Kanji llevó su mano a mi mejilla y habló.
—¿Qué crees sobre eso, bonita?— me preparé para lo peor, al escucharlo preguntar eso.
—No me hagas nada, por favor— le supliqué en llanto. Kanji acercó su rostro a mi oreja.
—¿Realmente me crees capaz de esto? — metió sus manos por debajo de mí, y me quejé del dolor que sentía en mi espalda, ya que me dolía demasiado. De pronto sentí mis manos algo aliviadas y Kanji sacó sus manos. Levantó su rostro, y me miró fijamente con una sonrisa.
—¿No harás nada, Kanji?— preguntó la hermana de Akira.
—Llamaré a Akira para que se una a nosotros— dijo Takeshi.
—¿Dejaste todo listo?— preguntó su hermana.
—Sí, solo faltaría que venga y disfrute del espectáculo.
—Me quedaré grabando mientras haces la llamada.
Kanji me hizo un guiño y comenzó a tocar mis piernas.
—No, por favor — le pedí, a lo que Kanji se acercó nuevamente a mi oído.
—Sígueme la corriente— ¿Eso que significa?
La hermana de Akira comenzó a grabar, y Takeshi salió de la habitación. Kanji continuaba tocándome los muslos. De la nada se paró, y corrió en dirección a ella, empujándola a la pared. Forcejeó con ella y la agarró del cuello, tratando de estrangularla, con la otra mano le tapó la boca para que no pudiera gritar. Le tiraba patadas a Kanji, pero él no se detenía, su rostro estaba rojo. Traté de sentarme, y ahí fue cuando me logré dar cuenta de que Kanji había soltado las cintas que tenían mis manos. Me traté de levantar, pero me dolía demasiado el cuerpo y la espalda. Caminé al bate que ella había usado conmigo, y caminé casi sin poder hacia Kanji.
—No la mates todavía— le dije a Kanji, y él la soltó, dejándola caer al piso. Comenzó a toser y aproveché ese momento para golpearla con el bate en la cabeza. Solo esperaba que no estuviera muerta.
Akira
Llamada telefónica
—¿Quién es?— preguntó Akira preocupado.
—Tu salvador. ¿A qué no adivinas a quién tengo conmigo?
—Maldito infeliz, ¿Dónde la tienes?
—Tranquilo, enviaré la dirección de donde se encuentran para que llegues rápido. No intentes venir con más gente o no respondo de que el edificio explote junto a tu mujercita. Se está divirtiendo con tu querido amigo Kanji. Si no vienes los mataré a los dos, ¿Te parece?
—¡Te mataré!
—No puedo esperar para eso— colgó la llamada.
Otra vez te pongo en peligro, ¡Maldita sea!
Lisa
—Esta perra no tiene un arma, tendremos que usar este bate — Kanji se veía muy rojo, y se tocaba la cabeza adolorido—. ¡Mierda!
—¿Qué tienes, Kanji?
—Esa maldita droga me está matando. ¿Tú estás bien?
—Me duele todo— Kanji puso sus manos alrededor de mi cintura— .No me toques, por favor— me soltó.
—Solo quiero ayudarte. Ese tipo tiene que estar por regresar, tenemos que esperarlo aquí y sorprenderlo. No sabemos si él sí esté armado.
—Me voy a tirar en el piso para que no sospeche.
—El cuerpo de ella lo pondré detrás de la mesa— Kanji movío el cuerpo de ella y lo puso detrás de la mesa, para luego pararse detrás de la puerta con el bate.
Me acosté en el piso simulando que aún estaba atada, y me quedé quieta. Me dolía mucho el cuerpo y la espalda, mis lágrimas no dejaban de bajar por mis mejillas. A pesar de tener la esperanza de salir de aquí, no sé si quiera seguir viviendo en este mundo más. No quiero seguir pasando por esto. Mi corazón estaba hecho pedazos y mi cuerpo estaba destruído.
La puerta se abrió y fijé mi mirada a ella. Según entró Takeshi, Kanji trató de darle un golpe en la cabeza con el bate, pero él lo esquivó. Se pusieron a forcejear entre ellos y Takeshi le dio un puño a Kanji, dejándolo en el suelo. Al ver todo eso, quise levantarme para llegar a él y tratar de hacerlo yo, pero él se giró hacia mí y me golpeó, haciéndome caer también.
—¿Creían que iban a salir de aquí tan fácilmente? — Takeshi puso su pierna en mi cuello y comenzó a ejercer presión, creí que iba a morir con la fuerza que lo hacía. Ahí fue cuando Kanji le dio un golpe en la cabeza con el bate y dejó de hacerlo; cayendo al suelo al lado mío.
Kanji cayó al suelo también, se veía demasiado rojo y agitado. Yo buscaba tratar de respirar y llevé mis manos al cuello, tratando de sentir algo de alivio luego de eso. Creí que moriría. Me arrastré hacia Kanji y puse mi mano en su frente. Estaba muy caliente y sudando demasiado.
—Tenemos que amarrarlos, deben haber gente afuera, lisa.
—Estás muy caliente, Kanji — se llevó la mano a su ropa interior, y trató de tapar la erección que tenía.
—Ya lo vi, Kanji. Debieron haberte dado algún afrodisíaco o algo parecido, no sé qué hacer para ayudarte. No vayas a morirte todavía— Kanji comenzó a reír.
—Tranquila, mala hierba nunca muere, ya se me pasará.
— su ropa interior se veía húmeda, du cuerpo estaba temblando y sudando demasiado. Él se levantó y me ayudó a levantarme—. Hay que amarrar a estos hijos de puta.
—¿Con qué?
—En el cuarto que me tenían habían cuerdas. Podemos usarlas, pero debo ir a buscarlas.
—No me dejes sola, Kanji— le pedí.
—No sé si sea buena idea que estes cerca de mi ahora, lisa. No sé si esa droga me haga hacer algo que no quiero— Kanji caminó a la puerta y se asomó, salió del cuarto y regresó rápido—. No vi a nadie, deben estar afuera y lo más probable no saben que sus jefes están inconscientes, y será mejor así. No tenemos un arma para defendernos. Salir ahora sería para que nos maten. Es muy extraño que no estén armados estos dos.
Ayudé a Kanji a amarrarlos con las manos a la espalda, así como me hicieron a mi. Según terminó de amarrarlos se desplomó en el suelo.
—¡Kanji!— me arrodillé con dificultad a su lado, y se veía mucho más rojo. Estaba sudando cada vez más, su temperatura corporal estaba demasiado caliente—. ¿Qué se supone que haga, Kanji? Aún estaba consciente, pero se veía muy débil.
—Aléjate de mi, lisa — mordía su labio inferior con mucha fuerza, se veía que la estaba pasando mal.
—No puedo, tenemos que salir de aquí, Kanji.
—No es seguro que estés tan cerca de mi ahora. Soy tu enemigo, ¿Lo olvidas?
—¿Cómo mierdas puedo verte como un enemigo ahora, si me acabas de ayudar?
—Eso no cambia las cosas, bonita — su voz cada vez se escuchaba más entrecortada.
¿Qué se supone que haga para aliviarlo, o que se ponga mejor?