Chapter 328 - 125

Estaba tan ansiosa, que estaba dando vueltas en el lugar, no encontraba nada más que hacer. La ansiedad me estaba consumiendo, estaban tardando demasiado. Quise salir a tomar algo de aire fresco mientras terminaban.

—¿A dónde vas con tanta prisa, corderito? — me crucé con Akira en la entrada y casi me da un infarto, lo menos que pensaba era que me estaba siguiendo. ¿Qué se supone que le diga?

—¿Qué haces aquí?— le pregunté molesta.

—Buscando a mi princesa perdida.

—No tengo tiempo para juegos, Akira.

—Me avisaron de lo que hiciste. Que niña tan mala resultaste ser. ¿Sabes cómo debe estar Kanji en este momento?

—No me importa como está, por nada de este mundo iba a permitir que ese sucio negocio continuara.

—Lo sé, pero debiste avisarme. Lo menos que va a imaginar es que fuiste tú quien lo hizo.

—Que piense lo que quiera, no tengo tiempo para hablar de esto. Permiso, Akira.

—¿A dónde vas con tanta urgencia? — se interpuso en mi camino.

—A ver a mis hijos, ¿Hay algún problema con eso?

—Voy acompañarte.

—No, ellos no te quieren ver.

—Lo que suceda con ellos, es mi problema también. No son solamente tus hijos, lisa. Dijiste que corrían peligro, asumo que es porque Kanji sabe dónde están, ¿No es así?

—Sí, él sabe dónde están.

—Que mucha confianza se tenían, para poner la vida de mis hijos en manos de ese infeliz. ¿Confías más en ese cabrón que en mi?

—Él no nos abandonó cuando tú lo hiciste.

—Porque te estaba utilizando. ¿Cómo va a dejar ir a la gallinita de los huevos de oro?

—¿Ya terminaste de burlarte?

—Voy a ir contigo a buscar a mis hijos y los traeremos de vuelta con nosotros.

—Con nosotros me suena a mucha gente. Ellos no quieren tenerte cerca y es mejor que se queden donde están. Kaori no puede abandonar la escuela.

—¿Escuela? — arqueó una ceja.

—Sí, ¿Qué más podría ser?—Akira sonrió.

—Te voy acompañar y no quiero una protesta más— su expresión se puso seria y no encontré cómo negarme. Al menos a Kaori no se le nota la barriga todavía.

Lin

—Kaori, tenemos que irnos.

—¿Qué pasa? ¿Por qué nos vamos?

—Esos hombres que están afuera no son los de Kanji.

—¿Cómo lo sabes?

—No conozco a ninguno. Tenemos que salir de aquí cuanto antes.

—Tenemos que avisarle a mamá, Lin.

—No hay tiempo, tenemos que ir al auto, no podemos llevarnos nada o sospecharan. Vamos a salir como si fuéramos a dar una vuelta en el auto y nos escapamos.

—¿No estás siendo muy desconfiado?

—Estoy seguro que algo raro está pasando, no puedo arriesgarte a ti, ni al bebé. Tenemos que irnos.

—Esta bien, pero hay que avisarle a mamá.

—Sí, lo haremos por el camino. Vámonos, Kaori.

Lisa

No tuve de otra que irme con Akira, me terminó de ayudar con los trámites para la compra y luego nos fuimos. Hice que se quedara James, ya que al final de cuentas, está herido y no quiero que se lastime por mi culpa; además de que sé que Akira no hará nada malo, al menos no por ahora. 

—¿Por qué recibió una beca de tan lejos?— me preguntó según subí al Jet. Sus preguntas me estaban poniendo nerviosa. Cuando Akira pregunta tanto, es porque está dudando. Solo espero que Kaori ni Lin metan la pata y le cuenten sobre esto.

—Nuestra hija es muy inteligente, ¿No estás feliz por ella?— respondí mirándolo.

—Esa no fue la pregunta, querida.

—¿Puedo saber porque tú insistencia?

—¿Por qué tus nervios, amor? Es sólo una pregunta, ¿Qué te cuesta responder?

—Te conozco, Akira. Si tienes algo que decir, ¿Por qué no lo dices directamente?

—¿No eres tú quien debe decirme algo, hermosa?

—No, no tengo nada que decir, mi amor.

—Esta bien, lo que tú digas — caminó hacia la cama y se paró al lado de ella—. Ven aquí, corderito. Recordemos viejos tiempos.

—No, si te sientes tan caliente, ¿Por qué no vas al baño y lo haces ahí? —no terminé de decirlo, cuando me jaló hacía él.

—Porque sería un desperdicio cuando tengo donde usarlo.

—Yo no soy una de tus mujeres alegres a las que tanto visitas, estás equivocado si crees que puedes utilizarme de la misma forma que las usas a ellas.

—¿Mi corderito está celosa?

—¿Quién estaría celosa por ti? Maldito presumido.

—Tú. Me lo dice esa expresión. ¿Me dirás qué no te gustaría repetir lo que hacíamos antes?

—No, no me gustaría, ahora déjame tranquila.

—Eres tan mentirosa para todo. ¿Cuándo será que vas a ser honesta contigo misma?—se acercó a mi oído—. ¿Dirás qué no te gustaría que me corra dentro de ti?

—Eres un pervertido.

—Justo lo que te gusta, quizás eso es lo que te hace falta para que quites ese mal humor que te cargas, tonta.

—¿A quién le dices tonta, idiota?

—A ti — me empujó a la cama y se subió sobre mí.

—Suéltame, estúpido. Te voy a golpear— sujetó mis manos por encima de mí cabeza y ejerció presión contra la cama.

—Si sigues gritando vendrán las queridas azafatas y van a vernos en esta comprometedora situación, ¿Eso quieres?

—¡Eres un cobarde!— grité agitada.

—No te voy a obligar hacerlo conmigo si no quieres, pero déjame verte un poco más en esta posición. Estás muy roja, corderito. ¿Acaso te gusta esto?

—Claro que no.

—Parece que lo estuvieras disfrutando, estás más roja que de costumbre, ¿No extrañas sentirme dentro de tí?

—Deja decir esas cosas, pervertido— no encontraba dónde meter mi cara de la vergüenza.

—Ni siquiera estás tirando patadas como antes hacías. Parece que te gusta sentirme entre medio de tus piernas, corderito.

—Haces todo esto para excitarte, cerdo.

—No necesito esto para excitarme, preciosa. ¿Acaso no sientes como estoy?

—Maldito seas, termina de una vez— me besó tan de repente, que me hizo soltar un suave quejido.

—No suenas convincente, princesa.

—Eres tan despreciable, Akira. ¿Por qué siempre haces esto?

—Porque te gusta; además de que es cuando más honesta eres. Tus instintos y ese deseo que tienes por dentro, sale a la luz. No se puede ocultar para siempre, querida. ¿Por qué me no me dejas amarte?

—¿Seguirás con lo mismo?

—Sí, hasta que te decidas. Soy muy persistente contigo y lo sabes.

—Ya déjame en paz.

—Te dejaré en paz, pero cuando me respondas una pregunta.

—¿Qué pregunta?

—¿Qué enfermedad tiene Kaori? Si no me respondes te voy amarrar a la cama y no te soltaré hasta que hables. Y sabes que soy capaz de eso y más, ¿Verdad?— su expresión se puso seria otra vez. ¿Ahora qué se supone que haga? No pensé que preguntaría algo como eso.