PERSPECTIVA: Riza Gramwind
Faltaban 15 minutos para que el encuentro se llevara a cabo, me miraba en el espejo de mi cuarto rebosante de confianza con la vara que usaría para el duelo, no habría duda alguna de mi victoria, contra un no mago no hay forma de que pierda.
—Hija, ¿puedo pasar? –Era madre tocando la puerta.
Otra vez tratando de convencerme de no seguir con esta pelea, que solo llevaría a arrepentirme de continuar, ¿¡yo arrepentirme!?, he esperado este momento ansiando demostrar la razón del porque las brujas somos la cúspide de Windaz, el corazón del aquelarre y ningún forastero va a cambiar eso.
—Rozuel, a ese chico… ¿por qué lo odias tanto?, ¿por ser varón?, ¿por no ser una bruja?, ¿por ser un no mago?, o… ¿existe alguna razón más específica? –Me pregunta mama como si un interrogatorio se tratara.
—Me retiro, tengo un duelo al cual acudir –Conteste ignorando cada una de sus cuestiones.
Marche hacia la escuela, el patio en el cual se llevaría a cabo el encuentro había sido preparado, me adentro a la arena esperando a ese arrogante chico, muchos han venido aquí a presenciar este evento, la cantidad de habitantes presentes sobrepasaba mis expectativas, era perfecto para una humillación en público.
—"¿por qué lo odias tanto?"
La pregunta de mi madre se manifiesta como un eco en mi cabeza, ¿por qué me perseguía tal interrogante?, no tenía dudas para despreciar a ese chico, ¡su sola imagen me recuerda a él, a ese impetuoso hombre!.
—Aquí esta…
El no mago finalmente llega, por un momento tenía la ligera idea de que abandonaría, pero incluso él tiene razones para no ausentarse, cualquiera que sean sus motivos hoy los hare añico junto a toda esperanza que albergue.
La profesora Naly Scheen se acerca explicando las reglas, dado que él no tenía magia, se le entrego una espada y un escudo ambos de madera, la condición de su victoria era que me tocase con la punta del arma de endeble estado a mí para ganar, mientras que yo con solo destruir ambos objetos o dejarlo inconsciente bastaba, oh, pero eso no será lo único que vaya a destruir.
— ¡COMIENCEN! –Declaro la profesora Naly dando inicio al duelo de práctica.
Confiado en sus condiciones para ganar, corre con fervor acercando su espada hacia mí, lo detengo invocando un muro de viento que impide su paso y lo golpea con fuerza enviándolo hacia atrás.
— ¿Ya te das por vencido? –Le pregunte yo.
—Ni en tus sueños –Replica el forastero levantándose.
Disparo un proyectil de viento pero él logra esquivarlo y esta termina dando en la valla, le di demasiada potencia que su velocidad se redujo drásticamente, maldita sea, entonces es hora de pasar a otro nivel.
— ¡Explosión de viento!.
Mis palabras dictan mi siguiente ataque, creando pequeñas burbujas de aire que yacen en el suelo en cercanía del no mago, el explotar de cada uno desataba fuertes vientos breves que lo lastimaban, él rápidamente comprendió mi técnica y comenzó a tomar distancia con vista aguda a las burbujas que creaba, aprovecho esta oportunidad y le disparo otro proyectil de viento.
La segunda logra darle, aunque destruyendo el escudo y lastimando de manera superficial su mano izquierda, cae al suelo siendo abochornado por todo el público, mientras que yo recibía su devoto apoyo, esto sin duda era un espectáculo para ellos y yo contribuiría a volverlo impecable.
— ¡Jajaja, que fácil!, solo me falta la espada y habré ganando, pero… ¿para qué terminar esto tan pronto? –Resalto en voz alta con intención de bajar sus ánimos y moral.
—En este duelo nunca tuve posibilidad… por eso yo… tengo que cambiar de estrategia si quiero ganar.
Me rio de las locuras que su boca deleita, ¿ganar por cambiar de estrategia?, ¿y que se supone que me hará?, solo le queda esa mediocre espada de madera y yo aún no he usado ni la mitad de mis fuerzas, hare que trague sus palabras cuando sus piernas jamás vuelvan a caminar, pero antes de que pudiese hacer mi siguiente movimiento, aquel no mago deja caer la espada al suelo, ¿se rendirá así nada más?, que predecible.
