Subo al coche y nada más arrancar el coche conecto mi móvil y pongo a mis gemelos, quiero ir con ánimos y no pensar en todas las cosas malas que me podrían pasar. Miro por la ventana y repaso mentalmente el horario de clase, no es tan difícil solo que no me conozco donde están las cosas a pesar de que me lo enseñaron cuando fui a visitarlo con mi tía. Tengo poca memoria y los nervios no ayudan en nada.
Al poco tiempo lleguemos, mire a los chicos que pasaban delante del coche y se dirigían al interior de la escuela, no quiero salir del coche. Carlos me observa fijamente y sé que me estará hablando pero no puedo concentrarme en él. Cierro los ojos, cojo aire y abro la puerta.
-A dios Carlos, nos vemos después.—Bajo del coche y me coloco la mochila.
-Que te diviertas en clase, después vendré a buscarte con algunos de los chicos lo más seguro.
-De acuerdo. — Cierro la puerta y me dirijo a la entrada.
Tenía mi horario en el móvil así que lo miro y me pongo a buscar mi clase. Busco entre los pasillos y justo cuando suena el último timbre la encuentro y entro, por fortuna mis compañeros les gusta llegar tarde. No me gusta llamar la atención y menos hoy, me fui al fondo de clase y me siento en la esquina izquierda lo más lejos del profesor y de los alumnos, así pasaré desapercibida.
-¡Quítate de mí sitió, mocosa! —Una chica rubia con las puntas de púrpura esta enfrente de mí, apoya sus manos en mi mesa y me mira fijamente. Por su postura y su mirada desafiante me jugaría los CD de mi colección a que me darán problemas.
-¿Disculpa? Para empezar no soy ninguna mocosa y las cosas se piden educadamente. Y que sepa no lleva tu nombre en ningún lugar y cada uno se sienta donde quiera.
-Mira niña mal criada te vas a meter con tu madre porque no sabes con quién te estás metiendo. —Ese comendatario me toco las narices, yo voy pacíficamente y viene esta y me recuerda lo peor de mi patética vida.
-¡A mi madre no las vuelvas a mencionar! —Me levanto golpeando la mesa y al no calcular la fuerza tiro la silla al suelo, lo que provoca que todos los de clase se nos quedan mirando.
-¿O qué? ¿Irás a tu mamá adelantarme? Y todo por no saber cuál es tu lugar.— No podía quedarse calladita no, tenía que volver a sacar a mi madre. Cierro los puños e intento mantener la calma.
-¡No! ¡Yo tengo coraje y sé defenderme sola y te lo advierto vuelves a mencionar a mi madre o a mi padre y no responderé! —La miro con rabia, estoy a nada de quitarle las extensiones y eso que yo no soy agresiva con nadie.
-Venga Natalia, vasta. Solo es una mesa, ven, siéntate conmigo. —El chico que se fueron a mi derecha le cogió la mano y eso provoco que Natalia se calmara, pero si las miradas matasen yo estaría con ellos. Intento aguantar mis lágrimas y recojo la silla que tiré.
- Lo siento, pero la pobre es así con sus cosas, soy Marc.
-Yo Mía. Será mejor que vayas con tu novia, bastante asco me tiene ya. —Me siento y saco mis cosas pasando de él.
Las horas pasaron lentas, todo era diferente y me sentí rara. Pase las horas sola y bajo la mirada de odio de mi compañera. A la hora del almuerzo me senté en un rincón del patio que nadie va, intente comer el almuerzo que me preparó Blas pero ni siquiera pude verlo, acabe tirándolo. Me pasé el resto del día observando a la gente y poniéndome al día de las clases, a este ritmo repetiré el curso y no tengo ganas de estar un año más en un instituto.
Sonó el último timbre, recogí mis pertenencias y salí de clase antes que me dijeran algo más. Todo iba de maravilla, nadie me miraba extraño y me dirigí al aparcamiento donde vi rápidamente el coche de Carlos. Como me lo suponía, tenía la música alta, no quería que me relacionaran con ellos, bastante es ser la nueva como para que ahora me digan la enchufada o la que vive con famosos por pena. Me morir e intenté ir lo más rápido que pude para que no vieran que era yo quería la que subía a ese coche, pero alguien me hizo parar en seco y girarme a mirar. Su voz se repitió en mi cabeza una y otra vez.
