Cambiamos de vehículo cerca de cinco veces, mis piernas estaban entumecidas por el viaje y estaba algo indispuesta por el dolor de cabeza que no me dejaba dormir. Rocky estaba algo inquieto pero aún así no se portó mal durante el viaje. Abrí la ventana para respirar un poco de aire, el clima era caluroso y era sofocante estar encerrada en el auto.
El sonido de las olas de mar chocando con la bahía era maravilloso, el sol estaba en lo alto aunque aún era temprano, las gaviotas graznaban en lo alto del cielo azul.
- Estaremos en lo alto de ese acantilado, en la parte de abajo se encuentra una lancha con lo necesario en caso de que tengamos que irnos de emergencia. - Snake señalo una casa enorme de playa color blanco.
- Señor. Estamos teniendo dificultades con los detectives que contrato el conglomerado de los Durand. - Se quejó uno de sus hombres a través del teléfono que estaba en altavoz.
- ¿A que te refieres? - Aquel hombre de semblante imponente se quitó las gafas oscuras revelando algo de molestia mezclada con cansancio.
- Parece que lograron seguirnos los pasos, por ahora solo descubrieron la mitad de ciudades por las que hemos cruzado. -
- ¿Qué hay con "The Rose"? - Masajeo el puente de su nariz.
- Ellos están con las manos atadas, no pueden movilizarse debido a la policía y a los Durand que les están pisando los talones. No podrán hacer nada durante un tiempo. -
- Eso es bueno. Entonces, será solo cuestión de tiempo que los investigadores privados de los Durand den con nuestro paradero, están trabajando en conjunto con la policía, ¿cierto? -
- Así es señor. - Respondió su secuaz con algo de nerviosismo.
- Estaremos en la lista negra, por involucrarnos con la desaparición de la joven. -
- Ahora seremos catalogados como cómplices de los bastardos de "The Rose". - Dijo con pesar y disgusto el joven que conducía el auto.
- Déjame hablar con el Señor Durand. - El auto se quedó en silencio ante mi petición.
- Le explicaré la situación. -
- Parece que no conoces a ese viejo terco. - Respondió con hostilidad el joven conductor.
- Cállate Sam. - Snake lo miró ferozmente y él asintió.
- No, él tiene razón. Pero eso no significa que debo quedarme con los brazos cruzados viendo como los arrastro en todo esto. - Suspiré al ver al líder de la pandilla algo reacio a mi propuesta.
- Si hablo con él puede que los dejen fuera y los vean más como mis salvadores que como mis secuestradores. No soy tan ingrata como para ver como las personas que me ayudaron se meten en problemas por mi culpa. -
- Drake, avísale a el viejo que queremos hablar. -
- Si señor. - En cuanto recibió la orden colgó la llamada.
- Gerard querrá llevarte con él. -
- Lo sé, pero no puedo seguirlo. Supongo que alguien de su familia es el líder de "The Rose". Si voy con él, ¿no estaría entrando a la boca del lobo? -
- Eres inteligente. - Me miró con una sonrisa en su rostro.
- No lo soy, podría decirse que es mi instinto de supervivencia. - Me recargue en la puerta del auto mientras veía hacia el exterior.
- Puede que tenga que depender de ustedes por un tiempo. -
- Esta bien. - Sonreí algo culpable por estarlos metiendo en esta situación, pero no tenia la confianza de poder enfrentar esto sola.
-Señorita, puede ocupar la tercera habitación del fondo. - Un joven de cabello castaño con una cicatriz en la mejilla me habló mientras me ayudaba a cargar mi mochila.
- Solo dime Sasha. Tu nombre es - Lo miré algo dudosa y apenada de no saber con quien hablaba.
- Soy Liam. Estaré a cargo de cuidarla, señorita. -
- Te dije que dejes las formalidades. Creo que somos de la edad, y me siento incomoda si me llamas "señorita". - Rasqué mi mejilla un poco tímida.