—Así que al fin te decides dar por vencido y reconocer la posición que te corresponde como no mago, es lo lógico, que tipos como tu reconozcan la mediocridad de su existencia creyendo ser mejores que las brujas.
— ¡Cállate!, ¡hablas demasiado!, ¡voy a desplomar está sobrevalorada fachada de superioridad y dejar en claro que la magia no es la gran cosa! –Exclama de manera proponte con un tono arrogante que me enfada.
Justo en ese instante de su cintura saca un extraño objeto jamás visto, ¿qué era eso?, noto como las chicas de mi clase quienes estaban presente entre el público se atemorizan de solo ver ese objeto, ¿acaso se tratara de aquel artefacto mágico del que hablan los rumores?, ¡ja, me rio de solo creerlo!, ¿de dónde sacaría un no mago un artefacto con gran poder?, eran puros cuentos de hadas.
¡BANG!
Antes de darme cuenta, aquella extraña cosa había lanzado algo que replico ese ruido que llamo la atención de todas nosotras ese día y el rumor cobro origen, incluso había herido mi pierna izquierda como si algo filoso hubiera rozado en ella, no puede ser, ¿¡esa cosa realmente es un arma!?, sentía un dolor impresionante pese ser una herida insignificante.
Apunto a mis pies a un principio, pero ahora levanta su arma dirigiéndola un poco más arriba, ¿planea en su siguiente ataque darme en la cara, brazos o el pecho?, ¿qué es lo que lanzaba esa cosa que fuera lo suficiente para provocar semejante daño?, calma, debo centrarme en repeler tal ataque, concentre mis energía mágica para crear un escudo que pudiera ante esa cosa.
¡BANG!
Sin embargo era todo en vano, fácilmente lo que de esa arma salía tenía un poder mucho más grande que el de una flecha, hizo añicos mí escudo en un parpadeo y lo siguiente en terminar igual fue mi varita, pierdo el equilibrio y ahora soy yo quien se encuentra en una desastrosa situación.
Antes de que pudiese recuperarme, él se adelanta y pone un pie sobre mí para impedirme levantarme, tenía la espada de madera en la mano izquierda y ese extraño artefacto en la derecha, parecía mi derrota, pero en ese instante observo atenta el cómo me apunta con esa arma a mi rostro.
Tenía miedo, él quería matarme, intentaba que mi boca soltara palabras para pedirle detenerse, pero estaba tan aterrada que incluso mi hablar estaba congelado, esta sensación… la he sentido antes, cuando tenía 2 años de edad.
—"Mama… hermana… ¿dónde están?"
Me había adentrada demasiado al bosque por culpa de mi inmadura curiosidad, me perdí con el anochecer acercándose, estaba temblando pero no de frio sino de un inmenso miedo a la soledad que me rodeaba y llorando en la desesperación un lobo hambriento se aparece mirándome con ojos sanguinarios.
Sin importar cuanto rogara o suplicase, el feroz animal se acercaba lentamente hasta tomar velocidad y abrir su boca para clavar sus letales fauces sobre mí, todo parecía perdido.
—"¡Riza!"
Una voz familiar pronuncia mi nombre en la incertidumbre y un fuerte viento sacude a la bestia hambrienta embistiéndolo hasta un árbol dejándole herido, en su reacción gime adolorido huyendo lejos.
—"Riza, ¿estás bien?".
Mi única hermana había acudido en mi ayuda, en sus brazos a salvo me encontraba y sin reprocharme acaricia mi pelo llevándome de regreso a casa.
Pero ella ya no estaba en Windaz, al cumplir 10 años se marchó del pueblo para expandir su conocimiento y poder mágico, desde entonces jure hacerme fuerte también y enorgullecer al linaje Gramwind.
Sin embargo aquel traumático miedo había retornado, esa extraña arma, de solo ser apuntado con ella me recordaba al hocico de la bestia esperando el momento de asesinarme, ¡mi hermana no estaba para protégeme, sintiéndome inútil e indefensa!, he decepcionado a la línea de sangre a la que pertenezco, mis ojos se cierran esperando el inevitable final.
¡BANG! ¡BANG!
