PERSPECTIVA: Rozuel Drayt
Me hallaba esposado en brazos y piernas ante un inmenso tribunal a oscuras, una intensa luz se ilumina sobre mí y también sobre una gran mesa gestionada por cinco jueces con vestimentas religiosas cuya cara lo cubría una capucha.
—Rozuel Drayt, se te acusa de empuñar en tus manos peligrosas armas procedente de otro mundo –Hablo uno de ellos.
—Es más que obvio la razón del por qué son de otro mundo –Argumente yo.
—Estamos al tanto de su condición como reencarnado de otro mundo, pero eso no quita el hecho de sus crimines –Agrega un segundo.
—Estas armas carentes de magia y con un potencial inimaginable, de solo expandirse en manos erróneas su distribución generaría un equilibrio incontrolable, caos y desorden por doquier –Opina el tercer juez.
—Por lo tanto estos artefactos denominados "Armas de Fuego" deben ser de manera obligatoria para el dominio de las autoridades del reino, ¡tú castigo será brindar este conocimiento para el bien del reino, sus majestades y su futuro! –Declaro el cuarto.
—Están loco si creen que les voy a dar acceso a más armas de fuego, en lo que a mi respeta, ustedes y su reino no son diferente a cualquier tirano o gobernante con locura de poder, me señalan como el causante de promover caos y desorden, pero son ustedes los hipócrita la que lo causaran al final en el momento en que hagan con mis creaciones, ustedes son como niños poniendo sus manitas en ellas, agitándolas como sonajas y usándolas para apilar montañas de cadáveres con la excusa de "fue sin querer", todos me dan asco, cada uno de ustedes.
— ¡Silencio! –Exclamo el quinto juez —Tu insolencia es en vano, pues tenemos métodos para privarte de tu voluntad y seguir el mandato de esta sentencia, por el bien del reino.
Los cincos hacen sonar al mismo tiempo sus mazos de madera sobre la mesa en que dictaban sus palabras y a mi derecha en medio de la oscuridad, un tétrico hombre obeso cuya forma de vestir recordaba a los clásicos verdugo, se acerca a mí riéndose maléficamente, llevando en su mano derecha un puntiagudo pedazo de cristal azulado mágico que emitía un constante latido.
El horrible hombre me toma del cuello con una mano y con la otra clava ese fragmento sobre mi hombro derecho, una cantidad incontable de volteos sacude mi cuerpo, un dolor de intenso grado se manifiesta en cada parte de mí ser, sentía como si la sangre me hirviera y cada célula me acuchillara por dentro.
—Con esto, tu voluntad se perderá para siempre, Rozuel Drayt ha dejado de existir y en su lugar un esclavo al servicio de este reino nacerá –Dice el primer juez.
— ¡Miserable… los matare… los voy matar… A CADA UNO! –Gritaba furioso deseándoles la peor de las miserias.
—No lo harás, ya nunca lo harás, porque nunca lo sabrás.
Pierdo mi mente, mis sueños, mi identidad, mi destino y mi libertad, mis sentimientos son privados y lo único que veo, es una leve imagen de mí mismo, con harapos sucios y ojos muertos, creando sin fin en un taller oscuro y mugriento más armas para obesos nobles funcionarios de este reino y sus arrogantes gobernantes.
Ese fue el escenario que me imagine si mi identidad como Esper fuera revelado y mis armas de fuego llegaran a las manos de personas equivocadas, esta chica loba, Riha, en tan solo pocos minutos de conocerla, averiguo en buena parte la naturaleza no mágica de mi AK-47 y el guantelete de mi mano derecho.
Olía la energía ESP o mejor dicho los rastros yacidos en ambas, pero desconocía lo que era, sin embargo seguía siendo bastante inquietante como arriesgado, no confió en ella, no la veo como alguien capaz de guardar un secreto, no puedo exponerme más de la cuenta, ya tuve demasiado con ese gordo comerciante que me complico todo, ese extraño contacto de "El Búho" y ahora ella, no más.
— ¿Eh?, ¿qué pasa? –Pregunta Riha notando mi inquietud.
Levante despacio mi rifle apuntando a su cabeza, ella noto fijamente eso y exclamando confusa "¿eh?" pregunta que estoy haciendo.
—Lo siento… lo siento –Le respondí acercando mi dedo al gatillo.
—"Amo, ¿qué sucede?" –Me detengo al oír a Allum preguntarme y subirse a mi hombro.
