"Hoh", El Jabalí notó a la tortuga en la espalda de Gokú, "Esa tortuga se ve deliciosa", Alzó su cuchillo oxidado señalando a Gokú con éste, "Si me la dejas los puedo dejar pasar, Chweek Chweek", El jabalí se burló haciendo alaridos de puerco.
"Go-gokú, da-dáselo", Bulma, habló con cierto miedo en su voz, dirigiendo su mano a su mochila.
"¡Ey!", La tortuga se quejó
"Si bien es cierto que la Tortuga se ve deliciosa, no te la voy a dar", dijo Gokú con seriedad.
"¿Qué?", La tortuga dijo confundida.
"Chweek, JAJAJAJAJA", el hombre jabalí se burló, "¡ENTONCES MUERAN!"
"Tortuga, agárrate bien", dijo Gokú arrastrando uno de sus pies. El hombre jabalí propinó un tajo vertical en la dirección de Gokú, y esperando sentir carne ser partida en dos, notó que su cuchillo solo impactó contra el suelo, y acto seguido, todo se volvió negro.
Gokú había saltado directamente detrás del Hombre jabalí y le había propinado un puñetazo certero que había desconectado y asesinado al hombre instantáneamente, el hombre Jabalí cayó de cara al suelo, y Gokú aterrizó sobre la espalda de éste. Juntó sus manos brevemente, ofreciendo una oración y luego miró a Bulma.
"Bueno, continuemos", dijo con una sonrisa.
"Fiu", Bulma y la tortuga suspiraron, la anterior soltó lo que sea que había agarrado en su mochila y accionó la motocicleta.
"Oye, Gokú, me habías preguntado algo, ¿no?", Gokú asintió.
"Sí, quería que me contaras más de mi abuelito Son Gohan".
Mientras Gokú y Bulma aceleraron, la Tortuga comenzó a contar varios relatos.
"Son Gohan fue el primer discípulo del Ermitaño Tortuga después de mucho tiempo, lo sé porque he vivido con él desde que era un novato artista marcial", La tortuga rememoró, "Son Gohan era un muchacho travieso, pero poseía una gran cantidad de talento, tanto así que no tardó más de un mes en alcanzar el nivel de fuerza que el Ermitaño era capaz de ejercer, debido a esto, éste tomó riesgo para enseñarle algunas técnicas poderosas y peligrosas en su repertorio"
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Son Gohan, en ese entonces, un joven muchacho de poco más de 18 años, portando el uniforme de la escuela tortuga orgullosamente, de cabello enmarañado negro azabache, y ojos azulados con un atisbo de juventud y arrogancia, se encontraba parado en frente de un enigmático anciano con un caparazón en la espalda.
"Has logrado hazañas que escasas personas habrían logrado a tu edad", habló el anciano con un atisbo de orgullo en tu voz, "pero sigues incompleto como artista marcial", el anciano señaló más allá en el horizonte, "sal, Son Gohan, enfréntate a poderosos Artistas marciales, encuentra tu razón de ser, encuentra la paz interna… y luego regresa, yo te llevaré con alguien podrá continuar tu entrenamiento", el joven e inexperto Son Gohan miró a su maestro e hizo una profunda reverencia.
"¡De acuerdo maestro!", exclamó con fervor.
De ese día, Son Gohan partió a un viaje personal, y no volvió más a la isla del anciano Ermitaño, sin embargo, fue gracias al segundo estudiante del Ermitaño que empezaron a escuchar de una leyenda retumbante entre las comunidades de artistas marciales.
La leyenda del Dragón Sangriento.
Un artista marcial que se enfrentaba a cualquier Dojo que se encontraba, sin temer a la muerte, sin temer a las enemistades, un joven de cabello oscuro y enigmáticos ojos del color del cielo, supieron que se trataba de Son Gohan por el Gi y el kanji de "Kame", que portaba en su espalda, y por la técnica insignia, que fue modificada por el arrogante y joven Son Gohan.
El segundo estudiante parecía admirar a su "Hermano Senior", pero el Ermitaño pareció tener un atisbo de decepción en sus ojos.
Pasaron varias décadas cuando Son Gohan regresó, con una mirada ligeramente cansada, y un gi holgado, pero que portaba todavía el kanji de Kame en la espalda, llegó a la isla profundamente arrepentido, pero no vociferó sus preocupaciones.
La tortuga, sin embargo, pudo observar como en sus ojos existía el rastro de la derrota.
"Maestro... me voy a retirar en los montes Paozu", dijo Son Gohan, después de escuchar al Ermitaño hablar.
El Ermitaño estuvo ligeramente sorprendido por la decisión de Son Gohan, se podía ver todavía rastro de juventud en su rostro, e incluso su cabellera oscura seguía presente, pese a tener algunas canas en la nuca.
"¿Ese lugar inhóspito?"