- Entiendo. Vamos a tu habitación, Sasha. - Sus orejas se tornaron rojas y evadió mi mirada mientras pasaba a mi lado subiendo de prisa las escaleras.
- Gracias Liam. - Sonreí y lo seguí de prisa para bajar y ayudarles a los demás que llegaban con provisiones para comer.
La habitación era muy grande para mí, al pasar por las demás recamaras pude ver que habían hasta dos literas en cada recamara. Me sentí culpable de que solo yo tuviera acceso a tales comodidades. Ordené de prisa la ropa de la mochila y en una mesita de noche guardé "las cosas para mujeres" que había comprado Snake para mí. Me pregunté el como es que el fue a pagar las toallas sanitarias y la ropa interior. La imagen de aquel hombre que intimidaba con solo verlo de lejos yendo de comparas me hizo reír un poco.
- ¿En que puedo ayudar? - Pregunté llegando al primer piso, en donde cerca de diez hombres con un aura amenazante intentaban ordenar la cocina con torpeza.
- Deja que me haga cargo. Soy buena en las labores de casa. - Me doble las mangas de la blusa y tomé las provisiones que estaban por ser amontonadas en un cajón bastante polvoriento.
- Pero el jefe nos dijo que nosotros debíamos hacerlo. - Contestó un hombre bastante alto y musculoso. A pesar de tener una apariencia que te hacía temblar de miedo parecía bastante amable.
- No planeo ver como trabajan mientras que yo estoy sentada viéndolos. - Saque un par de trapos y de limpiadores de las bolsas.
- Si gustan pueden ayudarme. Mientras tanto yo puedo ir cocinando, supongo que no han comido. - Todos ellos asintieron efusivamente con un brillo especial en sus ojos.
- Dinos como y en qué te ayudamos. - Se acercaron a mi como cachorros dóciles.
Después de una breve presentación, pude conocer sus nombres. Todos bromeaban y parecían ser cercanos. No pareciese que tuvieran alguna molestia o problema conmigo, a excepción de uno que estaba reacio a acercarse a mi.
- ¿Tu nombre es Sam? - Me acerqué mientras picaba un poco de fresas para hacer un agua fresca que nos aliviara del calor.
- ¿Porque? - Me miró lleno de desconfianza.
- ¿Puedes probar un poco la comida? Comí muchos dulces y no se que tan bien sepa. - Fingí ser un poco tímida.
- ¿Yo? - Me miró confundido aún con los brazos cruzados.
- Si, los demás están ocupados haciendo cosas. - Mire a los demás que al oírme comenzaron a mover más sus manos fingiendo estar atareados.
- No quiero molestarlos. Ellos están trabajando duro. - Seguí insistiendo para tratar de que se le remordiera un poco la conciencia.
- Bien, solo lo hago porque el jefe casi llega. Aún así sigues sin gustarme. - Avanzó hacia la cocina rápidamente.
- Gracias. - Lo seguí con una sonrisa. Moví un poco la ensalada y le acerque una cuchara con algo de comida.
- ¿Qué haces? - Abrió los ojos sorprendido por mis acciones.
- Darte a probar la comida. De esta manera no se caerá. - Acerque la cuchara hasta su boca y él comió de inmediato.
- ¿Cómo esta? - Pregunté nerviosa, todos los demás dejaron de hacer sus cosas y lo miraron expectantes.
- Uh. Sabe muy bien. - Sus mejillas se ruborizaron y los demás regresaron a trabajar con más motivación.
- Genial. - Suspiré aliviada mientras volvía a picar la fruta.
- Eres lenta. - Me quitó el cuchillo y comenzó a cortar la frutilla diligentemente.
- Tienes que hacer más comida, ¿no? - Asentí con una sonrisa al ver que nos estaba ayudando.
- Gracias Sam. - Corrí hacia la estufa y comencé a freír un poco de pescado y camarones. - Le di un vistazo a el chico rebelde que hacia sus cosas con facilidad. Supongo que sintió mi mirada y me atrapo viéndolo. Sonreí y él giró la cabeza ignorándome.
"Bueno, no es tan malo como parece."