Chapter 53 - 53

Creo que no puedo ser más feliz en este momento. Las palabras de Akira me hicieron darme cuenta de muchas cosas; entre ellas que él a cambiado y que por más que traté de huir, siempre desearé estar junto a él. No conozco mucho sobre su vida, pero es la única persona que me ha demostrado en hechos lo que siente. No sé si pueda ser perdonada por haberme enamorado de un hombre como él, tampoco sé lo que nos depare el destino, pero quiero poder vivir el ahora junto a Akira. Estuve confundida con mis sentimientos todo este tiempo, pero acabo de confirmar que por más que intente ocultarlo o odiarlo, no puedo dejar de amarlo. De ese Akira cortante que conocí ese día, no queda nada.

—Tengo una petición, Akira. Quiero que de ahora en adelante no me guardes más secretos, que me digas lo que sientes, lo que pasas, lo que vives, quiero saberlo todo de ti, por más duro que sea. No podré ayudarte en los problemas que tengas, mucho menos podré acabar tu sufrimiento, pero por favor, permíteme apoyarte. No guardes todo dentro de ti y comparte tu carga conmigo, es todo lo que te pido.

—Si eso te hace sentir tranquila y te vas a quedar conmigo, es un hecho— acarició mi mejilla y la besó—. De ahora en adelante serás mi verdadera prometida, ¿No estas feliz?

—Lo estoy, jamás me había sentido tan feliz— aún bajaban lágrimas por mis mejillas, y Akira dio un tierno beso en ellas, por lo que me pude sentir afortunada.

—¿Por qué no ensayamos desde ahora para la luna de miel?— esbozó una sonrisa.

—¿Nos vamos?— le pregunté coqueta.

Su risa se pasmó y añadió una última cosa:

—Espero luego no te arrepientas de provocarme, corderito —no esperé que respondiera tan rápido, pero lo que me dijo me hizo sentir escalofríos.

Decidimos salir de ahí e irnos a otro lugar. Aún estando el auto Akira seguía provocándome. Su pervertida mirada y sus manos tocándome a través de la ropa, hacía que deseara llegar a nuestro destino. Cuando por fin llegamos, entramos a la casa.

—La ropa estorba—dijo Akira.

Al verlo de esa manera, caminé coqueta en dirección al cuarto alzando un poco mi traje y mostrando parte de mis piernas. Escuché los pasos de Akira detrás de mí. Al llegar a la habitación, se fue desajustando la corbata y quitando los botones de su camisa. Estaba realmente excitado, el que haya tomado la iniciativa parece ser que le gustó. No encontraba qué hacer, pero quería hacerlo sentir bien. Siempre es él quién me busca para esto, esta vez quería ser yo.

Bajando el cierre del vestido por el costado, pasaba mi mano lentamente por mi cintura dejando caer el vestido al suelo y quedándome en ropa interior frente a él. Sus ojos contemplaban cada parte de mi cuerpo, mientras que sus labios mostraban una sonrisa de picardía. Solté mi cabello buscando provocarlo, aferrándome a uno de sus puntos débiles. Mi cabello.

Akira me hizo una señal para que entrara a la cama. Al poner las rodillas en la cama, me agarró del brazo empujándome sobre ella. Se posó sobre mí, sujetando mis dos brazos sobre mi cabeza, impidiendo que pudiera moverme. Podía sentir su pene erecto por encima de mí ropa interior.

—Todos sabrán que eres mía— lamió mi cuello y fue chupando con un poco de fuerza cada parte de el.

—Akira, no hagas eso—podía sentir sus labios haciendo fuerza en mi cuello. Un leve escalofrío corría por esa área.

—¿Estás segura que quieres que te muestre quién soy en realidad?— mordió mi cuello lentamente y podía sentir esa área caliente.

—Quiero conocer todo de ti, Akira—respondí agitada.

—La decisión es ahora, luego no me pidas que me detenga porque no podré hacerlo— esperó mi respuesta con ansias.

