Ya en el cielo y alejándose poco a poco de la ciudad de Katazu, con una mirada llena de calma pero no carente de ira Lord Zhao expreso, "fui demasiado confiado, esta vez hemos perdido demasiado, tantos buenos hombres, la reliquia de mi familia, Deng Pu ahora esta lisiado a causa de mi error, probablemente no pueda empuñar su sable nunca más..., ustedes son mis amigos de mayor confianza, los tiempos por venir serán oscuros y voy a necesitarlos como nunca lo he hecho", al escuchar las palabras del el Lord, "Puño rojo" cerro los ojos pensativo, mientras Liu Chen rápidamente respondió "no fue su culpa mi señor, estas personas de la provincia de Tampion no tienen honor alguno, su gobernador esta cegado por la codicia y sus soldados parecen imitarlo, la corrupción de esta tierra es demasiado profunda, ahora no es momento de que se sienta culpable, creo que es necesario declarar una guerra interprovincial", ante tal propuesta "puño rojo" abrió los ojos mientras con su grave voz expresó una única palabra "difícil", por unos segundos la canasta sobre el murciélago mastodóntico permaneció en silencio hasta que Lord Zhao nuevamente intervino diciendo "ciertamente es difícil, arruine los buenos contactos de mi padre en la capital del imperio al unirme a la facción comercial, aunque tuve mis razones en su momento, tal decisión ahora vuelve para atormentarme; el gobernador de Tampion es un tumor del imperio luz cegadora, las bestias aladas temblaban constantemente mientras los jinetes hacían lo posible para mantener el control y no caer en picada, luego de unos segundos cuando la luz finalmente desapareció, una situación aún más terrorífica amenazaba con destruir la comitiva, desde la dirección de la ciudad de Katazu una onda sonora estallo con la más descomunal de las fuerzas, aquel sonido dejo tras su paso un pitido constante que evitaba a cualquiera escuchar otra cosa, durante unos minutos más y hasta que los jinetes lograron calmar a los murciélagos nadie podía entender que había pasado, finalmente aquel pitido termino desapareciendo, cuando por fin Lord Zhao pudo escuchar algo, lo primero en entrar a sus oídos fue la grave voz de "Puño rojo" quien gritaba "!QUE DEMONIOS FUE ESO¡".
Lo cierto es que parecía haber sido algún demonio, Lord Zhao ordeno a los jinetes dar media vuelta en dirección a la ciudad de Katazu, un sentimiento premonitorio en su interior le decía que debería ver lo ocurrido en aquella dirección, en la cual hace pocos minutos se encontraba; nada preparo a Lord Zhao ni a cualquiera de miembros de la comitiva para lo que vieron en ese al llegar; la decadente ciudad de Katazu no se encontraba en ningún lado, en remplazo de ella ahora lo único que estaba a la vista era un gigantesco cráter de una circunferencia perfecta, cuyo fondo era imposible de ver, la tranquilidad de la escena contrastaba perfectamente con la previa explosión sónica, cien mil personas, miles de bestias y edificios, habían sido borrados de la existencia misma, nadie podía dar alguna explicación a lo que estaban observando, Lord Zhao ordeno a los jinetes que aterrizaran cerca al borde del cráter, al ver la escena de cerca era aún más incomprensible lo ocurrido, la perfección del agujero lo hacía creer que un tazón gigante simplemente había arrancado la ciudad de la tierra, como si esta no fuera más que barro húmedo; finalmente Lord Zhao con preocupación hablo mientras subía nuevamente al murciélago mastodóntico "debemos irnos de este lugar lo antes posible, este incidente atraerá a personas a las cuales no podemos ofender, van a querer respuestas y definitivamente no las tendremos". Tal cual como dijo el padre de Mikel ocurrió, pues una hora después del destello cegador y la onda sonora, una mujer con túnicas plateadas se encontraba levitando con gracilidad encima del cráter, la misteriosa mujer cuyo rostro estaba cubierto por un velo de purpura, arrugo el entrecejo mientras observaba la escena, pero tras quedarse estática flotando por unos minutos, con gran velocidad salió disparada en una dirección desconocida.
