Al llegar a la casa, fui al estudio para hablar con mi padre.
—¿Cómo te fue en tu primer día, hijo?
—Bien, papá.
—¿Lograste encontrar a la chica?
—Sí, no fue nada del otro mundo.
—Bien hecho. Te tengo un trabajo, John. Necesito que le des una advertencia a este sujeto— me dio una foto del hombre, y su información.
—¿Quién es?
—Alguien que me debe dinero y está haciéndose el de la vista larga. Ya sabes que hacer con él, hijo.
—¿Muy herido?
—Una lección que lo haga pagar lo que debe.
—Entendido, me encargo hoy mismo.
Me cambié el uniforme y me puse el gabán; luego busqué a Aquiles para que fuéramos juntos a buscarlo.
Últimamente mi padre ha estado mandándome a hacer este tipo de trabajos simples. Casi todas las semanas hay dos o tres que no le han pagado y, él sabiendo como son, sigue atendiéndolos. Todos los días es algo nuevo y, en realidad odio estos trabajos. Prefiero más quedarme manejando los negocios, que matando o golpeando a medio mundo. He perdido la cuenta de a cuántas personas he matado ya. Todo sea por mantener a mi jefe feliz.
Me puse los guantes negros y nos quedamos vigilando a que saliera de su casa y, en la oportunidad que tuvimos, Aquiles manejó el auto hasta llegar a donde él. Me bajé rápidamente y lo agarré por el abrigo, antes de darle un puño en la cara y, agarré su pelo para empujarlo contra el suelo. Él se cubría con las manos para que no le hiciera nada más, pero mis órdenes eran claras.
Le di varias patadas en donde lo cogiera.
—Tenga, joven— Aquiles me pasó el bate y lo agarré.
—Terminemos con esto de una vez — señalé al sujeto con el bate.
Alcé el bate y comencé a pegarle con todas mis fuerzas, en cada parte de su cuerpo, excepto la cabeza. Mis órdenes no son matarlo, por eso no lo hice.
Sus quejas y llanto me estaban molestando, era como si se metiera en mi cerebro. Es algo a lo que debo estar acostumbrado a estas alturas, pero sigo sintiendo el mismo desespero cada vez que lo escucho.
—Para que no se te olvide pagar las cuentas que debes. Es la primera y última advertencia, para lo próxima no seré tan considerado — le di un último batazo en la espalda, y me subí al auto.
Aquiles se subió conmigo y me quité los guantes.
—Lo hizo muy bien, joven.
—¿Qué te contó mi padre sobre el Sr. Sworth?
—Es una pregunta muy extraña, pero supongo que se la puedo responder. Eran buenos amigos antes, pero todo llegó a su fin luego de un malentendido.
—¿Qué malentendido?
—Acusaron a su padre de venderle unas rutas a otro socio; rutas que manejaban, obviamente entre los dos.
—¿Y eso fue cierto?
—Con todo respeto, eso debe preguntárselo a su padre, Joven.
—Esta bien.
Pasó una semana, y seguía asistiendo al colegio como de costumbre. Seguía irritado con el ambiente que hay entre todos. Andan sonriendo, hablando, riendo entre ellos; un ambiente totalmente lo opuesto a lo que acostumbro.
Salí del salón, y me quedé sentado en el pasillo escuchando algo de música, cuando vi a dos chicas pararse delante de mí. Al mirar su rostro, me di cuenta que uno de ellas era Liam, la otra no sé quién demonios era.
—Eres tú el chico nuevo del que hablan por toda la escuela, ¿No es así?—preguntó Liam.
¿Y esta tipa por qué me está buscando conversación? Esto será un problema, quizá sabe quién soy en realidad.
La miré serio y ella se quedó mirándome.
—No creo que sea buena idea, Bibi, tenemos que irnos— le dijo la otra muchacha.
—No, yo quiero conocer al chico que ha estado ocasionando tantos chismes por la escuela, no pensé que sería tan lindo.
Me levanté y quise caminar haciendo de cuenta que no existía y, eso le molestó.
—¿A dónde vas, cobarde?— se paró delante de mí, y me le quedé viendo.
—¿A quién llamas cobarde, fea?— di un paso al frente, y la encaré.
—No sabía que eras tan amargado. Debes tener una miserable vida para ser tan serio y gruñón, ¿Me equivoco? — sonrió maliciosa, y eso me molestó.
—¿Cómo lo sabes? — arqueé una ceja, y me le quedé mirando fijamente.
—Se puede notar a simple vista. ¿Te has mirado en un espejo?
—Habló la típica zorra y plástica. Si no tienes nada interesante que decir, fuera de mi camino.
—¿Y si no me quiero salir?
Sí que tiene una facilidad de irritarme, a tal nivel, de querer matarla.
Quise seguir mi camino, pero volvió a pararse en medio. Me tenía tan cansado con su comportamiento, que quise actuar de otra forma.
Sujeté su mentón y la acorralé contra la pared.
—Vaya, si la niña zorra parece que quiere un hombre nuevo. Eres muy insistente. No eres mi tipo, pero puedo hacer un esfuerzo y hacértelo aquí mismo. Digo, porque es eso lo que buscas, ¿No es así? —sonreí, y ella se puso nerviosa.
—¡Deja en paz a mi amiga!— gritó la otra chica.
—Pues llévatela y que deje de meterse en mi camino —me alejé de ella, y seguí caminando.
—Me gustan los hombres como tú. ¡Serás mío!— gritó Liam en pleno pasillo.
Ignoré lo que dijo y seguí caminando. Que mujer tan persistente y odiosa.