Había escuchado dos de esos "bang", abrí los ojos y aun me encontraba respirando, temerosa pero viva, el no mago tras dejarme vivir aleja su extraña arma y pone sobre mi cuello la espada de madera, habiendo perdido el duelo de práctica, no podía expresar disconformidad o rabia, lo único que mi cuerpo transmitía era miedo mismo en su mayor esplendor.
Escuchaba las quejas conformándose de aquellos a nuestro alrededor, todas son calladas cuando él usa sobre la valla su artefacto mágico hasta dejar de hacer "bang".
— ¡Ahora que tengo su atención, voy a dejar bien en claro un mensajito para que se lo graben en esa asqueante materia gris de cerebro que tienen!, ¡si quieren meterse conmigo, por mi háganlo, pero si alguien sin importar QUIEN SEA vuelve a herir de algún modo a mi madre, A MI FAMILIA, lo voy a dejar peor que a esa valla, lo que ven en mis manos no es el único "juguete" que tengo y créanme que no querrán verme enojado!, ¿¡SOY LO SUFICIENTE Y JODIDAMENTE CLARO!?.
Fueron sus palabras acompañadas de una fuerte mirada amenazante, se retira hasta perderse a la vista y yo ante la derrota aun devorada por el miedo, pierdo la consciencia.
No sé cuánto tiempo paso, para cuando desperté me encuentro en la cama de mi habitación con mi madre sirviéndome un té.
— ¿Te encuentras bien hija? –Pregunta ella al verme despierta.
Conteste su pregunta abrazando su regazo como lo hacía hace dos años.
—Tenía miedo… aun lo tengo… tengo tanto miedo… mama.
Mama acariciaba mi cabello sin preguntar o comentar algo referente al duelo, para los siguientes días, todo sentimiento de odio que albergue alguna vez sobre ese chico, ahora se había convertido en terror, de solo verle mi mente lo imaginaba con esa extraña arma en manos apuntando a mi frente, con un rostro de proporciones demoniacas y riendo malévolamente mientras me asesinaba una y otra vez.
Ahora comprendía por qué las chicas lo llamaban "demonio", desde entonces todas hemos tomado distancia de él, alguien capaz de vencer a una bruja no era un humano ordinario, ¿qué clase de persona es ese no mago?, era como si pareciera de otro mundo.
Más de una semana ha trascurrido y en medio de la noche en la residencia Gramwind alguien golpea la puerta con sumo apuro, mama atiende al llamado y al abrirla se encuentra con una bruja que comunicaba un aviso urgente.
—Se ha reportado un enorme número de bandidos acercándose al pueblo, según creemos pertenecen a los "Forajidos de Lars", saqueadores mercenarios y ex-soldados experimentados, incluso con talentosos magos en sus filas, ¡vayan pronto al hospital, allí hay un refugio subterráneo aguardando!.
Tan pronto termino de comunicarlo, te retira a avisar a otros, mama y yo marchamos al hospital, al llegar allí fuimos llevado al refugio subterráneo que tenían, pero en ese instante ella se separa de mi explicando que debía ayudar a las otras brujas a defender el pueblo, insistí en acompañarla pero ella negó toda mi ayuda, por ser muy joven y preocuparse demasiado de su hija.
Madre marcho dejándome en el refugio, más tarde que nunca llegan mis compañeras de clases, postradas contra la pared nos vimos preocupada porque la mayoría de nuestras madres había marchado a defender Windaz.
Con el pasar de un buen rato, noto que faltaba alguien, era Laida, ¿por qué aún no había llegado al refugio?, ella fue una de las primeras amigas en hacer, me preocupe al no verla entre nosotras, pregunte a las chicas si la habían visto, pero todas dijeron que no.
— ¿Podría ser que algo la haya atrasado?, ¿le habrá pasado algo malo?.
Tales interrogantes me causaban inquietud sobre mi buena amiga Laida, no pude continuar esperándola y salí del refugio ignorando el aviso de las brujas adultas que custodiaban el lugar, marchando firme con toda prisa rumbo a su casa.
Al llegar a su hogar, abro la puerta para encontrar a una depresiva Laida llorando con ansiedad.
—¡Laida!, ¿¡qué haces aquí!?, es peligroso quedarse en este sitio, debemos ir al refugio del hospital –Le hable mirándola a los ojos.