Ante estos acontecimientos Mikel se encontraba la mansión de la provincia de Rumi ajeno a la situación, desconocía lo que había ocurrido en la ahora inexistente ciudad de Katuzu, bueno, la verdad sea dicha no desconocía del todo la lo ocurrido, pues cuando ordeno a las luces estrelladas que realizaran una copia de la esmeralda roja específicamente había pedido una "especial"; pese a conocer que un castigo caería sobre aquellos que se atrevieran a ofender al creador, Mikel quien no esperaba tal nivel de destrucción, se encontraba perdido en sus pensamientos, deseaba ver la cara de su padre cuando se enterara de que fue su hijo menor de tan solo dos años quien creo el plan para salvarlo a la vez que conservaban la reliquia familiar. Los días habían pasado rápidamente para el grupo de Lord Zhao, el viaje a espaldas de los murciélagos mastodónticos no sufrió ningún inconveniente, pronto en el horizonte se pudo divisar la ciudad de Kaifeng, la hermosa capital de la provincia de Rumi; para Lord Zhao esta ciudad era su orgullo, esto se debía a que anteriormente cuando su padre gobernaba la provincia esta no era la capital de Rumi, en esa época su padre formaba parte de una alianza muy poderosa, pero el poder está vinculado a grandes peligros, esto causo que muchas de las áreas de Rumi estuvieran en constante guerra, la antigua capital era un fortaleza rodeada de cinco murallas, preparada siempre para la guerra y aunque esta misma guerra había traído ventajas políticas a la familia Zhao, a la vez que logro ampliar el tamaño de la provincia, el costo en vidas humanas era exorbitante, solo fue cuando Zhao subió al poder que la situación de incertidumbre del pueblo tuvo cambios significativos, lo primero que ordeno fue cambiar la capital de la provincia, a la ciudad de Kaifeng, en esta ciudad el comercio logro prosperar, a la vez que las artes y el conocimiento adornaban el bello paisaje urbano, «si, esta ciudad era su orgullo, es totalmente opuesta a la decadente y ruinosa ciudad de Katuzu» pensó Lord Zhao, pero el recuerdo de la destrucción de katuzu aun lo aterraba, la verdad era que no había podido dormir mucho de camino a su hogar, la preocupación lo mantenía despierto, pensar que algo como eso podría ocurrir en la provincia vecina,
más de cien mil vidas humanas desaparecidas en un instante y de una manera tan misteriosa, constantemente se preguntaba si el mismo fenómeno habría ocurrido en otros lugares, aunque gracias a su padre conoció personas con capacidades físicas enormes, no lograba venir a su mente el recuerdo de alguien que fuera capaz de lograr algo como lo ocurrido en Katuzu, solo podía rezar jamás pasara tal desastre a su amada ciudad.
La llegada de Lord Zhao fue muy alegre para quienes esperaban su regreso, Xiao Mei salió a su encuentro hasta el techo del establo donde los murciélagos mastodónticos descansaban, con los ojos vidriosos, con un gran abrazo preparado corrió hasta su esposo, pero por alguna razón al mirarlo sintió que algo raro ocurría en el ambiente, las personas de la comitiva tenían una seriedad helada, el mismo Lord Zhao portaba una mirada difícil de definir a causa de lo que vieron en Katazu, cuando el Lord finalmente noto la preocupación de su esposa, cambio su rostro y corrió al abrazo de su amada, decidido abandonar los pensamientos que lo agobiaron durante todo el viaje, ya tendría tiempo de pensar en lo ocurrido, ahora era el momento de reencontrarse con su familia. Luego de un caluroso abrazo seguido de un corto beso, esto debido a que aunque Xiao Mei era una mujer de volcánicas pasiones, Lord Zhao era un hombre tímido a quien le costaba demostrar el amor romántico en público, luego del tierno reencuentro con su esposa, los ojos de Lord Zhao vagaban por el lugar buscando a sus pequeños hijos, al ver a Kumiko su corazón de lleno de calidez, la niña caminaba lentamente para acercarse a su madre a la vez que lo miraba con curiosidad, parecía que era aún demasiado pequeña como para recordar a su propio padre esto le causo una risa ahogada; después de buscar por unos segundos más a su hijo menor, no logro verlo entre la multitud, esto lo preocupo un poco, aunque