano para subir al cuarto. Esta vez no estaba dispuesto a permitir que nos interrumpieran.
Según entramos, la tiré contra la cama y me subí sobre ella. Puse una rodilla entre sus piernas y la besé. Nuestros besos eran muy húmedos y eso lo hacía más excitante. Se podría notar las ganas de parte y parte. Mordió mi labio inferior y sonrió.
—Te gusta morder duro, ¿Eh? — bajé a su cuello y la mordí.
Al escuchar su gemido, reí.
—Yo también sé morder, muñeca.
Bajé ambos manguillos de su traje para dejarla en sostén. Jamás había visto una mujer tan tetona como ella. Eran los senos más grandes y lindos que había visto.
Bajé los manguillos del sostén para dejar sus senos visibles. Hasta el corazón me palpitó y no solo el corazón.
Lamí su pecho y daba pequeñas mordidas hasta llegar a su pezón. Sus pezones estaban erectos y los chupaba para mantenerlos así.
—Pareces un bebé. Por más que las chupes con esa intensidad, no va a salir nada de ahí, muñequito.
—Pero de aquí abajo sí— presioné mi rodilla contra su vagina, y sonreí.
Mi lengua recorrió ambos pezones y los mordía suavemente. Ella estaba disfrutando de esto. Sus gemidos podían comprobarlo. No pensé que podría verla así.
Bajé mis dos manos a su ropa interior para quitársela, pero ella me aguantó la mano.
—Lo haré yo.
Me movió a un lado y se levantó. Se quitó el traje y quitó por completo su sostén, bajó la ropa interior y se quedó completamente desnuda delante de mí. Jamás había visto a una mujer voluptuosa desnuda, pero al verla, me sentí más excitado que con cualquier otra mujer que haya estado, y más por esa expresión que hizo.
—Quiero verte sin nada— extendió su mano para sacarme de la cama.
Me levanté y me quité el gabán. Ella fue quitando los botones de mi camisa, hasta quitarla por completo y acarició mi torso.
—Tienes un buen cuerpo, y tu piel es muy suave— bajó su mano a mi cinturón, y lo quitó.
Me quitó por completo el pantalón, hasta dejarme en bóxer. Me terminé de quitar los zapatos para estar más cómodo.
Ella me empujó a la cama y se subió sobre mí. Me besó y bajó por mi torso con su lengua. Dio delicados besos hasta llegar a mi pezón y lo lamió. Ninguna chica había hecho eso, pensé que se sentiría extraño, pero no fue así; se sintió extremadamente bien. Mi cuerpo estaba temblando. Ninguna mujer había tenido ese tipo de atención conmigo. Lo hizo en ambos pezones y fue descendiendo hasta mi ombligo. Me miró y sonrió, antes de bajar el bóxer y lamer sus labios.
Al ver con las ganas que lo metió en su boca, mordí mi mano. Su lengua jugaba alrededor de él, como si lo deseara tanto. Me miraba mientras lo hacía, y no podía evitar ponerme más caliente. Llevé mi mano a su pelo y lo recogí. Así podía ver claramente lo que estaba haciendo.
Al ver que lo metió todo en su boca, no pude aguantar las ganas de sujetar su cabeza y moverme dentro de ella. Era muy erótico poder apreciar cada expresión que hacía al tenerlo en su deliciosa boca. Me senté, y agarré su cuello con la otra mano.
—Mírame— le ordené.
Ella me miró, y esbozó una sonrisa.
—¿Te gusta? — pregunté.
—Me encanta.
—Ven acà — aún con la mano en el cuello, ella se sentó, y me encaró.
Lamí sus labios y la besé. Sacó su lengua y la mordí. Es como si hubiera encontrado mi otra mitad.
La acosté a un lado y ella abrió sus piernas. Se veía muy húmeda. Metió un dedo en su vagina, y al sacarlo, se podía apreciar el brillo de su humedad. Agarré su mano y llevé su dedo a mi boca, lo chupé mientras la miraba. Quiero más de ella.
Me acerqué a su vagina y lamí sus labios, daba suaves mordidas con chupones. Sus piernas estaban temblando y eso me tenía al tope. Su mano la puso en mi pelo y lo entrelazó entre sus dedos. Lamía su vagina y subía a su clítoris. Sus fluidos eran muy deliciosos, y entre más los probaba, más ganas tenía de quedarme ahí. Deseaba meter mis dedos para prepararla, pero no. Quiero ser yo quien la abra adecuadamente.
Me detuve para buscar los preservativos en mi gaveta. Me lo puse, y ella se fue a un lado de la cama.
—Acuéstate— me ordenó.
Hice lo que dijo, y ella se subió sobre mí, colocando mi pene en su entrada y puse ambas manos en sus caderas para bajarla bruscamente. Estaba ajustada y ambos nos quejamos a la vez. Se sentía sumamente bien.