— ¡Mama!, ¡no encuentro a mama!, ¡me dijeron que fuera al hospital pero no he visto a mama desde hace horas!, ¡creo que ella…!
Un ruido sospechoso alerta mis sentidos, los fuerte lloriqueos de Laida pudieron haber atraído a algunos de esos forajidos que parecen haber logrado adentrarse al pueblo, trate de callarla hasta que uno de ellos se muestra abriendo la puerta violentamente armado con una espada en manos.
Intente hacerle frente pero inesperado un segundo aparece a mis espaldas sorprendiéndonos a ambas, el filo de su arma amenazó con rebanar mi cuello de intentar algo y Laida ante su miedo mezclado con la timidez tampoco era capaz de actuar, nos habían atrapado a las dos.
—Oh, que pequeñas brujitas tan bonitas, ¿cuánto crees que nos den en el mercado de esclavos por ellas? –Pregunto uno de los bandidos.
—Jejeje, bastante diría yo, las brujas sobre todo las muy jóvenes valen mucho, ¡y mayor es el precio si son virgen! –Le responde su compañera.
Esas eran sus intenciones desde un principio, ¿acaso nuestro fin culminaría con nosotras convertidas en esclavas para quien sabe qué tipo de sujeto?, el temor volvía a apoderarse de mí de tan solo imaginarlo.
— ¡No se muevan! –Ordena una voz a los dos forajidos.
Se trataba de la profesora Naly Scheen, había llegado justo a tiempo apuntando a los bandidos con su mano dominante concentrada de su energía mágica, uno solo de sus ataques bastaría para matar a esos dos, pero los maleantes no pensaban rendirse tan fácil, amenazaron con matarnos si hacia algo sobre ellos.
—Como si fuera a dejar que lastimaran a mis preciadas estudiantes, malditos bandi…
Algo golpea por la retaguardia de la profesora, se trataba de un ataque mágico que la había dejado inconsciente, su atacante era un tercer forajido que llevaba una varita consigo, un mago de ágil talento, para haber tomado por sorpresa a la profesora debe de haber lanzado un ataque ofensivo lo bastante silencioso para no ser detectado y lo bastante fuerte para vencerla sin matarla, un mago de nivel C o B tal vez.
Nuevamente nos encontramos en peligro, nuestra profesora ahora era víctima también y los tres charlaban de manera obscena sobre el valor incalculable que tenía incluso ella, ¿entonces este es nuestro destino?, ¿vivir en la esclavitud?, estaba temblando en desesperación atormentado de solo imaginarme en tal situación, pero Laida era quien peor la pasaba.
— ¡ARGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!...
Un fuerte grito sale de su boca, pronto es callada por uno de los bandidos de una bofetada, por reacción intente moverme para ayudarla pero la espada de uno de ellos seguía sobre mí, haciéndome sentir impotente como para actuar.
—Se acabó… es el fin… -Dije en mis pensamientos — ¿Sera este el resultado de todo lo que he hecho?, entonces… ¿es un castigo por mis actos?, no quiero que esto termina así… mama, ayúdame… hermana, ayúdame… alguien, por favor ayuda… te lo suplico…
La puerta es nuevamente golpeada con fuerza, entrando esta vez un cuarto al lugar, no se trataba de un forajido o una bruja, sino del no mago, a aquel que considere como un forastero desde la primera vez que nos vimos, Rozuel.
En su mano llevaba la extraña arma que uso contra mí en el duelo, con ella apunto a los bandidos que nos tenían a merced.
— ¡Ni se te ocurra moverte niño o le rebano el cuello! –Amenazo uno de ellos poniendo el filo de su arma sobre mi yugular —Muy bien quietecito allí, al mínimo intento de querer huir o pedir ayuda y tú amiga se muere.
¿"Amiga"?, él me odia, ¿por qué se molestia en salvar a alguien como yo después de cómo lo trate?, está bien… al menos si muero, me alegrara saber que esos tres también tendrán el mismo destino.
¡BANG!
Su arma es accionada eliminando en un instante a uno de los bandidos que le acercaba, acto seguido elimino a otro siendo aquel que me tenía como rehén ante su espada, yo… había sido salvada por él, ¡la persona a la que tanto odie y temía me salvo la vida!.