-Mirar a quien trajo su mamá, si es la roba mesas ... —Se ríe de mí. Estaba teniendo mucha paciencia. Nunca pensé que tendría tanta.
-Apenas te conozco y me caes fatal. ¿Para qué me quieres? ¿Yo que te hice en la otra vida para que me jodas de esta manera?
-Si la niña de mama saca sus garrotas. — Ríe con su grupo de amigos y se me acerca lentamente.— Solo te advierto que Marc es mío, si te veo cerca de él alguna vez más, juró que te arrancó las extensiones. —Me susurró en mi oído izquierdo mientras me cogía del brazo y clavándome sus afiladas uñas.
-Uno, fue él que me habló y dos no te tengo miedo. Tú no eres nadie para obligarme, ahora si me permites voy a mi casa. —Conseguí que me soltará y me dirigí al coche.
-¡No! Te lo advierto tócale o solo lo miras y tú vas a acabar muy mal. Tal vez tu familia acabara fatal.
Al oír esas palabras salir de su boca me volví a parar en seco y me giré hacía ella. En ese momento en mi mente pasaban una serie de cosas que jamás pensé que quería hacer. Pero pasará seis horas con ella en una clase tan pequeña y aguantar que se metan con tus padres recién enterrados, eso cambia a una adolescente con ataques de depresión. Tarde unos segundos en comprender que eso provocaría mi expulsión del centro y no creo que mi tío acepte esa conducta y no quiero ocasionarle más problemas y que me devuelva al orfanato, así que opté por desahogarme de la única forma que sé que no haría daño a nadie.
-Antes de amenazar a mis padres investiga dónde está y cuándo lo hagas, intenta hacerles algo. ¡Nunca, en tu patética vida de cría pija los menciones! Búscate a otra a quien puedas amenazar sin provocarle grandes daños.
-¿Por qué? ¿Por qué tu madre está en la cárcel por prostituta? —Vuelve a reírse en mi propia cara.
Tenía ganas de llorar y de darle lo suyo propio por decir eso de mi madre. En ese momento todo se me vino encima, no podía ver más allá que de su cara.Todo se me puso rojo y los ojos vidriosos. Ella no paraba de burlarse y sus amigos le seguían el juego, eran muchos para mi sola, no podría con tantos, así que pegarle va a ser que no. Natalia no comprende de lo doloroso que puede llegar a ser.
-Te lo vuelvo a repetir ...— Intento mantener la calma.— ¡Di alguna cosa de ellos y estas caminó al hospital! — Pero no pude aguantarme más y la empujé contra la pared que tenía justo detrás de ella. Se quedó desorientada y todos a su alrededor me apartaron y la alejaron de mí. No lo dude mucho y volví a caminar al coche donde Carlos y Blas estaban por salir del coche.
-El primer día y tienes amigas, eres mi ídolo.— Contestó Blas volviendo a entrar.
-Ellas no son mis amigas, es lo contrario. —Entro al coche y cierro de un portazo.— Carlos arranca por favor.
Me puse los cascos y conecté la música, no quería saber nada de esos dos y menos que me hicieran un interrogatorio en el coche. Miré por la ventana e intente concentrarme en la música, pero Blas me quitó uno de los cascos y le fulminé con la mirada y me limpie un par de lágrimas rebeldes.
-Peque, ¿qué pasó? —Pregunta Carlos mientras me mira por el retrovisor, yo ni le contesté, solo de recordarlo podía acabar llorando.
-Venga. Por favor, ¿cómo te fue el día? —Esta vez fue Blas quien me miraba con una cara de querer animarme, pero esta vez no lo conseguiría.
-¿En serio quieres saberlo? —Él asiente y puedo observar que Carlos me vuelve a mirar.— Nunca tuve días peores, acepción de la muerte de mis padres. Nada más llegar, me gané una enemiga que me amenazó con matar a mis padres, como si eso fuera posible. — Río entre lágrimas.— ¿Y todo por decir mi nombre a un chico! —En ese momento estallé en llanto y me pasé el reto del camino igual, Blas y Carlos no sabían que decirme para animarme así que optaron por callarse. Fue bastante incómodo para los tres.