Chapter 320 - 117

Fui a la oficina de Kanji y estaba ocupado hablando por teléfono, no quería interrumpirlo.

—¿Qué te pasa, corderito? ¿Husmeando en la oficina de tu querido Kanji?

—No estoy para tus estupideces. Adiós— traté de caminar para otro lado, pero Akira me agarró el brazo.

—No me trates tan mal, preciosa.

—No hagas una escena aquí, nos pueden ver y pensaran mal.

—No estarían pensando mal, porque realmente está pasando algo.

—Vamos a mi oficina, tengo que hablar contigo— le pedí.

—¿Una propuesta indecente de mi corderito?

—No seas imbécil.

—¿Te he dicho lo que me gusta verte enojada?

—Idiota.

Caminé a mi oficina, y Akira vino detrás de mí.

—Tenemos un problema— le expliqué lo que había sucedido, y se quedó atento escuchándome.

—Oh, ¿Mi corderito se preocupa por mi?

—¿Quién se va a preocupar por ti, tonto?

—Tú. Ocultaste la verdad, con eso demuestras que no quieres que nada me pase.

—No me importa lo que te pase ya.

—Si tú lo dices —se acercó y retrocedí—. ¿Por qué huyes? No importa a donde vayas, te besaré igual—me agarró por la cintura y me acercó a él para besarme; sus labios suaves y su lengua hicieron mi cuerpo estremecerse.

—¡Akira, ya basta!— le pedí, y se acercó a mi oído.

—Te deseo, lisa. Quisiera poder hacerte mía ahora, hacerte gemir mi nombre.

—Cállate.

—¿Qué pasa? ¿Te trae buenos recuerdos?

—Claro que no.

—Tu cuerpo está temblando, casi igual que cuando te corres.

—Eres un maldito pervertido.

—Justo lo que te gusta— mordió mi oreja tan de repente, que me hizo soltar un suave gemido.

—Detente, por favor.

—Te amo tanto, lisa.

Tocaron la puerta y Akira me soltó.

—¿Está todo bien por aquí?— preguntó Kanji al entrar.

—Sí— respondí rápidamente.

—No creo que sea tu problema, Kanji— comentó Akira, luego me miró con una sonrisa antes de irse.

Estaba tratando de reponerme del estado en el que me dejó, mi cuerpo se sentía en fuego.

—Tenemos que hablar, Kanji.

Akira

Me dirigí al baño y no pude evitar tocarme. ¡Maldita sea, lisa! ¡A esto me llevas! Soy yo quien termina peor con este tipo de juegos. Que patético me he vuelto.

Lisa

—Hiciste bien aceptando, pero no creo que sea realmente detective. Voy a averiguar sobre él, y tan pronto tenga la información, nos desahacemos del problema.

—Gracias, Kanji.

—Estás roja, ¿Te sientes bien? — su pregunta repentina me puso nerviosa.

—Sí— respondí, tratando de disimular mis nervios, a lo que se acercó.

—¿Te hizo algo, Akira?— arqueó una ceja.

—No, no lo hizo.

—¿Y por qué desvías la mirada?

—Porque estás muy cerca.

—Otras veces lo he estado y no te pones así, tus sonrojos siempre son por él.

—¿Volveremos al mismo tema, Kanji?

—Aunque te moleste esa es la realidad. Quisiera que me mires así cómo lo miras, odio que estén a solas. Imaginar que trata de propasarse contigo me molesta.

—Kanji, habías dicho que me entenderías. No creo que sea algo de lo que debamos hablar nosotros dos.

—Me gustas, lisa. No quiero que lo que habíamos alcanzado se arruine—me besó en la mejilla —. Haré de cuenta que nada pasó, pero no cambies tu actitud conmigo. Quiero que seamos como antes de que ese idiota llegara, ¿Está bien?

—Está bien, Kanji.

—Gracias — acarició mi mejilla, pero no sentí lo que antes sentía. Antes solo con eso mi cuerpo se descontrolaba, pero desde que Akira regresó, incluso eso cambió. Akira es alguien irresistible, cuesta trabajo rechazarlo. Cada día que pasa y lo veo, es peor para mí.

El día en el trabajo fue tranquilo luego de lo sucedido. Me encontré a Akira varias veces, pero busqué la forma de quitármelo de encima. No he podido olvidar lo que sucedió esta mañana. Cada vez que pienso en eso, mi cuerpo se siente extraño. ¿Por qué tengo que sentirme así por él?