— ¡E-espera, por favor no me lastimes, me rindo pero por favor no me mates! –Suplicaba el tercer bandido restante siendo el mago que dejo inconsciente a la profesora.
Sin vacilar mato también a ese forajido, ¿cómo es que es tan fuerte?, a su edad y siendo capaz de hacer frente ante tales individuos peligrosos sin siquiera temblar, mientras yo me revolcaba en el miedo al momento en que me encontraba pisando esta casa en busca de mi amiga, ¡era tan débil!.
Él se retira tras haber acabado con el trio de bandidos, unas brujas llegan a la casa tras escuchar esos "bang" encontrando con asombro la escena que yacía ante sus ojos, nos preguntaron sobre lo que paso, Laida estaba demasiada aterrada como para decir algo, por lo que yo hable con ellas, les explique todo lo que ocurrió y la manera en que todo termino así.
La profesora Naly Scheen despierta recuperándose del ataque sorpresa que recibió, por fortuna se encontraba bien y no tenía heridas serias, según parece ella me vio a lo lejos corriendo cuando marchaba a la casa de Laida a buscarla y decidió seguirme. La profesora pronto se entera de lo que ocurrió tras perder el conocimiento y se quedó sin palabras ante tales detalles.
Con el peligro pasado, ella nos escolta al refugio, Laida encuentra a su madre al llegar allí quien también la buscaba con desesperación. Pronto me entero que mi propia madre fue herida en la lucha pero ya se encontraba en el hospital siendo atendida por las curanderas, no corría el riesgo de morir pero necesitaba descanso para recuperar las heridas que padecía, me sentía aliviada de saber que estaría bien.
El tiempo restante me quede en el refugio esperando junto a las chicas a que todo pasara, allí vi a Rozuel junto a su madre, es extraño… a pesar de que lo tenía en frente ya no sentía temor alguno de solo verle, incluso sentía como si quisiera acerarme para decirle "Gracias", pero me negaba a hacerlo, ¿pero aun así por qué sentía este raro malestar como una sensación punzante en el pecho?.
Me mantuve en mi lugar quieta por horas tratando de ignorarlo, cuando me encontraba profundamente dormida soñaba con todos los momentos vividos en que él aparecía, en especial cuando me salvo de ese trio de forajidos.
Desperté tras una larga siesta, mirando detenidamente Rozuel y su madre ya no estaban en el refugio, ¿se habrán ido?. Con oídos atentos escucho los murmullos de las brujas adultas a mí alrededor.
—"Escuche que ese chico hizo frente a un gran número de bandidos el solo"
—"Si, dicen que uso otro de esos extraños artefactos mágicos y con eso acabo fácilmente con esos bandidos"
—"Y pensar que alguien a quien tan mal ha sido tratado por nosotras, se tomaría la molestia de arriesgar su vida por Windaz"
—"¿Crees que nos guarde rencor aun?"
—"Yo lo estaría, para alguien de su edad haber vivido todo eso y no haber perdido la cordura… es admirable, yo nunca habría resistido semejante situación"
Todas las veces que lo he insultado, que lo he discriminado y he lastimado, tuvo más de una oportunidad de arrebatar mi vida y aun así no lo hizo, yo en cambio habría hecho lo contrario al haber tenido la más leve chance, esa sensación punzante en el pecho de solo pensar en él y todas las cosas que hice, ¿qué es lo que siento?.
Varios días trascurren desde el asalto de los bandidos, Windaz recupera poco a poco su calma y prosperidad, me encontraba en casa esperando a madre quien recibiría de alta hoy, recostada en cama con mi cabeza sumergida en la almohada, continuo confuso ante lo que sentía.
—¡Hija!, ¿¡estás aquí!?.
Escucho la llegada de madre llamándome, le contesto con un claro "si" y ella llega a mi cuarto contenta sintiéndose revitalizada tras su recuperación, al verme en tal decaído ánimo, se sienta a mi lado preguntando que me ocurría.
—No lo sé…
—Vamos hija, trata y dile a tu madre que ocurre realmente, confía en mí.
No podía negar tal petición, sentía la necesidad de decírselo a alguien y creo que mama era la más indicada. Explique parte por parte mi sentir desde el duelo que tuve con él, el fuerte miedo que sentí al poco tiempo sobre él y la vez que salvo mi vida, ahora sentía un inquieto malestar que ni la magia curativa o las pociones de la alquimista podían revolver.