"Sí, es bastante hermoso… además, cierta bruja me dijo que encontraría la iluminación en ese lugar", se rio de corazón, "independientemente de si es cierto o no, vale la pena vivir ahí".
"Entonces…", El Ermitaño Tortuga no pudo continuar su pregunta.
"No se preocupe maestro", Son Gohan hizo kowtow con una sonrisa, "lo vendré a visitar varias veces en el futuro".
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Antes de que la tortuga pudiese seguir narrando, tanto ella, como Gokú y Bulma se dieron cuenta de la potente brisa salina del mar, quedándose frente a un precioso mar, con olas calmadas que hacían eco en la orilla.
Gokú miró el mar con ojos iluminados, quedó maravillado, y Bulma también, aunque ella era más familiar con éste ambiente.
Gokú dejó a la tortuga en la arena.
"Bueno, aquí está el mar, señor tortuga", dijo Gokú con una sonrisa.
"Oh, Gracias", La tortuga comenzó a movilizarse hacia el mar, pero se detuvo, "oigan, esperen, antes de que se vayan", Gokú y Bulma, que la miraban arquearon una ceja. "Me gustaría que se quedarán unos minutos, voy a ir por el Ermitaño Tortuga, el los podrá recompensar adecuadamente", Gokú y Bulma reaccionaron sorprendidos, más Gokú que Bulma.
"¿El maestro de mi abuelito?", la tortuga asintió y se metió al agua.
"Gokú, no pude evitar escuchar los relatos de la tortuga… Tu abuelo era así de asombroso eh", dijo Bulma con una ligera sonrisa y una ceja arqueada.
"¡Claro!", asintió Gokú entusiasmado, "Mi abuelo siempre ha sido asombroso, ¡él podía ejercer sus artes marciales con un aire místico, se veía…! ¡Simplemente Genial!", Gokú exclamó emocionado, recordar a su abuelo le hacía sentir su sangre correr con emoción, ¡Le hacía querer entrenar con fervor!
"¿Es así?", Bulma preguntó con ambas cejas arqueadas, "¿Serías capaz de imitarlo?", Preguntó Bulma con curiosidad avivada.
"¡Sí!", Gokú afirmó, se quitó la funda con el bastón y la enterró en la arena.
Gokú cerró sus ojos y la memoria fluyó por su mente.
Era un recuerdo de cuando tenía poco más de 5 años de edad, era un pequeño muchacho con mucha energía, y ese día se había despertado algo tarde…
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Un pequeño Gokú de 5 años, durmiendo plácidamente en la cama despertó bruscamente, algo le hacía sentir inquieto, parpadeando rápidamente, Gokú se intentó parar cayendo de cara al suelo. Moviendo su cola inquietamente, se levantó con un poco de sangre saliendo de su nariz y abrió la puerta de su choza.
Woooom.
Un extraño sonido envolvió el campo, unas extrañas partículas brillantes se movieron al compás del viento, un poderoso viento que estaba sucediendo justamente en ese monte, y el causante era un solitario artista marcial, de cabellera plateada, ojos cerrados, y un Gi de Kung FU de colores rondando el verde jade y oscuro, sus movimientos eran fluidos como el agua, eran precisos como el viento, eran feroces como el fuego y eran concretos como la tierra, y con los ataques y defensas fluyendo uno tras otros, un extraño brillo rojo envolvió al guerrero, una figura feroz se solapó sobre la del viejo artista marcial, un dragón danzante de furia feroz fluyó más allá de las manos del guerrero, y sus ojos se abrieron, con un brillo rojo recorriendo el azul de sus ojos…
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Con el recuerdo en su mente, Gokú comenzó a imitarlo, sus movimientos adoptando la precisión, solidez y ferocidad del viento, la tierra y el fuego, respectivamente, a las acciones de Son Gokú, éste respiró, y la arena se movió al compás de su movimiento, ataques y defensas iguales a las de Son Gohan, pero faltaba algo… seguía incompleto, era tosco, faltaba…
Gokú finalizó su secuencia marcial y miró sus manos, él podía sentirlo, que algo faltaba.
Clap, clap, clap, clap.
Bulma aplaudió maravillada.
"Eso fue bastante genial", dijo Bulma con una sonrisa, a la que Gokú respondió con otra sonrisa.
"Sí, me esforcé para imitarlo".
"Parece que te gustan bastante las artes marciales", dijo Bulma sentándose en la arena.
"Sí, siento que me ayudan a… algo", dijo Gokú, no sabiendo expresarse, "hacen que mi corazón se acelere con emoción", Gokú cerró su puño sentándose al lado de Bulma.
"A mí me pasa algo parecido"; dijo Bulma posicionando su mejilla sobre sus rodillas.
"¿Ah sí? ¿También te gustan las artes marciales?"
"Me gustan las artes marciales, pero no me refiero a eso, Tonto", dijo Bulma riéndose. "Desde que era pequeña presencié a mi papá trabajando arduamente en romper a través de sus descubrimientos", relató Bulma, "su determinación me dejaba sorprendida y desconcertada, así que decidí echar un vistazo al mundo de sus investigaciones".