Akira

En la noche

—Me voy a volver loco, ayúdame, Luna.

—Eso es inusual, el famoso Akira pidiéndome consejos amorosos.

—No estoy para que te burles, estúpida.

—Es que si no lo veo, no me lo creo. Preguntarle a una prostituta como yo sobre el amor, ¿No lo consideras algo estúpido?

—Eres mujer, y debes saber cómo te gustaría que te traten.

—No todas somos iguales, a mí me gusta rudo— rio—. Trataré de ayudarte en lo que pueda, cuéntame lo que sucede — le conté todo sobre lisa—. Vaya, si hubiera sido yo, a la primera te hubiera mandado a la mierda. Has actuado como un cobarde y un idiota, pero en realidad mucho haces. Uno no viene con un manual para saber cómo hacer las cosas, uno cómete mucho errores y de eso la vida se encarga de cobrarlo. De alguna forma, todo lo que han pasado juntos es lo que fortalece cada vez más esa relación. Yo no hubiera podido perdonar ni la mitad de lo que has hecho. Conozco tu pasado, Akira. Tu y yo somos casi iguales. Yo no conocí el amor, no sé lo que es, no sé lo que se siente, nunca he estado enamorada en mi vida. Tú no te criaste en ese ambiente rodeado de amor ni nada de eso, no conoces nada más que esa mala vida que llevas. Solo estás acostumbrado a tenerlo todo, pero tienes que aprender que no todo se puede tener. Por lo que me cuentas, ella debe aún quererte. Si fue capaz de perdonar cosas peores, estoy segura que algo más es lo que la detiene. No la obligues, no la presiones, si es para ti, supongo que tarde o temprano podrás tenerla en tus brazos, pero mientras la sigas cagando como hasta ahora, solo vas a conseguir alejarla.

—Es que es muy difícil, Luna. Trato de mantenerme lejos de ella, trato de no lastimarla o obligarla, pero es ella. Tiene algo que hace que me descontrole y pierda todo. Siento tantas ganas de ella, que cuando me rechaza, me hace quererla más. Ninguna mujer me había rechazado, y que ella lo haga duele. Su forma de ser, su cuerpo, esa mirada que me da, su sonrisa; tiene una hermosa sonrisa, pero casi todo lo que he visto de ella son lágrimas, y todas las derrama por mi culpa. Quisiera ser otra persona, poder hacerla feliz y no lastimarla o dañarla, pero este otro ser dentro de mi, quiere hacerle tantas cosas y muchas veces se sale con la suya. Es como que quisiera tenerla, obligarla, dominarla, tenerla debajo de mi suplicando. Es…

—A eso estás acostumbrado, es tu verdadero yo. Es normal que ahora que estás explorando algo diferente te sucedan esas cosas, pero te has dejado dominar por ese deseo, y eso solo va a lograr que ella se aleje de ti.

—Yo no permitiría eso.

—No eres quien para impedirlo. Has sido el causante de su sufrimiento, Akira. ¿Cómo pretendes que esa mujer te aguante más? Deberías dejarla ser feliz, ya que esa felicidad no creo que pueda conseguirla al lado tuyo. Son muchos años de casados, y aún sigues con el mismo deseo hacia ella; ese deseo que te quema por dentro y junto a eso, la estás lastimando a ella. Tú no eres hombre de una mujer, no creo que el amor sea lo tuyo, pero estoy consciente que algo estás sintiendo por esa chica, y no creo que sea solo deseo; quizás si te enamoraste, pero no sabes cómo demostrarlo. Solamente hablas de ella y tus ojos brillan, hasta tu entrepierna está alegre queriendo entrar en la conversación. Lo que pienso es que, una relación que ha pasado tanto no creo que pueda morir fácilmente. Solo dale su espacio, no la presiones hacer algo que ella no quiere. Si quieres tenerla cerca, trata de controlar ese instinto animal que tienes, o de lo contrario, la perderás para siempre. ¿Quieres una ayudita?

—No, no vine para eso. Gracias por el consejo, Luna, realmente lo necesitaba. 

—¿Tú diciendo gracias? Como has cambiado luego de tantos años.

—Puedes irte a la mierda, Luna — rio ante mi comentario.

—Puedes venir cuando quieras, pero espero tomes en cuenta el consejo.

—Lo pensaré.