Los dos fueron a la entrada, el chofer estaba allí esperándolos.
—Joven amo, espero que disfrute de su viaje.
Él chófer quedó fascinado con la belleza de Sun Hee, usaba una simple camisa blanca y unos cómodos pantalones negros, pero de todas formas esa figura la hacía muy bella.
Sun Hee no se percató de las miradas del chófer, estaba más centrada en pensar lo que quería hacer los próximos días, ni siquiera sabía que lo haría.
En ese momento se fijó en su esposo, el cuál parecía bastante nervioso al ver un mensaje de su teléfono.
Ni siquiera le prestó atención, ya que para ella era imposible que su esposo estuviera nervioso, completamente imposible.
Paso un largo rato, el trayecto fue tranquilo y en ningún momento intercambiaron alguna palabra.
Frente a Sun Hee había un gran hotel, la decoración del exterior era perfecta, la pintura, los jardines... enseguida comenzó a sentirse culpable ya que pensó que por su culpa, su esposo debía gastar bastante dinero, sim embargo aquella sensación de culpa desapareció cuando escuchó a su esposo hablar.
—Este hotel es de mi familia, pide lo qué necesites. Ahora tengo qué irme.
La expresión de Sun Hee cambio completamente, su esposo solía desparecer en cualquier momento y no era muy agradable. Fácilmente, cualquier persona podía notar la decepción de ella, su esposo no era una excepción.
—Regresare mañana, debo hacer algo muy importante.
Cuando finalmente vio a su esposo desaparecer en aquél auto miró su bolso.
Decidida, cerro su puño con fuerza y sonrió vigorosamente, decidió que disfrutaría de aquél viaje con o sin su esposo.
Rápidamente entró al hotel sin mirar la preciosa decoración, su misión ahora era hablar con la recepcionista.
—Por favor, guardé la tarjeta de la puerta, vendré más tarde a recogerla, realmente se que si la llevo conmigo lo más seguro es que acabé desapareciendo.
La recepcionista educadamente asintió.
Sus nuevos planes para hoy eran ir de compras por la gran ciudad.
Por alguna razón, no le apetecía ir en un auto, prefirió ir en bicicleta por las grandes calles de la ciudad.
Media hora después.
Sun Hee iba en bicicleta mientras miraba los alrededores, claramente los guardaespaldas también la acompañaban y por supuesto... ellos también iban en bicicletas, si ellos fueran caminando jamás la alcanzarían.
Todas las personas que miraban aquella escena no podían evitar reírse disimuladamente y grabar. Todo aquello parecía sacado de una película de comedía, una mujer en bicicleta seguida por unos 20 guardaespaldas en bicicletas también.
Fue explorando todas las tiendas que veía mientras daba su paseo, una en particular llamó inmediatamente su atención, en el escaparate habían dos camisetas anchas con medio corazón en cada una.
¿Camisetas de pareja? Sun Hee no podía evitar pensar cómo se vería puesta en su esposo, él era alguien qué siempre vestía de manera elegante, pero Sun Hee sabía perfectamente que esa camiseta no se vería mal en él.
Sin pensarlo dos veces, Sun Hee agarró las dos camisetas con delicadeza para qué no se arrugasen, le pagó al hombres qué estaba atendiendo el lugar y salió de la tienda mientras miraba la bolsa donde estaban las camisetas.
Luego, entró en una pastelería de la que provenía un olor muy agradable.
Sin dudarlo, quería comprarle algo a él, claramente no sabía que era lo que prefería Seong-Jin, además, habían demasiados tipos de dulces.
Al final término escogiendo dos cajitas de galletas, quizás no le gustaba lo dulce y preferiría algo más simple.
Durante toda la tarde siguió paseando por las interminables calles que la rodeaban, afortunadamente pudo llegar al hotel, casi no sentía las piernas.
Lo primero que hizo fue sentarse en un banco que había al lado de la entrada del hotel.
Después de eso, saco una de las pequeñas cajas de galletas.
Sun Hee le ofreció amablemente galletas a los guardaespaldas qué la acompañaron, los cuales aceptaron sorprendidos.
¿A quién no le hacía feliz una pequeña recompensa después de un largo día?
En cuanto término sus galletas tiro la pequeña caja y se encaminó a la recepción.
—Señorita Sun Hee, bienvenida, espero que haya disfrutado de su largo paseo, ¿quiere la llave?
Sun Hee le mostró una sonrisa como respuesta, enseguida agarro la llave y se encaminó a su habitación.
Rápidamente llegó a la habitación, dejó la caja de galletas encima de una pequeña mesa para que su esposo las pudiera ver. Tras eso, guardo la bolsa en la que estaban las camisetas debajo de la cama.