Hoy estuvo lloviendo, así que nos relajamos y trabajamos dentro de la cueva.
Los sonidos de las gotas reverberaban mientras yo golpeaba y trituraba una roca miste- riosa como de obsidiana que ayer encontré al lado del río. Estoaba intentando convertir- la en algo parecido a un cuchillo.
Deseaba tener ropa de piel pronto. Quería librarme del taparrabos viejo. Pero el cuerno no era apropiado para cortar.
En parte porque hacía un sonido terrible, y en parte porque les interesaba lo que estaba haciendo, los goblins nacidos al mismo tiempo que yo se acercaron. Luego se fueron porque los ignoré mientras continuaba trabajando concentrado. Por alguna razón, los goblins más mayores sonreían mientras me observaban. Desconozco el motivo.
Oh, bueno, puesto que fui capaz de hacer tres pseudochuchillos y tan solo estuve hasta un poco más tarde del mediodía, lo consideraré como algo bueno. Ambas de mis manos empezaban a dolerme un poco, y decidí terminar con eso.
Paré la fabricación de pseudocuchillos porque se trataba solo de algo que hacía en mi tiempo libre. Hubo solo dos personas, Gobumi-chan y Gobukichi-kun, que se quedaron observando mi trabajo sin aburrirse perdón, la próxima vez no hablaré de ellos como personas, sino como goblins y convoqué una reunión estratégica para acordar la for- mación de la próxima cacería.
Los dos expresaron ruidosamente varias opiniones aunque era un campo que solo yo dominaba perfectamente. Cuando yo establecí lo que haríamos, Gobumi-chan, que era más lista que Gobukichi-kun, dio su opinión de vez en cuando, mientras que Gobuki- chi-kun se limitó a asentir constantemente; era idiota.
Entonces un goblin notablemente arrugado se acercó a nosotros. Este goblin era Gobu- jii, el goblin más viejo de la [Comunidad de goblins], que ostentaba una posición social parecida a la de un consejero; fue este abuelo quien me dio el nombre de Goburou.
Pospusimos la reunión estratégica para escuchar las distintas historias de Gobujii-san. Él había tenido una vida inútilmente longeva, pero tenía una gran sabiduría, así que no quise echar a perder esa oportunidad.
Bueno, puesto que solo son necesarios 20 años y pico para ser considerado un goblin ancia- no, a este tipo no le quedará mucha vida... jajaja.
Recobré la compostura.
Gobujii nos contó muchas cosas sobre este mundo, por ejemplo, las reglas de los niveles y las evoluciones, que al parecer existían; o por qué en esta cueva, exceptuándonos a los goblins recién nacidos como nosotros, solo había goblins ancianos, entre otras cosas.
Pero dejemos los niveles y las evoluciones de los seres de este mundo para luego, prime- ro hablemos de los goblins que vivían en la cueva.
Al parecer, los goblins más jóvenes, quizás nuestros padres goblin, estaban trabajando lejos de casa en el bosque. Trabajando en saqueos rápidos, por lo que entendí.
Eh, ¿no eran los goblins tan débiles que fácilmente podían morir por los conejos cornu- dos? No, no, eso era un goblin recién nacido, ¿no? Los goblins eran una raza ciertamente débil, de hecho por esa razón los goblins nacidos en este bosque que eran capaces de moverse al día después, se entrenaban para matar con un palo de madera y lanzando piedras, todo con el fin de mantenerse con vida. Literalmente, aprendían tácticas astutas y las habilidades necesarias para sobrevivir a costa de arriesgar la vida.
Los débiles mueren, los fuertes sobreviven. Entiendo que esto es por lo que se rige este mundo. Es una ley muy simple a la par que severa.
En serio, es tan despiadada que lloraría.
Bueno, últimamente había muchos individuos que nos imitaban formando grupos entre ellos para cazar conejos cornudos. Gracias a eso, el número de individuos supervivien- tes aumentó más que nunca.
Mientras yo asentía entusiasmado por su relato, vi como el taparrabos de Gobujii empe- zaba a cambiar de forma. Aparentemente, su larga vida no había suprimido su deseo de generar descendencia, o quizás sintió que su muerte se acercaba.
Ugh, después de casi vomitar, quise terminar nuestra charla lo antes posible y evitar cruzar mi mirada con la suya.
Como si pudiera estar mucho tiempo mirando esa cosa.
Al terminar nuestra charla, su cara mostraba lo satisfecho que estaba consigo mismo. Gobujii puso cara de pervertido y se fue a los adentros de la cueva.
Poco rato después, se oyeron débiles chillidos femeninos.
Junté mis manos y recé dos veces en nombre de las mujeres cautivas.
Me era imposible hacer nada más que eso por el momento, algún día me gustaría liberar a esas mujeres. Solo el hecho de vivir bajo esas condiciones ya era injusto, a mi parecer.
Incluso yo sentía esa cantidad de compasión.