Nunca pensé que me podría pasar una cosa como esa, siempre lo he visto por la televisión o en algún libro, pero cuando realmente te pasa a ti no sabes cómo reaccionar o sentir, tu mundo cae ante tus pies. Recibir una noticia como eso no es justo, nada lo es y ni lo sera.
Cuando te explican lo sucedido no escuchas realmente lo que te cuentan solo lo que oyes o más bien lo que quieres oír, el mundo deja de girar, tu respiración se acelera y lo único que deseas hacer es gritar, gritar ahogar hastar tus miedos, ahogar las lágrimas que amenazan con salir de un momento a otro, pero tienes que aparentar que no te afecta, que no es cierto y tan solo es una broma de muy mal gusto. Cierras tus ojos con fuerza y rezas para que alguien salga y grite inocente.
Desde aquel día mi vida cambió lo que no se si para bien o para mal. Me mudé de casa, de ciudad y con personas desconocidas que al principio dudaba en que podían ser amigos, pero al final comprendí que todos venían del mismo entorno y eso es lo que utiliza en común o eso pensaba.
Me llamo Mia Fernández y soy huérfana desde hace unas horas. ¿Cómo ocurrió? Ni yo mismo me lo explico, solo sé que mis padres no están para contármelo, y ahora me tengo que enfrentar a este mundo sola. Por cómo me información unos agentes ocurrió en un accidente de tráfico, los detalles no lo recuerdo con claridad, no presté mucha atención la verdad, solo con la palabra desaparecidos me bastó para no seguir escuchando. Observaba como me hablaba, pero no quería hacerlo real porque eso significaba que mi vida acababa.
Me encontré en la escuela, era mi última hora de clase y faltaba minutos para que sonara el timbre, no sé cuánto tiempo estuve en trance, pero para mí fue un suspiro, el sonido fue lo que me despertó y comprendí que no era una falsedad , ni tampoco el día de los inocentes. La directora me observó con impaciencia, supongo que soltara alguna lagrima, pero no ocurrió, no delante del equipo de docencia, me negaba a mostrar debilidad. Salí de su despacho acompañado por un asistente social, me explico que a raíz de la situación tiene que vivir en un orfanato, no me negué, no podía a ser menor y no tener un tutor que me acogiera temporalmente, al menos no tan pronto. Recogí lo más importante que pensaba que necesitaría y lo empaqué en unas maletas, sabía que no era lo suficiente, pero comprendí que no tendría una habitación tan grande como esta. Bajé lentamente los pequeños escalones que tenía mi casa, no era muy grande pero tampoco era una de muñecas, nos lo apañábamos muy bien la verdad. Mientras lo hacía me despedía de los recuerdos, de una vida de buenos ratos y algún que otro llanto, de los cumpleaños y en general todas esas fiestas con la familia que por desgracia de la mía no están para presenciar la situación.
Durante el tiempo que apareció el trayecto seguía pensando en cómo sería mi situación, me tocará ser la nueva del centro. El centro de atencion y eso lo odiaba con locura. Lo odiaba por el simple hecho de que no tener un cuerpo estándar, por tener complejos hasta mis pestañas. Tal vez por eso no era feliz, por eso fingía estar bien y realmente estoy gritando por ayuda y salir de ese ciclo de malos pensamientos.
Tardo unos segundos en salir de mis pensamientos y observar el edificio que tengo en ms narices. Debe de ser relativamente nuevo, se nota que con el paso del tiempo lo han ido reformando, estaba situado al final de una calle, daba la sensación de que era familiar, no daba el aspecto de un orfanato como había imaginado. La asistente bajó del vehículo y se acercó a una de las puertas, se pudo apreciar tres puertas y unas pocas ventanas. La fachada era de ladrillos y lo habían pintado de beige, observé con determinación cada centímetro, era de dos plantas al parecer, mejor, no habría tantos niños y pasaría más desapercibida, no me gusta responder a tantas preguntas y menos si es de mi vida privada sin duda un bonito hogar.
- Hola Mía, me llamo Alonso y soy el director del hogar. ¿Por qué no pasamos dentro y te enseño el lugar?
Asentí sin decir ni una palabra, ese hombre parecía ser amable. Lo observé mientras me enseñabas las distintas habitaciones y pude notar que era relativamente joven y que le apasionaba su trabajo, no voy a negar que trabajar con niños que pasa una situación así debe de ser difícil. Era de estatura media, estaba en forma, se podía decir que le gustaba estar activo y que le sacaba tiempo para ir al gimnasio.
Mientras veía las diferentes salas que equipaba el lugar grababa un poco más mi infancia, no podría evitarlo al parecer, soy demasiado sentimental, y eso que él intentó en varias ocasiones en ser más calculadora y fría pero no forma parte de mi ser, al menos por el momento. No me percate de que ya se había acabado ese tour por la casa y estamos en lo que sería mi cuarto en los próximos meses, nunca me gustó la idea de compartir mi espacio y me temo que aquí se llevaba mucho esa práctica.
El cuarto parece diseñado específicamente para un adolescente, en este caso para dos, no es muy grande pero lo suficiente para que cada uno tuviera su propio espacio. Está equipado con dos camas que tiene pinta de no ser muy cómoda, unas mesas de noche en el lado derecho y un pequeño escritorio justo debajo de la ventana, las paredes tienen una tonalidad rosada a juego con el decorado supongo, el armario era pequeño para mi gusto, no sé cómo organizaría toda mi ropa.