Quiero que él se sienta bien como me estoy sintiendo ahora. No soporto la idea de que se controle, solo por hacerme sentir bien a mí.

—¿Qué esperas? — pronunciar esas palabras hicieron que él apretara más fuerte mis brazos y acercara su boca a morder más fuerte mi cuello. Apesar de que dolía, de alguna manera se comenzó a sentir bien.

—Quiero romperte, quiero poseer todo de ti, desde lo más profundo de tu cuerpo y más allá de él. Lo quiero todo; así es como te quiero. ¿Aún me sigues viendo de la misma manera?—su rostro mostraba deseo de poseerlo todo realmente.

No podía sentir miedo de él, aún sabiendo lo que quería hacer de mi. Escuchar esas palabras me hacían sentir placer, de alguna forma tiene poder de todo mi ser.

—Aún siendo el monstruo que dices ser, me gustas y eso no cambiará.

—Te amo, lisa— me besó, sin dejarme responder.

Al día siguiente no encontraba cómo levantarme de la cama. No dormimos nada anoche y mi cuerpo estaba lleno de marcas, y ni se diga lo llena que me sentía por dentro. Así es imposible salir a ningún lado. Me puse su camisa y me dirigí al baño en puntillas para que él no se diera cuenta. ¡Es una bestia! Al llegar al baño me miré en el espejo y no podía parar de reír. Ahora entiendo a lo que se refirió. No podré aguantar nada, si todas las noches son así.

—¿No vendrás a la cama?— escuché que preguntó desde la cama, en un tono de burla, lo que me hizo reír aún más. ¿Acaso no se cansa?

—¿Me quieres matar, Akira?—le dije frunciendo el ceño y acercándome a la cama.

—Tu me provocastes, ahora no te quejes — me haló del brazo y me acostó a su lado.

Estaba cara a cara a él. ¡Es tan lindo! Acaricié su pelo y su mejilla, mientras lo miraba fijamente.

—Te amo, lisa—su personalidad de animal salvaje, ya se había ido.

El ambiente lucía tan diferente y, al tener este tipo de acercamiento con Akira, sin darme cuenta lo besé. A veces las palabras sobran.

Nos quedamos dormidos por varias horas, luego de no tener nada de descanso en toda la noche. Al despertar nos alistamos para irnos a la casa. Ya por hoy no podemos aparecer por la oficina, además no queremos preocupar a Yuji al no llegar. Intenté cubrir con maquillaje las marcas, pero era casi imposible. Mis muñecas estaban marcadas, mis brazos, mi cuello, todo mi cuerpo. Cualquiera pensaría que tuve una pelea con una gato o algo parecido, aunque no precisamente con un gato. No aguanté la risa al pensar en mis locas ideas.

Al llegar a la casa nos recibieron Keita y Yuji. ¿Cómo es que sabían que vendríamos ahora? Me acerqué lentamente intentando cubrir con mi pelo las marcas, pero fue imposible. Yuji se dio cuenta y rio.

—Ellos están muy bien—dijo Yuji a Keita.

Ambos rieron a la vez. Esto era realmente vergonzoso. Al mirar a Akira, pude verlo reír y disfrutar de esto. ¿Acaso soy la única avergonzada? ¿No siente ni un poco de vergüenza?

Al día siguiente fuimos a la oficina como de costumbre. Cada vez es mucho más fácil el trabajo, me he ido acostumbrando. La responsabilidad de ser la asistente de Akira es mucha. Su agenda esta semana estará muy llena, será mejor que no lo moleste.

El teléfono de la oficina sonó y respondí:

—¿Buenos días?

—Te mataré, lisa —dijo la voz en el teléfono y colgó.

Se escuchaba distorsionada, no se podía descifrar si era hombre o mujer, pero ¿Quién puede conocer mi nombre? No sé si se trata de una broma, pero si lo es, fue de muy mal gusto. ¿Debería decirle a Akira?