No tardó mucho en moverse. Podía ver esa expresión perversa en su rostro y en esa posición podía verla completamente. Ella se movía como si quisiera partirlo. Definitivamente, es el diablo en persona y eso me gusta.
Sus movimientos circulares, me tenían al borde de la locura. Sus gemidos eran constantes, y se podía escuchar los sonidos de humedad. Si dejo que siga, terminaré corriéndome rápido y no sería justo.
Me senté y puse mi mano alrededor de su cuerpo para empujarla al otro lado de la cama. Me subí sobre ella y esta vez era yo quien tenía el control de todo. La continúe penetrando rápido y profundo. Ella puso sus piernas alrededor de mi cuerpo y sonrió, es como si quisiera tragarme. Es tan malvada que quiero cobrarle todo lo que ha hecho.
Llevé mi mano a su mejilla y metí mi dedo pulgar en su boca. Ver esa expresión mientras lo chupaba y se quejaba, era demasiado erótico.
Bajé mi mano a su cuello y me acerqué para besarla. La besaba intensamente y mordía sus carnosos labios. Sus besos me descontrolaban.
Sus manos las llevó a mi espalda, y al sentir como enterró sus uñas en ella, me estremecí. Nunca había sentido esto. Continúe así por unos instantes y luego retomé mi postura para poner sus dos piernas en mis hombros.
Podía ver claramente como entraba y salía, más sus senos moverse a la misma velocidad que la embestía, era razón suficiente para querer hacer un desastre de ella.
Me detuve y ella se puso en cuatro patas. Con ambas manos abrió su trasero y sonrió. Se podía ver absolutamente todo de ella. Ese poder que se carga esta condenada no es de Dios.
—Demonios, mujer. Tú vas acabar conmigo. Eres tan erótica y pervertida, que no me molestaría perder mi soltería contigo, y echarme la soga al cuello.
Ella sonrió, y movió su trasero. Entré de una estocada dentro de ella y sentí que pude entrar más profundo en esta posición, que casi mi alma se sale del cuerpo. Viendo todo ese nalgaje que estaba frente a mi, era imposible no correrme rápido.
La penetraba con todas mis ganas, y ella apretaba fuertemente la sábana. Sus gemidos eran más fuertes y constantes.
Me aferré de sus caderas para obligarla a recibirme. Sentí una sensación que nunca había sentido antes. Una presión y una humedad, que incluso con el condón puesto, me provocó un hormigueo incontrolable.
Ella lo sacó de dentro de ella y vi su cuerpo temblando. Así que acaba de tener un orgasmo, ¿Eh?
—¿A dónde crees que vas, pequeña? — volví a penetrarla, y agarré su pelo.
Me agarré firmemente de el y gire su cabeza para poder ver su expresión. Su respiración estaba agitada y sus gemidos estaban descontrolados. Ver lo excitada que estaba, me tenía a punto de estallar.
Besé su hombro y lo mordí, antes de agarrar su mejilla con brusquedad y besarla. Ese beso culminó con mi autocontrol. Tenía condón puesto, por eso me corrí dentro de ella. Esa sensación era increíble. Todo lo que he experimentado con ella, ha sido tan distinto a lo que regularmente hacía. Me gusta lo que estoy sintiendo.
Me salí de ella y se recostó en la cama. Me quité el condón y lo boté. Es el sexo mas rico que he tenido en mi vida. Me recosté al lado de ella, y se mantuvo en silencio.
—¿Te gustó? — le pregunté.
—Sí, mucho, ¿Y a ti?
—Me encantó. Eres increíble.
Ella sonrió, pero no sé porqué noté que no fue como siempre.
—¿Te sucede algo?
—No, claro que no. Gracias por esto— sonrió, y se sentó en el borde de la cama.
Vi que recogió el traje del suelo.
—Es de mala educación irse luego de tener sexo, ¿Lo sabías?
No estaba dispuesto a permitirle que se fuera. Quería tenerla conmigo luego de eso.
—Estás confundiendo las cosas, Adrián.
—Te quedarás conmigo y punto. Los amigos con privilegios hacen eso, ¿O no?
Se quedó en silencio, y la abracé de espalda.
—Quédate conmigo por esta noche. Prometo que no voy a roncar y te dejaré dormir.
Escuché su risa, y reí.
—Esta bien, solo por hoy.
Se recostó y me quedé al lado de ella. No me atreví abrazarla otra vez. No sé si es que no está acostumbrada a eso. Yo tampoco lo estoy, pero con ella no me molestaría hacerlo. Me siento muy cómodo cuando estoy con ella.
La miré y me le quedé viendo. No puedo negar que me gustaría tenerla más cerca.
¿Por qué estoy sintiendo esto?