—No puede ser… -Dice emocionada la chica lobo al ver a Allum —¿¡Mis ojos me engañan!?, ¿¡realmente es uno!?, ¿¡un slime de metal!?.
Riha toma a mi pegajoso compañero abrazándolo y refregando su cara contra la de Allum como si de una mascota cachorro se tratara.
— ¡Mi gente solía tenerlos como mascotas y compañeros de combate! –Comento ella —Pero desde que su número fue reducido considerablemente, dejaron de existir en nuestro hogar hace bastante tiempo.
Esta distraída, tiene sus ojos enfocados en Allum, ¡es ahora o nunca!, ¡dispara Rozuel, ella no puede salir vivo de esta, es demasiado riesgo, ya demasiado te has mostrado con desconocidos!, tenía la mira apuntando a su cabeza, mi dedo estaba sobre el gatillo, todo terminara cuando apriete de este.
—"¡Amo, cuidado!" –Me advierte mi metálico y pegajoso compañero.
Un gruñido se hace oír en la puerta de la habitación, volteo y me encuentro con nada menos que uno de esos zombis planta, dispare y destroce su cabeza de unos tiros.
—Caramba, no había notado que había uno dentro de esta casa –Dijo la chica lobo.
Un fuerte ruido provenía del primer piso, era la puerta siendo derribada por quien sabe cuántos zombis, debieron de haber sido atraídos por los disparos, esta casa ya no era segura.
— ¡Por aquí! –Dice Riha saliendo primero de la habitación.
Una ventana, la única en todo el segundo piso se encontraba cerca de las escaleras, nuestra ruta de escape, sin embargo estaba cerrada, pero eso no fue impedimento para que Riha actuara, convirtió todo su brazo derecho en metal, acero como describe el poder de su clan y garras de tal índole brotaron sobre sus uñas con la cual destrozo en un parpadeo lo que obstruía nuestra ruta de huida.
Le dispare en la cabeza nuevamente al zombi que derribe hace unos momentos para dejarle más tiempo incapacitado y me dirigí a la ventana, pero ahora me doy cuenta que esta ruta de escape era por obviedad una caída desde un segundo piso, Riha contaba con cualidades sobrehumanas gracias al físico de su raza y magia, sin embargo yo…
—Vamos, transfórmate o haz algo… -Le dije al "huésped" del collar mientras lo sacudía.
Solo con Intense Iron tenía chances de escapar y debía darme prisa, los zombis empezaban a subir las escaleras y el que abatí ya casi estaba regenerado.
—"Te ayudare, amo" –Me dice Allum adoptando su forma líquida y combinándose con el collar negro de mi cuello.
Pronto esta se expande adoptando la forma original que tenía la armadura la primera vez que la vi, cubriendo únicamente la parte de mi torso, podía sentir la fuerza brotando en mi cuerpo, no era semejante a la de Intense Iron, pero bastaría para salir de aquí.
—¿¡Qué esperas!?, ¡vamos! –Me avisa la Lupian sobre el techo de otra casa.
Retrocedí unos pasos tomando distancia y corrí para finalmente saltar a tan solo unos meros centímetros de ser alcanzado por los zombis, un brinco sobrehumano lo suficiente para alcanzar la posición en el que se encontraba Riha, para nuestra fortuna los zombis además de lentos, eran incapaz de hacer tal esfuerzo físico para llegar hasta nosotros.
— ¿Ahora qué? –Pregunte sin ideas por mi parte.
—Deberíamos al refugio del pueblo –Dijo Riha.
—¿Este pueblo tiene un refugio?.
—Ya lo veras.
Seguía a Riha hasta ese dichoso refugio, tratándose de un lugar para resguardarse en momentos caóticos como este, debería hallar una buena cantidad de sobrevivientes. Riha me guio por un rumbo seguro topándonos con la menor cantidad de zombis posible, me termino llevando hasta el centro del pueblo, más exactamente sobre un callejón sin salida al lado de un enorme y lujoso edificio de tres pisos, justo en ese momento Allum se desequipo de la armadura y esta volvió a su forma de collar negro, ya no podría usarla por un buen rato.
— ¿Dónde se supone que habría un refugio aquí? –Pregunte yo.
La chica lobo respondió esa cuestión de inmediato al revelar una trampilla oculta sobre el suelo que desembocaba con unas escaleras hacia abajo, Riha bajo primero y yo le seguí después, al tocar suelo y mirar al frente, dimos con una puerta inmensa metálica que era la entrada a un refugio subterráneo bien resguardado.
