-¿Qué buscamos aquí? - Louis se puso de cuclillas a mi lado.
Una fragancia refrescante se mezclaba junto con el aroma a café y menta. Era el olor característico de Louis.
- Vamos a buscar otro libro. - Busqué con mi mano una hendidura en el fondo del mueble.
Cuando mis dedos hallaron la rendija la presione hasta que un chasquido indicó que se había abierto.
Empuje la puerta y atravesé el mueble, a un costado busque el contacto y encendí la luz, avance otro poco más y por fin me levanté.
-¿Cómo es que tienes esto en casa? - Pregunto Louis gateando hasta entrar a la habitación.
- Mi mamá se encargo de crear un lugar seguro por si pasaba algo. - Respondí mirando la habitación con paredes blancas.
- Es algo estrecha. - Caminó mientras observaba un pequeño mueble que contenía cosas de supervivencia.
- Mi madre diseño este espacio tratando de que no fuera tan obvia su existencia, estaba pensada sólo para dos personas. Ambas éramos las únicas que vivíamos aquí. - Me acerque a unas repisas y comencé a buscar pero parecía que no había nada.
- Veo algo aquí. - Louis intentó retirar una caja pero no se podía sacar por completo.
- Casi lo tengo. - Introduje mi mano en un espacio reducido y con algo de dificultad lo saqué pero justo cuando iba a retirar mi mano una placa de aluminio que cubría la parte trasera de la caja me corto la palma de la mano.
- ¡Ah! - Grité y revisé mi mano que se llenaba de sangre.
- ¿Estás bien? - Regreso la caja a su lugar y sacando un pañuelo de la parte interna de su saco.
- Dejame ver - Su voz temblaba y su tez palidecio.
Algo estaba mal, aunque me daba algo de escozor la herida no dolía mucho, solo era la sangre que brotaba un tanto escandalosa.
Aunque la mano de él temblaba pudo atar el pañuelo, sin embargo su mirada seguía clavada en nuestras manos ensangrentadas.
- Louis. ¿Estás bien? - Pregunté algo nerviosa, pero pareció que no me escuchó.
- Louis, cariño. - Tomé una de sus manos con fuerza.
- Louis. - Agite insistentemente su antebrazo.
Por fin me miró, pero su ceño estaba arrugado y se veía extremadamente vulnerable.
- Estoy bien cariño. - Acaricie con el dorso de mi mano su mejilla, él asintió pero no se veía mejor.
Mi corazón dolió al verlo en ese estado, deslicé mi mano hacia su nuca y lo acerqué a mi para abrazarlo. Inmediatamente él se recargo en mi hombro, continúe acariciándole el cabello para tranquilizarlo. Al poco tiempo su mano que me sostenía mi mano herida dejó de temblar y su respiración se normalizó.
- Estoy mejor, gracias. - Susurro sin moverse.
- Quedémonos así un poco más. - Retuve a Louis que intento moverse, pero en cuanto evite que se alejara volvió a recostarse en mi hombro.
- ¿Te sientes más tranquilo? - Pregunté mirando su rostro y él asintió con una leve sonrisa.
- Si necesitas hablar puedes venir a mi. Vamos a lavarnos. - Besé su mejilla, me puse de pie y lo ayudé a levantarse. Antes de salir de la habitación tomé un par de pañuelos desechables que estaban en una repisa y limpie el suelo. Louis tomó el libro y salimos en silencio de la habitación.
- Aún tengo más ropa para ti. - Lo guie hasta mi habitación e hice que pasara.
Lo senté en un banco, caminé hasta la cómoda y saque con algo de dificultad unos pañuelos húmedos. Comencé a limpiar su mejilla que tenía un poco de sangre, después de que intente quitar lo más que pude de aquel liquido rojo lo lleve a mi baño para que se lavara con agua y jabón.
-Voy a lavarme la mano para saber que tan profundo fue el corte. Aprovecha para cambiar tu ropa. En mi closet tengo algo para que uses. - Hice que saliera y cuando vi que no regresaba me quite el pañuelo que Louis me había colocado y me lave todo rastro de mi descuido.
