Chapter 326 - 123

Mientras atendían a James, me quedé con Akira en la sala de emergencia. Me sentía algo ansiosa, tengo que llamar a mis hijos y sacarlos de ahí. Todos los hombres que están con ellos son de Kanji. Me levanté y caminé a otra parte para llamar a Lin, pero no respondió. Tuve que dejarle un correo de voz.

Mensaje de voz:

Lin, si escuchas este mensaje llámame. Necesito que salgan de ahí, sus vidas pueden estar corriendo peligro.

—¿Por qué van a estar corriendo peligro mis hijos?

—Akira…

—¿Qué está pasando, lisa?—no encontraba qué decirle, Akira no puede saber dónde están.

—No está pasando nada — era más que claro que Akira no creería ni una sola palabra, pero no sabía qué inventar, él no es idiota. Se me quedó mirando y sonrió.

—Esta bien, preciosa.

—¿Qué fue lo que sucedió con Kanji?

—¿Por qué tanta curiosidad? ¿No está claro que está pasando? Me declaró la guerra, y si eso quiere, eso tendrá.

—Ahora no es el momento de que peleen.

—Él fue quien empezó.

—No le hagas nada, Akira.

—Oh, ¿Estás defendiéndolo? ¿Qué sucede, lisa? ¿Te enamoraste de él?

—¿Qué demonios dices?

—Eso parece, he perdido la cuenta de cuántas veces lo has defendido.

—Kanji estuvo ahí cuando tú no estuviste, se ha convertido en mi amigo y si actuó de esa forma, tuvo que haber sido por tu culpa. Él se veía alterado por lo que dijiste esta mañana.

—¿Sigues pensando que tú adorado Kanji es un santo? ¿Te escuchas? Ahora soy yo quien tiene la culpa de todo.

—No es un santo, pero tú eres mucho peor que él. Ya te conozco, y algo muy malo tuviste que haberle dicho para que olvidara el trato y quisiera hacerte algo.

—¿Quieres saber porque quería matarme? Porque tiene una debilidad que es la misma mía, esa debilidad eres tú. No quiere que sepas lo que oculta y quería eliminar testigos. Que divertido es ver que el león se terminó enamorando de la ovejita. Lástima que esta ovejita ya es mía, y no se la daré a nadie.

—¿Y qué oculta, según tú?

—Su oscuro negocio en el centro, begocio en el que tú has estado ayudando. ¿A qué no adivinas? Las personas para él son muy valiosas. Reunir al ganado en un mismo lugar y lucrarse de su cuerpo, dinero y órganos, No suena tan enfermo para ti, ¿o si? Ha estado llenándose el bolsillo a costa tuya y resulta que yo soy el más malo— rio.

—¿Dijiste org-an... — no podía pronunciar una palabra más.

—Te he dicho un millón de veces que no confíes de nadie, las apariencias engañan, corderito, pero aún no entiendes eso.

—Eso no puede ser posible. Estás tratando de lavarme el cerebro, Akira, esto no te lo voy a perdonar nunca.

—Pregúntale tú misma si tanto dudas de mi palabra; luego no sufras por el golpe de la realidad, querida— acarició mi cabeza y se fue. Esto no puede ser. Akira debe estar mintiendo. Kanji no es así, él no puede ser así.

Seguí llamando a Lin y Kaori, pero ninguno respondió. Tendré que viajar, no tengo de otra, tengo que sacar a mis hijos de allá. Esperé hasta que a James le dieran de alta. Akira se había ido no sé a dónde.

—¿Te sientes mejor, James?

—No se preocupe por mi, señorita, solo es un pequeño rasguño.

—Claro que tengo que preocuparme, eres como parte de mi familia. Me has ayudado mucho.

—Me hace muy feliz escuchar eso, señorita, pero hay James para rato.

—Lo sé— sonreí—. Sabes que confío mucho en ti y quisiera hacerte una pregunta, eras empleado de Kanji y debías conocer mucho sobre él; lo más probable no quiera responder esta pregunta, pero realmente necesito saber. ¿Kanji te habló sobre el negocio del centro comercial?

—Sí, mi señora. ¿Qué sucede con ese negocio? ¿Le trajo problemas?

—¿Estás diciendo que realmente hay un negocio en el centro comercial?

—¿No estaba al tanto? ¿Usted no era la dueña?

—Dígame que no es cierto, por favor.

—Creo que he metido la pata.

—Dígame que no es cierto, dígame qué Kanji no es capaz de eso, por favor.

—No sé qué decirle, señorita. Kanji tiene sus razones, pero todo este tiempo pensaba que usted era parte de eso.

—Jamás sería parte de una atrocidad como esa. Ese negocio se tiene que ir abajo. ¡Tú me ayudarás a destruir ese centro ahora, James!

—Sí, mi señora, cuente con mi ayuda.