—Lo que sientes mi querida niña, tan solo puede curarse de una forma, dime; ¿qué sientes ahora por Rozuel? –Pregunta mama.
—Yo… no lo sé…
—¿Sientes desprecio hacia él?.
—No…
—¿Lo odias aun?.
—No…
—¿Te agrada tal vez?.
—Yo… no lo sé…
—Pero quieres agradecerle por salvar tu vida, ¿o me equivoco?.
—Yo...
Era cierto, mama tenía razón, quería decírselo, ¡quería decirle y agradecerle por haber salvado mi vida pese a la forma en que siempre lo trate!.
—Ahora sé lo que debo hacer, ¡gracias mama!.
Sabía lo que debía hacer pero no bastaría con solo unas palabras, para eso acudí a ver a alguien que me ayudaría en mi cometido, fui a su local para ser atendido por una mujer de voluminosa cadera, gran busto y pañuelo en la cabeza, era la alquimista.
—Oh, ¿qué trae por aquí a la joven bruja de la familia Gramwind? –Pregunto ella.
Le explique sobre lo que quería hacer, sobre como quería agradecerla a alguien que salvo mi vida y lo único que le di por mi parte fue dolor, con mencionarle una herida que yacía en su hombro derecho ella lo entendió.
—Has venido justo a tiempo –Manifestó la alquimista.
Me entrego un frasco de vidrio que contenía en su interior un ungüento color rojo, esta medicina era la ideal para disipar la maldición incura que provoque en él, justamente iba a encargarla para que la hiciera pero fui sorprendida ya que ella empezó a prepararla hace unos días cuando Windaz recupero algo de calma tras el ataque de los forajidos de Lars.
—Te agradecería si se lo entregas, descuida que es gratis, es lo menos que puedo hacer después de lo que hice… -Dice ella con un rostro melancólico —Pero te sugiero darte prisa.
—¿Por qué?.
—Pronto él y su madre se irán de Windaz, para siempre.
— ¿Irse…? –Pregunte con una fuerte inquietud en el pecho.
—No de extrañar que lo hagan, el muchacho expuso su vida para defender Windaz a pesar de cómo fue tratado por todos en el pueblo… incluyéndome –Explico la alquimista —Incluso su madre fue objeto de represalias y para rematar me entere de alguien que intento asesinar al chico pero Marian logro llegar a tiempo para salvarlo, tienen todo la razón del mundo para despreciarnos… sin duda la tienen.
Podía sentir como la alquimista expresaba en sus palabras un evidente pesar anímico, a este punto creo que ella y yo no seriamos los únicos en todo el pueblo en sentir lo mismo.
Prepare el regalo pegando una nota encima en ella que ponía "gracias por salvarme, por favor no te marches y acepta mi regalo para ti". Llego a su casa siendo atendido por su madre, Marian, para haber pasado por mucho se encontraba de buen ánimo, sin distraerme entregue mi regalo y pedí por favor ver a Rozuel.
—Lo siento querida, Rozuel en este momento no se encuentra.
—Entiendo… ¿podría entonces solo entregarle este regalo?, se lo agradecería.
—Claro, no hay problema.
Me despedí tras entregarlo, aunque su madre parece feliz, tenía mis dudas sobre como estaría él, ¿estaría contento o aun habría represalias emocionales de por medio?, solo quedaba esperar, mañana las clases volverían a reanudarse, aprovecharía entonces para hablar con el allí.
Finalmente llego el día, me prepare, me despedí de mama y me fui a la escuela, no tuve el valor para hablarle en el salón durante las clases, creí que las chicas seguirían ignorándolo como siempre cuando vi que nadie se le acercaba o hablaba en la clase, pero en el receso todas incluyendo a algunas brujas de otros grados superiores le rodearon pidiendo permiso tener su tiempo con él, ¿también les llego aquel sentimiento?.
Espere y tuve mi oportunidad a la hora de las clases de magia, Rozuel en ese periodo se retiraría a casa, lo espere en el pasillo con cierto nervios, lo vi venir, nuestras miradas se entrecruzaron pero él decidió ignorarme, sabía que no iba a dirigirme la palabra, entonces seria yo quien daría inicio a esta conversación.