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Una pequeña Bulma, de unos 4 años aproximadamente, para aquella edad, ésta niña tenía una gran cantidad de madurez, moviéndose por aquí y por allá, pensando y comprendiendo el mundo a su alrededor con profunda curiosidad, pasaba mucho tiempo en el taller del Doctor Brief, su padre, y sus compañeros científicos, que, con varios cuadernos de notas y libros, artefactos inusuales, se mantenían determinados en comprender cómo hacer funcionar sus locas ideas.
A la pequeña Bulma, esa determinación le fascinaba, tanto así que siempre que veía a su padre, le preguntaba cuando iba ir al Taller. Y siempre que iba, Tama, el tierno gato negro, y ella lo seguían.
En ese Taller, que se volvía un mundo mágico para Bulma, veía, en lo que otros verían a gente con batas anotando datos y manipulando complejos aparatos, magos estudiando profundas magias que les ayudarían a manejar con profundidad los rigurosos secretos del universo.
Bulma vería temas de biología, de espacio-tiempo, de multiversos, de mecánica, de programación.
Hasta que un día.
"Papá, creo que te equivocaste en grandes aspectos de la teoría de gravedad", dijo Bulma señalando una extraña esfera, "intentar controlar la inherente gravedad de la tierra sería más complicado con un objeto tan pequeño, es más fácil operar con una gravedad generada artificialmente desde el objeto y generar un fenómeno parecido al de la órbita".
Los científicos de la habitación miraron a Bulma en silencio, y luego miraron los datos, era difícil verlo a priori, pero después de analizarlo, notaron el punto de Bulma.
Desde ese día, el Dr. Brief decidió integrar a su hija en sus investigaciones y enseñarle a profundidad las bases de las áreas de estudio en las que se especializaba…
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"Fue cuando mi padre me llevó a una escuela que supe que lo que enseñaban ahí no me satisfacía", Bulma sonrió brevemente, "A mí me gusta mucho aprender, por eso es que estoy buscando a las esferas del dragón".
"Guao, dijiste tantas cosas que no entiendo, pero ya sabía que eras muy inteligente", dijo Gokú suavemente, "¿entonces te gustaría aprender artes marciales?"; preguntó Gokú con los ojos iluminados.
"Hmm, lo consideraré si me lo vuelves a preguntar otro día", dijo Bulma con una sonrisa, entonces decidió sacar el Radar del Dragón y notó como una esfera se acercaba rápidamente a su posición, detalle que le llamó la atención.
"¿Y cómo funciona el radar?", preguntó Gokú al verla sacar el objeto, eventualmente también se puso jugar con la arena, es la primera vez que veía una arena tan fresca y caliente como la de una playa.
"Bueno, las esferas del dragón naturalmente emiten una especie de radiación electromagnética, así que me dispuse a encontrar la frecuencia específica para poder detectarlas", explicó Bulma con entusiasmo en su voz.
"radia- ¿qué?", Gokú la miró con confusión.
"Algo así como su presencia", se explicó Bulma con una pequeña risa. Al ver a Gokú asentir, Bulma decidió ponerse a jugar con él.
Eventualmente, varios minutos pasaron, en los que Gokú y Bulma hablaron de varias cosas, trivialidades de la vida, Bulma contaba de su experiencia como Superdotada en la Capital del Oeste, y Gokú contaba de su experiencia explorando los montes Paozu, un pasatiempo que solía disfrutar cuando era más pequeño.
De esta interacción, ambos aprendieron de lo mucho que deseaban aventurarse, de conocer más allá, cada quién a su modo, por supuesto, y cada quién lo asumió de forma subconsciente.
A lo lejos, en el mar, se comenzó a distinguir una pequeña silueta, que rápidamente se volvía más grande, ambos Gokú y Bulma lo distinguieron, cuando por fin se alcanzaba a distinguir, se trataba de la tortuga con un anciano encima de su caparazón.
"Parece que ya viene", Bulma se levantó limpiándose la arena del pantalón.
Gokú también se levantó, y simultáneamente, el anciano se pudo distinguir, estando frente a ellos.
Un anciano de complexión delgada, vestido de una camiseta playera de colores cálidos, unas bermudas holgadas de mezclilla. Y unas sandalias negras, encorvado y cargando un caparazón de tortuga púrpura, con un bastón en una mano y la otra mano tras su espalda, el anciano era calvo y tenía una barba con canas que llegaba hasta su pecho, poseía unos lentes de sol con borde rojo y tenía una enigmática expresión.
"¡Yo!", El anciano saludó haciendo un gesto de amor y paz con su mano libre.
"Les presento, al Ermitaño Tortuga, el Maestro Mutten Roshi", dijo la tortuga, mientras veía a Roshi bajarse de su caparazón.