Chapter 264 - 61

Akira

—Luego te explicaré, ahora necesito encontrarlos.

—No me gusta como estás actuando, Akira. Hace mucho tiempo no nos vemos, y ahora apareces en el hospital advirtiendo de una bomba, y para completar buscando a tu esposa. ¿Qué está sucediendo contigo?

—Tienen que estar fuera de ningún hospital, no sabemos si traten de hacer lo mismo. Busca una clínica privada donde puedas custodiar bien a tu esposa. Tengo que seguir buscando a Lisa.

—Ella está muy débil, será mejor hacer lo que dices.

Lisa

—Te has divertido mucho con tu cuñada, hermanita—escuché una voz desconocida, y traté de mirar de reojo a ver quién era. Nunca lo he visto antes tampoco. ¿Será otro hermano de Akira?

—Tardaste demasiado, Takeshi.

—Lo siento, estaba divirtiéndome con su acompañante. Lo llevé a otra habitación, para luego que le haga efecto lo que le dimos, traerlo para acá.

—Son buenas noticias. Ya mismo estarás con tu apreciado Kanji, ¿No te haría eso muy feliz?—me dio otro golpe en la espalda con el palo, el dolor recorría por todo mi cuerpo y las lágrimas no se detenían.

Escuché el eco de los pasos que dio el tal Takeshi, y al mirar de reojo, ya estaba al lado de mi cara. Me jaló el pelo tan fuerte, hasta levantarme la cabeza y encararme

—¿Así que tú eres mi cuñada? Mucho gusto—traté de no mirarlo, no sé parecía en nada a Akira; su hermana se parece mucho más a él, que este pendejo que tengo en frente —. ¿No te enseñaron a saludar?—dejó caer mi cara al suelo, haciéndome golpear la frente y hasta la nariz por su brusquedad. Traté de aguantar el dolor, pero ya mi rostro no aguantaba un golpe más. Era como un calambre, junto a punzadas, lo que sentía en mi frente y nariz.

—¿Ya podemos comenzar con ella?

—Todavía, ya tú tuviste tu tiempo con ella, ahora me toca a mí.

—No puedes matarla todavía, tenemos que traer a Akira aquí, y ella será la carnada.

—No la voy a matar, pero ella misma va a desear querer morirse— me levantó del piso jalándome por el pelo, sentí un dolor de cabeza horrible por la brusquedad en la que me levantó. Me acostó encima de una mesa, y era como revivir lo mismo que viví con Kanji—. Me dijeron que no te gusta el fuego, ¿Cuán cierto es eso cuñada?— seguía sin responder, quería que todo pasara rápido. Sabía que todo lo que harían sería ocasionarme dolor, y no les iba a importar que les suplicara. Estaba resignada a que terminarán matándome ya. La hermana de Akira se fue al frente de la mesa, la tenía cara a cara a mi. Tenía en su mano unos fósforos y los puso sobre la mesa. Sentí las manos de Takeshi tocando mi cuerpo y colocó sus manos alrededor de mi cuerpo y podía sentir su erección por encima del pantalón. Me bajó el cierre y quitó mi pantalón, para luego quitar mi camisa, dejándome en ropa interior—. No te ves mal, cuñadita— sus asquerosas manos acariciaban mis muslos, hasta llegar a mi ropa interior. Se acercó a mí haciéndome sentir su erección en mis glúteos. Sentí una mordida en mi espalda que me hizo sentir que la piel la arrancaría, lo fue haciendo en cada parte de mi espalda y hombros. Trataba de aguantar mis gritos; aunque cada vez era más difícil. Sentí algo filoso que fue pasando en mi espalda, sentía mi piel desgarrarse en cada parte donde lo pasaba. Un ardor sentía en mi espalda, un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo. Estaba quejándome del dolor y luchando conmigo misma para poder aguantar todo lo que hicieran.

—Estamos dándote un buen trato, cuñada— puso su mano en mi cuello, obligándome a mirarla y sentí como enterró sus uñas en mi cuello, con tanta fuerza que creí que lo quebraría; luego me soltó haciendo caer mi rostro sobre la mesa. Luchaba para poder respirar con normalidad, pero no me dieron mucho tiempo para recuperar el aliento que me faltaba, cuando sentí el calor del fuego en mi espalda. Solté un grito al sentir ese ardor y el calor del fuego, al estar en contacto con mi piel. Fue pasando el fósforo en cada parte que había mordido. No sé detenían sus risas escalofriantes al hacerlo. Rechinaba mis dientes con todas mis fuerzas, tratando de aguantar el dolor inmenso que estaba sintiendo en mi espalda—. ¿Te recuerda algo esta escena, cuñada?— reía con muchas ganas, como si se tratara de algún tipo de espectáculo de comedia. ¿Cómo podría saber ella, lo que aquí pasó? Esa era la pregunta que rondaba por mi cabeza

Estuvieron un largo tiempo haciendo lo mismo y disfrutando de ello. Apretaba mis manos como si eso fuera a evitar el dolor que estaba sintiendo. Se detuvieron y dejaron de reír.

—Muero por ver lo que pasará ahora—comentó la hermana de Akira, y vi que caminó a la puerta.

Takeshi caminó al frente de la mesa y acercó su cara a la mía.

—Es una lastima que un cuerpo tan rico como el tuyo, tenga que estar así—comentó, con una sonrisa llena de malicia.

Trajeron a Kanji a la habitación y lo sentaron de rodillas alfrente de la mesa en la que estaba. Se veía rojo, gotas de sudor bajaban por su rostro. Estaba en ropa interior y se podía ver la erección que tenía.

—¿Qué te parece la sorpresa, Kanji? —preguntó la hermana de Akira, levantándome de la mesa—. Ahora puedes hacer lo que quieras con ella, ¿No te gusta la idea?— Kanji no se veía en sí. Parecía drogado, se escuchaba algo fatigado. Lo tenían atado, pero con las manos al frente.

—¿Qué pasará si soltamos a esta bestia, cuñadita? — preguntó Takeshi, a lo que la hermana de Akira comenzó a reír.

Mi cuerpo estaba temblando del pánico. No sé lo que estaba pasando con Kanji, y su rostro no mostraba que estuviera en sí. Mordía su labio inferior con tanta fuerza, que se veía algo de sangre en su boca. La hermana de Akira me empujó haciéndome caer al piso. Hacía fuerza con mis piernas para arrastrarme a otra parte, pero mi intento era en vano. Mi espalda estaba descubierta, y al moverme bruscamente, mi espalda ardía demasiado al tener contacto con el piso. Estaba desesperada, quería salir de ahí. Todo me acordaba al infierno que viví con el otro Kanji. No quiero vivir lo mismo otra vez, prefiero que me maten de una vez. Mis lágrimas no dejaban de bajar por mis mejillas. Acercaron a Kanji a donde mí y lo soltaron, lo primero que hizo fue abalanzarse sobre mí. Tenía cara a cara a esa bestia. Todos los recuerdos de ese día pasaron por mi mente en un milésimo segundo. Estaba en llanto y lágrimas.

—No lo hagas, por favor—le rogué a Kanji entre lágrimas, y él solo sonrió malicioso como siempre hacía.

Recuerdos:

¿Qué futuro te puede esperar con alguien como Akira?— preguntó mi madre.

Ahora creo tener la respuesta. Es este, mamá.