Afortunadamente la herida no era profunda, casi no dolía y solo sentía un poco de ardor y cosquilleo en mi palma.
- Sash, ¿en que parte esta? - Regresó Louis asomándose desde la orilla de la puerta.
- En los cajones. - Respondí mientras buscaba el botiquín y me curaba la mano.
Extrañamente un silencio invadió la habitación. Mientras aplicaba un poco de desinfectante me asome para verlo. Louis estaba parado frente al closet con un cajón abierto, mi rostro comenzó a enrojecer y avancé hasta él para cerrar el cajón en donde guardaba mi ropa interior.
- En este cajón esta tu ropa. - Tosí mientras abría el tercer cajón en donde estaba doblada un par de prendas.
- Yo no sabía. - Tartamudeo avergonzado.
- No te preocupes, no te dije bien en donde estaban tus cosas. Puedes cambiarte en lo que yo continuo curándome. - Me iba a dar la media vuelta pero recordé que yo también me había ensuciado, así que antes de irme tome una blusa y una pijama.
Tardé un poco en curar la herida, no quería que se infectara, me hice un vendado sencillo y coloque el pañuelo en el lavabo con agua intentando lavarlo. Con gran facilidad me puse la pijama pero por desgracia me costaría algo de trabajo quitarme mi blusa que era un poco estrecha del cuello. Traté de sacármela de una pero esta se engancho en uno de mis pendientes, haciendo que me quejara. Luche con todas mis fuerzas para desengancharlo pero era inútil, no podía ver nada y tampoco podía usar las dos manos.
"¿Porque me pasa esto ahora? Me da mucha vergüenza." Me mordí el labio y con toda la vergüenza del mundo decidí pedir ayuda. "Ojala Ashley estuviera aquí."
- ¡Louis! ¿Puedes ayudarme? Mi blusa se engancho en mi pendiente, se ha quedado a la mitad de mi cara y no veo nada. - No quería que se burlara de mí al encontrarme parada a la mitad del baño con una blusa cubriendo mi rostro, pero era eso o quedarme así hasta que llegara Ashley.
- No te muevas, voy. - Gritó desde mi habitación, escuché sus pasos acercarse y poco después se detuvieron.
- ¿Louis? - Pregunté mientras extendía una de mis manos tratando de averiguar donde estaba.
- No te muevas. - Aclaro su garganta y poco después sentí que colocaba una de sus manos en mi oreja.
- Esta enganchado. Te quitare el arete. - Asentí obedientemente y él se dio a la tarea de liberarme.
- Ya está, deja que te quite la blusa porque puede engancharse en el otro lado. - Con extremo cuidado y lentamente sacó mis orejas hasta que por fin pude ver la luz.
- Gracias. - Suspire peinando hacia atrás mi cabello que cubría mi rostro.
- Voy a ponerte el pendiente. - Me dio mi camisa y trague un poco de saliva al sentir su cercanía.
- ¿Ya está? - Pregunte algo nerviosa porque su mano seguía en mi oreja pero ya no se movía.
- Si. - Su mano se alejó, pero él no retrocedió. Por el contrario se inclinó un poco y besó mi mejilla. Su mano se posó en mi mejilla y se aproximo a mis labios.
- Termina de vestirte. - Susurró en mi oído y rego un par de besos en mi clavícula para luego marcharse del baño.
Acerqué mi mano a el lugar en donde me había besado y mis dedos se quedaron ahí tocando mi piel. Al reaccionar me di cuenta de que solo me encontraba con un bralette de encaje negro, me puse mi blusa limpia, recogí la ropa sucia y salí de la habitación pero él no estaba ahí. Tome su traje de la cama y bajé hasta la lavandería para evitar que se impregnara la sangre. Al salir lo encontré en la cocina bebiendo algo de agua pero aún así evitaba un poco el verme directamente, sus orejas estaban teñidas de un lindo color carmesí.