— ¡Espera!, por casualidad… ¿tu… vas a irte de Windaz?.
—De momento no, madre y yo decidimos quedarnos unos días para ver si podíamos encajar aquí.
—Ya veo… es bueno oírlo.
Me sentía aliviada, aun habría tiempo para arreglar las cosas entre nosotros y de ser posible, convencerlo de que quedara en Windaz para siempre.
—Dime, ¿tú eres quien me dio esto? –Me pregunta enseñándome el ungüento rojo que le regale envuelto en una tela.
—Si… fui yo.
— ¡Te la devuelvo! –Dice entregándome el ungüento en las manos.
— ¿Por qué?... es para ti, no tienes que devolvérmelo.
— ¿No lo entiendes aun?, ¿¡en verdad crees que todo se puede resolver con una sonrisa, palabras de arrepentimiento y un regalo!?.
—Yo… sé que lo hice estuvo mal, ¡es por eso que quiero hacer todo lo posible para compensar mis errores!, ¡perdóname por favor!, ¡en verdad lo siento por todo lo que te hice pasar!.
—"Claro, te perdono"… o eso diría si fuera tan simple, ¡pero no lo es!.
Esta sensación de intranquilidad… sentía que lo peor estaba por venir.
—Simplemente no puedo decir "Te perdono" y olvidar todo lo pasado, es un hecho que muchos en este pueblo me han tratado con miseria, pero entre todos solo una sola persona ha llegado a ser un dolor imborrable tanto físico como emocional en mi cabeza… ¡y ese eres tú!, ¡realmente te desprecio tanto, TANTO hasta el punto de asomárseme la ligera idea de matarte!, ¡¡de verdad nunca en todos mis años vivido había sentido tanto rencor, tanta frustración y odio hacia algo o alguien!!, ¿sabes porque?, ¡¡PORQUE EN VERDAD LO QUE SIENTO ES DESPRECIO TOTAL HACIA TI!!... eso es lo que mi corazón siente hacia ti… Riza Gramwind.
Esas palabras, esa forma en que se expresaban, esa mirada desbordante de repulsión, la había visto en alguna parte, claro… era yo, era como verme a un espejo.
—"Eres un forastero, tu sola presencia desvanece toda felicidad y tranquilidad en Windaz, te detesto por ser lo que eres, ¡siente este rencor dirigido hacia ti con todo mi alma!"
Era como lo imaginaba, fue en ese punto que me di cuenta que yo me convertí en lo que más detestaba, cuánto más negaba a ese hombre, convenciéndome de no ser como él, era cuando más me parecía a él, toda mi frustración desembocada como excusas en una sola persona por mi rectitud, ahora lo entiendo, mama tenía razón cuando dijo que me arrepentiría de continuar con esto, ¡porque resulta que todo este tiempo yo era la que se comportaba como una forastera!.
Inevitablemente ante la declaración de Rozuel, deje caer el ungüento y mis ojos se empañaron de lágrimas, sé que lo merecía, pero esta verdad me dolía en el fondo.
—Si de verdad quieres hacer lo posible para compensarlo, entonces nunca me vuelvas a hablar en todo lo que me queda de vida, agradecería ese detalle –Fue lo último en decirme para luego voltear e irse.
Corrí entre lágrimas a casa, a estas alturas no me importaba faltar a la clase de magia, lo único que quería era ir a casa y apenas llegue me fui a mi habitación, hundiendo mi cara en la almohada y ni eso podía calmar este deprimente sentir, porque a quien tanto despreciaba ahora, era a mí misma.
—Lo siento tanto… de verdad lo siento tanto…
Daba igual las veces que me disculpara en voz alta, era obvio que su perdón jamás la tendría aunque se lo dijera mil veces, nada igualara el daño que le provoque.
—Daño… igualar… -Replicaba tales palabras surgiéndome una idea a la mente —Eso es… "daño"… "igualar"…
Me levante de cama y seque mis lágrimas, camine deprisa hacia la habitación de madre para buscar en su armario una pequeña caja de madera, en ella albergaba una reliquia familiar de los Gramwind, una daga de plata con empuñadura dorada cuyo hoja filosa rebosaba la maldición más potente de nuestro linaje.
Por suerte madre aún se encontraba trabajando en la biblioteca, para cuando regresara ya todo habrá acabado.
Continuara…