- Espero que tengas una buena etapa y para cualquier cosa tendrás una tutora que se encargará de las necesidades que vayas a necesitar.
- Gracias, pero no creo que me quede mucho tiempo por aquí. — Lo miré seria como nunca lo fui.
- Eso no lo sabemos con certeza, sé que va a ser duro superar lo de tus padres, pero tienes que ser valiente y fuerte, solo queremos lo mejor para vosotros.
- No creo que lo supere nunca, se nota que usted no ha pasado por una situación como la mía y respeto que intente animarme, pero estas consiguiendo lo contrario. Ahora si me permite quiero organizar mis cosas.
Se va sin decir nada más. Sé que fui un poco borde y sinceramente, esa no soy, pero estoy cansada de que me digan que tengo que ser fuerte y valiente, joder, ya lo sé, no necesito a nadie que me repita cada dos minutos la misma historia, para eso ya estoy yo.
Guardo mi ropa como puedo en ese diminuto armario, por suerte me distraigo un rato, también me dio tiempo a organizar mi mesa de noche cuando escucho unas risas de fondo. Deben ser los demás chicos que deben de haber vuelto de la salida que habían realizado. Me tumbo en mi cama y por primera vez en horas cojo mi teléfono. La verdad es que no tenía ganas de estar pendiente de los supuestos mensajes de mis amigos o de algún familiar dándome el pésame, pero sinceramente menos ganas tenia de hacer alguna presentación.
Observo como la puerta se abre seguido de unas risas dejando ver a dos chicas de mi misma edad, las observo sin que se den cuenta de mi presencia, están tan distraídas hablando entre ellas que ni se percatan de que llego la nueva eso me da ventaja para imaginarme como serian sus personalidades. La primera en entrar es rubia, con su larga melena ligeramente ondulada, tiene una buena figura, que envidia, ya quisiera estar como ella, veste con un vestido de azul celeste con un estampado de margaritas, la segunda chica era un poco más joven, no tendrá más de catorce años, tal vez me esté equivocando, soy mala para adivinar las edades, es morena y de baja estatura y por desgracia de la mía también parecía una modelo de revista.
- Luna tienes cada salida. — Comenta entre más risa la morena. Di a suponer que la rubia se llama Luna.
- Calla, él tiene la culpa de todo. — Termina de decir mientras me observa, al verme cambia de compostura y me dedica una sonrisa. — ¿Tu debes de ser Mía, la nueva no? Yo soy Luna encantada y bienvenida.
- ¿Ya llegó? — Escucho que dice alguien detrás de la puerta, empuja a la morena y se deja ver, lo que sospechaba, un chico y está bastante bueno. — Hola, me llamo Adams, soy tu vecino de enfrente, espero que estas dos te hayan recibido en condiciones.
- Sí, supongo que sí. Hola a todos. — Guardé mi teléfono y los seguí observando. Como ya dije, no estoy para hacer amigos
- Tranquila que no comemos, aunque alguien si lo haga cuando se cabrea. —Tras ese comentario se ríe y contagia a las otras, a mí sinceramente no le veo la gracia.
- ¿Y quién será mi compañera de habitación?
- Lucía, esta con su pareja ahora pero no tardará en volver, ya mismo es la hora de comer así que tiene que volver. —Esta vez habla por primera vez la morena, si era cierto eso, ¿Por qué estaban en mi cuarto?
- Genial supongo...—Volví a coger el teléfono porque recibí un nuevo mensaje, no le presté atención y busqué la app de música.
- Aquí está prohibido estar de bajón me temo así que, ¿por qué no cambias esa cara y bajas con nosotros y te presentamos a los demás? —Volvió a comentar el chico mono, creo que lo apodaré de esa forma y me asegurare que nadie más lo sepa.
Adams está bastante atento al parecer, como lo era yo con su figura. Es que parecer que lo han esculpido para ser un dios griego, sus rasgos de chico deportista mezclado con su lado problemático, atrae la atención de todas seguramente y no solo de la mía, sus ojos marrones claros te hacían caer en su red y no puedes escapar, era moreno, al parecer ha tomado mucho sol este verano, su sonrisa perfecta era acorde con su faceta, sin duda, tenemos un ejército detrás de él.
- No gracias, no me apetece para nada estar rodeado de más gente. No os lo teméis a malas. — Conecté mis auriculares y continué con mi música.
- Como quieras, chicas dejémosla en su mundo.
Los días fueron pasando y tengo que reconocer que no se está tan mal, todos son muy atentos y puedo decir que tendré grandes compañeros de vida. Pero todo lo que empieza se acaba y para mí, es alegría. Hace unos días, Alfonso me llamó a su despacho para darme la mejor noticia que una chica en mi situación pudiera recibir, había podido localizar a mi tío, hace mucho que no lo veo, pero me alegra tanto volver a verle. Al parecer estuvo tan liado con su trabajo que no se enteró de lo sucedido. Por lo tanto, en cuanto venga me iré a vivir con él y su familia, al menos no estaré sola como pensaba.