Mikel había demostrado ser un pequeño muy inteligente, su falta de energía natural lo consternaba, pensaba que podría crecer enfermizo, cuando estaba a punto de preguntar a su esposa sobre Mikel, una voz suave y calmada llego a su oídos "me alegro de que hayas vuelto padre, mamá estaba muy preocupada por tu bienestar", al buscar con la mirada el origen de la voz su mandíbula casi toca el suelo a causa del asombro, le parecía algo imposible pero aquel rostro distintivo, aquella piel clara y ojos violetas, «¿por todos ese era su hijo que se suponía tenía dos años?» fue lo único que pudo pensar; el niño frente a él era tenía un poco más del doble de la altura de su hermana, además aquella voz y las palabras que uso al hablarle, sin poder contener las palabras Lord Zhao dijo con un asombro aun visible "hijo mío, dios santo, que te dio tu madre para comer en mi ausencia", las palabras causaron una risa generalizada, para ninguno de los habitantes de la mansión del gobernador era un secreto que Mikel era un monstruo superdotado, cualquier idea preconcebida sobre cómo se supone que deberían ser los niños de dos años fue destruida por el pequeño mocoso, no solo su altura, su capacidad para expresarse y el hecho de que podía leer fácilmente libros de conocimiento avanzado, constantemente habían dejado sin palabras a cualquiera que lo viera; pronto el ambiente de preocupación desapareció y todo era sonrisas, Lord Zhao levanto a sus hijos sobre sus hombros, a esta acción Mikel no presento queja alguna, era una sensación extraña para el sentir a un padre como este, pues aunque en su vida pasada su abuelo lo había educado y amado, su avanzada edad no le permitió a Mikel disfrutar de ese tipo de momentos; al renacer Mikel había hecho un compromiso consigo mismo, disfrutaría su vida tal como no lo hizo en el pasado, estaba dispuesto el amor paterno y materno de sus propios hijos, de sus queridas creaciones.
Al día siguiente luego de la llegada de Lord Zhao y su grupo a la ciudad de Kaifeng, Deng Pu logro recuperar algo de su salud, su vida ya no se encontraba en peligro, pese a perder su brazo más diestro completamente, gracias al tratamiento recibido durante el viaje, la recuperación se había concretado casi en su mayoría. Pronto el padre de Mikel ordeno una reunión de emergencia con sus consejeros militares de confianza, a la misma asistieron Liu Chen, "Puño rojo", Deng Pu, además de dos generales del cuerpo militar a quienes Lord Zhao tenía en alta estima; toda la reunión giro en torno a un solo tema, la destrucción de Katazu y el siguiente paso que debería tomar la provincia de Rumi respecto a tal situación, aunque hablaron durante toda una mañana y gran parte de la tarde, no lograron llegar a una solución sobre las posibles consecuencias del incidente, por lo tanto la reunión se aplazó para ser reanudada al día siguiente. A la importante asamblea secreta asistió un individuo no invitado de ojos violeta, Mikel, quien gracias a sus años como creador en la época del "largo sueño", adquirió el mal hábito de observar aquello que deseara sin limitaciones, logro enterarse de algo bastante sorpréndete a la vez que molesto, según lo narrado por su padre y el resto de la comitiva a los dos generales quienes no observaron lo ocurrido, la ciudad entera de Kotazu había desaparecido, todo parecía indicar que "la palabra" mal interpreto sus deseos y aniquilo completamente a más de cien mil personas, ante esta "tragedia" Mikel no sintió ningún remordimiento, era el supremo creador, conocía lo que ocurriría a los muertos de aquel desastre, si había alguna persona con bondad en su ser no tenía que temer a la muerte, por otro lado si alguno tenía un alma negra en su ser no era necesario tener compasión alguna, las duras lecciones en sus primeros años creando seres conscientes de sí mismos le enseñaron que la bondad y la maldad son solo caras diferentes de una moneda, por lo tanto el libre albedrío era la capacidad de las personas de girar la moneda, tanto como si elegían una cara como la otra, eran los seres humanos quienes tendrían que encargarse de las consecuencias de sus actos, ya sea en esta vida como en la otra.