Chapter 97 - 97

—Lisa, necesito que me digas que fue lo que ocurrió — me pidió Mr. Jefferson

—Estábamos en la cita del ginecólogo y al salir de ahí nos dirigimos al auto, habían tres hombres que intentaron atacar a Akira. Los tres tenían una cuchilla con la que intentaron matarlo, pero él se defendió y pudo esquivar cualquier ataque. No me dejó salir del auto mientras hacía todo eso. Logró herir a dos de ellos y los dejó en el suelo, mientras nos fuimos del lugar. Akira pensó que fueron los hombres de su padre.

—Entonces, ¿Akira te contó esa historia?

—Sí, me contó todo su pasado.

—No pensé que él lo haría. ¿Qué más pasó?

—Akira estaba comentando sobre eso y su semblante cambió al darse cuenta que al auto no le funcionaban los frenos. Lo último que recuerdo fue que Akira se abalanzó sobre mí, luego no recuerdo nada más.

—Entonces queda claro que fue algo provocado. Quizás esos hombres sólo querían obligarlos a subir al auto. Me pregunto si habrá sido su padre o Kaiza.

—¿Quién es Kaiza?

—Akira, ¿no te habló sobre eso?

—No, ¿Es otro enemigo de él?

—Si, lisa. Es un enemigo poderoso. No sé si deba decírtelo, pero no me queda de otra. Si Akira te confesó todo eso no creo que le moleste que te cuente sobre esa persona. Cuando estabas en manos de Kanji , Akira estaba desesperado por encontrarte, así que secuestró a la hija de Kaiza para poder saber dónde te tenía Kanji. Desde entonces, quiere vengarse de Akira y no solo eso, Akira le mató a su esposa y ya sabrás que en este negocio cuando se mezcla a la familia, son capaces de matar a quien sea.

—Dios mío, Mr. Jefferson. ¿Significa que Akira tiene muchos enemigos entonces?

—Si, desde los socios de Kanji, hasta Kaiza y su padre. Todos quieren su cabeza, pero fue la única manera que Akira tuvo para encontrarte, lisa. No le dieron opción.

—Todo es mi culpa. Si no hubiera creído en las palabras de Kanji nada de esto hubiera pasado.

—No es momento de culparte, estoy seguro que Akira lo hubiera hecho millones de veces más si tuviera que volver a hacerlo.

—Mr. Jefferson, le pido que no permita que le hagan más daño a Akira. No quiero verlo sufrir más. Quiero que mate a su padre o a quien se interponga en nuestra felicidad. Akira ya ha pasado suficiente, no quiero que pase más por culpa de ese cabrón. Por favor, júrame que va a protegerlo, Mr. Jefferson.

—No hace falta que me pidas eso. Akira es mi hijo y tú eres mi nuera. Tanto a Akira, a mi nieta y a ti los voy a proteger con mi vida, lisa. No dejaré que ese pendejo se salga con la suya. Eso te lo puedo asegurar.

—Gracias por todo lo que a hecho por mi familia. Realmente aprecio su apoyo y ayuda.

—Tenemos que esperar a que Akira se ponga bien para que pueda ver esa princesa que lo está esperando. Será mejor que descanse, lisa. Dame la dirección del médico donde te atendían. Quiero pasar por ahí.

—Está bien, Mr. Jefferson—le di la dirección y salió de la habitación

Necesito descansar, quiero recuperarme lo más pronto posible para poder cuidar de mi familia. Dios ayúdame, permite que Akira se recupere y pueda conocer a nuestra hija. No permitas que nada más le pase, ya ha sufrido mucho. Por más malo que fue, él ha ido cambiado y merece ser feliz. Nuestra hija lo necesita ahora más que nunca, tanto como yo. Pensando en esto quedé profundamente dormida.

Tres días después

Han pasado tres días desde el accidente, Akira aún no ha despertado y mi hija quizás hoy me permitan tenerla en mis brazos. Amanecí con menos dolor y con más energías. Necesito ir a ver a mi hija y luego a Akira. Tengo que mejorarme rápido para cuidar de los dos. Eso es lo que me ha dado la fuerza de pasar todo esto. He visitado durante estos tres días a ambos, no he podido quedarme mucho tiempo por los mareos, pero hoy trataré de estar más rato. Espero puedan permitirme llevar nuestra hija a Akira. Sé que aún no a despertado, pero quizás le ayude a su recuperación.

—Doctor, ya que han sacado a mi bebé de la incubadora, ¿será que puedo cargarla en mis brazos?

—Sí, señorita.

Me sentía muy feliz, pero tengo algo de miedo jamás he tenido en mis brazos a un bebé.

—Tienes que sujetarla de esta forma—el medico me indicó cómo hacerlo

Es tan hermosa, tan chiquita y risueña. Su piel es tan suave y genera una temperatura agradable. Su tez blanca y sus mejillas rojizas. Es tan chiquita que me da miedo que se me vaya a caer. Es la bebé más hermosa del mundo. No podía aguantar la emoción al tenerla por fin en mis brazos. Como quisiera que Akira pudiera disfrutar de este momento también. Me sentía un poco afligida, pero no quiero llorar frente a ella. Habíamos escogido el nombre Akira y yo si llegaba a ser una niña.

—Tu nombre será Kaori—su manita se enredo en mi cabello

No pude contener mis lágrimas. Mi felicidad no estaba completa, hasta que no pueda ver a Akira disfrutar de este momento también.

—Sé que tú también quieres ver a papá.—le di un beso en la frente

Sus ojos azules brillaban con tanta fuerza igual a los de Akira. Es como si tuviera a Akira en mis manos.

—Doctor, ¿Seráque puedo llevar a la bebé a la habitación de Akira, por favor?

—No debe hacerlo, señorita.

—Por favor, solo será un momento. Le aseguro que será breve, pero permíteme llevarla  —Luego de un largo tiempo en silencio, el doctor accedió, pero con la condición de él acompañarme

Nos dirigimos a la habitación de Akira y acerqué a la bebé a su rostro.

—Kaori, él es papá. Ese que te leía cuentos antes de dormir y ese que te cantaba todas las mañanas. Papá estaría tan feliz de verte en estos momentos. No sabes con las ansias y el amor que te hemos estado esperando. —Kaori acercó su pequeña manita al rostro de Akira, es como si pudiera ver más allá de nosotros

Su pequeño gesto y afecto, me hizo llorar aún más

—Sé que extrañas a papá, mamá también lo hace, pero te aseguro que cuando papá despierte te traeré para que podamos estar junto a él.

Acercando a Kaori a las mejillas de Akira, me acerqué también a darle un beso. El doctor se llevó a Kaori y estaba dispuesta a salir de la habitación, pero escuché un sonido lo que me hizo voltear a ver a Akira. Se veía como si quisiera despertar. Me acerqué rápidamente a su lado y le besé la frente.

—Akira, mi amor—estuvo unos instantes intentando abrir sus ojos, hasta que lo hizo

—Akira, ¿cómo te sientes?—  acaricié su cabello

Me sentía tan feliz de poder verlo despertar. Pude escuchar que intentó decir algo, pero su voz se escuchaba muy baja y débil

—No te esfuerces, Akira. Ya todo está bien. Debes descansar. Debes sentir mucho dolor.—le puse la mano en la frente, tal parece que tuviera fiebre, estaba muy caliente

Iba a salir a buscar al médico, pero Akira murmuró algo que no pude entender

—Akira, ¿Qué pasa? ¿Puedes repetir lo que dijistes?—le pregunté, acercándome nuevamente a su rostro

—¿Quién eres?— preguntó, en un tono bajo y débil