— ¿Quién demonios construyo este sitio?, ¿la corporación Vault-Tec? –Pregunte en mis pensamientos con un tono bromista.
Riha se acercó a la puerta y dio unos cuantos golpes leves anunciando de su llegada.
— ¿En serio esperas que te habrán solo por tocar la puerta? –Le pregunte a ella.
Quede callado cuando la puerta se abrió lentamente hasta que fuimos recibidos por tres guardias armados del lugar quienes reconocieron a Riha como aliada y a mí como un desconocido.
—Tranquilo, viene conmigo –Alego ella en mi defensa.
—Al Loren no le gustara esto –Comento uno de los guardias.
Pese a las quejas de los guardias, se nos permitió pasar, recorrimos un pequeño pasillo estrecho hasta dar con un amplio salón en donde yacían los sobrevivientes de Arkay, este lugar era inmenso, pues albergaba como cientos y cientos de personas.
—Debo ir a hablar con el Loren, enseguida vuelvo –Me dice Riha retirándose de momento.
Mientras yo me quede allí con intenciones de no mezclarme, ya sentía las miradas desconcertantes de varios de los refugiados del lugar, aun siendo este mismo desconocido un niño.
—Te vi venir por la entrada, ¿acabas de llegar? –Me pregunto un refugiado, un hombre de avanzada edad con cierta curiosidad.
—Sí, acabe de llegar al pueblo de Arkay y me tome con la inusual sorpresa del panorama que tienen –Conteste.
—Siento que hayas tenido que llegar en unos de los momentos más oscuros del pueblo, ¿dónde están tus padres?.
—Lejos, pero vivos, cambiando de tema, debo decir que para ser un pueblo casi desconocido, tienen un refugio que sería la envidia para otros.
—Cierto, pero este refugio no fue construido por el pueblo, ya estaba aquí desde hace mucho tiempo, al menos hasta donde lo sé –Responde el hombre —Se cree que este lugar perteneció como escondite secreto de hace muchas décadas atrás para los anteriores reyes de Luthe, pero nadie sabe con certeza toda su historia.
Un dato interesante para agregar al códice de mi cabeza, pero ahora tenía asuntos más importante en mente, estando aquí acabo de recordar que busco a cierta persona y esperaba encontrarle aquí.
— ¿Cuánto tiempo llevan aquí? –Le pregunte al hombre.
—Como cerca de cuatro días, cuando ingresaron al refugio todos los que pudieron salvarse, enviaron después a alguien afuera para pedir ayuda, pero a estas alturas del partido creemos que no lo consiguió.
— ¿Cuatro días?, deben de tener un vasto suministro de comida para haber aguantado tanto aquí y habiendo muchas personas.
—Sí, pero no era nuestra y la de este refugio o quien gobierna nuestro pueblo, esa comida que nos salvó a todos nos las dio ese generoso mercader, pese a que también termino involucrado en estos acontecimientos, él nos brindó comida y medicina sin pedir nada a cambio, que hombre tan benevolente, el mismo Deux debe de haberlo enviado.
—Hmmm… ¿dónde está ahora ese comerciante?.
—Atendiendo a unos enfermos por allí.
Me dirigí hacia donde señalo aquel hombre, pase entre la multitud de refugiados hasta dar en una parte donde varios niños se encontraban recostados sobre unos sacos de tela que improvisaron como colchones, estos eran atendidos por algunos de los refugiados siguiendo las indicaciones de un hombre.
Ese mismo hombre en aspecto parecía un cincuentón, tenía cabello y barba canosa, vistiendo un chaleco marrón de mangas blancas y un pantalón bombacho negro con un cinto de cuero de baja calidad, sosteniendo una cuchara en mano, llenaba el cubierto con el brebaje medicinal de una pequeña botella al cual con cuidado hizo que uno de los niños enfermos se la bebiera, luego coloco un trapo húmedo sobre la frente del chico y le dejo descansar.
— Basan Nios –Pronuncie enseguida.
Al pronunciarlo, el hombre que tenía en frente, el mismo canoso que ayudaba a estos enfermos se pone de pie y se da la vuelta mirándome cara a cara.
— ¿Si?, ¿también te sientes mal?, déjame verte más de cerca –Me dice el hombre con un tono amistoso poniendo una mano en mi frente para comprobar mi temperatura.
—Finalmente lo encontré… por fin –Dije en voz alta con tanto regocijo.
—No entiendo que quieres decir, pequeño niño, no siento que tengas fiebre, ¿sientes algún malestar o algo?.
—No, ya no…
Continuara…